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La autoridad participada
Para que exista una comunidad de personas sana es importante ejercer la autoridad bajo el principio de subsidiaridad; de este manera se promoverá la corresponsabilidad


Por: Mercedes Soto de Silva | Fuente: iespana.es/arbil



Para el creyente el principio fundamental de acción es la imitación de Dios. Dios es una autoridad tremendamente fuerte, porque tiene un poder infinito. Sin embargo todo el poder de Dios no lo usa para dominar, para aplastar a los hombres, sino que usa todo su poder para vivificarles, para estimular sus vidas y su libertad. Usa ese poder para hacerles crecer.Y una de las formas es haciéndoles participes de sus cualidades, derechos y poderes

No hay comunidad sana sino tiene un centro claro, fuerte con poder de decisión. Pero el sentido del centro no es para afirmarse a sí mismo como centro. Toda la fuerza del centro es para descentralizar. El centro tiene que cuidar que todas las partes tengan lo que les corresponde, que todas se desarrollen.

Todo ejercicio de autoridad tanto en el ámbito de lo privado como de lo público, pasa por los mecanismos de participación y de delegación.

La señal de una buena conducción se encuentra en la capacidad de asociar a muchos en la propia conducción. Para esto la autoridad se debe de preocupar de entregar a cada persona o instancia el papel o porción de autoridad que les corresponda, respetandola en su autonomía y en las funciones que le han sido confiadas.

Aquí se aplica el principio de la subsidiaridad: la autoridad mayor no debe hacer lo que puede hacer la autoridad menor y a su vez, debe acudir en su ayuda cuando no este en condiciones de cumplir la tarea que se le encomendó.

Sólo así se despertará y promoverá una actitud clave en toda comunidad: la corresponsabilidad. La persona esta llamada a participar y si no encuentra los canales para hacerlo, se paraliza y se anula. O bien los intentará abrir por la via de la violencia. Por el contrario, cuando la autoridad es quien suscita el aporte de todos y cada uno, cuando entrega responsabilidades, entonces la comunidad se vitaliza y la persona se desarrolla.

Cuando la autoridad acapara todas las responsabilidades, esta dando muestras de inseguridad y esta causando un grave perjuicio, pues al no reconocer ni promover las distintas capacidades de sus colaboradores no les permite desarrollarlas ni crecer como personas haciendolo. Por otro lado, quien consulte, quien delegue, quien respete la tarea del otro, estará mostrando su capacidad de mando y por tanto robusteciendo su propia autoridad, e irá contruyendo así una verdadera comunidad.







 







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