Los popolocas de Tecamachalco-Quecholac
Historia, cultura y sociedad de un señorío prehispánico
AlejandraGámez
BENEMÉRITA
UNIVERSIDAD
AUTÓNOMA
DE PUEBLA
FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS
DIRECCIÓN DE REGIONALIZACIÓN
DIRECCIÓN DE FOMENTO EDITORIAL
BENEMÉRITA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE PUEBLA
Enrique Doger Guerrero
Rector
Guillermo Nares Rodríguez
Secretario General
Rícardo Moreno Botello
Vicerrector de Extensión y Difusión de la Cultura
Roberto Hemández Oramas
Director de la Facultad de Filosofía y Letras
Eloy Meléndez Aguilar
Director de Regionalización
Ricardo Escárcega Méndez
Director de Fomento Editorial
Primera edición: septiembre de 2003
Imagen de la portada: Mapa 2 de Cuauhtinchan.
Cuetzpaltzin y su hijo Xochicózcatl
ISBN: 968-863-580-4
© Benemérita Universidad Autónoma de Puebla
2 Norte 1404
Puebla, Puebla, México.
c.P. 72000 Te!. (01-222) 229-55-68, ext. 5768.
Se imprimió en Septiembre
talleres de Formación
de 2003 en los
Gráfica S.A. de C.v.
el tiro consta de 500 ejemplares
Impreso y hecho en México
Printed and made in Mexico
A mis hijos Ximena y Sebastián,
por el tiempo que les he robado
PRÓLOGO
¡\
PESAR DE LA RIQUEZA DE DATOS QUE EXISTEN SOBRE LOS POPO LOCAS,
r-\hasta
el momento, este grupo étnico -asentado en el sur de Puebla y norte de Oaxaca- ha sido muy poco investigado. A principios del
siglo XX, el doctor Nicolás León (1905) lo describió por primera vez.
Desde entonces se han realizado muy pocos estudios acerca de su historia, su arqueología y su etnografía actual. En los años cincuenta,
Carmen Cook de Leonhard (1953) realizó nuevas investigaciones sobre
los popolocas de Puebla, advirtiendo su importancia en el ámbito
mesoamericano y planteando la posibilidad de que hayan sido los creadores del Anaranjado Delgado, una cerámica muy fina y renombrada
por lo que representó en la historia cultural de Mesoamérica. Las
implicaciones de esta hipótesis son muy sugerentes.
Por otro lado, el investigador alemán Klaus Jacklein publicó en 1974
un estudio etnográfico sobre los popolocas actuales de San Felipe Otlaltepec y, en 1978, otro excelente estudio etnohistórico basado en una
investigación en los archivos locales de Tepexi de la Seda. Estos libros se
han convertido en obligadas obras de consulta sobre la región, al igual
que los detallados estudios etnohistóricos sobre Tepeaca y Tecamachalco, de Hildeberto Martínez (1984 y 1994, respectivamente).
Desde los años sesenta se llevaron a cabo las primeras exploraciones arqueológicas en el monumental sitio posclásico de Tepexi el Viejo
y sólo en años recientes el arqueólogo BIas Castellón (1993, 1995,2000)
ha realizado exploraciones sistemáticas del otro gran sitio popoloca:
Cuthá. Ambos lugares tienen un especial encanto por su ubicación
geográfica en un agreste paisaje montañoso donde abundan los cactus
de todo tipo. Desde Cuthá, situado en la cúspide de un alto cerro de
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10
LOS POPOLOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
difícil acceso, se contemplan los amplios valles a sus alrededores, que
apuntan hacia los caminos de la Mixteca.
Agradezco a Alejandra Gámez la inolvidable experiencia de haber
conocido personalmente estos dos sitios de una singular belleza, en
compañía de varios amigos y colegas de la Escuela Nacional de Antropología e Historia.
La maestra Gámez es oriunda de Tecamachalco, importante ciudad
del sur de Puebla que tiene raíces históricas muy antiguas. Los señoríos de Tecamachalco y del vecino Quecholac fueron fundados por
popolocas procedentes del gran centro político de Coixtlahuaca que se
asentaron en Cuauhtinchan a principios del horizonte Pos clásico.
Tecamachalco tuvo tal importancia al momento de la Conquista que
los españoles edificaron allí uno de los conventos más tempranos y
más majestuosos construidos en la Nueva España en el siglo XVI. Otros
conventos memorables fueron edificados en Coixtlahuaca, Cuauhtinchan, Tecali, Tepeaca y Quecholac.
A partir de su interés por indagar la configuración histórica del
señorío de Tecamachalco-Quecholac, Alejandra Gámez se adentró en
la problemática compleja de lograr una apreciación global de la arqueología, la historia y la lingüística del grupo popoloca. Reconstruye esta
región como unidad de análisis; hace remontar su estudio de la arqueología al periodo Clásico; versa sobre el Epic\ásico y los olmeca-xicalanca asentados en sus centros principales de Cacaxtla y Cholula;
plantea el problema intrincado del posible vínculo de los popolocas
con el estilo Mixteca-Puebla y, finalmente, se concentra en rastrear el
Posclásico en la región. Gámez hace aportes a la arqueología del área
de Tecamachalco, presentando datos novedosos sobre sus sitios -hoy
en día totalmente abandonados en el monte-, resultado de sus propios recorridos y de una exhaustiva revisión de la información bibliográfica existente. A partir de su análisis de los sitios y las fuentes,
interpreta también la forma glífica derivada de la topografía del lugar
que inspiró el nombre de Tecamachalco.
Para la reconstrucción de los procesos sociales y políticos del señorío de Tecamachalco-Quecholac, la autora se basó en fuentes como la
Historia Tolteca Chichimeca, los Anales de Tecamachalco y los Anales
de Quecholac, así como en los estudios ya clásicos de Reyes (1977)
PRÓLOGO
11
sobre Cuauhtinchan, Olivera (1978) sobre Tecali, Jacklein (1978) sobre
Tepexi y de Martínez (1984, 1994) sobre Tepeaca y Tecamachalco. Finalmente, Gámez también rastreó las referencias glíficas a Tecamachalco en los Mapas 2 y 3 de Cuauhtinchan (estudiados por Yoneda,
1981) yen el Códice de la Cueva (Johon, Glass 1964).
La investigadora extrae una excelente síntesis de la información
proporcionada por esta diversidad de fuentes, así como por los recientes estudios etnohistóricos, para presentarnos una reconstrucción de
los límites del señorío prehispánico de Tecamachalco-Quecholac y
hablarnos acerca de su organización político-territorial, su composición multiétnica, la estratificación social, la economía, la cultura material y la religión.
A través de este análisis, la autora logra definir, en términos políticos, la región popoloca del Posc\ásico. Se trata de un espacio de
dominio que las casas reinantes de los diversos señoríos popolocas
establecieron a través de alianzas matrimoniales, entre los siglos XII y
XVI,periodo en el cual llegaron a la región nuevos grupos que entraron
en conflicto con la población existente. Las conquistas, las genealogías de las élites y sus alianzas matrimoniales fueron narradas en gran
variedad de documentos, en donde se puede reconocer la región, así
como la percepción que sus habitantes y los ajenos tenían de ella. A
través de esta información local y regional se aportan datos sobre la
red de relaciones entre las élites de los diferentes señoríos y la importancia de las casas reinantes de Tecamachalco-Quecholac en el ejercicio del poder en la región.
Finalmente, la maestra Gámez también ha llevado a cabo investigaciones etnográficas en la región actual, que ha aprovechado en una
perspectiva interdisciplinaria para entender mejor algunos elementos
de la cultura popoloca del pasado. La autora propone, en este sentido,
que
...la historia oral, las tradiciones, rituales y ciertas formas de producción
de las comunidades del área muestran la unidad histórica tan profunda
que existe entre el pasado y el presente, en donde se pueden observar
fenómenos que han tenido cierta continuidad y que permanecen en las
prácticas de los habitantes desde la época colonial o incluso antes. Hoy,
12
LOS POPO LOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
Tecamachalco es una población que se debate entre lo tradicional y lo
PREFACIO
moderno, entre lo rural y lo urbano. En la memoria de sus habitantes es
posible reconocer el esplendor que alguna vez tuvo el antiguo señorío de
Tecamachalco-Quecholac
y los logros de su gran señor Cuetzpal, el que
habita allá en el "rincón del cerro".
El libro Los popolocas de Tecamachalco-Quecholac trata de una
materia difícil; sin embargo, es particularmente importante debido a
la escasez de estudios existentes sobre el tema. La autora demuestra su
extraordinario manejo del asunto, al presentar de manera sintética
una gran cantidad de datos dispersos, algunas discusiones polémicas
-aún no resueltas- de éstos, combinando la información arqueológica con la de la historia y la antropología. Esta perspectiva interdisciplinaria le permite a Gámez recrear infinitas imágenes del pasado en el
empeño de esclarecer la vida y cultura del grupo popoloca, así como su
convivencia y sus interrelaciones con otras etnias que interactuaron
con ellos en la región.
Se trata de un libro que llena una gran laguna en el ámbito académico, que estimulará nuevas investigaciones sobre el tema y que, sin
duda, servirá a los habitantes de Tecamachalco-Quecholac y de la
antigua región popoloca en su conjunto para conocer mejor sus raíces
históricas en una cultura compleja de carácter mesoamericano.
JOHANNA BRODA
INSTITUTO
UNIVERSIDAD
DE INVESTIGACIONES
NACIONAL
AUTÓNOMA
HISTÓRICAS
DE MÉXICO
L
A INVESTIGACIÓN
QUE NOS BRINDA ALEJANDRA
GÁMEZ
ESPINOSA
sobre la historia, la sociedad y la cultura de los popolocas de Tecamachalco-Quecholac es, en cierta forma, un sueño cristalizado, fruto
de su compromiso con el entorno regional de donde procede y de su
pasión y entrega como científica social.
Originaria de Tecamachalco, desde niña sus pies recorrieron vestigios monumentales de los otrora señoríos; sus manos recopilaron infinidad de tepalcates, trozos de cerámica anaranjada o roja, pedazos de
flechas de obsidiana, cabecitas de barro sin cuerpo. Desde entonces
quedó cautivada por las líneas y diseños pétreos interrumpidos, por
los colores murales difuminados, por esos amontonamientos rocosos
que despabilan el recuerdo. Como una verdaderayevecauhtlatolli,
nos
relata las cosas antiguas que allí sucedieron; como una itolloca, nos
transmite lo que se ha dicho de todo aquello que aparentemente se
quedó sin voz, rescatando la versión nativa de la historia; como tlamach lliz tlatolzazanilli nos comunica las relaciones orales de lo que
se sabe, las leyendas y narraciones ligadas a tradiciones de contenidos
mitológicos.
En un balance de los estudios arqueológicos previos sobre el área
perimetral de los popolocas, cuya antigüedad se remonta a más de
5000 años atrás, descubrimos cómo la vasta riqueza cultural ha sido
motivo de la atención y el interés de diversos investigadores, propios y
extraños, a través de variados proyectos de investigación, respaldados
por instituciones como la National Science Foundation, la Fundación
Robert S. Peabod, el University of Michigan Museum of Anthropology,
la Fundación Alemana para la Investigación Científica en Puebla- Tlax13
14
PRESENTACIÓN
LOS POPOLOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
cala, la Universidad de Pennsylvania y del Instituto Nacional de Antropología e Historia.
Aquí se nos ofrece un trabajo integrador donde confluyen diversas
fuentes de información. Es el resultado de un detenido acopio documental en el que participan archivos nacionales, estatales y locales; bibliografía y hemerografía; se conecta la información procedente del
momento del contacto cultural entre prehispánicos y españoles; se
recurre a la memoria de los cronistas. Códices, relieves, escultura y testimonios precolombinos son conectados con los estudios contemporáneos sobre el tema y el área cultural; difícilmente algún estudioso se
queda fuera de su universo de referencias. A todo lo anterior, la autora
suma su formación arqueológica con sus visitas a los sitios del señorío
de Tecamachalco-Quecholac, hasta ahora casi desconocido.
La investigadora nos muestra los elementos con los que se puede
dibujar una región: la sociología, la economía, la antropología, la historia y la geografía. En suma, los pasos de los hombres hasta donde los
llevan, se detienen o regresan, pasos que invaden o son invadidos, tributarios y venerados. Región de cerros por donde todavía aúllan los
coyotes y se corretean los zorrillos, el agua se junta en arroyos y lagunas, clima que se seca, se templa o se humedece, suelos fértiles como
el del cerro del Techachales, tierras magueyeras, lugares donde florece
el huizache, el zapote blanco o el tejocote, paisaje vestido de acahuales, quelites, quiltoniJes, verdolagas, maravillas, árnicas, hierbas que
alimentan o curan.
Todos los vestigios históricos aquí reunidos y analizados en torno a
los antecedentes de los popolocas que actualmente viven en el sur del
estado de Puebla contribuyen a que podamos entenderlos como una
continuidad a partir de sus rituales cotidianos: los que se practican
para extraer y producir sal, hacer brotar la maravillosa semilla del
maíz, la cuenta como matemática inmemorable del movimiento que
brota de sus dedos en forma de tejidos, la arcilla que se moldea en
jarros y ollas, todas como prolongación de manos y brazos, el aprisionamiento del ritmo en artefactos de palma que cubre los cuerpos y las
casas que protegen del sol, del frío o de la lluvia. Las condiciones
ambientales de la región popoloca han sufrido estragos con el paso del
tiempo. Han desaparecido los bosques, se han secado los ríos, se han
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marchado muchas de las especies animales totémicas, pero han quedado ellos: hombres y mujeres que en torno al eje del movimiento histórico hacen que aún broten de sus raíces profundas las expresiones
culturales que les ha permitido sobrevivir hasta nuestros días. La lengua popoJoca es aún el gran utensilio de trabajo donde los nombres y
las palabras son mucho más que eso, es una cosmovisión permanentemente recuperada, es el intercambio de los mitos vivos.
Alejandra Gámez Espinosa nos muestra los caminos para llegar a
los popolocas de Puebla y nos descifra los glifos ocultos para adentrarnos en ellos. Acompañémosla en esta visita de campo textual.
ANA MARÍA DOLORES HUERTA JARAMILLO
INSTITUTO
DE CIENCIAS
BENEMÉRITA
SOCIALES y HUMANIDADES
UNIVERSIDAD
AUTÓNOMA
DE PUEBLA
AGRADECIMIENTOS
L
A PRESENTE INVESTIGACIÓN
SE REALIZÓ DENTRO DEL MARCO DEL
taller de Organización Social y Cosmovisiones Prehispánicas de la
División de Estudios de Posgrado de la Escuela Nacional de Antropología e Historia. Allí fue gestándose esta investigación, que sin la
dirección acertada de la doctora Johanna Broda no hubiera sido posible realizar. Le agradezco su amistad, paciencia, dedicación y estímulo científico.
Este libro también es el resultado de las actividades de investigación del Seminario de Etnohistoria Regional del Colegio de Antropología Social de la Facultad de Filosofía y Letras de la BUAP, que coordiné
entre los años 1994 y 1997. Agradezco a mis alumnas María Luisa Estefan, Rosalba Ramírez, Olivia Mejía, Maribel Pacheco, Marissa Montiel,
María Eugenia Moyado y María de los Ángeles Mialma su amistad y
apoyo en el trabajo de campo.
En general, me siento en deuda con amigos, compañeros de generación y colegas por sus consejos, estímulos y correcciones. Entre ellos,
agradezco a Druzo Maldonado, Francisco Rivas, Miguel Medina, BIas
Castellón, Guizzela Castillo y Gabriel Espinosa. En especial, quiero
mencionar la ayuda que significaron las pocas pero ricas conversaciones que sostuve sobre el tema con el maestro Hildeberto Martínez.
Doy gracias a las doctoras Gladys Casimir y Ana María Huerta Jaramillo, por la guía y el apoyo en el desarrollo de mi vida profesional.
Al doctor Gordon Brotherston, quien supo estimularme en el estudio de los códices, lienzos y cartografía indígena. Sus comentarios
sobre las fuentes históricas en la región de estudio fueron siempre certeros, por lo que estoy en deuda con él.
