Chicago es ciudad de arte. De hecho, es un museo al aire libre, con obras de los grandes creadores contemporáneos. Que estén en plena calle significa una cosa muy interesante: admirarlas es gratis.
Empecemos esta ruta desde la puerta del impresionante Chicago Art Institute. Es uno de los museos más impresionantes de Estados Unidos, con una colección permanente de 300.000 obras. Ya que estamos en plan rata, te chivamos que puedes descargarte la imagen de muchos de sus cuadros a través de su web.
A pocos metros del ala moderna del museo se encuentra Crown Fountain, una instalación interactiva que es pura marca España. La obra de este artista barcelonés está pensada para que el peatón interactúe con ella. Se compone de dos torres de 15 metros que, a modo de gigantescas pantallas, muestran los rostros de algunos de los vecinos de la ciudad. También deja caer agua con la que, en los meses de buen tiempo, es imposible no empaparse. O descansar a su lado.
El Millenium Park es un parque breve pero intenso. Además de alojar a la fuente de Plensa, también es el hogar de uno de los puntos más conocidos de Chicago. Con Cloud Gate , que tiene aspecto de gota de mercurio, el famoso escultor rompe todas las formas y perspectivas posibles. El reflejo de los rascacielos de Michigan Avenue y Randolph Street sobre su superficie metálica da para más de un experimento fotográfico.
El Pritzker Pavilion, también en el Millenium Park, es una de las vivaces obras del arquitecto canadiense. Además, funciona como anfiteatro al aire libre y merece la pena ojear sus programación. Por ejemplo, acoge cada verano los conciertos gratuitos del Grant Park Music Festival y sesiones de cine para ver una película bajo las estrellas.
Caminando por la agitada Randolph Street nos adentramos en el Loop, el distrito financiero de la ciudad. Es imprescindible viajar en el L Train, el metro elevado en permite viajar entre rascacielos (y de paso sentirse un poco Spiderman) . Al bajar de la estación Clark/Lake se encuentra la original escultura en blanco y negro Monument with Standing Beast, de forma bastante abstracta que no es del gusto de todos….
PABLO PICASSO Y JOAN MIRÓ
A un lado y otro de la plaza Daley, casi frente a frente, como si nada, se encuentran las monumentales obras de dos genios españoles. El cubismo de Picasso impresiona todavía más a tamaño XL. A la gente de Chicago se le hace difícil descifrar si la figura de 50 metros es humana o animal, así que la apodan The Picasso desde que llegó allí en los años 60.
Años después llegó para hacerle compañía la escultura de Miró, que también tiene apodo: Miss Chicago. Cuando las oficinas de la zona apagan sus luces al anochecer, los teatros iluminan las calles y no permiten que el barrio caiga en el aburrimiento, como el Nederlander, el Cadillac Palace o el Chicago Theatre , cuyo cartel es otro imán para las cámaras de fotos.
Seguimos en dirección sur del Loop para encontrar el Four Seasons (Cuatro estaciones) , un gran mosaico que recopila los recuerdos de infancia del artista. Su color y sus formas, de peces, pájaros y flores, contrastan con los rascacielos de First National Plaza, donde se encuentra.
** ALEXANDER CALDER Y MIES VAN DER ROHE **
Flamingo es una versión prácticamente inédita de Calder, el artista conocido por sus esculturas móviles. Por fortuna, su explosión de color rojo llena de vida la Federal Plaza. Parece que en cualquier momento ese extraño ser va a echar a andar. Está rodeada de la pureza de líneas de la arquitectura de Mies Van der Rohe, autor de varios de los edificios de la plaza, como la oficina de correos, que dan todavía más lustre a una de las capitales mundiales de la arquitectura. Son edificios gubernamentales de los años 60 y 70, pero qué estilazo…
Quien visite esta zona de Chicago no puede dejar de acercarse a la Union Station, con esas interminables escaleras en las que Kevin Costner rodó una de las míticas escenas de Los Intocables de Elliot Ness. Sin la fama de la película, la visita a esta espectacular estación de tren también estaría más que justificada. Algo más al norte, en el 660 de West Madison Street, uno se encuentra Batcolumn, diseñada por el escultor estadounidense y con forma de bate de béisbol de 31 metros de alto.
BOLAS EXTRA
Después de ahorrar un montón de dinero visitando las obras de estos diez artistas, quizás podemos invertir algo en arte visitando el Driehaus Museum (entre 10 y 20 dólares) . Es una joya oculta encerrada en un edificio histórico, en un barrio céntrico de la ciudad llamado Magnificient Mile, lleno de tiendas y restaurantes de todo tipo.
El museo en cuestión es la Disneylandia de las artes decorativas. Sus vidrieras, su exquisito mobiliario del siglo XIX y XX y la arquitectura de la mansión te traslada a la Edad de Oro de la historia de Estados Unidos.
Y sería un crimen abandonar la ciudad sin pasear ante las viviendas creadas por Frank Lloyd Wright en el barrio residencial de Oak Park. Algo alejada del centro, allí se encuentra la casa-estudio del arquitecto (entre 15 y 18 dólares) , que une su vida y su obra como pocos museos gracias a que todas sus visitas se hacen con guía.
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