El efecto acción-reacción

El "machoverso", la respuesta de algunos hombres a un feminismo que les resulta atosigante

acción reacción

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José María Ruilópez

José María Ruilópez

Hemos pasado del clásico piropo desde el andamio por hombres atrincherados en las alturas hacia jóvenes esbeltas de paso refrescante y desenvuelto; a lo que ahora llaman el "machoverso", es decir, el efecto reacción contra el feminismo atosigante y todo lo que signifique género, entendido como la diferenciación entre hombres y mujeres cuando la balanza siempre se inclina a favor del llamado, antiguamente, el sexo débil.

Dentro del "machoverso" se acuartelan misóginos, solteros irredentos y andarines de Internet tras seudónimos curiosos como si estuvieran escondidos tras una cortina traslúcida. Según un artículo de Rodrigo Terrasa, se han creado unas siglas para afirmar que todas son putas: TDS PTS. Y un internauta apodado Led, no sé si será porque tiene muchas luces o anda a palpo, que se dice, afirma "que las actrices Julia Roberts, Penélope Cruz y Elsa Pataky son putas". Un tal Black Pill dice que "a las mujeres sólo les gustan el dos por ciento de los hombres". Esto del "machoverso" es como el paso siguiente al Macho Alfa, que en un tiempo representaba el futbolista Cristiano Ronaldo. Hay muchos más de esos, solo tienen que levantar la camiseta, que debe ser lo que las pone a ellas, un vientre exterior sin cicatrices, y un interior con vesícula, apéndice y hernias sin tocar.

A un feminismo que ha cauterizado la disputa para convertirla en ideología y en derecho sin discusión, ha reaccionado la parte contraria: grupos de varones que no tienen relaciones con mujeres porque les resulta complicado, o porque se han resignado al celibato con todas sus consecuencias. Según el barómetro "Juventud y género" llevado a cabo por el Centro Reina Sofía de la Fundación FAD (ayuda contra la drogodependencia) muchos jóvenes entre 15 y 25 años "consideran que la violencia de género no existe, que es un invento ideológico".

Del mismo modo, la profesora de Sociología de la Universidad Complutense de Madrid Elisa García-Mingo afirma que la “manosfera” es "un espacio digital en el que conviven extremismos que navegan en un mar solitario, se apartan de las féminas y son llamados también “incels". El mocerío se mueve ahora por los espacios siderales de Internet, ese mundo cuadriculado, individualista y complaciente, donde cada uno busca algo que satisfaga sus necesidades puntuales de cada momento. Alguno se define como "youtuber; que son los que marcan la pauta en esto. Hacen videos de corta duración, pero de contenidos rápidos en los que no se analiza, solo se predica. Son lo que podríamos llamar los nuevos predicadores, que tanto proliferan en los países de América. Yo los he visto en Cuba llenar iglesias hasta la escalinata exterior, y luego pasar el saquito recaudatorio. Charlatanes de la feria universal que sueltan parrafadas sin sentido pero que mueven millones de seguidores y que reciben eso que llaman "like", que es como un certificado personal de cada observador que corrobora lo que dice el otro, y que debe dexistir un sistema, una especie de almacén donde se van acumulando los "likes" y de ese modo sube la estima del comunicante.

En realidad, no son gente de poderosos bagajes intelectuales, de estos que hablan y te dejan con la boca abierta por su solvencia de conocimientos, su claridad en la explicación o su poder de convocatoria basado en la cultura enciclopédica dentro de la rama en la que son especialistas. Aquellos son peineros de tómbola en festejos populares, que lo mismo te venden un boleto para ver si, con un poco de suerte, te coca la chochona, una muñeca de trapo, vamos, la de toda la vida, o el perrito piloto, otro referente del vocerío para que la gente compre la tira de números para el sorteo que se celebrará en unos minutos, pero que no acaba de salir, para que el personal se apiñe y dé la impresión de que allí entre el gentío hay algo interesante, que puede ser necesario para la casa y a un precio de ganga.

Toda esta realidad de romería de barrio o aldea es la que ahora se ha trasladado a las pantallas y de la que maman los becerros asilvestrados que se ven desbancados por la propaganda feminista y destronados del patriarcado como referente del ordeno y mando y del origen del núcleo familiar, como se manifiesta en algunas etnias minoritarias, vestidos de negro, con garrocha de mando como cetro rústico en sociedades reducidas en adultos pero abundantes en la prole. Como al que le preguntaron que cuantos hijos tenía, y el gitano dijo que cinco "prolos" y cuatro "prolas". Así, pero en plan "youtuber", donde la prole se llama "likes" y el dinerito no se gana con la chatarra, sino con los anunciantes en función de los visitantes que atesora cada página.

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