17
18
LOS POPOLOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
A las autoridades municipales de Tecamachalco, Puebla, por su
ayuda en la realización del trabajo de campo. En especial, a don Roberto Ceballos, director de la Casa de la Cultura.
Al doctor Roberto Hernández Dramas, director de la Facultad de
Filosofía y Letras de la BUAP, por su interés en la publicación de este
trabajo.
A todos los afables habitantes de San Marcos Tlacoyalco, San Luis
Temalacayuca, San Mateo Tlaixpan y Lomas de Romero Puebla, por su
tiempo y ayuda para la realización de esta investigación.
A mis padres, Socorro Espinosa y Alfredo Gámez, con todo mi cariño por su aliento, amor y respeto a lo largo de todos estos años.
Agradezco particularmente a Ernesto Licona, mi compañero, por su
especial interés en la culminación de este trabajo, así como por su apoyo cotidiano.
LA AUTORA
INTRODUCCIÓN'
/\.
PRINCIPIOS DEL SIGLO XX, EL DOCTOR NICOlÁS LEÓN1 (1905)
DESCRIBIÓ
.Ll.por primera vez un grupo indígena poco conocido y estudiado
hasta ese entonces: el de los popolocas de Puebla. No obstante que las
investigaciones sobre este grupo étnico iniciaron desde épocas muy
tempranas, el interés por conocer su historia y cultura no ha atraído la
atención de los investigadores en México.
Actualmente, los trabajos sobre este grupo son escasos y aparecen
de manera aislada. La ubicación de las tierras áridas del sur de Puebla
y norte de Oaxaca ha influido para considerar a la región como periférica y a.su~habitantes como irrelevantes en el desarrollo de la cultura
y sociedad mesoamericana. Esta visión se reflejó desde las primeras
investigaciones realizadas. León (1905: 13) escribió que el nombre "popoloca" caracterizó el estado social y cultural en que se encontraban
estos grupos cuando entraron en contacto con los mexicas. Dicho término tuvo la connotación de "bárbaro". En las descripciones realizadas
por él se observa que los considera como una sociedad atrasada y
-::I;"''''P'
....
"margiQ<J.l::J
Después de los trabajos del doctor León existen algunos estudios y
descripciones muy generales. Es a partir de los añós cincuenta que
Carmen Cook de Leonard (1953) realiza nuevas investigaciones sobre
los popolocas de Puebla. Los resultados advirtieron su importancia en
el ámbito mesoamericano, sobre todo porque la autora los responsabilizó de la producción del Anaranjado Delgado, lo que motivó la llegada de investigadores a la región.
En los años sesenta iniciaron las primeras exploraciones arqueológicas en el sitio popoloca de Tepexi el Viejo. Más tarde, Claudio Hi.cklein
19
20
LOS POPOLOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
(1974) elaboró uno de los trabajos etnográficos más completos sobre
los popolocas de San Felipe Otlaltepec, Puebla, y dos años después inició el análisis de los archivos locales de Tepexi de la Seda. Los sujetos
centrales dentro de esta investigación fueron los popolocas.
Paul Kirchhoff, Lina Odena y Luis Reyes (1976) realizaron investigaciones -contemporáneas
a los trabajos de Jacklein 1974-1978- en los
archivos locales de Cuauhtinchan. El análisis de esta documentación
aportó datos relevantes sobre las características sociales y políticas de
los señoríos popolocas del Posclásico, a pesar de que no se enfocó
sobre esta población. Estas investigaciones generaron nuevos trabajos
en otras poblaciones como Tecali, Tepeaca, Cuauhtinchan y Tecamachalco- Quecholac.
A pesar de la riqueza de datos que existen sobre los popolocas, las
interpretaciones son muy variadas y poco "bondadosas". Se considera
aún como secundario su papel dentro del ámbito mesoamericano.
Jacklein (1978), por ejemplo, calificó a la región como "marginal" y
"medianera" porque no se desarrollaron grandes ciudades como Teotihuacán, Cholula o Tenochtitlán. Otros autores, como Richard MacNeish (1964), la caracterizan como una zona donde se desarrollaron
sólo pequeñas ciudades-estados o estados primitivos. Las interpretaciones varían; sin embargo, la postura sigue siendo la de considerarla
como periférica a las grandes culturas del Altiplano central.
¿Quiénes son los popolocas?, ¿cómo interpretar el papelsociocultural de un grupo cuando se carece de investigaciones y, por lo tanto, de
datos?, ¿cuáles son las características culturales de' los popolocas?,
¿cuáles son sus formas de organización social y política? ¿Acaso se trata de grupos lingüística y culturalmente idénticos a los chochos del
norte de Oaxaca? Cuestionamientos como éstos son los que pretendemos resolver en este trabajo.
La confusión en torno a los popolocas ha sido uno de los problemas
más generalizados. Es común encontrar el uso del mismo término en
diversas formas y significados. Casi siempre con él se engloba a grupos
diversos. Por ejemplo, actualmente, los términos de chocho y popoloca son usados para referirse al mismo grupo, aunque las recientes investigaciones lingüísticas aportan datos que llevan al esclarecimiento
de estos enredos.
INTRODUCCIÓN
21
La investigaciones etnohistóricas del antiguo señorío de Cuauhtinchan aportaron datos muy ricos sobre la organización social y política
de los popolocas. Estos trabajos se sustentaron en datos locales como
archivos, códices y lienzos, entre otros documentos indígenas, que posibilitaron plantear una conceptualización de Mesoamérica más compleja. Esto llevó a comprender que las sociedades indígenas asentadas
en el centro de Puebla guardaron sus particularidades, que diferían
social y políticamente de las del centro de México. Ello implicó que no
se podía generalizar y hablar de características socio-políticas homogéneas en la estructura social mesoamericana y que éstas debían ser
interpretadas de acuerdo con sus particularidades locales, ya que los
procesos locales, las comunidades, las cabeceras, los señoríos no son
pasivos; por el contrario, son unidades activas que tienen su historia y
rasgos culturales propios. El entretejido de comunidades y actores
sociales formó un escenario muy amplio -la región- que afectó a
Mesoamérica.
El análisis sobre el antiguo señorío de Cuauhtinchan ha demostrado que éste tuvo una sociedad con una estructura muy compleja, por
lo que las antiguas interpretaciones de considerarlo como "estado primitivo" son muy cuestionables. Así, parto de la hipótesis de que los
popolocas formaron un grupo étnico que habitó la región del centrosur de Puebla y norte de Oaxaca desde tiempos muy antiguos -Preclásico-, es decir, son los pobladores más antiguos de la región. A
diferencia de las interpretaCiones que sugieren que se trata de un grupo "marginal", considero que fue una sociedad con características socioculturales complejas que influyó el desarrollo socioeconómico y
cultural de Mesoamérica. Su importancia se sustenta en sus antecesores que domesticaron, por primera vez, el maíz. También porque desde
épocas tempranas desarrollaron técnicas avanzadas de irrigación y de
producción de sal y, tiempo después, elaboraron importantes estilos
cerámicos como el Anaranjado Delgado y el Mixteco-Puebla.
Debido a que la región popo loca es muy extensa, se tomó como
unidad de análisis un señorío que nos permitiera, con base en datos
locales, acercarnos a su historia, cultura y sociedad. De esta manera
pretendimos reconstruir los procesos sociales locales y su tejido en
una unidad mayor: la región.
22
INTRODUCCIÓN
LOS POPOLOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
Esta investigación se centra en uno de los señoríos norteños más
importantes de los popolocas: el de Tecamachalco-Quecholac,
que
comprendía el territorio ubicado entre los actuales municipios: al
occidente 1) Juan N. Méndez, 2) Molcaxac, 3) Tepeyahualco Cuauhtémoc, 4) Santo Tomás, 5) Soltepec, 6) Mazapiltepec, 7) Tepeyahualco;
por el oriente 8) Perote, Veracruz, yal sur 9) Morelos Cañada y 10) San
Luis Temalacayuca. La extensión territorial que abarcaba el señorío
superaba los 4000 kilómetros cuadrados (Martínez, 1994; 11). El periodo estudiado se sitúa entre los siglos XII y XVI,cuando se formaron nuevas unidades de poder -élites-,
las cuales están documentadas, a
raíz del arribo de nuevos grupos mesoamericanos,
principalmente
nahuas. Ello motivó la elaboración de diversos escritos que narran las
migraciones y conquistas de los grupos que entraron en conflicto. De
esta forma, los datos de la historia regional, los datos arqueológicos y
los etnográficos me permitieron definir la región popoloca y reconstruir su pasado.
Los objetivos más importantes en este estudio son:
a) elaborar una revisión, análisis y síntesis de los trabajos existentes
sobre los popolocas con la finalidad de aportar datos sobre su desarrollo histórico, organización sociopolítica y reconocer las características culturales en la época prehispánica;
b) hacer una reconstrucción
machalco-Quecholac;
c) contribuir al conocimiento
de Puebla.
La importancia
histórico-cultural
del señorío de Teca-
de la historia regional del centro-sur
de uno u otro señorío ha sido planteada por diversos
investigadores. Por ejemplo, Hicklein (1978), BIas Castellón (1995) y
Noemí Castillo Tejero (1995) mencionan que los señoríos más importantes de los popolocas y los mejor conocidos arqueológicamente fueron Tehuacán, Cuthá y Tepexi. En el triángulo que forman estas
ciudades fue donde, según los autores citados, se concentró la gran
masa de popolocas. Por otra parte, existen pocos trabajos arqueo\ lógicos de los sitios del norte de la región -centro
del estado de
\ Puebla. Sin embargo, la documentación histórica sugiere su relevancia. Por esto se eligió como unidad de análisis el señorío de Tecama-
23
cbalco-Quecholac, el cual fue el más destacado en el área norte y, junto
a los anteriormente mencionados y otros más, conformó una red de
capitales regionales que detentó el poder y el control de un espacio
muy extenso. A través de relaciones de parentesco y alianzas matrimoniales se estructuró la región popoloca.
En la época prehispánica, la región popoloca se localizó en la parte
sur-central del estado de Puebla, norte de Oaxaca, partes del estado de
Guerrero y sur de Tlaxcala (Jacklein, 1974: 33). Se mencionan señoríos
importantes como Tepeaca, Tehuacán, Tlacotepec, TecamachalcoQuecholac, Tzinacatepec, Acatepec, Tepexi, y Cuthá, en el estado de
puebla, y Coixtlahuaca, en el estado de Oaxaca.
Los datos históricos, arqueológicos y lingüísticos permiten definirla como una región donde se desarrollaron unidades políticas, élites
emparentadas, que independientemente
del centro -el Estado mexica- podían tomar decisiones, así como ejercer el poder a través de
alianzas matrimoniales en el vasto territorio regional.
El ejercicio del poder y las relaciones entre las élites las conocemos
mediante documentos del siglo XVI.En ellos podemos reconocer la región, así como la percepción que sus habitantes y los grupos ajenos
tenían de ella.
Es una región pluriétnica en donde coexistieron grupos diversos
como popolocas, chochos, mazatecos,2 ixcate'éos3 ymíxiecos, todos
emparentados lingüísticamente. A partir del horizonte Clásico, los popolocas se replegaron, principalmente, al área centro-sur del actual
estado de Puebla, obligados por la expansión mixteca y la invasión de
los nahuas en el siglo XII. Estos grupos elaboraron variados documentos (mapas, anales, códices, etcétera) en los que es posible observar un
territorio ocupado por una diversidad de sujetos, circundado por
montañas, lomeríos, ríos, barrancas, etcétera. Sobre todo, fue un territorio de paso obligado hacia Oaxaca y la costa del Golfo, es decir, una
región intermedia entre dos grandes tradiciones culturales mesoamericanas: la del centro de México y el área de Oaxaca. Fue un espacio
fundamentalmente
habita_do-_poLlos pOPQLocas. Sobre ";ud~~;imiento a la región del centro-sur de Puebla, existen diversas interpretaciones. Algunos autores mencionan que su expansión territorial
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24
LOS POPOLOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
otros sostienen (Abell, 1970) que fue hasta el horizonte Clásico y las
más recientes investigaciones mencionan este fenómeno se llevó a
cabo en el Pos clásico, en el periodo anterior a la llegada de los mexicas
(Castillo, 1995). A pesar de la diversidad de planteamientos, estos grupos crearon una región, es decir, un espaci~ s..?ci~, politk~ cU!~
Como espacio social, la región es el marco que engloba la investigación porque se analiza el señorío de Tecamachalco-Quecholac como
parte de ésta, como integrante de un ámbito mayor en el que se estructura y adquiere significación. Sólo a partir del marco regional se pue~
den entender los procesos históricos, culturales, sociales y políticos de
los popolocas. A través de la comparación de diversos sitios, localidades, cabeceras, podemos llegar a entender qué caracterizó y definió a
estos grupos.
Tecamachalco-Quecholac fue creado por un grupo popoloca procedente de la región de Coixtlahuaca, asentado en Cuauhtinchan a principios del fosclásico~Estos son los antecedentes más directos de la
presencia de los popolocas en el norte de la región. Sin embargo, los
estudios lingüísticos y arqueológicos sugieren que habitaron el área
desde tiempos muy antiguos.
Durante la conquista mexica, el señorío de Cuauhtinchan, fundado
por los tolteca-chichimeca, fue dividido en cuatro cabeceras:4 Tepeaca, Cuauhtinchan, Tecali y Tecamachalco-Quecholac. Todas dependientes de Tepeaca donde se formó la provincia tributaria. Estos
señoríos han sido objeto de numerosos estudios etnohistóricos, debido a su interés histórico, ya que se trata de una región en la que han
sido encontrados importantes documentos escritos en náhuatl que se
refieren a las migraciones, organización social, política y económica de
los diversos grupos, fundamentalmente de los nahuas. Entre estos
documentos destaca la Historia Tolteca-Chichimeca, documento de
gran valor para entender la dinámica histórico-cultural de Mesoamérica durante el periodo anterior a la conquista española.
Actualmente, se tienen resultados de investigaciones etnohistóricas
realizadas en los antiguos señoríos de Cuauhtinchan (Reyes, 1977),
Tecali (Mercedes Olivera, 1978), Tepeaca, Tecamachalco-Quecholac
(Hildeberto Martínez, 1984 y 1994) Y Tepexi (Jacklein, 1978). Básicamente se han enfocado en el análisis de la documentación escrita, fal-
INTRODUCCIÓN
25
tando por hacer estudios comparativos que usen datos de la historia,
la arqueología, la lingüística y la etnografía. Estos estudios cubren huecos, hasta ahora, inexplorados de la región. La presente investigación
buscó realizar un' trabajo de estas características, hasta donde los
materiales y el tiempo lo permitieron. El enfoque utilizado fue elllamado etnohistórico, es decir, se hizQ uso de las herramientas propias
de los historiadores y antropólogos.
De la historia se requirió de la selección, localización, comparación,
análisis y síntesis de fuentes y documentos. Se consultaron las fuentes
más representativas de la región, como la Historia Tolteca-Chichimeca,
Los Anales de Tecamachalco, Los Anales de Quecholac, los Mapas de
Cuauhtinchan, el Lienzo de Tlapiltepec, la Matrícula de Tributos, las
obras de Fray Bernardino Sahagún (1956), Muñoz Camargo, Bernal
Díaz del Castillo (1980), los trabajos de Paul Kirchhoff (1976), Luis
Reyes (1977), Mercedes Olivera (1978), Hildeberto Martínez (1984 y
1994), Claudio Jacklein (1974 y 1978), Keiko Yoneda (1991), Ross Parmenter (1994), Nicholas Johnson (1994), entre otros. De la antropología se requirió el trabajo de campo para la identificación de rasgos e
instituciones culturales. Éste se dividió en dos tipos:
a) Recorridos a los principales sitios arqueológicos del señorío de
Tecamachalco-Quecholac que no han sido investigados.5 Para cubrir
este hueco fueron visitados los sitios más representativos del señorío
-Cuauhtepec
y Tecamachalco Viejo- con la finalidad de identificar
rasgos culturales y compararlos con datos aportados por la arqueología en otros sitios de la región popoloca. Las visitas se efectuaron en
los veranos de 1995, 1996 Y 1998 con el apoyo de informantes de las poblaciones de San Mateo Tlaixpan y San Simón Yehualtepec.
b) Trabajó etnográfico, que consistió en la aplicación de entrevistas
y observación participante. Con ello se obtuvo un cúmulo de datos
sobre la historia oral (leyendas, mitos, narraciones orales, etcétera) y
las características culturales de los popolocas actuales. Se recorrieron
las comunidades campesinas más tradicionales cercanas a los sitios
arqueológicos importantes (Lomas de Romero, San Mateo Tlaixpan,
Yehualtepec y Coscomaya, todas pertenecientes al municipio de Tecamachalco), así como comunidades popolocas que pertenecieron al
señorío de Tecamachalco-Quecholac, como San Marcos Tlacoyalco y
26
LOS POPOLOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
San Luis Temalacayuca.6 Todo ello con el fin de completar y hacer
comparaciones con los datos históricos y arqueológicos que me permitieran llegar a una mejor interpretación de las características históricas, sociales y culturales de los popolocas del centro y sur de Puebla,
en general, y, en particular, de los popolocas de Tecamachalco.
