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Cultura | Entre el romanticismo y el modernismo

La huella del porfiriato en la arquitectura

La época de mayor esplendor de construcciones influenciadas por corrientes europeas fue de 1895 a 1905

Por: EL INFORMADOR

Un estilo ecléctico, destaca en la arquitectura del porfiriato. J.LÓPEZ  /

Un estilo ecléctico, destaca en la arquitectura del porfiriato. J.LÓPEZ /

GUADALAJARA, JALISCO (12/SEP/2010).-La arquitectura en México reflejó durante el periodo porfirista (1876-1911) un estilo ecléctico, la permanencia de esquemas y gustos académicos provenientes de escuelas de bellas artes de Europa, influenciadas principalmente por el romanticismo y el modernismo.

Dichos esquemas influyeron durante el neoclásico la necesidad y el deseo de buena parte de la sociedad por el revival, y al mismo tiempo su interés por integrarse a la modernidad del art nouveau, junto con el deseo nacionalista basado en la interpretación y el renacimiento prehispánico. Lo anterior retrata claramente el desarrollo y evolución de una sociedad que con gusto se sometía a la dictadura de Díaz a cambio del progreso.

“El porfiriato abarcó tres décadas de modernización en México. También en este periodo proliferó el arte y la cultura. La arquitectura no fue la excepción, porque hubo gran influencia europea en México que afectó a las edificaciones de esta época, lo que se refleja en distintos estilos, como el noveau, el barroco o el neoclásico, que le daban cierta originalidad que se distinguía del estilo tradicionalista del país”, explica Juan López García, investigador del Centro Universitario de Arte, Arquitectura y Diseño (CUAAD) de la Universidad de Guadalajara (UdeG).

Dos de los arquitectos a los que Porfirio Díaz confió algunas obras en la Ciudad de México fueron Émile Benard, quien construyó el Palacio Legislativo y el Monumento a la Revolución; y Silvio Contri, autor del Senado de la República y del Museo Nacional.

“Esto demuestra que todo marchaba bien para la clase pudiente, porque el resto del país estaba en crisis, había revueltas, se respiraba inconformidad en el aire y el campo estaba muerto. Mientras que la burguesía se regocijaba en estas construcciones que pretendían pintar a un México moderno, el país vivía profundas desigualdades”, afirma el académico universitario.

Diez años de esplendor

Entre 1895 y 1905 la actividad constructiva se acrecentó haciendo evidentes los profundos y favorables cambios que se producían en el hábitat de la burguesía mexicana, así como los edificios institucionales y privados, en contraste con el empeoramiento de las viviendas de las clases bajas. “Si bien el régimen porfirista intentó dar un gran esplendor a la capital del país con infraestructura necesaria para la gran urbe, en los barrios bajos y zonas viejas del Centro de la ciudad proliferaba el hacinamiento, la miseria y la insalubridad de las viviendas”, agrega García López.

Las mansiones señoriales y nobiliarias de la época virreinal habían perdido para mucha gente el valor que había dado fama a la capital un siglo atrás. “Las calificaban de severas y tristes, por lo que las familias que habitaban estas fincas se desplazaron hacia las nuevas colonias que ofrecían la posibilidad de una vida más moderna”.

En ese periodo, la aristocracia y el Gobierno encabezado por Porfirio Díaz emprendieron la edificación de grandes y monumentales construcciones: refinadas residencias, villas y chalets, lujosas tiendas, cafés, restaurantes y teatros, e imponentes almacenes y bancos.

El inminente ingreso de extranjeros al país debido a las concesiones otorgadas a empresas de otros países, trajo como consecuencia inmediata la construcción de gran número de viviendas para albergarlos. A los nuevos barrios se les llamó “colonias”, porque en ellas vivían tanto la alta burguesía mexicana, como algunos ingleses, franceses, italianos y norteamericanos.

En Guadalajara, muchas colonias como Lafayette, Americana, Moderna y Arcos Vallarta, “poseían amplias avenidas y banquetas arboladas que permitían pasear a la sombra y admirar, al mismo tiempo, hermosos jardines y residencias de diversos estilos que comenzaban a dar a la ciudad un carácter de modernidad y que la colocaba a la altura de algunas ciudades europeas”, señala el investigador de la UdeG.

Fueron varias las razones que determinaron la creación arquitectónica de este periodo: la influencia de los nuevos estilos que imperaban en Europa a principios del siglo y que en México fueron interpretados como símbolo de status, distinción y modernidad; el cambio en la economía del país y la aparente estabilidad política y social, así como la introducción de nuevas y revolucionarias técnicas de construcción.

La influencia europea en Guadalajara

Algunos edificios que se construyeron en la capital jalisciense durante el porfiriato y que toman en cuenta la influencia europea del momento son: El Templo Expiatorio, El Quiosco Plaza de Armas y El Monumento a la Independencia.

Templo Expiatorio

La construcción del Expiatorio dio inicio debido a un comisión devota al Santísimo Sacramento que mandó construir un templo hecho por el arquitecto italiano que había traído Porfirio Díaz para que construyera el Palacio de Bellas Artes, Adamo Boari.

La primera piedra se colocó el 15 de agosto de 1897 y para el año de 1911 se había terminado la estructura principal y las columnas interiores. Sin embargo, debido a la Revolución Mexicana se interrumpió la construcción. En 1924 encargaron a Luis Ugarte que terminara el edificio, y posteriormente Ignacio Díaz Morales tuvo la oportunidad de continuar la edificación hasta su conclusión en 1972.

El Expiatorio está conformado en casi su totalidad de piedra tallada, con un estilo similar al de la Edad Media. Todo el estilo arquitectónico es neogótico y los aspectos más admirables son los vitrales hechos por Jaques y Gerard Degusseau, y el reloj de cuatro caras traído de Alemania.
Ubicación: Avenida Enrique Díaz de León y López Cotilla. Zona Centro.

Quiosco de la Plaza de Armas

El quiosco de la Plaza de Armas se trajo de Francia para conmemorar el Centenario de la Independencia de México. El estilo que conserva es art nouveau muy representativo de la época. En las columnas que lo sostienen se representa a las musas tocando un instrumento diferente, el techo está hecho de diversas maderas finas, las cuales le dan una peculiar resonancia y acústica. En las esquinas de la plaza se encuentran 4 esculturas grecolatinas que representan las estaciones del año.

Ubicación: Calle Corona, entre Morelos y Pedro Moreno. Centro Histórico.

Monumento a la Independencia

Por mandato de Porfirio Díaz y con la misión de conmemorar el Centenario de la Independencia, se construyó el Monumento a la Independencia. La obra estuvo a cargo de Alberto Robles Gil y de Eulalio González del Campo.

La estructura tiene bastante semejanza al Ángel de la Independencia de la Ciudad de Méixco, ya que contiene el mismo mensaje. En la cima de la columna también se representa la victoria alada y conserva los elementos de la representación de la historia, con Hidalgo a la izquierda y la Patria, a su derecha. En la parte trasera de la escultura resalta un león con un águila sobre su cabeza sujetando una cadena rota que simboliza la abolición de la esclavitud.

Ubicación: Calzada Independencia y Avenida LaPaz. Zona Centro.

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