Viaje a un cuadro: 'La primavera', de Giuseppe Arcimboldo

La historia de ese retrato que es una alegoría a la vida, a las estaciones y al cuerpo: la historia de 'La primavera' de Arcimboldo.

Viaje a un cuadro: 'La primavera', de Giuseppe Arcimboldo

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En la distancia, el visitante cree distinguir un retrato. Sus pasos ajustan la mirada. A medida que se acerca, aprecia las peonías y los pensamientos que pueblan el cabello, las rosas que brotan en los labios y las margaritas que dan forma al cuello. Hojas de col, ortigas y zarzas visten los hombros, y un lirio suplanta el puño de la espada.

En sus teste composte, o cabezas compuestas, Arcimboldo creó personajes a partir de elementos de la naturaleza y objetos cotidianos. La primavera forma parte de la serie dedicada a las estaciones, pintada en 1563. La explosión floral dibuja el rostro de un joven. Su sonrisa transmite alegría. La siguiente pieza: 'El verano', avanza hacia la edad adulta cargada de melocotones, ciruelas, cerezas y espigas de trigo. En 'El otoño' la madurez se agrava bajo racimos de uva, higos y setas. Una pera marca el grueso perfil de la nariz. Una manzana y un membrillo dibujan pliegues rugosos sobre la frente. 'El invierno' es un anciano malhumorado. Su piel es corteza. La hiedra cubre la nuca bajo ramas desnudas.

Giuseppe Arcimboldo

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La obra de Arcimboldo permaneció en la sombra hasta que, en los años treinta del pasado siglo, llamó la atención de los surrealistas. Dalí interpretó la yuxtaposición de objetos en sus imágenes bajo la clave del método paranoico-crítico: “el método espontáneo de conocimiento irracional basado en las asociaciones e interpretaciones de fenómenos delirantes”.

Es probable que el artista concibiese algunas de sus creaciones como caprichos. En el Renacimiento tardío, esta categoría aludía al juego de ingenio que llevaba a lo monstruoso, a lo bizarro o a lo extravagante.

El bibliotecario se manifiesta como una parodia del erudito a modo de hombre-libro; El asado encierra un juego visual que revela un retrato al girar 180º un bodegón. Ambas piezas responden a la visión lúdico-poética que sugirió Dalí. Pero las imágenes de Arcimboldo van más allá del juego.

Giuseppe nació en Milán. Dedicó su juventud al diseño de vidrieras y frescos junto a su padre, que participó en las obras de la catedral. A los treinta y cinco años, su fama llegó a Maximiliano II, emperador del Sacro Imperio, que le nombró retratista en la corte de Viena. Su primo, Felipe II de España, desconfiaba de él debido a su tolerancia religiosa y a su espíritu humanista.

'Fuego (Los cuatro elementos)'

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Arcimboldo alcanzó una posición privilegiada en la corte. Como aposentador, se encargaba de la decoración y de la puesta en escena de las celebraciones palaciegas. Como retratista, gozaba de acceso al emperador y a su círculo inmediato. Las primeras obras que pintó para Maximiliano II dieron forma a los debates que este promovía en su entorno.

Tanto él como su sucesor, Rodolfo II, fomentaron el estudio de las ciencias naturales, la astrología y la alquimia. Estas disciplinas estaban estrechamente relacionadas. Los minerales reflejaban la composición del cosmos. Los ciclos de la naturaleza simbolizaban la trasformación a la que está sujeta la materia. La alquimia buscaba el control de estos procesos a través de la búsqueda del quinto elemento y de la piedra filosofal, que convertía el plomo en oro. Todo ello confluía en el hombre, síntesis del universo.

En 'La primavera', Arcimboldo recreó con precisión botánica flores y brotes en la anatomía del rostro, y transformó, así, lo vegetal en humano. Siguió el mismo proceso a partir de las formas del mundo animal en 'Los elementos'. Aire, fuego, tierra y agua respondían al ciclo de las estaciones en un sistema cósmico que, a su vez, se expresaba en los cuatro humores que regían la salud y el equilibrio mental del individuo.

Como en un gabinete de las maravillas, Arcimboldo compuso en sus objetos pictóricos una metáfora de la unión del hombre y la naturaleza. El contenido filosófico no invalidó el viaje de la fantasía hacia la imagen poética. “En tanto que de rosa y azucena se muestra la color en vuestro gesto”, dijo Garcilaso. Nadie ha llevado tan lejos sus versos.

'La primavera' se expone en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.

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