También se utilizó información etnográfica, como informes y trabajos anteriores (antiguos y modernos), y datos de la lingüística histórica.
Este enfoque interdisciplinario me permitió concentrar y analizar información dispersa.
En México, a este enfoque se le ha denominado etnohistórico y se
identifica con estudios interdisciplinarios de antropología e historia.
Tradicionalmente, a la etnohistoria se le ha definido como el estudio
de las sociedades del pasado a través de fuentes escritas, las cuales son
analizadas con enfoques y conceptos teóricos de la antropología social
y la etnología. En el país, la etnohistoria se ha especializado en el estudio de los grupos indígenas mesoamericanos (Broda, 1987: 2).
Actualmente, Johanna Broda (1987) y Carlos Martínez Marín (1987)
han planteado el enfoque interdisciplinario de la metodología etnohistórica, la cual recupera la vieja tradición de la antropología mexicana; integra diversas especialidades como la historia, la arqueología, la
iconografía, la etnografía actual, la lingüística, la arqueoastronomía,
etcétera. Su método consiste en conjugar el estudio de fuentes y documentos históricos aplicándoles teorías y conceptos de la antropología
social para identificar rasgos e instituciones socioculturales. Con la investigación de campo y la comparación de grupos vecinos se enriquecen los datos históricos con los etnográficos. La etnohistoria no se
limita al análisis de archivos o documentación escrita, tiene la posibilidad de abarcar una gama de estudios cuya visión en conjunto nos
permite lograr una comprensión mas profunda de la sociedad que se
estudia.
La combinación de las disciplinas arriba mencionadas puede dar
como resultado un trabajo interdisciplinario más completo. Juntas, la
arqueología, la etnohistoria y la antropología permiten resolver muchos aspectos de los procesos socioculturales de las sociedades. La
arqueología no sólo aclara los textos escritos sino que permite plantear la profundidad histórica de los procesos e interpretarlos en térmi-
INTRODUCCIÓN
27
nos antropológicos más profundos. Esta combinación permite plantear cuestiones fundamentales como el surgimiento de la sociedad de
clases, la constitución de las instituciones, las interacciones políticas,
la religión y la cosmovisión, entre muchos otros temas.
La etnohistoria y la etnografía actuales son otra fuente importante
de la investigación; vinculadas aportan importantes elementos de
información. Por ejemplo, encontramos aspectos de la cultura que se
generaron a partir de la Conquista y que -se ha observadotienen
continuidad en algunos elementos de la cosmovisión indígena, sobre
todo en aquéllos que se sustentan en las condiciones materiales de
subsistencia. En la época prehispánica, los ritos habían sido parte del
culto estatal oficial y se transformaron a partir de la Conquista en una
expresión campesina de cultos locales, los cuales adquirieron una
importancia nueva para expresar la identidad étnica, aunque fueron
relegados a la clandestinidad (adoratorios, cuevas, etcétera). Los ritos
-vínculo entre el presente y el pasado- se realizaron y aún se practican alrededor de las comunidades donde la resistencia étnica se mantuvo viva (Broda, 1994: 32-33).
Las expresiones culturales indígenas no son continuidad directa e
interrumpida del pasado prehispánico; están en constante transformación y reelaboración y se sustentan en raíces históricas profundas.
Parte de esa memoria histórica ha sido transmitida de generación a
generación a través de la tradición oral. Por ello, también resulta
importante su recopilación y análisis. Gracias a las leyendas, mitos y
narraciones podemos abrir una puerta al pensamiento colectivo de la
sociedad que lo narra y discernir muchos aspectos sobre su organización social y política, su ideología, cosmovisión y formas de comportamiento.
Un aspecto distintivo de la antropología es la recopilación de datos
culturales sobre modos de vida, costumbres, creencias, valores, etcétera, que el etnógrafo recoge en trabajo de campo. En México existen
muchos rasgos etnográficos -comparables
diacrónica y regionalmente- que permiten visualizar la unidad profunda de la civilización indígena mesoamericana a través del tiempo. La antropología mexicana se
ha caracterizado por el estudio de las culturas indígenas en su proceso
de transformación. Estas investigaciones han combinado el estudio
28
LOS POPO LOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
histórico con el de las culturas vivas. Los resultados muestran que las
comunidades han mantenido rasgos propios que las distinguen de la
cultura nacional. En este campo la aportación de la etnohistoria ha
sido fundamental (lbid.: 27-29).
Actualmente, la etnohistoria se proyecta, por un lado, hacia el pasado prehispánico buscando la colaboración de la arqueología, la iconografía, la historia del arte, la arqueo astronomía, la historia, etcétera y,
por otro, arranca en la conquista española para investigar la especificidad de las culturas indígenas dentro de las estructuras de dominación
colonial y nacional. Para este fin la etnohistoria tiene que colaborar
con la historia colonial y moderna, la etnología, la lingüística y la antropología social (lbid.: 29).
La unidad histórica de la sociedad indígena fue planteada por Kirchhoff (1979), quien definió a Mesoamérica como una totalidad histórica donde se expresaron procesos que siguen hasta el presente. Hoy
podemos observar este fenómeno en comunidades indígenas cuya base económica sigue siendo el trabajo agrícola en torno al maíz. Con
ello subsiste también el ritual que da sentido, mantiene y reproduce
las categorías fundamentales de su cosmovisión (Medina, 1990: 452).
Los popolocas actuales viven en el sur del estado de Puebla. Son
campesinos que se dedican al cultivo del maíz, a la fabricación de artesanías de palma, cerámica, textiles, recolección y a la caza. Es un grupo
étnico que conserva su lengua, rituales agrícolas y técnicas mesoamericanas de cultivo. A pesar de que viven en torno a Tehuacán, el segundo centro urbano del estado, son comunidades que mantienen vivos
muchos rasgos culturales de profundas raíces históricas. Hoy_es-una
región que se ha visto beneficiada por el desarrollo del centro urbano
y quizás sea una de las regiones más contrastantes del sur. Por un lado,
un centro con desarrollo urbano, actividad industrial y agrícola sobresalTéñté,en oposTCióña municipios colindantes con escaso desa:rfOTIü
urbano y tecnológico' en la agricultura, reducidos medios de conrunr.:cación y una población empobrecida. Es una cultura en la que es pC;S¡:ble rastrear elementos mesoamericanos (Gámez Espinosa y Li¿;'ñ-;Valencia, 1998: 2-4) y es en esta tensión donde se define la identidír~~
étnica de la región. La etnografía contemporánea de las comunidades
popolocas aporta importantes elementos de comparación con los
INTRODUCCIÓN
29
popolocas prehispánicos. Hoy podemos rastrear expresiones culturales con raíces históricas profundas. En el área que ocupó el antiguo
señorío de Tecamachalco-Quecholac existen comunidades indígenas
popolocas7 que conservan en sus rituales, cosmovisión, sistemas de
producción agrícola, técnicas de producción textil e historia oral
(mitos, leyendas, etcétera.), elementos necesarios para entender las
características culturales y desarrollo histórico de sus antepasados.
Está claro que en el proceso de reproducción de la comunidad agraria
se encuentra la memoria histórica que contiene, fundamentalmente,
el ritual comunal como eje estructurante de la identidad.
El análisis de la información etnohistórica existente -apoyado con
información etnográfica- busca aportar datos y abrir la discusión
mediante la creación de hipótesis y problemáticas sobre la caracterización cultural, social y política de los popolocas en la época prehispánica en el último periodo anterior a la conquista española.
El análisis local implica la creación de un marco de referencia regional porque es ahí donde se estructuran y adquieren sentido los fenómenos locales. Las comunidades no son satélites aislados, desconeotadas/
unas de otras; por el contrario, se relacionan y entretejen sus historias a
un nivel más amplio, que es la región.
Metodológicamente, el proceso de análisis implicó ir de lo general
(búsqueda y análisis de la información histórica, arqueológica y lingüística regional) a lo particular (análisis y síntesis de la información
local, el señorío) y viceversa. Tuvimos presente que las comunidades y
las cabeceras son unidades activas que tienen su propia historia y particularidades y que éstas influyen y afectan un ámbito mayor -la región- y, subsecuentemente, procesos globales más amplios, como
Mesoamé·rica.
La exposición de esta investigación parte de la región hacia el señorío, de lo "general" a lo "particular". Sin embargo, en el interior de cada
apartado se enfatiza la influencia local en su ámbito mayor: la región.
En el primer capítulo se discute y define teóricamente el concepto
de región. Principalmente, se concibe como un espacio social en donde coexistieron diversos grupos étnicos, entre ellos los popolocas. Entendemos la región popoloca como el marco del señorío prehispánico
de Tecamachalco-Quecholac, escenario de élites y pueblos que esta-
30
LOS POPOLOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
blecieron y compartieron vínculos históricos, sociales, culturales y, sobre todo, políticos. Este espacio social tiene características físicas específicas; por ello, a nivel general, se ubica a la región en su contexto
geográfico y dentro de ésta al territorio que ocupó el señorío prehispánico de Tecamachalco-Quecholac.
El capítulo segundo es una revisión y comparación de los trabajos
arqueológicos efectuados en el área de nuestro estudio. Principalmente, se buscó realizar una síntesis de la arqueología de la región que nos
permitiera: a) tener una visión en conjunto de las características arqueológicas de los popolocas y b) coadyuvar a la reconstrucción de la historia prehispánica de estos grupos. A nivel general, se aportan datos
sobre la arqueología de los sitios más importantes de TecamachalcoQuecholac con la finalidad de identificar rasgos culturales que pudieran comparase y resaltar semejanzas y diferencias de los diversos sitios
a nivel regional.
En el capítulo tercero se hace una revisión de las principales propuestas de la lingüística histórica sobre el origen del popoloca y se discute su semejanza con la lengua chocha. Histórica y culturalmente,
ambos grupos han estado muy relacionados; por ello, también se analiza el origen de las confusiones en el uso indistinto que se da a este
término. También se aborda la presencia de los popolocas en la documentación histórica meso americana, como fuentes, crónicas, códices
e investigaciones etnohistóricas. Principalmente, se enfatiza el origen
y desarrollo histórico de estos grupos, su presencia en otras partes de
Mesoamérica, su relación con otros grupos y la conformación de la
región como un espacio de poder de élites emparentadas, en donde el
señorío de Tecamachalco-Quecholac
jugó un papel relevante.
Los tres últimos capítulos (IV, V Y VI) abordan el análisis histórico
local. Se consultaron investigaciones etnohistóricas, así como fuentes,
crónicas regionales y locales, como anales, mapas y códices. También
se hizo uso de la información arqueológica, etnográfica y de la lingüística histórica que nos pudiera conducir a una mejor reconstrucción e
interpretación de los procesos históricos, sociales y culturales del
señorío.
El capítulo IV versa sobre la formación y consolidación del poderío
popoloca de Tecamachalco-Quecholac.
Básicamente, sus anteceden-
INTRODUCCIÓN
31
tes más directos se encuentran en el Epiclásico, a la llegada de los 01rneca-xicalanca a la región ya los subsecuentes movimientos y migraciones de otros grupos, entre los que destacan los tolteca-chichimeca
y los mixteca-popoloca. Entre el establecimiento de estos últimos en
cuauhtinchan
y la llegada de los mexicas en el siglo XV se ubica el
periodo de formación y consolidación del señorío. Tradicionalmente,
Tecamachalco y Quecholac han sido considerados como dos señoríos
distintos, principalmente porque aparecen representados por separado en el Códice Mendocino y en la Matrícula de Tributos. Sin embargo,
hay datos históricos que señalan que se trataba de un solo señorío. En
este capítulo se discuten ambas posturas y se especifican las razones
de por qué coincidimos con esta última propuesta.
En el capítulo V se analiza el origen y significado del topónimo de
Tecamachalco. Comúnmente, se ha mencionado que el origen del término está relacionado con las características geográficas del lugar en
donde se estableció el último asentamiento prehispánico conocido como Tecamachalco Viejo; nuestra hipótesis es que las formas topográficas que inspiraron el topónimo son otras. Para ello se revisaron sus
diferentes representaciones en los códices y mapas del área y su relación con el entorno natural, así como también se hace referencia a los
sitios y topónimos de las anteriores cabeceras que precedieron a Tecamachalco-Quecholac, como Cuauhtepec o "Cerro del águila".
Por último, el capítulo VI trata sobre la reconstrucción social, política y cultural del señorío a partir de la información existente a nivel
regional y local. Es una síntesis y comparación de los datos provenientes de la etnohistoria, la arqueología y la etnografía. Principalmente se
aportan datos para la historia prehispánica de Tecamachalco-Quecholac y coadyuvar al conocimiento de la cultura y sociedad de los
señoríos popolocas.
Muchos de los datos utilizados para esta reconstrucción, provenientes de la etnografía, nos indican la importancia y la necesidad de
realizar este tipo de estudios con un enfoque interdisciplinario. La historia oral, las tradiciones, rituales y ciertas formas de producción de las
comunidades del área muestran la unidad histórica tan profunda que
eXiste entre el pasado y el presente, en donde se pueden observar fenómenos que han tenido cierta continuidad y que permanecen en las
32 LOSPOPOLOCASDE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
prácticas de los habitantes desde la época colonial o incluso anteriores. Hoy, Tecamachalco es una población que se debate entre lo tradicional y lo moderno, entre lo rural y lo urbano. En la memoria de sus
habitantes es posible reconocer el esplendor que alguna vez tuvo el
antiguo señorío de Tecamachalco-Quecholac y los logros de su gran
señor Cuetzpal, el que habita allá en el "rincón del cerro".
NOTAS
1 Médico originario
del estado de Michoacán, conocido como bibliógrafo y
antropólogo y miembro de la Sección de Etnología del Museo Nacional. El15 de
Marzo de 1905 describió, en el Salón de la actos de Escuela Nacion'al de Ingenieros, un grupo étnico poco o nada conocido hasta ese entonces asentado en
centro-sur de Puebla, norte de Oaxaca y parte de Guerrero: el popoloca (Anales
del Museo Nacional. Segunda época. México, 1905,T. 11).
2 Los mazatecos
se localizan actualmente en la parte septentrional del estado
de Oaxaca yen algunas localidades. del sur del estado de Veracruz. En la época
ill.<Jxochi.prehispánica, habitaban e~rea que abarca los pueblos de ~tltlán,
Chilch;51!fi; Ixcatlán, mucho antes de la llegada de los nonoaltlá~l~'
ca-chichimeca en el año 890 d. C. (Vázquez Mendoza, 1977B: 68-69).
3 Los ixcatecos se localizan en la población de Santa María Ixcatlán, municipio
del mismo nombre, situado al norte del estado de Oaxaca. El pueblo se encuentra a 21 kilómetros al noreste de Coixtlahuaca. Otros pueblos ixcatecos son San
Juan Viejo, Santiago, Santa Cruz, San Cristóbal, San Antonio Nopala y San
Jerónimo, hoy "pueblos despoblados", que probablemente fueron abandonados por la falta de agua. Los ixcatecos se mantuvieron independientes hasta el
siglo xv, periodo en el que fueron conquistados por los mexicas (Tovar y Bazúa,
1997: 98-99).
