La arquitectura moderna es considerada un parteaguas en la historia del diseño arquitectónico, tanto por su cualidad disruptiva al dar un nuevo origen estilístico y cambiar todos los paradigmas del momento; así como por el aprovechamiento al máximo de sus recursos, ya sea de materiales, sociales y hasta urbanos.
El portento de la arquitectura moderna se debe a un cúmulo de sucesos históricos y revolucionarios que acontecieron por más de un siglo. De ahí viene su alcance, importancia y relevancia en la actualidad. Para poder crear nueva arquitectura de valor, siempre es importante voltear y analizar la que antecede, y en esta ocasión corresponde a la arquitectura moderna.
¿Qué es la arquitectura moderna?
La arquitectura moderna es un movimiento nacido en Europa del siglo XX, cuya esencia se contrapone a las tendencias históricas del diseño. Así, el modernismo eliminó todo ornamento, floritura y estructura que vistieron a la arquitectura desde la época clásica, pasando por el gótico, el barroco y casi cualquier corriente previa a esta tendencia. Por el contrario, la arquitectura moderna se decantó por una nueva estética regida bajo dos principios: la funcionalidad y la simplicidad.
La premisa “menos es más” de Mies Van der Rohe, o “la forma sigue a la función” de Louis Sullivan, ejemplifican a la perfección la nueva mentalidad de los arquitectos con sus diseños. La industrialización global y, por lo tanto, la creación de nuevos materiales en masa, fueron aliados para el modernismo, pues el acero, el cristal y el concreto encabezaron la plasticidad de los nuevos edificios. Mientras que su versatilidad, así como capacidad estructural, permitieron aligerar la arquitectura de la típica robusticidad de los materiales pétreos, el mármol y los metales pesados.
Las principales características de la arquitectura moderna son líneas puras y limpias, en donde el diseño respondiera a la funcionalidad y no a la extravagancia. La geometría se simplificó, en su mayoría, a variaciones de prismas rectangulares u ortogonales, mientras que las estructuras dejaron de esconderse y quedaron visibles e integradas al diseño. Además, el cristal fue el fiel representante de la arquitectura moderna, gracias a que las capacidades en sus claros aumentaron, teniendo grandes y alargados ventanales. Los interiores, por su parte, se transformaron en espacios abiertos, a diferencia de las tipologías anteriores, en donde cada espacio estaba estrictamente limitado por muros; en la arquitectura moderna los espacios son flexibles y están interconectados entre sí.
¿De dónde surgió la arquitectura moderna?
La arquitectura moderna como corriente se acuñó en 1920, gracias a la Bauhaus, el edificio de la escuela alemana de arquitectura, diseño y arte, fundada por el arquitecto Walter Gropius e inaugurada en 1919. La “casa de construcción” (por su traducción del alemán), es considerada una obra puramente modernista, por sus volúmenes limpios y el uso de cristalerías, cuyo diseño correspondía únicamente a la función en el interior del edificio.
Sin embargo, la arquitectura moderna fue un movimiento que, sin saberlo, se estuvo cocinando a través de los años y tiene su origen en la Revolución Industrial. Este acontecimiento histórico fue el impulsor de la experimentación de nuevos materiales, que más tarde serían apropiados por el movimiento modernista; el Crystal Palace, construido en 1851, es considerado el edificio que asentó las bases del modernismo, que, si bien su volumetría no encajaba con la típica ortogonal, apostó por el exclusivo uso del cristal y acero, dándole un giro de 180 grados a los materiales comunes.
También había una inquietud por parte de arquitectos y urbanistas por revitalizar la arquitectura, con una clara inclinación por restarle importancia a la estética. Por otra parte, el famoso Arts & Crafts, promovido por William Morris, fue un impulsor para los ideales modernistas, pues promovía la moralidad de la arquitectura, apelando por un trabajo manual. Por último, el arte y sus movimientos a partir de 1910 influyeron notablemente en las estéticas de la arquitectura moderna, y cuya similitud es innegable, tales como el cubismo y el abstraccionismo.
¿Cómo se distingue la arquitectura moderna?
Charles-Édouard Jeanneret-Gris —famosamente conocido como Le Corbusier— es considerado el padre de la arquitectura moderna. El arquitecto suizo desarrolló planes urbanos y despuntó la corriente en Francia, para posteriormente declarar los cinco principios básicos de la arquitectura moderna.
