A lo largo de la vida aprendemos que muchas cosas, en general la mayoría, no se consiguen a la primera, sino que exigen un esfuerzo, un proceso, una persistencia, un recorrido, un tiempo… Sacarse una carrera, aprobar una oposición, ascender en tu carrera laboral, superar tus propios límites personales, mejorar tus tiempos en una carrera… seguro que todos tenemos nuestros propios ejemplos…

En definitiva, sin esfuerzo y persistencia es difícil que existan logros y mejoras. Además, parece que los éxitos se disfrutan más cuando ha habido un trabajo previo, cuando no han sido “pan comido”, ni nos han venido regalados, sino cuando sabemos que lo conseguido, es el resultado de un recorrido de trabajo e implicación personal, al que finalmente ponemos la “guinda”… y ¡qué bien sabe!…

“El esfuerzo” es un valor necesario para conducir nuestra vida, sobre todo, porque la vida precisamente está constituida de un montón de retos y situaciones que nos exigen mejorar, superarnos a nosotros mismos, desplegar nuestros recursos, sobreponernos a la adversidad, volver a levantar cabeza tras algo que no ha salido bien, esforzarnos por el mero deseo personal de superarnos (o de demostrar a los demás de lo que somos capaces J ), volverlo a intentar…

Ensayos y errores… ¿fracaso?…

La vida está hecha de intentos, de ensayos y errores… Esa precisamente es una de las principales formas de aprender: Probar y equivocarse, para probar de nuevo otra manera de hacer las cosas y ver cuál es la mejor. Desde esta perspectiva es difícil que podamos interpretar los errores o fallos como un fracaso, sino como parte de ese proceso que es APRENDER.

A esforzarse por las cosas se aprende y SE ENSEÑA. Y debe enseñarse desde pequeños. Solo si desde pequeños se nos inculca que las cosas no son regaladas, que exigen una implicación, un tiempo, y muchas veces requieren varios intentos y aprender a tolerar la frustración de no saber (al principio), o de no conseguirlo a la primera…, solo así, normalizaremos la persistencia en la tarea y el esforzarse como parte connatural de la vida, en lugar de que prime la “ley del mínimo esfuerzo”, el “no me sale y tiro la toalla”, el “ya lo haré mañana”. La diferencia entre una actitud y otra no depende de nuestro programa genético. No venimos preprogramados para saber tolerar la frustración, para ser vagos o para ser voluntariosos, disciplinados o tenaces… Aprendemos a ello. Y de esta manera incorporaremos el esfuerzo como un valor que guíe nuestro comportamiento, nuestra manera de enfrentar la vida, nuestra forma de estar en el mundo y de hacer las cosas, sabiendo que a veces cuestan…

Entrenar la persistencia y fuerza de voluntad

Hay cosas que nosotros podemos hacer para trabajar o desarrollar nuestra fuerza de voluntad de cara a objetivos concretos. Si te interesa el tema, puedes leer este post y tratar de aplicar las pautas a tu objetivos. Ten en cuenta que lo que hará que persistas en algo que es costoso, no serán desde luego las consecuencias inmediatas de la tarea (que suponen un coste), sino anticipar los beneficios a largo plazo de aquello que estamos haciendo… vislumbrar el final del camino, el logro de tu objetivo, aquello por lo que trabajas y que hará que valga la pena todo el camino.

Cómo inculcar “el esfuerzo” desde pequeños

Si te interesa saber cómo puedes enseñar a niños pequeños valores como el esfuerzo lo podrás leer en el siguiente post.