4 La documentación
histórica dice que los mexicas dividieron el antiguo señorío de Cuautinchan en cinco cabeceras porque se considera a Tecamachalco y
Quecholac como dos señoríos distintos; sin embargo, hay datos que sugieren
que se trata de un señorío, propuesta que comparto.
s Los sitios cabecera a los cuales hacen referencia los dócumentos históricos
están siendo continuamente destruidos y saqueados; tal es el caso de la Mesa
de Tecamachalco (el Cuauhtepec). A la fecha, no hay ningún intento de parte de
las autoridades por frenar el saqueo arqueológico excesivo en el área.
6 El trabajo de campo en estas comunidades
se realizó también como parte de
las actividades del Seminario de Grupos Étnicos del Colegio de Antropología
Social de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, del cual soy titular.
En este seminario participaron siete alumnas. Las investigaciones se efectuaron
INTRODUCCIÓN 33
durante los meses de junio-julio de 1995, 1996 Y 1997 en las principales comunidades de hablantes popolocas en el estado de Puebla, como San Felipe Otlaltepec, San Vicente Coyotepec, San Marcos Tlacoyalco y San Luis Temalacayuca.
El objetivo fundamental de estos trabajos fue detectar las características culturales de los popolocas actuales.
7 Actualmente,
los popolocas se concentran en el sur y sureste del estado de
puebla en tres zonas. La primera, al noreste de Tehuacán, abarca los municipios
de Tlacotepec de Juárez y Tepanco de López; la segunda, más al sur, comprende los municipios de San Gabriel Chilac y Zapotitlán de las Salinas; y la tercera,
al oriente de éstas, cubre los municipios de Tepexi de Rodríguez, Ixcaquixtla,
Santa Inés Ahuatempan y San Vicente Coyotepec.
CAPÍTULO
I. LA REGION POPOLOCA
LA REGION COMO UNIDAD DE ANÁLISIS
T
RADICIONALMENTE,
LA CLASIFICACIÓN Y EL ESTUDIO REGIONAL HAN
sido abordados por la geografía, que es la ciencia centrada en la interpretación de los fenómenos espaciales (García Fuentes, 1983: 450);
sin embargo, la conformación de una región no es sólo espacial sino
un fenómeno mucho más complejo. Por ello, en los últimos años ha
sido tema de interés en las ciencias sociales, ya que lo regional implica
un análisis integral donde participan disciplinas como la economía, la
sociología, la historia, la antropología y, por supuesto, la geografía.
El análisis regional presenta una diversidad de enfoques metodológicós, resultado de la heterogeneidad de propuestas. Por ello, encontramos qu~habla
d~regiones náturales, i}Lst~ricas, eE.9nómicas Y
_culturale~. También se caracterizan por ser nodales, polarizadas, sintéticas o uniformes (Pérez, 1991: 7). Esta diversidad de posturas muestra
que el concepto de región no es unívoco; por el contrario, es muy versátil. Así se refleja en la gran variedad de usos que le asignan diversas
disciplinas. Es también un concepto que no permite construir una teoría general de las regiones; por el contrario, es un concepto histórico y
politético cuyo significado cambia por circunstancias de tiempo y
lugar. Por otro lado, se concibe a la región como un espacio privilegiado de investigación, un recurso metodológico importante (De la Peña,
1991: 126-127).
El concepto significa cosas distintas para un geógrafo, un economista, un sociólogo, un antropólogo o un biólogo.l Hay definiciones
que prefieren el criterio político-admistrativo de los límites. Algunos
35
36
I
CAPÍTULO UNO
LOS POPOLOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
autores la denominan con el nombre de la ciudad más importante o la
capital de un estado. Por ejemplo, hablan de la región de Puebla,
Guadalajara, Tijuana, etcétera. En otras definiciones es concebida con
criterios más generales; por ejemplo, se habla del Bajío, del noroeste,
de la zona azucarera de Morelos, la Mixteca, etcétera. Estas últimas
teorías parten de la idea del emplazamiento central que desarrolló la
geografía económica (Pérez Herrero, 1991: 7-8).
Sin embargo, la diversidad de enfoques ha representado una serie
de ventajas para el estudio de la sociedad tanto en el pasado como en
el presente. Pérez Herrero (1991) dice que ha sido un marco idóneo
para estudiar sociedades precapitalistas porque resuelve problemas
entre la generalización y la particularización. Desde esta perspectiva,
es un ámbito intermedio donde se relacionan y reconcilian las perspectivas locales con las generales, donde se facilita la combinación de
diversos enfoques.
La región no se puede delimitar de manera fija en términos espa, ciales ni temporales debido a que no posee lImites administrativospolíticos, como un estado o municipio; es decir, no posee un espacio
uniforme ni una frontera lineal precisa porque fluctúa debido a sus
propias particularidades históricas. I:QL ello, debe concebirse la región
como un ente vivo, en permanente movimiento y con estructura inter~a propia. Un punto de partid-;;:-paraest~bie~e;la y cQIDprenderIaes
estudiarla en su dimensión histórica (Bonfil Batalla, 1973: 171). La
~gión es un marco -de refer~ia J para analizar fenómenos local-;;como el caso de la presente investigación. Resulta imprescindible
contextualizar regionalmente el señorío prehispánico de Tecamachalco-Quecholac dentro de su entidad mayor que le da sentido y
significación. Una región no debe estudiarse de manera aislada porque forma parte de una estructura más amplia, que a su vez está formada de estructuras internas; es un puente metodológicamente
productivo entre lo local y lo global.
---------
~os estudios regionales son un acercamiento a aspectos locales que
implica concebir a las comunidades no ,cómo entes pasivos sino como
procesos activos que forman parte de un esc.enario más amplio. A~í,
analizar comunidades en sus problemáticas agrarias, étnicas o religiosas -que conforman la dimensión regional- permite, también,
--------
37
en tender procesos
- mayores. a los cuales afecta, como es el ámbito'. de
tv1esoam~Eca.Perq..tajl1biéQ.pe,r$jtt.,eQJxv.'!er(l~e 10~_PE~::,oSsociaíes locales tienen y(c'onÍor~~ujJropiahist9ri~
y ~sl2ecificidad,.\
La región es un espacio que se transforma a través del tiempo. Por
ello, es recomendable hacer cortes temporales para analizar la estructura regional en su sincronía. Sin embargo, es necesario observar otra
dimensión: la diacronía de los procesos sociales. El análisis regional
posibilita la compresión de las articulaciones internas, subrayando las
continuidades socioculturales, es decir, las regiones cambian y se modifican, pero también presentan continuidades a través del tiempo en
su articulación interna.
Para fines del presente trabajo, la región es entendida como un espacio medio, más chico que una Nación-Estado y más grande que el
espacio social de un grupo donde se forman núcleos de po~er locales
y relativamente capaces de tomar decisiones de manera independiente del centro. La regionalización deja de existir cuando el estado
central ejerce completamente el control (De la Peña 1991: 158). Por
ello, para el análisis de la región es fundamental entender las élites
porque los centros de poder -las poblaciones grandes, en este caso,
las cabeceras- frenaron el crecimiento de los centros más pequeños.
Estas cabeceras-ciudades tuvieron como función principal ejercer
control y dominio sobre un espacio determinado.
Un aspecto interesante de las ciudades prehispánicas fue el control
y la ~anizaci~de
sistemas ,~i~raúlico~ P?r un grupo dominanfe. Es .
por todos conocido que el desarrollo tecnológico en el cultivo -agricultura de riego- permitió generar excedentes significativos; la concentración de la población y un sistema de diferenciación de clases
permitieron la consolidación de un grupo privilegiado, que al mismo
tiempo detentaba el poder de otras esferas de la sociedad como el
social, económico, político e ideológico.
La existencia de un poder central debió enfrentarse a núcleos de
poder regional, es decir, a la existencia de élites regionales que de alguna manera actuaban independientemente del centro, manteniendo el
control regional a través de alianzas matrimoniales y relaciones de parentesco. Estos espacios de poder, estas regiones, crean y desarrollan a
lo largo del tiempo una serie de instituciones sociales y fenómenos
38
LOS POPOLOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
culturales que, aunque similares a otros, guardan particularidades que
las hacen distinguirse de otras, ya que la región no sólo es Una área física sino un área social, una entidad cultural, donde los habitantes guardan una estrecha relación con el lugar donde viven. Son los sujetos
sociales los que actúan sobre el espacio porque no es una página en
blanco sino lugar donde se presenta la interacción de grupos sociales
determinados históricamente.
Nunca un espacio es usado y percibido de la misma manera por la
totalidad de los habitantes. La diversidad social, económica, cultural,
los gustos, los estilos de vida, las costumbres, la vivienda, la alimentación, los utensilios y artefactos, la vocación natural del lugar son los
que posibilitan que cada sociedad o grupo desarrolle una práctica específica, aun cuando podamos descubrir grandes procesos estructurales. Por ello, las representaciones que los habitantes tienen sobre el
espacio en el que viven son representaciones regionales, formas particulares de percepción. Un aspecto interesante de la percepción de las
culturas prehispánicas sobre el espacio es que es referido como sagrado, por lo que podemos hablar de una geografía regional sacra.
/' . La pertenencia a una región genera formas y factores de identidad
1 relacionados a la pertenencia territorial o comunal y a elementos culturales característicos del grupo, como la lengua, la organización económica, política, religiosa, etc. La identidad se presenta a diferentes
niveles, como individuales, grupales, comunitarios,
regionales y
naGiQnales. Un aspecto importante de la identidad regional es que la
lengua\-que
en la época prehispánica jugó un papel muy importante
hoy se ha reducido al ámbito de la
de· cemunicación e identidadcomunidad y la familia. Sin embargo, esto no quiere decir que una
región se caracterice por la presencia de un grupo étnico específico;
por el contrario, la región es un entretejido de comunidades donde la
diversidad étnicaes u¿ aspecto fundamental de su estructuración.
'"
MESOAMÉRICA y LA REGIdN
A mediados
del s~glQXX"P<tuJ..KiJ:&hbillf
(1943) definió uno de los con~ptos qu,e más han influidu"tm-el"estl:ldio de·Ia so~i~'ci~d prebiSoánica
CAPÍTULO UNO
39
en Méxi,:.?: e1..2~Gá.,
el cual logró una amplia aceptación de
diversoS especialistas de la antropología y la historia, particularmente
entre los arqueólogos de varias generaciones, debido a que resolvió
problemas de ubicación espacial y temporal y, con ello, t:ill;ili.tq la
comunic';l,;i9,n d,§)éis...w..vgrs.!l§
,di~ci.p).in.asque ..s.!;:abQCaban •.é!tl~.s.tu~F?_
,de)ascul1UJ:.!ls.I1.x:.e.c.olQmbinas,',,'-,
El.E!esente.!rab.~o I!2..Erel~.Q,9-.~
p,iscutirJa validez teóric,a del concepto .sl~Q..pI@t~u.álesJ:¡,an~sido.
susjmplicacion~,s en,.eJ análisis
regio~. Comúnmente se ha discutido si el término ha sido revisado
críticamente en su conformación y significado, pues lo han utilizado y
defendido arqueólogos con enfoques diferentes y a veces irreconciliables entre sí. Lps difusionistas, culturalistas y materialistas
lo han arti'~_;".nJ
~"ot':ó9d1~"~'
~ .. -.,...r:~"".~'"
'ol1iIfI{-,.",c~
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~"'-;<""·.'"f'~:':·"'):·
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conceptué!;les",Esj.p,§.est~Q.e.,a.Ja.gr.~amplit4.d"de
perspeS!~~J?,!S.p.i.~S..,9.J':t<;QDc.e.pJg...quelG-ha6eJl.alejars,e-ml.t!!PtO.J!.!;¡la
~
po~~ica
del q.ifu..si<m!smQ,~d~Q.U.d.!;:~pr.Qyi~P~.
~U~[mino 1e
('área
.~ cultu
En la definición de Mesoamérica,
Kirchhoff
(1943) introdujo las for~•
..,-.
_
~,I.t....
mas de subsi~~encia ~OII)O primer elemento de análisis. Con esto se
..,#!oo ...'M+:'_ .......
....., .........
,......
ide~:!fi;~ár~a <;le )!vad~re~' :iuP~,~~~~e
}l~í'tab~~i1iórte
c~i'l
~ ..va<!9JI~s"iPW.riQI ". El énfasis en el análisis histórico es uno de los
aspectos más importantes de la definición, así como el manejo del
difusionismo como principio explicativo.
Para su caracte¿ización util@..!lI.Llis!a<i9..Ae elel1!eQtqs. '! los gue
denomin~~l.}~~y,¡;uya
presencia 9 ausens;ia p'~rmitió, .en~
p~el seOal~r ,su !;lis.trib.l!fÜíI2
y ~x!eI2~ill.n.R,ar?-defil!!~ l.os límites espac:;ialesaproximados del área cultural. Con el uso de metodologíaetno:~
lIngüística, Kirchhoff situó cronológicamente
a Mesoamérica en el
siglo XVI antes de la Conquista española. Identificó y registró diversos
grupos humanos que clasificó con la categoría de tribus, a las que asoció con lenguas y familias lingüísticas. Con esto manejó explícitamente la presencia de diversos grupos étnicos que conformaban el área.
La gran diversidad de criterios usados para su definición han causado polémicas. Por ejemplo, las investigaciones arqueológicas modernas han mostrado la presencia de "rasgos mesoamericanos" más
allá de sus fronteras y la existencia de grupos de agricultores "inferiores" dentro del territorio mesoamericano. Recientemente también se
-:-.---
__ ~...,
~
~
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.3.{f~
40
LOS POPO LOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
CAPÍTULO UNO
menciona las limitaciones que implica el uso del concepto en el entendimiento de las relaciones entre los grupos de las fronteras, Por ello
es que Kirchhoff manifestaba tiempo después de la publicación de su
trabajo: "Si sólo le hubiera exigido al dibujante que aquella frontera
mesomericana norteña la pintara con una línea de puntos en vez de
una línea compacta ..." (Braniff, 1990: 122).
Las críticas al concepto han sido varias. Sin embargo, no han hecho
cambios significativos al concepto, pese a que Paul Kirchhoff en 1960
manifestó que esperaba una crítica constructiva en la aplicación y
desarrollo sistemático del concepto, lo que ha ocurrido; sin embargo,
ha prevalecido su uso con los fundamentos definidos por su autor.
•. "'/ Luresen~~
de socL~~je
agri~~r:.el
~rritm:~americano que aparentemente no desarrollaron grandes obras..de irrigación ni suntuosas_ciuda.,des o sistem.as de or~anización ~g.ºj,fllfo..Dl?
el Estado han ,sido denominadas "iliji:giñafe&~
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habi~a:da po¡')oiP§~S§S
ha-ª~o
"~~gimú".;Por ejemplo, Jacklein (1978A:6) la~~omJnó "una zQ.nao
territorio de paso y además medianero entre ~~tecos y me~Esta
actitud de considerar como "primitivos" o "marginales" a otros grupos
que no pertenecen estrictamente al "modelo" civilatorio mesoamericano -altas culturas- es muy común y a veces forma parte de un etnocentrismo característico de los mismos estudiosos. La culpa de esto
la tiene la arqueología mexicana, que de manera tradicional se ha abocado al estudio de los sitios monumentales del centro de México y el
área maya, mientras que todas las demás regiones de Mesoamérica
tendían a explicarse como un producto provinciano: eran mezcla de
influencias procedentes de estos dos polos.
Este accidente de la historia tiene que ver con el desarrollo de la
arqueología en México, Los huecos y los errores se han tratado de resolver a partir de la formación de centros regionales del INAH en varias
partes del país. John Paddock (1987: 60) hace algunos años comentaba
esta situación:
Durante muchos años la costumbre casi universal era concebir la civilización meso americana como un fenómeno bipolar, siendo sus dos polos
el valle de México y la región maya baja. Por mucho que esas dos regio-
41
nes, importantes por cierto, estuvieran en los extremos de Mesoamérica,
todo lo demás se calificaba como "periférico".
Pero el intento por combatir el error no ha sido superado del todo y
actualmente no se habla de dos grandes polos de desarrollo cultural
sino que a la lista se han aumentado unos cuantos números más.
Ahora todo lo que no entra dentro de estas tradiciones es considerado
"marginal" o "medianero", como la región que nos ocupa:
La región popoloca, situada lejos de las principales vías de tráfico entre!
el México Central y sur de Mesoamérica, es, como se ha dicho, un área
intermedia, o sea, una región marginal entre centros de los ámbitos de
dominación mexica y mixteca.