Los mayores representantes del modernismo adoptaron alguna o todas las máximas de Le Corbusier, ya sea de forma puntual o como una reinterpretación de las mismas, pero sus características se convirtieron en el sello que distingue a la arquitectura moderna dentro de la historia.
Para Le Corbusier, la arquitectura moderna debía mantener una separación del nivel del suelo por medio de pilotis, o pilotes. Estas columnas delgadas eran la base estética para el arquitecto, pero sobre todo, funcional, pues al liberal la planta baja proporcionaba un mayor juego de usos y actividades. De esta manera se empezó a desdibujar el límite de lo público y lo privado, demostrando las tendencias urbanistas de Le Corbusier. Además, el correcto uso de los pilotis otorgaba la oportunidad de estructurar la arquitectura con un remetimiento, para que las fachadas respondieran a la pureza ortogonal del movimiento.
El segundo principio de Le Corbusier va ligado al anterior, pues al elevar y separar la arquitectura, se logra una planta libre. Esta máxima es, probablemente, la de mayor uso y representación de la arquitectura moderna, pues dicha tipología permitió los espacios abiertos en el interior, y su funcionalidad no estaba dictada por la estructura misma. Incluso, la planta libre mantiene su vigencia en la arquitectura contemporánea.
Para Le Corbusier, la estructura no tenía uso de ser dentro de la composición de la fachada, por lo tanto, la fachada libre hace referencia al uso de columnas independientes del propio cascarón exterior. Así, las ventajas constructivas de los materiales permitieron un renovado ritmo entre las ventanas y un plasticidad ligera, elevada y limpia.
Al eliminarse la limitación estructural, y poseer mayor flexibilidad en los anchos y altos del cristal, las ventanas alargadas fueron el estilismo propio de Le Corbusier y la arquitectura moderna. Ya sea que respondieran a la función interior, o que formaran parte del diseño racional, las grandes ventanas fueron las protagonistas del movimiento.
Para Le Corbusier, las terrazas fueron la solución para devolver a la arquitectura lo natural. El modernismo se caracterizó por los techos planos dentro de volúmenes ortogonales, por lo tanto, ahora existía un nivel más que ocupar dentro del programa arquitectónico. Así, la apropiación de un espacio inexistente en las corrientes anteriores aumentaron las posibilidades del diseño moderno.
Principales exponentes y edificios de la arquitectura moderna
A lo largo de Europa, así como en América, la arquitectura moderna tuvo grandes representantes, quienes dieron una perspectiva completamente diferente, e incluso, experimental, de la arquitectura. Estos son algunos de ellos:
Nacido en 1887, en Suiza, Le Corbusier desarrolló gran parte de su trabajo en Francia, país de donde obtuvo su nacionalidad posteriormente. El legado arquitectónico de Le Corbusier radica en su capacidad de respuesta y objetividad en sus proyectos; debido a las secuelas de la guerra, el arquitecto supo dotar de estilismo y sincerad plástica a sus proyectos, a la vez que los mantenía a bajo costo, tanto en los inicios de la arquitectura moderna, como en el brutalismo, considerado hijo del modernismo.
Su visión siempre se centró en lo social y urbano; lo primero se observa en la Unité d'Habitation de Marseille, un conjunto de vivienda de gran capacidad que influyó fuertemente a los arquitectos mexicanos de la década de los 70, lo segundo, con su obra más famosa, la Villa Savoye, con la resignificación del espacio público con respecto a la vivienda. La Villa Savoye, además, contribuyó a la creación de uno de los tratados más importantes de la historia arquitectónica: los cinco principios del modernismo.
El Pabellón Mies Van der Rohe, el Crown Hall, el Seagram Building o el Edith Farnsworth House son algunas de las obras mas representativas del Mies Van der Rohe. El arquitecto germano estadounidense ocupó la escena modernista de la primera mitad del siglo XX, con su experimentación en la arquitectura ligera y abierta.
El talento del arquitecto radica en su plasticidad, ya sea en un pabellón, cuya relevancia fue tal que aún se conserva intacto en España, como en un edificio neoyorkino de más de 30 niveles. ¿El común denominador? El acero y el cristal.
