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Tehuacán, ciudad de naturales


El 16 de marzo celebramos el 357 aniversario de la elevación de Tehuacán a la categoría de Ciudad de Indios o de Naturales y, desde luego, no puedo sustraerme a esta importante fecha colaborando con algunas gráficas de lo que hace tiempo fue este hermoso girón de tierra que nos vio nacer, y colaborar de esta manera, en la fiesta cívica más importante para los tehuacaneros.

Escudo de armas de la ciudad de Tehuacán, otorgado hace 357 años a la comunidad indígena. Esta piedra ostenta el escudo de Tehuacán, sin embargo, fue esculpida años después, cuando se inauguró la Casa de los Altos en 1804. Posteriormente se colocó en el salón de cabildos del Palacio Municipal y en nuestros días adorna la portería del antiguo convento carmelita, hoy habilitado como Complejo Cultural el Carmen.

Nunca he pensado que haya sido coincidencia que nuestro admirado historiador don Joaquín Paredes Colín haya visto su luz primera el 16 de marzo de 1860, o sea exactamente dos siglos después de que Tehuacán adquirió su título de Ciudad de Indios. Sin duda estaba predestinado a ser el conducto para que conociéramos nuestra historia. A 157 años de su natalicio no podemos menos que rendirle un sencillo y significativo homenaje a tan ilustre personaje. Así sea.

El 16 de marzo de 1960, hace 57 años, el entonces presidente municipal, don Isaac Gómez Jiménez, acompañado de los señores doctor Joaquín Paredes Román, Ángel López Meza, doctora Flor de María Cruz y del historiador y presidente del Comité del Tricentenario, Salvador Cruz, leyó el acta de elevación en una ceremonia pública celebrada en la esquina de las calles Independencia y Reforma.

El balneario de San Lorenzo sin duda es uno de los sitios más representativos de lo que Tehuacán siempre ha significado: salud por el agua. En la fotografía, tomada hace más de seis décadas, apreciamos unos troncos que servían como trampolines a los intrépidos jóvenes que acostumbraban nadar en este paradisiaco lugar, que por fortuna aún se conserva hasta nuestros días.

Ruinas de la iglesia y convento de Santa María de la Concepción que ocuparon los franciscanos en el sitio conocido como Tehuacán Viejo. Su construcción que inició en 1536 y se concluyó 4 años más tarde, fue de cal y canto, aunque mal amalgamados, en una superficie de casi 10 mil metros cuadrados, siendo su orientación de norte a sur. En este místico lugar en 1541, fray Toribio de Benavente, Motolinía, escribió parte de su magistral obra Historia de los Indios de la Nueva España.

La primera piedra para la construcción del Calvario se colocó el 21 de junio de 1759. La capilla de Guadalupe ya existía, aunque se ignora la fecha exacta de su edificación. Quienes conocieron los planos aseguraron que El Calvario semejaba a una iglesia de Roma. Este es otro de los sitios representativos de nuestra esencia tehuacanera. Desafortunadamente en la época de la Revolución su bello edificio fue casi destruido por la soldadesca en su ambición por encontrar supuestos tesoros escondidos en sus muros.

El martes 5 de mayo de 1931 se inauguró el balneario estilo playa denominado Carta Blanca ubicado en el lugar conocido como El Humilladero, propiedad de Alberto Díaz Ceballos y patrocinado por Amador Campillo, agente de la cervecería Cuauhtémoc. Este hermoso sitio contaba con dos albercas, donde también se podía pasear en lancha; campo para deportes, restaurante y salón para baile. Y desafortunadamente en nuestros días este hermoso remanso fue “comido” por la mancha urbana.


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