La zona de población principal de los poplocas parece haber tenido
desde el Preclásico un carácter marginal comparada con Cholula, Tula,
Teotihuacán o Tenochtitlán (Jacklein, 1978A:6).
,Hicklein comenta que para definir a la,~~!§n E<.?J2..<2JOG$l.rn
estos t~91), quien
minos se basó.enJas iI]..\(.E¡§t!gªc.iQ.~~c;.i~Macr.'Jeis.!l.(1972:
ugiere g4~Lde.sMrollo político-en eJ-valle,de_Tehuacán.f~~ D1UY,~~l.0
al2.artir de17QO,g.~, ((as~yentª SaJ?-M),s_d,enomina estas zonas como
"estado~ priI:uillY.o~r;cjµda.cl\::.s_~j:a.dP..p¡jro.lli};'Q.§:
Esta interpretación se debe en parte a las pocas investigaciones
realizadas y, específicamente, al desconocimiento arqueológico de
MacNeish de la región, quien considera que en ella no existieron estados fuertes ni producción de estilos culturales de gran influencia.2 Sin
embargo, esta apreciación está cambiando gradualmente conforme se
dan a conocer los resultados de nuevas investigaciones. Hoy, a partir
de la aportación de nuevos datos, las concepciones sobre el desarrollo
sociocultural de Mesoamérica están cambiando, debido al análisis de
los E,I0cesos his!ór~~~Jo~ales que!eflejan la especifi~idad del lugar y
su papel en la formación de estructuras a nivel regional y glob~. Hoy
más que nunca se plantea la diversidad y heterogeneidad de Mesoamérica a cierto nivel de análisis.
~~:'!.:.
. Laregión PQI?~,OSq.tu~
...ql~.s;.!ad~.po,r
l,aexpansión del fPR~!jo
ca, pero también
éste
fue
t;ransformado,poI;
la. respu~sta y resistencÍa... ....'
.... ,
42
LOS POPO LOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
CAPÍTULO UNO
de los popolocas, obstáculos a los cuales también se adaptó. Las investig~aones de sitios concretos ayudan a entender y replantear gradualmente lo que entendemos por Mesoamérica. Un ejemplo de ello son
los trabajos de Pedro Carrasco, Luis Reyes y otros investigadores, quienes trabajaron con materiales concretos para estudiarlos específicamente, desprendiéndose del marco de área cultural y de las pautas de
distribución de rasgos culturales, buscando emprender nuevas rutas
que fijasen, dentro de procesos históricos reales, las relaciones entre
economía, ideología, estructura social, etcétera.
~,~
dicho q.ue t\4~~améric~"e,~.lIn ,~e~ =cultur~L~l1l~
por
lI'na~rs~M.gr.I.ID~_<lll-C.a.raC1.e.ústi.ca~tY!turalesJ19mgg~nea
4ue comparti~ron unal?-!~!ia comúuc Para. su estudio, S!! ha ,iiyi..m.go
esta área en subáreas:',~ MaYff2 (1"C)sta
(kLGolfo, occidentfUie M~o,
Jel Altiplano central y OaxaGa.:,También se mencionan enclaves regioI nales que corresponden
a unidades políticas, independientes unas de
otras, sometidas, pero que mantenían sujdentidad étnica y su unidad
política, por lo que se determina el establecimiento de una configuración cultural más compleja y variada a cierto nivel de análisis.
La división en sub áreas y enclaves regionales es consecuencia de la
problematización del concepto de Mesoamérica, el cual respondió al
periodo histórico en el que las instituciones académicas mexicanas y
extranjeras iniciaban grandes estudios sobre las culturas precolombinas. Actualmente, nuevos datos provenientes de disciplinas como la
arqueología y la etnohistoria han modificado los planteamientos que
hace cincuenta años Kirchhoffformuló. Muchos de éstos provienen de
análisis de documentos, de sitios concretos que rebasan el modelo
mesoamericano como una área cultural homogénea. ~~
1
d~cubren fenómenos culturales que .hacen obsoleta esta inter12ret<i:,
ción; por ello, es necesario la actualización o el replanteamiento
del
concepto. Aquí, el estudio de la reg~ll:,~quierélinportancia
porque
en ella,se entrelazan los procesos ~ocale~\ y ,globales; es puente, ei.~_
estructurante del análisis, camino q~e conduce aµna crítica y actu'!!L
zación de la noción de Mesoarnéricl! .•.
43
LA REGIÓN DE LOS POPOLOCAS
El área que denominamos!~~ión ..popol<?ca se enfuentrª ubicad<;t ~!:el
~ntro~si,i; dcl~stad~-~iH.~l~u_p.mt~
c!e~Oaxaca. Int~resª, definirla
e~l periodo prehispánico ubicado entre los siglos XII. Y XVI, lapso que
s~~~~!A~~_l?2!.
\'Ea.gr~,mm.jli9ad.~te
grupos de otras partes ele
Me.~o~ica
hacia ésta. Las migraciói1eS;Conflictos y enfrentamientos que causaron la llegada de nuevos grupos, así como las posteriores
alianzas, quedaron registrados en mapas, códices anales, etecétera, de
la época. Estos materiales y sus relatos nos permiten entender los procesos h~t~~s
d~ los popolocas y defini¡ una región política. en el
horizonte Posclásico.
- A principios del siglo xx, el doctor Nicolás León inició los estudios
sobre los popolocas. Así, por primera vez se realizó la descripción de
este grupo, poco conocido en ese entonces. León.G20?1, con la información del siglo XVI y sus investigaciones, upicó. el territ<;>rioocupado.
por estos grupos en las extensas zonas de Tepeaca, Tepexi, Tecamachalg;Jeh.ua.c.án y..Acatlán, del estado de Puebla, y las de,CoixtlahuaI
ca, Huajuapan y parte de Teposcolula, en Oaxaca.
De esta manera, y con la información obtenida con recorridos de
campo, definió el territorio ocupado por los popolocas junto con grupos etnológica y lingüísticamente relacionados. Para este autor, la
región comprendía la zona sur y central del estado de Puebla, la zona
norte de Oaxaca y, tal vez, la zona este de Guerrero y la zona sur de
Tlaxcala. De esta gran región, los popolocas se concentraron en la \
parte meridional del altiplano de Puebla, entre la zona comprendida
\
en el triángulo que forman las ciudades de Acatlán, Tepeaca y Tehuacán (Jacklein, 1974: 30).
~
_.....-...'._
"", ...,;'1
f
l
L~~~3'polocas, junto con grupos m~tecC)s, chochos,3 <~catecos4 y
~az~eco~,5 _pertenecen
al grupo liQgÜí§..ti~SLmªcrQ.-ot0lJl~ng}le,? i
"rama oJ.µl,eca",como la llaman algunos autores (Dahlgren, 1990: 48).
~ste conjyp.t.o de grupos es llamado por Paddock (1987) /ltetl.amixtec~"
(cercano al mixtecoJ, que habitó los valles de México, Puebla,.,Tehuacán y Oaxaca ~ante
miI~niostJnuchoantes
de la llegada delos nahuas. La distribución geográfica del grupo otomangue fue dividida en
dos grandes bloques por una migración nahua: uno norteño u oto-
44
LOS POPOLOCASDE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
\ miano y otro meridional u olmeca. Este último colindaba con grupos
I de filiación macro-mayence
(D$lhlgren, op. cit.: 48) y quedó principalmente distribuido en el centro-sur del estado de Puebla y Oaxaca, conformado por grupos mixtecos, al sur, y chocho-popoloca, al norte.
Entre ambos se construyó una área fronteriza fluctuante situada en el
norte de Oaxaca. Ahí convivieron diversos grupos de igual filiación lingüística, como popolocas, chochos, mixtecos, mazatecos e ixcatecos.
La separación lingüística de los grupos se dio gradualmente durante cientos de años. Los popolocas y chochos son los más cercanamente emparentados. La separación lingüística entre estos grupos étnicos
ocurrió en el siglo XII de nuestra era; pero, desde tiempos muy antiguos
han habitado y coexistido en áreas comunes, es el caso del norte de
Oaxaca.
Las referencias lingüísticas e históricas afirman que el norte de
Oaxaca fue habitado por popolocas. Caso (1977: 79) menciona que en
el norte de la Mixteca Baja se hablaba este idioma.6 Hicldein (1974: 2931) argumenta que la región centro y sur del estado de Puebla fue habitada por popolocas históricos y que "cronológicamente pueden ser
situados en la época ClásIca temprana o antes todavía".
El área ocupada por popolocas en la época prehispánica hoy corresponde a parte de la Mixteca Alta7 y Baja,Bnorte de Tlaxcala y centro y
sur del estado de Puebla. Actualmente, el territorio ocupado por popolocas es reducido. Habitan sólo algunos poblados cerca de Tlacotepec
de Juárez, sur de Tepexi de Rodríguez y Tehuacán (Jacldein, 1974: 33).
Desde épocas muy antiguas, la región popoloca se caracterizó por
la mo\jlidadjleJQS..gr.uµos-y-e,1 tráfico de productos debido a que se
fotm-Óen un corredor natural que conducía a los estados de Oaxaca,
Veracruz y el sureste mexicano -área maya-o Es y fue poseedora de
( una rica variedad de materias primas de importancia para cualquier
grupo humano; un ejemplo es la abundancia de piedra caliza de donde
se extrae la cal, siendo los principales productores los pueblos de Tepeaca y Tepexi. Otro ejemplo significativo fue la presencia de salinas,
siendo Cuthá una de las principales regiones productoras del mineral.
Dicha zona fue estratégica, desde el punto de vista económico y político. Constituyó, en diferentes momentos de la época prehispánica y
para diferentes grupos mesoamericanos (zapotecos, teotihuacanos,
CAPÍTULO UNO 45
mixtecos Y mexicas principalmente), una ruta comercial importante
que comunicaba a la costa del Golfo, Oaxaca y el área maya.
Entre los señoríos popolocas más importantes en el Posclásico se
encuentran Tepeaca, Tehuacán, Tlacotepec, Tecamachalco-Quecholac, Tzinacatepec, Acatepec, Caltepec, Tepexi, Cuthá9 y Coixtlahuaca.
Esta área estuvo ligada estrechamente en muchos aspectos, no sólo
porque fue habitada desde tiempos muy antiguos por un grupo étnico
-los popolocas- que compartió un territorio con elementos geográficos similares, sino porque a éstos y a sus vecinos los determinan una
historia común, una red de relaciones económicas, políticas, sociales y
culturales. Estas razones hacen que se considere como una región.
os estudios realizados por MacNeish en la década de los sesenta)
confirman nuestra aseveración. Proporcionaron una información muy
valiosa sobre estos grupos, los cuales pueden ser ubicados junto con
los grupos emparentados (los chochos, específicamente) desde mediados del Preclásico. Pero sobre todo se puede decir que sus antecesores, los otomangues, aparecen hace 7000 años en esta área. Otras
investigaciones identifican el noreste de Oaxaca como la región donde
se originaron las lenguas otomangues (Harvey, 1963). Los estudios lingüísticos en el área confirman también la presencia de los popolocas y
su extensión espacial:
La frontera lingüística corría paralelamente
I
a la frontera de la región po-
poloca al sur de Coixtlahuaca hacia Huajuapan
(Oaxaca), en dirección al
río Atoyac (Puebla); al oeste del Atoyac, pasando por Tepexi de Rodríguez
y Tepeaca hacia el límite entre Puebla y Tlaxcala; al noreste pasando por
Tecamachalco
y Tehuacán llegando hasta Veracruz (Jacklein, 1974: 65).
~---~
La delimitación espacial proporcionada por los es1l.lQiosde Nicolás
J,eón,
-_.. y posteriormente por Jacldein,
......_.....,,- coin¡;ide con los datos ele la lin- "
gµística histórica sobre el área ocupada por los popolocas. ~_
meru.e,~.§.t-ª-Z.QJl~Lfu.!UJll.lY.
movible y fluc.tu~lllte.Lo.s datQ;l eD...i~.lrnte_s~,
.~
para._~po<;:<!.~tempranas,
como el Pre.clá~icoy Clásico, son escasos para
~~1-ª.Iggi9o.
Sin ~m.Q.~rg~,.Pllr~lP'psºI<i~icose encuentra congr~n
caJ1tidad <ledQc\lmentos y datos arqueológicos que nos permiten defi-;,
nir U1.)..g región formada por núcleos de poder y élites emparentadas
.J
46
CAPíTULO UNO
LOS POPOLOCAS DE TECAMACHALCO-QTJECHOLAC
que controlaban un espacio bien definido. A esta área le hemos denominado región popoloca, porque los popolocas son los habitantes
!llás antiguos'>
-Sin
embargo, la región
también
se conformó
con la llegada
-------..---,-.'"
" .. -.,._
.... __."~ de otro
grupo mesoamericano: el de los,nahuas, con el que 10$ PQP()l.2~
grupos emparentados co.mpartieron el territorio. P,QI ello es una región
,--,
pluriétnica. La presencia. de diversos grupos le dio características muy
particulares y se en!retejieron relaciones étnicas, de parente~cº,~_
~der,~sl,!j~cJón,
económicas y culturales. La coexistencia de diversos grupos étnicos dentro de los señoríos está documentada. Autores
como Olivera (1978), Reyes (1977), Martínez (1994) y Hicklein (1978A)
mencionan la composición multiétnica de estos pueblos. 10 Principalmente, se trata de una región estratégica por ser intermedia entre tres
de las más importantes tradiciones culturales de Mesoamérica: el
Altiplano ceñtñil~ la costa del Golfuy Oaxaca. Por ella pasaron rutas de
L._
comercio muy importantes desde épocas muy tempranas. Este hecho
posibilitó que tuviera influencias culturales de dichas tradiciones. Es
habían consipor ello que los estudiosos -hasta los años setenta-la
derado como una zona medianera, donde no hubo desarrollo de grandes sociedades complejas como la teotihuacana. No obstante, es
importante resaltar que a pesar de su importancia estratégica reconocida no ha sido una región estudiada por los especialistas; la informaci6!1 que hasta ahora se tiene es escasa y aislada.
t La región se caracterizó por el desarrollo de importantes señoríos
f prehispánicos. Los trabajos realizados en la zona de Tecali (Olivera:
1978), Cuauhtinchan (Reyes: 1977), Tepeaca y Tecamachalco-Quecholac (Martinez: 1984-1994) muestran sociedades jerarquizadas con cla~ sociales bien delineadas.
Los estudios realizados por Hicklein (1978A) en Tepexi, a partir de
documentos que se remontan históricamente al siglo XI, indican que
había una estratificación social y una especialización profesional entre
los popolocas históricos. A conclusiones similares llegan otros autores
como MacNeish (1964), en el valle de Tehuacán; Gorenstein, en Tepexi
el Viejo (1973) y Castellón, en Cuthá (1993).
'-"-'.,
--
,<'
Algunos de los sitios popolocas estaban fortificados, como el sitio
arqueológico de Tepexi, en donde existió una clase militar especializa-
47
da.!! La base económica de los popolocas fue, principalmente, la agricultura. Muchos de estos señoríos desarrollaron la irrigación mediante construcción de presas, canales y terrazas. Tal es el caso de Tepexi,
cuthá, Zapotitlán y Tecamachalco (Jacklein, 1974: 20). Evidencias proporcionadas por la arqueología indican la existencia de cultivos intensivoS con gran variedad especies. Esto se encuentra documentado en
las investigaciones de MacNeish (1964) en el valle de Tehuacán. La producción de materias primas fue muy importante. Se explotaba la sal, la
cal y la lítica. Esta actividad fue intensiva y desarrollaron técnicas
avanzadas de extracción de materiales. La sal no sólo fue satisfactor de
necesidades sino recurso de control político dentro de la región. El
ónix, que abunda en el área de Zapotitlán, fue un !:ecl,lf§o_gl,le se
comercializó más allá de la z<?na. El comercio interregional era intenso, según lo muestran las evidencias arqueológicas.
