‘Red’, la nueva película de Pixar, nos da mucha hambre

La nueva película de Pixar cuenta con escenas memorables de cocina... y es que el estudio se está tomando muy en serio representar la comida de manera que nos haga salivar.
Uno de los platos de Red la película de Pixar.
Pixar

Planos seductores, ingredientes suculentos, sartenes al fuego, cuchillos que brillan al cortar con maestría... no, no es una secuencia de Chef's Table, es Red, la nueva película de Pixar, que se puede ver actualmente en Disney+.

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Esta historia –sobre la llegada a la madurez de una adolescente chino canadiense en los años 2000– ha dado mucho de qué hablar. Una abrumadora mayoría de la crítica ha dicho que es una de las mejores películas de Pixar; pero también se ha dicho que es difícil conectar con ella (esto por parte de cierto universo masculino de Internet, que no cree que sea posible identificarse con la experiencia de una adolescente) o que no debería hablar de los temas de los que habla (esto de otra esquina de internet, la conservadora, que no cree que mostrar el despertar sexual adolescente y la llegada del periodo sea apropiado). 

Red, Pixar (2022).Pixar

Y entonces ¿por qué hablamos de comida? Porque mientras la guerra cultural sobre una historia llena de humor y corazón se discute con vehemencia, hay otra opinión que se ha ido extendiendo ampliamente: la comida que se ve en Red es, sin la menor duda, muy apetitosa.

¿Platos que dan ganas de comer en una película animada? Es cierto que dibujar alimentos que se vean suculentos es una tarea ardua, pero es también algo que, cuando está bien hecho, resulta memorable. El mítico director de animación japonés, Hayao Miyazaki, siempre lo supo. No es casual que los platos que comen sus personajes (que por cierto disfrutan mucho comer) sean algo que recuerdan y con lo que fantasean sus fans. 

Pero ¿y en el caso de Red? La nueva película de Pixar contó con la diseñadora de producción Rona Liu, quien se tomó muy en serio el hacer de la comida una parte trascendente de la vida de esta familia (como lo era en la suya y en la de la directora, Domee Shi, ambas también de origen chino). En una escena, tan memorable como capaz de hacer salivar, el padre de Mei –la protagonista adolescente– cocina con todas las características de un lustroso documental gastronómico... y el resultado no se queda lejos de su inspiración, como refleja este vídeo.

Lechuga casi real en 'Red', de Pixar (2022).Pixar

Para lograr que los alimentos se viesen apetitosos y realistas, Liu dice que tomaron en cuenta varios factores: primero, los ingredientes podían ser exagerados (más esponjosos, más saturados de color, más estilizados), pero la manera en que reflejasen la luz debía imitar a la realidad; segundo, una capa de “grasa” hace que todo se vea mejor. Por ejemplo, en el caso del salteado de panceta y lechuga, el vegetal es de un verde brillante irreal y la capa que refleja la luz es de agua, no de aceite... pero existe una superficie reflectante que otorga realismo. Lo mismo pasa con los lustrosos dumplings que se cuecen en agua hirviente.

Liu ya tenía una cierta experiencia representando alimentos. Antes de Red trabajó en Bao, el corto que Shi dirigió antes de hacer este largometraje. En él, un bao antropomorfo se hace amigo de un niño. Y en él ya la comida tenía un aspecto destacable.

¿Bacon o ficción? En 'Red', de Pixar (2022).Pixar

Pero no solo se trata de estas dos instancias. En Luca, otra de las recientes películas del estudio de animación, los platos de pasta al pesto que los niños protagonistas engullen se ven como los que comerías en una callecilla de la Cinque Terre italiana. Y es que Pixar incluso cuenta con un canal de Youtube en que se preparan recetas de los platos que aparecen en sus películas. Se toman su comida en serio.

Ya hace unos años, cuando se estrenó Ratatouille, el equipo de animadores de Pixar se entrenó en la cocina de The French Laundry, para aprender técnicas y representar fielmente el mundo de un restaurante. Pero su intención nunca fue que la comida se viese fotorrealista... de hecho pensaban que podía ser contraproducente, una especie de valle inquietante gastronómico.

Años después, sin embargo, ver Red prueba lo contrario. Al terminar la película, además de una sensación de disfrute y una sonrisa, persisten unas ganas irresistibles de salir corriendo a comer congee, baos o un salteado de panceta que reluzca con el tono dorado de la soja.

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