La arquitectura moderna americana fue encabezada por el arquitecto Frank Lloyd Wright, quien diseñó más de 500 obras a lo largo y ancho de su país natal. Si bien, las viviendas iniciales de Wright se ciñeron a la “arquitectura de las praderas”, su evolución a través de los años, y gracias a la influencia de la Escuela de Chicago, desembocó en la arquitectura moderna, y posteriormente, la arquitectura orgánica.
Para Frank Lloyd Wright, su arquitectura debía conservar el funcionalismo sobre la forma, pero tenía una inquietud: la naturaleza faltaba. La Casa de la Cascada es su mayor obra y el punto cúspide de la arquitectura orgánica que defendió, pues no solo integra los principios modernistas, como la planta libre, la fachada libre y las ventanas alargadas, sino que añade un alto valor natural al estar inserta, literalmente, dentro de la topografía y cauce de una cascada en Pensilvania.
La arquitectura moderna representa una homogenización en todo el globo, y las ideas de Le Corbusier llegaron hasta las tierras brasileñas. Oscar Niemeyer es, probablemente, es mayor exponente del modernismo latinoamericano, y sus obras se muestran como la correcta reinterpretación del internacionalismo con la esencia monumental de Brasil.
A diferencia de sus compañeros modernos europeos, Niemeyer explotó la plasticidad del concreto, dejando en segunda posición al acero. Grandes ventanales, columnas con diseños imponentes e independientes de la fachada son algunas de las características que hicieron su arquitectura única.
Transparente, sincero y pulcro, así fue la huella de Philip Johnson, un estadounidense que se unió a la arquitectura moderna gracias al maestro Mies Van der Rohe. La Glass House es la máxima representación de “menos es más”, en donde el cristal de la vivienda se vuelve la ventana perpetua del modernismo.
Sin ningún muro, ni concreto u otro material macizo, la casa se inserta dentro de una pradera, y su limpieza en formas, como en la visual del conjunto hicieron de este proyecto un edificio icónico dentro de la arquitectura del siglo XX.
Principales estilos de la arquitectura moderna
La arquitectura moderna impactó el quehacer del diseño, a tal grado que del movimiento surgieron estilos y corrientes que aunque pertenecen al modernismo, desarrollaron características propias y representativas.
La más obvia e inmediata fue el funcionalismo, que a pesar de estar bajo las primeras máximas del modernismo, se separó como un estilo propio. Fue popularizada principalmente en Estados Unidos gracias a la Escuela de Chicago, encabezada por Louis Sullivan. El fachadismo de este estilo se vuelve meramente pragmático y responde a las necesidades de la función, sin una exigencia de estética. Por otro lado se encuentra el racionalismo, también catalogado por muchos como internacionalismo, que tal como su nombre lo estipula, se adoptó en varias regiones simultáneas del mundo. Con los mismos ideales que el modernismo, el racionalismo optó por la excesiva modulación, propia de los prefabricados y se centro en el contexto social de sus entornos. Por último, para la primera mitad del siglo XX, se popularizó la arquitectura orgánica. De un extremo del Océano Atlántico, Frank Lloyd Wright fungió como máximo representante, combinando su “arquitectura de pradera” con el modernismo; del otro extremo, Antoni Gaudí se convirtió en el mayor exponente, aunque éste desarrolló su arquitectura fuera del funcionalismo propio del movimiento, y se centró, en cambio, en la decoración natural.
Para la segunda mitad del siglo XX, el mayor estilo reconocido fue el brutalismo, que también impulsó el propio Le Corbusier. El brutalismo se caracterizó por la masividad de su arquitectura y lo natural de sus materiales, y a diferencia de sus predecesoras, éste prestó mayor atención al diseño de fachadas más allá de la función. En la misma línea de la magnitud arquitectónica, el deconstructivismo llegó en los 80, y le suma una nota surreal a sus diseños, que no obedecen a la función, sino a una visión completamente estética. Según los avances en todos los rubros, la arquitectura moderna rápidamente fue evolucionando, y para la década de los 70, la simple funcionalidad dejó de ser suficiente. Por tal motivo, el high tech se sumó a las máximas del movimiento, pero añadiendo tecnología evidente a sus edificios.