La hacienda de San Mateo Huizcolotepec, alias Piedras Negras, ubicada en el municipio de Tetla, Tlaxcala, que antiguamente fue propiedad de los padres Betlemitas, conocida como ganadería de reses bravas con el nombre de Piedras Negras, nace como tal en el año de 1874, gracias al empeño que en ello puso José María González Muñoz, quien incluso a escondidas de su padre Mariano Antonio González Fernández  asentó sus primeros pies de cría en el potrero Malpais.

Esta idea descabellada de tener ganado bravo en casa se cristaliza el 5 de marzo de 1882, fecha que debe ir en letras de oro en la historia de las casas ganaderas de toro bravo en México.

Ese día en el Estado de México, lidia por primera vez Piedras Negras en la plaza “El Huizachal“, para el célebre Bernardo Gabiño y su cuadrilla.

Cinco años después, el 30 de octubre de 1887, Piedras Negras se presenta en la Ciudad de México con 3 Toros 3 en la plaza “San Rafael” para el torero gaditano Diego Prieto, el llamado “Cuatrodedos” y Carlos Borrego “Zocato”.

Esta aventura que dio inicio con ganado criollo de Tepeyahualco, continúa en 1908, año en que llega ganado de Saltillo, quedando en Piedras Negras dos sementales de la ilustre casa del Marques y dos sementales; “Tabaquero” y “Tinajito“, llegando también uno de Murube y otro de Miura.

En 1896, la divisa Negro y Rojo debuta en México

Según don Manuel De Haro, Piedras, la de la célebre divisa NEGRO y ROJO debuta en México en 1896 y Tepeyahualco lo hace en 1895.

En el año de 1983 el Departamento del Distrito Federal otorga a esta ganadería carta de reconocimiento de antigüedad de presentación en la capital con fecha al año de 1895.

Este célebre Mariano Antonio González, procreó un hijo no menos célebre, de nombre Manuel Dámaso Francisco Guadalupe Alejó González, quien de su matrimonio con doña Trinidad González González tuvo dos hijos: Romárico y Lubín González González.

Al primero se le conoció siempre como “Maco” y al segundo, Lubín como “El Gachupín” por su tez blanca, barba muy cerrada y apuesta gallardía, ambos fueron enviados a estudiar a la ciudad de Puebla, y concluidos sus estudios en la Universidad  regresan a Piedras Negras para aplicar sus conocimientos en el desarrollo de la industriosa hacienda.

Romárico era el más empeñoso, laborando al lado de su padre. Corría el año de 1903 y sería por el entusiasmo e interés demostrados por “Maco” que su padre decidió entregarle para su administración y desarrollo la hacienda de “La Laguna”, donde Romárico funda la ganadería con ese nombre.

El origen del corbatín en la badana

Don Lubín queda en definitiva con Piedras Negras y es entonces, que para distinguir el ganado de una y otra casa, de unos a otros potreros, Don Lubín decide e inicia el corte en forma de corbatín en la badana, gargantilla o lo que en los humanos llamamos “papada” de sus toros para mejor distinguir los dos hatos ganaderos.

La cronista de la familia Beatriz González Carvajal en su opus literario “A las campanas de Piedras Negras”, con gran sentimentalismo literario hace la analogía de la forma que toma este singular corte con las siluetas de las campanillas de la capilla de la hacienda.

Llamándose badana al pliegue cutáneo que sobresale en el cuello del toro y se extiende hasta el pecho, a los toros bastos de piel y con papada muy desarrollada se les llama “badanudos“, no así a los toros piedranegrinos a quienes en el momento del Herradero, cuando reciben las marcas herradas a fuego con el hierro de la casa y los números en el costillar, según les corresponda de acuerdo a los libros y el árbol genealógico que cuidadosamente se lleva con los registros de nacencias.

Esta marca: el corbatín es única y exclusiva de esta casa de toros criar. Técnicamente se le llama señal y se hace a manos del propio ganadero, quien a su vez, y en su debido tiempo enseña y lo hace conjuntamente con el hijo primogénito quien será heredero recipiendario no sólo de la tradición y orgullo de la familia, sino también de la responsabilidad que esto conlleva.

Una señal única

Las señales que pueden ser muchas se practican en las orejas, una o dos y pueden ser estas señales una combinación de diversos cortes que van desde un simple rasgado, muesca, de forma hundida, de horquilla, o bellamente ahigaradas o en media luna, estas se practican con tijera especial y al acto se le llama “aseñalar”.

Pero en el caso del “corbatín” es único, y por lo general, estos momentos que literalmente: “marcan” la vida de un becerro o becerra, ocurren simultáneamente con el “destete“.

En Piedras Negras y como debe ser, es el propio ganadero y nadie más quien “aseñala“, e utiliza un afilado cuchillo de monte, mismo que con toda la carga emocional que esto conlleva, guarda cuidadosamente hasta que llegue el día en que, en emotiva e íntima ceremonia, como si se tratara de una solemne alternativa en la plaza de toros, ahí, en el potrero de herrar, serán pasados, entregados al heredero los trastos de herrar y cortar el corbatín; icono, verdadero escudo de armas de esta muy asolerada casa ganadera.