Culturalmente, la región popoloca se caracterizó por la presencia
del estilo cerámico Mixteco-Puebla, desarrollado principalmente en el
valle poblano-tlaxcalteca y en la Mixteca. La región, por ser intermedia, tuvo también gran desarrollo en la elaboración de esta cerámica.
Algunos investigadores piensan que el estudio de esta zona puede
aportar importantes datos acerca del origen y desarrollo de este estilo,
que tanto ha caracterizado al Posclásico, ya que su influencia llegó
mucho más allá de las fronteras mesoamericanas.
La importancia de los popolocas en. el desarrollo de este estilo lo
deja ver Jiménez Moreno (1942), quien, por ejemplo, relaciona a los
olmeca-xicalanca con el origen de esta cerámica; dichos grupos estuvieron íntimamente relacionados con los primeros.
Considero que la región es decisiva en el desarrollo de este estilo
porque su análisis arqueológico permite abordar las relaciones entre
diversas culturas -zapoteca,
mixteca, popolocay sus influencias
mutuas con los olmecas, teotihuacanos y mexicas.
Las relaciones de los diferentes señoríos popolocas a veces no eran
del todo amistosas. Es el caso de Tepexi y Cuthá, que combatieron por
el control interregional por la posesión territorial y el manejo y explotación de los recursos, es decir, por el control político de la región sur.
En otros casos, las relaciones eran amistosas y se estrechaban mediante alianzas matrimoniales que rebasaban el ámbito regional por la
48 LOS POPO LOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
conveniencia política. Cada señorío aspiraba alcanzar el poder a través
de alianzas con vecinos más poderosos. Se puede decir que existieron
dos tipos de alianzas matrimoniales: una dentro de la región y otra
externa. Esta última implicaba relaciones con el grupo hegemónico.
La historia prehispánica de los popolocas y sus relaciones se registran en diversas fuentes como códices, anales, crónicas, relaciones,
etcétera. En muchos de esos documentos se puede probar la existencia de élites regionales y la conformación de un poder sustentado en
alianzas matrimoniales, relaciones comerciales y en el control de los
caminos (Johnson, 1997: 233). Las rutas fueron políticas también porque se encontraban situadas estratégicamente para el comercio, la
comunicación y la guerra. Algunas de ellas actualmente coinciden con
carreteras como la Panamericana y la federal Tehuacán-Oaxaca. La
comparación de las diversas fuentes históricas que tratan sobre los
popolocas prueban la existencia de élites emparentadas que controlaban la región a través de alianzas.
Documentos como el Lienzo de Tlapiltepec muestran las relaciones
entre nobles y sus pueblos sujetos del norte de la Mixteca Alta, centrosur de Puebla y Guerrero.!2 Todos estos pueblos representados son
chocho-popoloca y, según el documento, el área coincide con la que
hemos llamado región popoloca (Johnson, 1997: 236). Como prueba
de la existencia de una región étnica y políticamente relacionada, aparecen las cabeceras de señoríos constituidos por relaciones de parentesco y alianzas matrimoniales. El Lienzo fue elaborado en la misma
región, lo que implica pensar que fue creado por grupos chocho-popoloca, es decir, sus habitantes representaron su ámbito de influencia en
términos geográficos y políticos. Considero que el Lienzo muestra la
visión que sus habitantes tenían de sí mismos, en oposición a otros
pobladores y otras regiones.
Otros documentos que prueban la existencia de relaciones políticas
y de parentesco entre los diversos señoríos chocho-popoloca son el
Lienzo de Coixtlahuaca, el Lienzo de Santiago Ihuitlan y el Mapa de
Tecamachalco (Lienzo Vischer 1).
La inestabilidad de la región en el Posclásico se debió a los conflictos interregionales -por ejemplo, entre Tepexi y Cuthá (Cossío, 1940)
y Tecamachalco y Cuauhtinchan (Martínez, 1994)- ya las invasiones
CAPÍTULO UNO
49
y conquistas de otros grupos que hicieron que los asentamientos
popolocas se edificaran en áreas estratégicas y bien protegidas, como
las cimas de los cerros, zonas de difícil acceso y cerca de afloramientos
de agua.
Los lugares donde se establecieron los asentamientos popolocas
-mesetas en lo alto de los cerros- son similares, así como los materiales y las técnicas utilizadas en la construcción. Las similitudes se
deben, en parte, al aprovechamiento de los recursos naturales característicos de la región, pero fundamentalmente al hecho de que los
diversos sitios popolocas estaban estrechamente vinculados, mantenían relaciones políticas, sociales y comerciales y, más aún, sus casas
parecían tener un origen común, es decir, compartían una misma historia que los distinguió de otros grupos y regiones de Mesoamérica.
El medio natural
Lo que denominamos región popoloca tiene características ecológicas
similares; geográficamente, el territorio en gran parte es semiárido y
tiene clima~que van de templado a cálido. En el siglo XVI,comprendía
el sur y centro del estado de Puebla, el norte del estado de Oaxaca (parte de lo que hoy se conoce como Mixteca Alta y Mixteca Baja) y el sur
del estado de Tlaxcala. A pesar de que el medio natural ha cambiado
por la deforestación, la erosión, el mal uso de agua y la caza excesiva,
en lo general, se puede decir que conserva ciertas similitudes con el
contexto geográfico que habitaron los popolocas precolombinos.
Orografía. La región popoloca se sitúa dentro de sistemas orográficos
importantes. Al norte se encuentra la cordillera Neovolcánica,13 formada principalmente por los volcanes Popocatépetl, Iztaccíhuatl,
Malinche y Pico de Orizaba o Citlaltépetl. Principalmente, La Malinche
sirve como límite natural. El suelo en la porción norte de la región popolo ca es calizo y existen abundantes yacimientos de mármol (INEGI,
1987: 838). El paisaje se rpatiza por la visibilidad de los cuatro volcanes.
Al este se localiza la franja serrana, que se forma entre el Pico de
Orizaba y el Cofre de Pero te, la Sierra Negra en los límites con Veracruz
50
LOS POPO LOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
y la Sierra de Tehuacán. Al sur se encuentra la Sierra Madre de Oaxaca,
con el nombre de Sierra Colorada, que recorre la depresión del Balsas
y los valles de Tehuacán y Tomellín para introducirse después en Oaxaca:,Al suroeste se eleva la Sierra Mixteca Baja o poblana, compuesta
principalmente por las Sierras de Zapotitlán y Atenahuacán (Los municipios de Puebla, 1988: 15).
Cruzan la región las Sierras del Tenzón y Acatlán con altitudes de
1780 metros, que tocan la zona de Tepexi de Rodríguez, caracterizada
por sus bajas colinas que forman pequeñas barrancas de superficie
seca y escarpada; los valles son angostos (Plan de desarrollo estatal de
Puebla 1983-1988: 354). Al sur se encuentra una área montañosa formada por una multitud de pequeños valles; hacia el suroeste las montañas son más pequeñas y el suelo es rocoso y árido. Los valles tienen
una altura 1500 metros y las montañas de 2500 metros (Winter, 1995:
203). Dentro de la región existen diversos valles: destacan los de Tepeaca- Tecamachalco, Tehuacán, Zapotitlán y Coixtlahuca. En el centro-sur,
los valles, a 2000 metros sobre el nivel del mar, tienen suelos propicios
para la agricultura y están separados por montañas que alcanzan altitudes de 2500 metros.
Hidrología. Dentro de la región se encuentra una de las vertientes
hidrológicas más importantes del país, localizada al centro-sur, que
inicia en los manantiales de Santa María del Monte para formar el río
Tehuacán; siguiendo de norte a sur, se le unen los ríos Chilac, Zapotitlán y Comulco, Petlapa y Rancho Cabras para crear el río Salado, que
más adelante recibe al río Hondo en el límite con el estado de Oaxaca;
posteriormente, se une al río Tonto y juntos cruzan la Sierra de Zongolica, para entrar al estado de Veracruz con el nombre de Papaloapan
(Los municipios de Puebla, 1988: 24).
En la actualidad varios de estos ríos no conservan el caudal que
seguramente tenían en la época de la conquista y en la Colonia. Las relaciones geográficas de los siglos XVlI-XIXmencionan que estos ríos eran
caudalosos, sobre todo los de Atzala y el Salado, en los cuales abundaban los peces (Flores cano, 1976: 173). Más al sur, en el norte de Oaxaca, las tierras son irrigadas por los ríos Tequila, Xiquila, Tepelmeme,
Blanco y San Pedro.
CAPfTULO UNO
51
En la zona sur de Puebla y norte de Oaxaca abundan los manantiales -en Tehuacán y el valle de Coixtlahuaca- y ojos de agua. También
hay lagunas con diversas especies de peces. Destacan la laguna de San
Bernardino y la Lagunilla en la cuenca del río Papaloapan. Varias descripciones -desde la conquista a la Colonia- dicen que existía una
importante cantidad de manantiales, sobre todo en el valle de Tehuacán (lbid.: 173).
En el límite oeste de la región popoloca se encuentra el río Atoyac.
Pasa por Tecali y más adelante recibe las aguas de los ríos Laxamilpa
(Tepexi) y Acatlán (Chiautla) para finalmente introducirse a Guerrero.
En la parte norte y noreste existe gran cantidad de arroyos intermitentes que provienen de las faldas de La Malinche y otros tantos que descienden de la cordillera de Monumento en Tecamachalco (INEGI, 1987:
838). También abundan depósitos lacustres y manantiales. Destacan las
lagunas de Alchichica, Aljojuca, Quecholac y San Felipe Xochitlán y el
río Almocoraza que nace en Ciudad Serdán (Chalchicomula).
Clima. La parte norte se carcateriza por los climas templados (subhúmedo) y semifríos, con lluvias en verano (límites con Tlaxcala, Tepeaca, Cauhtinchan, Nopaluca, Tecamachalco Tecali, etc.). En el siglo XVIII
se menciona que Tepeaca tenía un clima frío y seco; Tecamachalco era
considerado tierra caliente con "tierras de temperamento templado"
(Florescano, 1976: 172). En el centro (Tlacotepec, Tehuacán, Zapotitlán, etc.) el clima es semiseco y cálido, con la mayor sequía en el invierno y primavera. Las lluvias duran de julio a agosto (Fuentes, 1972:
60). Al sur (norte de OaxacaJ, el clima es templado-húmedo
con temperaturas muy bajas en invierno y cálidas en verano. Las lluvias son
poco frecuentes pero torrenciales cuando se presentan (Wence, 1997:
93). Al oeste (Tepexi, Coyotepec, Acatlán, etcétera), el clima es desértico extremoso, los suelos están en un proceso acelerado de erosión, por
lo que los terrenos cultivables escasean. Entre los siglos XVIII Y XIX se
menciona que Tepexi tenía un clima frío y Acatlán, por el contrario, era
muy cálido (Florescano, 1976: 115).
Flora. En el norte se aprecian algunos bosques y la flora característica
es el chaparral. Se encuentran árboles de huizache, mezquite, pirul,
52 LOSPOPOLOCASDE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
eucalipto, durazno, aguacate, etcétera, y una gran cantidad de arbustos. En esta zona destaca la presencia de maguey, nopal, tuna y pitahaya. En el centro de la región existe selva baja caducifolia integrada
de matorral, chaparral y mezquital; en el sur, selva baja en las sierras
de las laderas abruptas. La flora está compuesta por cactáceas de diferentes formas como candeleros, cardones, garambullo, quiotilla y la
biznaga, cactus columnares y gigantes y gran variedad de nopales.
También se pueden encontrar matorrales espinosos y leguminosas
bajas de hojas caducas, tales como el mezquite verde, el huizache y el
palo manteco. Los árboles que predominan son los cuajiotes, los copales, cuachalalte, el cazahuate y el pochote (Fuentes, 1972: 105). Destaca la presencia del izote e ixJli, aprovechados para uso textil, y la závila
(Carreño, 1989: 31-32). Más al sur, en Coixtlahuaca, existen manchones de morenas, palmas, laureles y madroños,
El oeste se caracteriza también por la selva baja, pero existen zonas
con bosques de encino (INEGI, 1987: 12). La vegetación está clasificada
como semidesértica, selva baja caducifolia secundaria y abundan,
sobre todo, los cactus, izote, agave, etcétera.
Fauna. Actualmente en el norte de la región la fauna es muy escasa.
Entre los animales silvestres que merodean en los cerros y montañas
sobresalen las tuzas, ratas, conejos, ardillas, coyotes y diversos tipos de
pájaros y reptiles. Se menciona que en la primera época de la Colonia
el área contaba con gran variedad de fauna donde abundaban los "leones", lobos, venados, ciervos, gamos, liebres, una gran variedad de
culebras, así como diversos tipos de peces en las lagunas (Acuña, 1984:
87-88).
En el centro, la fauna es escasa, encontrándose especies como la
rana, lagartijas, aves como el cojilote y mamíferos como la tayra y el
hurón (Carreña, 1989: 32). Al sur, la fauna incluye especies como el
conejo, liebre, tuza, tlacuache y, en menor cantidad, venado. Hay
variedad de víboras y alacranes (Wence, 1997: 93).
En la parte oeste de la región, la fauna es casi inexistente. No obstante, sobreviven iguanas, lagartos, conejos, coyotes, etc. En la época
prehispánica se reportaba la existencia de venados y tigres (Gorestein,
1973: 6).
CAPÍTULOUNO 53
suelos. Actualmente, la gran mayoría de los suelos de la región popoloca no es apta para la agricultura. Los más característicos son:
Al norte se encuentran suelos de buena calidad adecuados para la
agricultura, sobre todo aparecen en el valle de Tepeaca, que se extiende desde las faldas de La Malinche hasta Tecamachalco (Los municipios de Puebla, 1988: 893).
En el centro son extremadamente delgados, menores de diez centímetros de profundidad, debido a la geografía en que se encuentran:
pendientes abruptas que no permiten la acumulación de partículas.
Este tipo de suelos se ubica principalmente en Zapotitlán y en Filo de
Tierra Colorada.
En la misma área central se localizan las zonas de clima seco como
en la cuenca de Tehuacán y la franja que va desde Acatzingo de Hidalgo hasta el norte de Morelos Cañada, suelos con una capa superficial
de color pardo y con texturas medias fundamentalmente de origen
aluvial y residual. Cerca de la mitad de estos suelos está limitada por
una capa de caliche a menos de cincuenta centímetros de profundidad, mientras que el resto es de tierra profunda. En los alrededores de
Tlacotepec y al este de Coxcatlán los suelos son ácidos y poco apropiados para la agricultura (INEGI, 1987; 26-27).
Hacia el oeste la tierra es gris mayormente y en algunas partes roja;
el terreno se encuentra actualmente erosionado y en el presente la
actividad agrícola es escasa por la pobreza de las tierras. En el sitio de
Tepexi el Viejo el suelo es muy rocoso; hoyes seco y con precaria fertilidad. Existe documentación histórica que hace referencia a que en la
época prehispánica existían cultivos intensivos en tierras irrigadas,
principalmente de maíz, haba, cañas para flecha, tabaco, huautli, chile
y calabaza; era una zona próspera en épocas anteriores a la conquista
(Gorenstein, 1973: 7).
Recursos naturales. En el norte destaca la abundancia de minerales
como los metales (oro y plata), así como la abundancia de calizas. En
la zona centro-sur, área colindante con Oaxaca, hay importantes yacimientos de minerales y minas de ónix, mármol y salinas (Carreño,
1989: 28). Actualmente se explota sal en Huajuapan de León y Zapotitlán de las Salinas. Estrechamente vinculada a esta actividad se en-
54
CAPfTULO UNO
LOS POPO LOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
55
cuentra la elaboración de cerámica (García Samper, 1997: 77). Al oeste,
en la zona de Tepexi, hay yacimientos de calizas; en Tepeyahualco y
Ahuatempan abunda el sílice y el cuarzo. En la parte nororiental, en
Tecali, se encuentra el ónix y el mármol.
Destaca la presencia de materias primas como la palma en el valle
de Coixtlahuaca, Tepexi e Ixcaquixtla. Los suelos en el norte y centro
son apropiados para la elaboración de barro. La agricultura en los valles es productiva, sobre todo en los de Tepeaca, Nopaluca, Chalchicomula, Tehuacán y Coixtlahuaca. Se cultiva principalmente el maíz,
frijol, calabaza, chile, haba y, en menor proporción, legumbres (INEGI,
1987: 836).
