¿Autoridad o poder?

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Los romanos, que eran gente muy amante de la cultura social, se cuidaron mucho de distinguir perfectamente la auctoritas y la potestas como modos de configurar la sociedad, la cívitas romana, su imperio.

La autoridad ha sido definida como el «saber socialmente reconocido» frente a la potestad o «poder socialmente reconocido». En el mundo jurídico, decimos que los jueces, los árbitros, tienen autoridad y los gobernantes potestad. Para abreviar, unos saben y otros mandan. Ahora bien, ¿qué es más importante: saber o mandar?.

Héctor Colonques, director de Porcelanosa, el mayor grupo azulejero de España (y que ha tenido a visitantes tan ilustres en su factoría de Villarreal como Carlos de Inglaterra), al ser preguntado por las claves del éxito en la gestión empresarial, sentenciaba:

– Lo importante no es el poder, sino la autoridad que ganas día a día.

¿Qué es lo que queremos decir cuando damos prevalencia a la autoridad sobre el poder?. El concepto de autoridad como «saber y virtud» frente a «poder o control», tiene una enorme trascendencia en la Empresa Familiar. La autoridad familiar del líder que se fundamenta en las virtudes y en su sapiencia reconocida, opera frente a todo tipo de imposición de liderazgos fundados en el dinero, en el género o en la edad y que nunca alcanzan el respaldo eficaz de la familia. Por el contrario, el liderazgo familiar basado en el poder atenta contra el modo ordinario de las relaciones humanas naturales. Puede tener un éxito transitorio pero lleva marcada la fecha de caducidad. Está condenado al fracaso.

Además, la «autoridad» también tiene mucha importancia dentro de la configuración social de la economía y de las grandes políticas empresariales. En este aspecto, los empresarios familiares se han organizado y agrupado en foros nacionales e internacionales y van incidiendo en la economía porque tienen algo que decir: ostentan «autoridad» o, por decirlo de otro modo, «prestigio moral». Quizás no tengan el poder político, ni el control de las instituciones, pero sirven permanentemente de ejemplo y de guía.

Cada vez más, la pericia en la gestión y la experiencia de los empresarios familiares están siendo «socialmente reconocidas» y por lo tanto valoradas; están alcanzando cotas de «autoridad» y resultando influyentes socialmente. Frente a otros tipos de empresas, a las Empresas Familiares se les reconoce ahora su capacidad de compromiso, de visión a largo plazo, de dinamismo y de generación de empleo y responsabilidad social, entre otras virtudes. Por otro lado, las personas que detentan el poder, especialmente el político, corren el grave peligro de verse desautorizados si no atienden debidamente las necesidades de su sector. Esta es otra cualidad de la «autoridad»: su carácter de límite del poder.

Últimamente, proliferan los representantes institucionales que pretenden apropiarse o beneficiarse de este prestigio que tienen los empresarios familiares. Pero esto, como las modas, también pasará con la temporada. Al final, no se equivoquen, los verdaderos empresarios saben reconocer perfectamente quién pertenece al gremio y quién sólo «lo pretende». ¿O no?

 

autor Carlos Arbesú Riera