Huelva

Química, acción y reacción en la comunicación

Química, acción y reacción en la comunicación

Química, acción y reacción en la comunicación

Hay un componente etéreo que influye en la comunicación entre las personas. Le llamamos química, sensación, vibraciones, pálpito, espina... "Tenían mucha química", "No me da buena espina", "Ha sido verle y tener ese pálpito", "me da buenas vibraciones"… Seguro que todos hemos usado estas frases o parecidas alguna vez. Hay una que me gusta especialmente, por atrevida: "Tengo mucha química y nunca me equivoco con la gente".

Perfumes, olores corporales, improntas visuales, repercusión emocional… Todo influye en la imagen que proyectamos. Y podremos llegar a ser conscientes, pero nunca a controlar lo que nuestras emanaciones corporales, por imperceptibles que sean, llegan a provocar en los demás. Pero ¿y lo que la reacción de los demás provoca en nosotros mismos?

Nuestra capacidad de expresión, nuestra seguridad a la hora de comunicarnos, incluso la mayor o menor fluidez verbal, están condicionadas por esa percepción que provocamos en la persona que tenemos delante. Quiere decir que nuestra acción comunicativa está condicionada por la reacción que tenemos ante la reacción del otro. Acción, reacción, reacción, reacción... Eso es la comunicación.

Al conocer a una persona, y en milésimas de segundo, reaccionamos de una manera u otra, siempre de forma emocional, provocando a su vez otra reacción en quien tenemos delante, y haciéndonos una imagen suya preconcebida a partir de sólo tres criterios posibles: lo que sé sobre esa persona, su aspecto físico y la "química".

Son criterios muy injustos por los que creo que nadie puede decir que nunca se equivoca con la gente por mucha química que tenga. Y a veces, la mejor ocasión para conocer realmente a una persona es reconocer que te has equivocado y tener la sabiduría y la seguridad suficientes para contárselo.

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