El territorio y el medio natural
EL SEÑORÍO DE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
abunda el mezquital.
El territorio en la época prehispánica contaba con importantes recursos naturales: lagunas y manantiales y abundaban bosques y matorrales, así como tierras y valles propicios para la agricultura (Martínez,
1994: 166). En algunas partes del señorío, por la carencia de ríos y manantiales, se hacían jagüeyes ("balsas en la tierra" para almacenar agua
Comúnmente, se menciona a Tecamachalco-Quecholac
como dos señoríos distintos porque aparecen separados en las conquistas mexicas
y como tributarios de la Triple Alianza. Sin embargo, los datos históricos existentes indican que se trataba de una sola unidad política con
límites territoriales precisos y al momento de la conquista tenía un
solo gobernante (Gerhard, 1986: 289).
En época temprana de la Colonia, Quecholac fue separada de Tecamachalco y encomendada a los españoles Fernando y Pedro de Villanueva ([bid.: 257). El área ocupada por el antiguo señorío estaba
formada, principalmente, por los actuales municipios del estado de
Puebla: Aljojuca, Atzitzintla, San Andrés Chalchicomula, Esperanza,
General Felipe Ángeles, Guadalupe Victoria, Huiziltepec, La Fragua,
Palmar de Bravo, San Juan Atenco, Rafael Lara Grajales, San Nicolás de
Buenos Aires, San Salvador Huixcolatla, San Salvador el Seco, Tecamachalco, Tlacotepec de Benito Juárez, Quecholac, Tlachichuca, Tochtepec y Xochitlan Todos Santos. Parte de los municipios -también
poblanos- de Juan N. Méndez, Molcaxac, Tepeyahualco Cuauhtémoc,
Santo Tomás Hueyotlipan, Soltepec, Mazapiltepec, Tepeyahualco,
Morelos Cañada y Tepanco de López y Perote, en Veracruz (Martínez,
1994: 11).
La altitud de los poblados en el área ocupada por el antiguo señorío de
Tecamachalco-Quecholac
fluctúa entre 2000 (llanuras de Tecamachalca) Y 2800 metros sobre el nivel del mar. El territorio está compuesto
por profundas barrancas, cerros, lomeríos, llanuras altas, lagunas,
manantiales, valles fértiles y superficies variables; se ubica en el centro-oriente del estado de Puebla con un clima que va de fresco a templado, semiseco con lluvias en verano.
Dentro de la vegetación se encuentran algunos bosques secos de
encinos, sobre todo en el valle de San Andrés Chal chico mula (hoy
Ciudad Serdán) y en las montañas cercanas a San Salvador el Seco.
Más al sur, desde el valle de Tecamachalco hasta Tepanco de López,
de lluvia).
Orografía. En el área se encuentra una sierra formada por calizas muy
plegadas que constituyen el basamento sobre el que se levantan las
formaciones eruptivas del eje volcánico, que se extiende de noroeste a
sureste.
Al sureste se encuentra el valle de Tehuacán; al este se ubica la
Sierra de Tecamachalco; al norte, la Sierra de Xochiltepec, en cuyas elevaciones resalta el Cerro del Monumento o Cerro Grande, cuya altitud
es de 2340 metros sobre el nivel del mar; al noroeste se levanta la Sierra
de Tepeaca y al sureste, la Sierra del Tenzó. Hay una gran variedad de
roca volcánica que incluye caliche y travertino, así como yacimientos
de piedra caliza (Los municipios de Puebla, 1987: 13).
Hidrografía. Existe gran cantidad de arroyos que descienden de los
cerros y montañas, así como varias lagunas hacia el no ro riente, centro
y sur del área (Los municipios de Puebla, 1988). Existían alrededor de
56
LOS POPOLOCASDE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
siete lagunas entre las que destacan Aixoxouhcan, Tecuitlapa, Aztecac,
Alchichica, Tlacchac y Quecholac. (Martínez, 1994: 151). En el siglo XVII
se menciona que por Tecamachalco pasaba el río San José Iztapa (Florescano, 1976: 172) y el río Blanco Atlizac (Martínez, op. cit.: 166).
Clima. Semis eco y templado con estación seca en invierno y primavera. Cuenta con una extensión de lluvias que abarca la primavera, el
verano y mitad del otoño, así como una temporada seca entre el invierno y parte de la primavera. En el invierno a veces se presentan, a
consecuencia de los nortes del Golfo de México, días nublados con lloviznas. La variación de la temperatura es relativamente pequeña presentándose al final del otoño y principios de la primavera algunas
heladas. Los días más calurosos son en primavera, inmediatamente
antes de iniciarse la temporada de aguas. En esta época del año el
suelo reseco de la región favorece la producción de tolvaneras.
El periodo de lluvia comprende los meses de mayo a septiembre, Se
presentan algunas granizadas de uno a cuatro días al año, principalmente en la época de lluvia y muy esporádicamente
antes de éstas
(INEGI, 1987: 17).
Suelos, Tiene valles fértiles con suelos apropiados para la agricultura,
algunos de ellos de alta fertilidad. En los lugares donde se fundaron las
cabeceras (sitios arqueológicos) existen suelos muy ricos; por ejemplo,
uno de los suelos más fértiles del actual municipio de Tecamachalco se
localiza en el cerro de Techachales. En este sitio se encuentran las ruinas arqueológicas de la antigua cabecera del Cuauhtepec (Los municipios de Puebla, 1988: 839).
Flora. Existen árboles de huizache, mezquite, pirul, fresno, eucalipto,
capulín, durazno, zapote blanco, chabacano, tejocote y pera. Arbustos
como maguey de pulque, maguey de lechuguilla, órgano, nopal, izote,
espino blanco, pitahaya y uña de gato. Hierbas como acahual, acahualillo, árnica, botoncillo, campanilla, quiltoniles, abrojo, malva, maravilla, ojo de gallo, quelite cenizo, verdolaga, chipilín, nabo y coyotomate
(Los municipios
de Puebla, 1988: 839).
CAPÍTULOUNO 57
Fauna. La fauna original es muy escasa debido a que la mayoría de las
tierras ha sido incorporada al cultivo y con ello muchos animales han
huido a los cerros y montañas. A pesar de esto, existen animales silvestres como diferentes tipos de pájaros, ratas, tuzas, coyotes, conejos,
zorrillos, ardillas y varias clases de reptiles. En la Colonia, se registra
que la zona era muy rica y que contaba con gran variedad de especies
como lobos, venados y leones (Acuña, 1984: 87).
NOTAS
1 La arqueología
y la etnología hablan de regiones o áreas culturales y ponen
énfasis en ciertos rasgos culturales de determinados territorios, Para los biólogos son nichos ecológicos o ecosistemas, como el concepto principal para afirmar que un conjunto diverso y heterogéneo de seres vivientes coexisten y se
adaptan en un territorio, Los economistas dividen al país en regiones o formas
distinguibles de recursos y de población y su teoría de la localización explica las
relaciones entre población y recursos, entre las zonas rurales y urbanas. Los
planificadores parten de las regiones económicas para establecer sus niveles
diferenciados de desarrollo y buscar remedios a las desigualdades y definen las
regiones al futuro que supuestamente resultarían de la acción de organismos y
planes de desarrollo (De la Peña, 1991: 126-128).
Una de las definiciones más importantes en nuestro país ha sido la de
Bassols, que dice: "La región socio económica es producto de la historia social,
con base física y determinados recursos naturales, donde existe una estructura
socio económica y en la cual inciden las fuerzas sociales y políticas modeladoras del espacio" (Bassols, 1973).
2 El trabajo de MacNeish continúa siendo uno de los más completos y es punto
de arranque para cualquier investigación futura sobre la región; sin embargo,
los nuevos estudios reflejan problemas en la confiabilidad de los métodos de
registro del Proyecto Tehuacán. Los recorridos fueron realizados al azar y se
mapearon con cinta y brújula, así como también existen dificultades para
emplear la información proporcionada por MacNeish y su equipo, pues no se
ofrecen coordenadas de los sitios descritos y los mapas son de una escala
demasiado pequeña para que resulten útiles. En muchos casos los sitios no
están ubicados en su emplazamiento correcto, Los croquis también son aproximados e incluso imaginativos, esto al parecer se justifica porque se recorrió un
área muy grande en poco tiempo y con poca gente (Castellón, 1995: 26).
3 Actualmente,
se ubican en el estado de Oaxaca en una región formada por
trece municipios del distrito de Coixtlahuaca, Lingüísticamente está emparentado con el popoloca; la separación entre ambas lenguas surgió en el siglo XlI;
58
LOS POPOLOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
sin embargo, hay autores que afirman que no se trata de lenguas distintas sino
de variantes dialectales.
4 Los ixcatecos
viven en la comunidad de Santa María, al norte del estado de
Oaxaca. Este poblado se encuentra a veintiún kilómetros al noreste de
Coixtlahuaca. El ixcateco pertenece a la familia popoloca (Tovar y Bazúa, 1997:
98-99).
5 Los mazatecos
habitan actualmente la parte septentrional del estado de
Oaxaca; sus tierras son irrigadas por el río Papaloapan y pertenecen a la familia
lingüística popoloca (Vázquez Mendoza, 1982: 2).
6 Alfonso Caso (1977: 79) menciona esta frontera cuando se refiere a la Mixteca
Baja o Ñuiñe, y dice que iba desde los límites con los popolocas de Puebla hasta
con los popolocas de Oaxaca, que llegaban hasta Silacayoapan.
7 La Mixteca Alta se localiza al norte de estado de Oaxaca. Es una región montañosa formada por multitud de pequeños valles y se divide a su vez en dos
subregiones: la Mixteca Alta propiamente dicha y la zona chuchona (tocuijñuhu o tocuijnudzyuzJ que era una zona habitada por grupos chocho-popoloca
(González Licon, 1990; 146).
8 Mixteca Baja (Nuniñe o Ñuiñe tierra caliente) se sitúa en el oeste y noreste de
Oaxaca y se extiende hacia la parte este del actual estado de Guerrero y hacia la
parte sur del estado de Puebla (González Licón, 1990; 146).
9 Se mencionan
otros sitios fortificados como Sansuantzi, cerro del Xantil,
Ramales y el de Chichintepec (Seler 1960 y Jacklein 1978A).
10 Jacklein (1978A: 104)) menciona que algunos caciques de Tepexi, en 1520, disponían de macehuales de diferentes grupos étnicos (popolocas, mixtecos y
mexicanos) como trabajadores por tiempo determinado.
11 Nicholas Johnson (1997: 236) menciona
otros sitios fortificados en la región
popoloca como Castillo Rinconada y Coatepec. Jacklein (1978A) señala la existencia de otro sitio fortificado muy cerca de Tepexi el Viejo, llamado Ramales.
12 Se trata de una cartografía histórica hecha después de 1521 y probablemente
antes del final del siglo XVIque representa a Coixtlahuaca y sus pueblos sujetos,
así como con los que mantenía relaciones (Johnson, 1997: 236).
13 La Cordillera Neovolcánica dentro del territorio poblano recibe varios nombres: Sierra Nevada, Serranía de los Frailes, Tenixco, Amozoc, Tepeaca y Soltepec (Los municipios de Puebla, 1988: 15).
CAPÍTULO
L
n. ARQUEOLOGÍA
DE LA REGIO N POPOLOCA
ASINVESTIGACIONES ARQUEOLÓGICAS REALIZADASEN EL CENTRO Y
sur del estado de Puebla y norte de Oaxaca han sido escasas; la
mayoría de las referencias proviene de reportes, inspecciones y rescates accidentales. Sin embargo, la información obtenida ha sido valiosa.
Aunque el interés de la arqueología mexicana por este tipo de regiones
ha estado condicionado por las acciones de la política nacional, que se
han enfocado principalmente a los sitios monumentales de dos áreas:
el centro de México y el área maya.
La importancia histórico-cultural de la región popoloca se observa
en los resultados de las investigaciones y en su privilegiada ubicación
geográfica, ya que esta zona estaba en medio de dos importantes tradiciones culturales: el Altiplano central y Oaxaca. La arqueología ha
dejado grandes huecos en el estudio de la sociedad prehispánica que
es importante llenar para comprender la dinámica histórico-cultural
de Mesoamérica; de allí el interés por realizar investigaciones sobre
regiones intermedias, ya que gracias a ellas se cubrirían incógnitas y se
impulsarían los estudios regionales, claves para entender el origen y
evolución de rasgos culturales, así como los movimientos sociales y
étnicos en toda Mesoamérica.
Particularmente, la región centro y sur de Puebla resulta interesante por su relación con la Mixteca y el origen y difusión de un estilo que
dominó y rebasó las fronteras de Mesoamérica: el Mixteco-Puebla, del '
CUalse conoce muy poco. Este estilo parece tener mucha conexión con
esta región, en donde coexistieron diversos grupos. Problemas vincu59
60
LOS POPO LOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
lados a las culturas zapoteca, mixteca y popoloca y sus relaciones con
la olmeca, teotihuacana y mexica pueden ser abordados y resueltos
• mediante su estudio. Hace años estudiosos de Mesoamérica ya intuían
la importancia de esta zona. Seler (1960) y Krickeberg (1956), por ejemplo, señalaban que el centro espiritual del mundo preazteca se encon\ traba en el sur del estado de Puebla.
Los resultados de las investigaciones efectuadas en la región se hallan dispersos; pocos han sido los intentos por analizar y comparar los
datos. Éste es uno de los grandes problemas a los que se ha enfrentado
la arqueología de la región. Ello también ha sido dificultado por la
diversidad de tipologías dadas a las cerámicas que existen. Cada proyecto ha iniciado una nueva, con nombres y cronologías diferentes.
Pese a lo antes expuesto, los datos obtenidos proporcionan información muy rica sobre la población en estudio -los popal ocas- y el
papel de su región en el ámbito mesoamericano. Muchos aspectos de
la sociedad y cultura de este controvertido grupo pueden ser expuestos a la luz, así como nuevos planteamientos, si se realizan investigaciones arqueológicas comparativas.
Los trabajos aislados sólo aportan información parcial y a veces
confusa. El presente capítulo es un intento que pretende hacer una
síntesis y un análisis de la "arqueología popoloca".
LASINVESTIGACIONESARQUEOLÓGICAS
Aunque la región ocupada por los popolocas comenzó a ser estudiada
a inicios del siglo pasado, se tienen ya algunas noticias de sitios arqueológicos popolocas desde principios del siglo XIX -ya en 1807 Dupaix
refiere y describe el sitio de Tepexi el Viejo.
Tepexi el Viejo es cabecera de uno de los señoríos popolocas más
importantes. Se localiza en el área denominada como la Mixteca, que
comprende el sur del estado de Puebla y gran parte del estado de
Oaxaca. El área está dividida en tres grandes regiones fisiográficas: la
Mixteca Alta -situada
en la parte central-, la Mixteca Baja -en el
norte y oeste- y la Mixteca de la Costa -en el sur (Dalhgren, 1990: 1517).1
CAPÍTULO DOS
61
Los primeros trabajos fueron realizados por el doctor Nicolás León
en el año de 1905, quien hizo un recorrido por el centro y sur del estado de Puebla describiendo por primera vez las costumbres de este
grupO indígena. Reunió antecedentes históricos, investigó sus sitios
arqueológicos, hizo algunas observaciones físicas y reunió un vocabulario popoloca con cerca de 2000 palabras. En sus conclusiones, consideró que popolocas, chuchones y mixtecos pertenecían a la misma
familia étnica y que el término popoloca caracterizaba el estado social
en que los mexicas los encontraron. Según León, eran pueblos con cultura muy inferior a la mexica (León: 1991: 6-16).
Palacios (1917: 382), por su parte, menciona restos de un calendario en piedra de Tepexi el Viejo y sugiere que haya sido parecido alllamado calendario azteca. Enrique Meyer en 1923 recorre el distrito de
Tepeaca y explora dos tumbas prehispánicas de Oztotipac, de las que
presenta un croquis y cinco fotografías. En 1932 se efectúan algunas
inspecciones arqueológicas en la zona de Tepeaca, a cargo del maestro
Miguel Sarmiento, quien describió un probable sitio arqueológico. En
ese mismo año, Enrique Palacios recorrió exhaustivamente el área de
Tepeaca hasta Cholula, logrando identificar numerosos sitios y yacimientos de materias primas.
