La importancia de los libros y de la experiencia que nos aportan en el vertiginoso viaje llamado conocimiento, es innegable.  Durante siglos los libros fueron el receptáculo de saberes y conocimientos que habían sido considerados especiales como para permanecer y trascender a lo largo del tiempo, entre las valiosas páginas de los libros.

Estos fueron, y aún siguen siendo, la posibilidad de tener acceso a nuevos mundos de saberes, a nuevas experiencias, historias y cultura.

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En México, celebramos el Día Nacional del Libro, y lo hacemos en una fecha muy particular, que en cierta forma tiene que ver con toda esa cultura y conocimiento que tienen los libros para ofrecernos.

La fecha elegida para conmemorar está importante efeméride es el 12 de noviembre, a manera de homenaje a la más grande exponente de la literatura del siglo XVII, Juana Inés de Asbaje, mejor conocida como Sor Juana Inés de la Cruz, puesto que este día, es también el día de su natalicio.

Siendo considerada una niña genio, durante sus primeros años de vida, dominaba ya la lectura y la escritura, esto le permitió tener acceso al conocimiento encerrado en cualquier libro o texto que llegara a sus manos, incrementando considerablemente su bagaje cultural.

Este acercamiento con el conocimiento le hizo saber a una edad muy corta, que el camino que ella quería tomar era la dedicación de su vida al estudio.

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Desafortunadamente, para las mujeres en esa época era algo impensable, pues no tenían acceso a la educación formal como los varones, para ellas estaba designada sólo la educación por institutrices que se inclinaban por enseñar cosas como los buenos modales, clases de cocina, tejer, bordar, zurcir, entre otras habilidades que les servirían en la vida matrimonial, por ello era impensable que una mujer pudiera siquiera pisar una universidad. 

Las únicas dos metas a las cuales podía aspirar como mujer en ese contexto era el matrimonio, o a tomar los hábitos. Fue así como decidió tomar la segunda opción, en la que encontró la posibilidad de desarrollarse como filósofa, escritora y dramaturga.

Cobijada bajó la seguridad que le daban los hábitos, era libre de experimentar, aprender, sentir y escribir en su celda, en otras palabras, permitirse la libertad intelectual que ella tanto deseaba.

Pero un intelecto de esa magnitud no podía pasar desapercibido y disimulado por las paredes de un convento, pues la brillantez de sus escritos hizo que se popularizara su imagen como la de una mujer sabía y elocuente.

Esto causó también el descontento de muchos, que la veían como una amenaza a los buenos valores y a las buenas costumbres, considerando su existencia en sí, como un acto de rebeldía.

Fue así que, tras escribir una fuerte crítica hacia un importante miembro de la comunidad religiosa, fue relegada de la vida intelectual, obligándola a asumir solamente las actividades relativas a la orden de las religiosas a la que pertenecía.

Esto la hizo sumirse en una desdicha prolongada hasta que murió víctima de una epidemia que azotó el convento de San Jerónimo en 1695.

Pero la muerte no fue un impedimento para que trascendiera en la historia, ya que incluso ahora gozamos de sus escritos, de su agilidad lírica y de su genialidad como escritora.

Debido a esta imponente trayectoria, no es de extrañar que Sor Juana Inés de la Cruz sea un ícono de la literatura y por ende se celebre en su natalicio el Día Nacional del Libro en México, reconociéndola como un personaje de gran importancia en la historia de la literatura novohispana.