En 1936, Noguera (1940: 306-319) realizó un rescate arqueológico
en las inmediaciones de Tehuacán donde encontró dos tumbas del estilo constructivo zapoteco, con ofrendas que contenían cerámica, jade,
obsidiana, concha y madera. Las características de la cerámica eran de
estilo teotihuacano y zapoteco, por lo que dedujo que la zona representaba la frontera de ambas culturas. Sin embargo, la excavación de
más de 10 pozos estratigráficos en la zona dejó ver que se trataba de
.J
ocupación zapoteca del Preclásico Tardío y Clásico Temprano.
En 1938, Francisco Hernández informa sobre la localización de unaestructura piramidal en Santo Hombre, perteneciente al municipio de
Tlacotepec de Juárez. Agustín Delgado, acompañado por Cossío, en
1940 recorre un sitio arqueológico popoloca del sur de Puebla conocido con el nombre de Cuthá, ubicado a setenta kilómetros de la ciudad
de Tehuacán. Este sitio fue cabecera de uno de los señoríos popolocas
más importantes de ese grupo, así lo señalan las fuentes. Cuthá controlaba los recursos naturales del valle de Zapotitlán, principalmente
62
LOS POPO LOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
la explotación de las salinas y la fabricación de cerámica (BIas Castellón, 1993).
Ese mismo año, Cossío publica su trabajo La zona arqueológica de
Cuthá Zapotitlán de las Salinas Puebla, México, en donde aporta datos
históricos, tradiciones locales y una descripción de materiales encontrados en el lugar. Presenta fotografías del sitio en las cuales se obserde
va la influencia de la región de Oaxaca en las representaciones
personajes de barro. También se muestran dos fotografías de una gran
tumba que dan cuenta de su estado de conservación en esa época.
Noguera continuó sus recorridos en el estado, localizando asentamientos de diversa índole, como es el caso de Barranca del Águila, próxima a la población de San Hipólito Xochiltenango, sitio ubicado en el
Preclásico Inferior, que aportan materiales básicos de ese tiempo. El
mismo investigador descubrió y exploró someramente un centro ceremonial en Calipan, Tehuacán, con ocupación en el Preclásico Superior
y el Clásico Temprano.
En 1944, el doctor Enrique Meyer rastreó las inmediaciones de
Tepeaca con la finalidad de reconocer los restos de la original Tepeaca,
cerca de Oztotipac, identificando un sitio interesante, pero sin poder
afirmar que se trataba del buscado. Mucho tiempo antes le había precedido en estas labores el padre Ezequiel Ruiz, cura de Tepeaca, quien
en sus constantes salidas a los pueblos logró reunir una impresionante colección de piezas arqueológicas, las cuales actualmente componen las colecciones exhibidas del Museo Regional de Antropología.
Con el fin de obtener nuevos datos y corroborar las diferentes fuentes, Eduardo Noguera practicó excavaciones en un sitio inmediato a la
actual Tepeaca, proponiendo que se trataba del asentamiento original
destruido por los españoles en 1519. El mismo maestro extendió su investigación a las cercanías de San Hipólito Xochiltenango -en donde
ya antes había trabajado-,
en la Barranca del Águila, cuyas paredes
verticales tienen cavidades en forma de tinajas que fueron utilizadas
como tumbas en los inicios del horizonte Clásico.
En 1949, Jorge Obregón de la Parra, investigador del Instituto Nacional de Antropología e Historia, visitó el sitio popoloca de Tepexi el Viejo y escribió un reporte sobre las condiciones del mismo. Describió
algunos materiales arqueológicos del área y el sitio fortificado con pla-
CAPÍTULO DOS
63
za,S gran cantidad de habitaciones, montículos piramidales y la presencía de un centro ceremonial. Reportó la existencia de cerámica similar
a la de Cholula, Acatlán e Iztocán.
Pedro Armillas describió, en 1951, a Tepexi como una fortaleza en
un sitio en lo alto de una serranía. En 1953, Carmen Cook caracterizó a
Tepexi como una fortaleza y realizó una descripción de un palacio,
mencionando que hay una continuidad de edificios. Notó que la cerámica del sitio era del siglo XII. Como resultado de sus investigaciones
en la región popoloca (1953), designó a la parte norte de San Juan
Ixcaquixtla como el lugar en donde se producía la cerámica Anaranjado Delgado, e identificó a los popolocas como los productores de
ésta, yno sólo les atribuyó su manufactura sino que también los reconoció como los principales distribuidores en Mesoamérica, por lo que
la autora propone llamarle a este tipo cerámico Anaranjado Popoloca.
Cook de Leonard argumentó que las posibles rutas por donde llegó
dicha cerámica a Teotihuacán fue la de Calpulalpan- Tlaxcala y planteó
que los popolocas se establecieron en la ciudad junto con sus mujeres
y formaron verdaderas colonias. Asimismo, insinuó que, probablemente, la población dominante de Teotihuacán fue popoloca (Cook de
Leonard, 1953).
Dos años antes, en 1951, la autora arriba citada efectuó una visita
corta a Cuthá con objeto de conseguir información de la cultura popolo ca en diversas épocas (Cook de Leonard, 1953). En su descripción
no se incluyen fotos ni planos del sitio pero se menciona la tumba cruciforme, el acceso tradicional al sitio, su composición arquitectónica y
elementos característicos del lugar.
Como resultado de su estudio, Cook de Leonard concluyó que la
importancia del sitio pudo deberse al control de la sal. Paralelamente,
apoyó la posibilidad de que sus habitantes hayan sido nonoa!cas con
influencia tolteca.
MacNeish visitó Cuthá en 1965, como parte del reconocimiento del
Proyecto Tehuacán. El autor reconoció que su descripción sobre el
sitio era muy general y que obtuvo poca información. Presentó un
mapa esquemático del sitio, bastante ilustrativo sobre la complejidad
del mismo, al cual consideró como "una pequeña ciudad fortificada"
en la cima de un cerro. Ubicó el surgimiento del sitio en la fase Venta
64
CAPÍTULO DOS
LOS POPOLOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
Salada (700-1150 d. C.), es decir, del Clásico Tardío al Pos clásico Temprano y tal vez era el único sitio de este tipo en la fase correspondiente. En la descripción del asentamiento se mencionan características
arquitectónicas peculiares como escalinatas monumentales, dos juegos de pelota y casas con cuartos múltiples que tal vez fueron áreas
con especialistas de tiempo completo que formaron auténticos
barrios. En 1960 José Paredes Colín escribe un libro denominado El ex
distrito de Tehuaeán, que trata sobre la historia del lugar y hace referencia al sitio arqueológico de Tehuacán Viejo.
Tres años antes de su visita a Cuthá, en 1962, Richard MacNeish,
convencido de haber encontrado la región ideal para reconstruir el
origen del maíz domesticado, inició los trabajos de investigación en el
valle de Tehuacán,2 zona estrecha y desértica situada en las montañas,
en las fronteras de los estados de Puebla y Oaxaca, con el fin de buscar
los orígenes de la agricultura en Mesoamérica. Este proyecto interdisciplinario fue auspiciado por la National Science Foundation y la
Fundación Robert S. Peabod, e incluyó también estudios de zoología,
geografía, geología, ecología, genética, etnología y otras disciplinas
(MacNeish, 1967: 3-13). El objetivo principal del proyecto fue descubrir los procesos y causas que llevaron al surgimiento de las primeras
civilizaciones. La instauración se centró en la ubicación del área donde
estuvieron representados, desde tiempos muy antiguos, restos botánicos domesticados y asentamientos del tiempo de la conquista.
Los sitios localizados en la región fueron 329 y los trabajos se concentraron en doce sitios. De la investigación de éstos se estableció una
serie de fases de desarrollo para la región. De acuerdo con los resultados de las investigaciones de MacNeish, dichas fases muestran el desarrollo cultural del valle e indican la forma en que los antepasados de
los popolocas llegan al área entre los años 7000 y el 5000 a. C. y cómo
estos grupos hacia el año 4000 a. C. se empiezan a dividir en importantes grupos lingüísticos como los zapotecas, mixtecos, popal ocas,
etcétera. Hacia el año 1200 a. C. el área es sometida por la influencia
olmeca y entre los años 200 d. C. y 700 d. C. Tehuacán depende de
Monte Albán; después del año 700 d. C. es conquistado por los mixtecos y un poco antes de la conquista española los popolocas son sometidos por los aztecas.
Entre los aspectos más importantes
65
que arrojaron dichas investiga-
cíones están:
a) Información otorgada sobre la alimentación;
b) Inicio de la domesticación de plantas, en particular del maíz;
e) Transición de un modo de vida nómada al sedentario;
áJ Presencia de gran obra hidráulica desde épocas muy tempranas;
/J Existencia de un complejo y amplio sistema de riego (García Cook
y Merino, 1989B: 7-8).
En julio de 1971, el arqueólogo Edward Sisson continúa con el proyecto botánico mencionado, pero esta vez en el sitio de Coxcatlán. Éste
pretendía entender la evolución de la sociedad estatal como forma particular de adaptación social (Sisson, 1973:1). Como resultado de dicha
investigación se realizaron muestreos y mapas del sitio y lugares aledaños; el interés se enfocó en la distribución de bienes autóctonos porque
se asumió que las clases de mayor rango tenderían a monopolizar las
vasijas importadas. Se demostró que hacia el centro se concentra un
mayor porcentaje de bienes exóticos y en esta parte es donde las residencias tienen mayor tamaño; por el contrario, entre más se alejan del
centro las residencias, menor proporción de bienes importados asociados a ellas existe, lo que hace suponer que el control de bienes lo manejó la élite en el centro del sitio (Sisson, 1973: 69-70). En este mismo
proyecto se reveló información sobre elementos constructivos y su
especialidad en producción de cerámica y sal; mostró la importancia
económica de Coxcatlán en el valle, así como un nivel de especialización que indica una organización social en el ámbito de control estatal
(Sisson 1973: 69-70).
En la misma década, la Robert S. Peabody Foundation y el University of Michigan Museum of Anthropology, apoyados por la National
Science Foundation, otorgaron fondos a un proyecto que dio continuidad a las investigaciones de la década anterior. Robert Drennan,
junto con algunos colaboradores como John Alden, J. Nowack Charles
Spencer y EIsa Redmond, emprendió el "Proyecto Palo Blanco", un
estudio de los sitios del Preclásico Tardío en el valle de Tehuacán. El
objetivo fue la verificación de los modelos que explican el surgimiento
de las sociedades complejas a través del estudio del desarrollo de los
asentimientos del valle. Los asentamientos, aunque presentaron ca-
66
LOS POPO LOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
racterísticas de cierta complejidad, nunca llegaron al nivel de la estratificación social, nucleación y centralización del poder como sus vecinos de tierras altas. El sitio de Quachilco surgió como centro urbano,
después decae y surgen otros centros del mismo tamaño en áreas circundantes que dejan de crecer al llegar a la fase Palo Blanco sin presentar algún cambio posterior (Drennan, 1977: 1978).
En 1965, paralelamente a la investigación en el valle de Tehuacán,
se realiza el primer proyecto de investigación arqueológico a cargo de
la arqueóloga Shirley Gorenstein en Tepexi el Viejo, uno de los sitios
más importantes habitados por los popolocas, teniendo como principal objetivo el estudio del desarrollo de la civilización en esa área. Las
excavaciones en Tepexi indicaron que en la región hubo ocupación en
el Preclásico y el Clásico; sin embargo, el sitio fortificado de Tepexi es
fundado en el Posclásico.
Gorenstein (1965) concluyó que la cerámica muestra que el sitio
fortificado de Tepexi fue construido en el Posclásico. Allí, encontró tres
fases de desarrollo: Toyna (tardío), Xaqua (medio) y Huichi (temprano). Según la autora, las cerámicas policromas de Tepexi tienen gran
relación con las de Tlanhualpa, Thxpilla, Tihuatlán y Tabuco en el Totonacapan. Por otra parte, según Jiménez Moreno (1966: 14), tanto el
estilo de Tepexi como el de Tehuacán tienen relaciones con el Trapiche,
Cempoala, Mixtequilla, Tuxtlas y Cerro de las Mesas.
Como parte de las actividades de investigación realizadas por la
Fundación Alemana para la Investigación Científica en Puebla-Tlaxcala, en 1974 se inicia el Proyecto Arqueológico Cuauhtinchan, a cargo
del arqueólogo Patricio Dávila. El trabajo abarcó la región central del
estado de Puebla y sus límites colindan con los del proyecto de Tehuacán realizado, por MacNeish, en 1964.
El área del Proyecto Cuauhtinchan3 abarcó 1200 kilómetros cuadrados entre las coordenadas 97°44': 98° 06' Y 18°44': 19°00', comprendiendo la porción sudeste de la asignada a la Fundación Alemana para
la Investigación Científica (FAIC). Arqueológicamente, limita al norte
con las investigaciones del Proyecto Arqueológico Puebla- Tlaxcala y al
noreste con el Proyecto Amalucan, siendo áreas inexploradas la porción oeste, este y sur.4 Cincuenta kilómetros al sudeste, se encuentra
en el área ampliamente trabajada del Proyecto Tehuacán.
CAPÍTULO DOS
67
LoS investigadores del proyecto decidieron establecer una "secuencía cultural" particular para dicha área, ya que consideraron conveniente no empezar a encajonar culturalmente la región en la secuencia
tradicional de Mesoamérica, y adaptaron a esta secuencia cultural
algunas características de las de Tehuacán (MacNeish, 1964) y la propuesta para Tlaxcala (García Cook, 1973).
El proyecto registró un total de 162 sitios arqueológicos. Esto da una
idea de la densa población del área en la época prehispánica. Los nombres de las fases fueron puestos de acuerdo con el pueblo más cercano
o, en su caso, según los nombres de los sitios. La secuencia abarca
desde el sedentarismo (antes de 1000 a. C.) hasta la Colonia (s. XVIII)
(Dávila, 1976: 86).
En el Preclásico o Formativo, los autores ubican las fases Huizcolotia, Ometepec, Tochtepec, Xochiltenango, Alhuelica, Tepeyahua!co y
Apapasco. La mayor parte de los sitios se localiza en la franja norte y
mitad este del área, presentándose con notable escasez hacia el sudoeste (río Atoyac); los asentamientos se ubican en las laderas bajas.
En 1978, el sitio arqueológico de Tepexi el Viejo es nuevamente
escenario de una investigación arqueológica realizada por el INAH.
Estos trabajos se plasmaron en la tesis profesional del arqueólogo
Eduardo Merlo. Los resultados de este estudioso fueron similares a los
que en 1973 había publicado Shirley Gorenstein como conclusión del
proyecto "Tepexi el Viejo. Un sitio posc1ásico fortificado en la región de
la Mixteca-Puebla, México".
En 1986, se explora la Cueva de Santa Ana Teloxtoc (Vargas ed.
1989), en el valle de Zapotitlán. Los investigadores del INAH de Puebla
y de la UNAM encuentran ofrendas con máscaras de madera e incrustaciones de piedra bien trabajada y concluyen que fue ocupada en
diferentes épocas. Como el área fue habitada en tiempos prehispánicos por los popolocas, se piensa que se trata de actividades realizadas
Por este grupo.
Como resultado del interés por conocer el desarrollo histórico-cultural del sur del actual estado de Puebla, en el año de 1984 el INAH inició un proyecto de investigación en el sudoeste del estado, el cual
estuvo dirigido por el arqueólogo Ángel García Cook. El interés por
investigar la región del sudoeste de Puebla en este proyecto fue poder
68
LOS POPOLOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
conectar los datos de Tlaxcala con los de la cuenca media del Balsas, la
región oaxaqueña -del noroeste- y en parte el valle de Morelos. La
razón de haber escogido como área de estudio el sudoeste de Puebla
se debió al desconocimiento
del comportamiento
cultural de esta
región en la época prehispánica, ya que es muy importante para el
entendimiento de la dinámica socio-cultural de Mesoamérica, porque
constituyó una frontera entre grupos mixtecos y nahuas en el siglo XVI,
así como una ruta de comunicación e intercambio (García Cook y
Merino, 1989A: 94-96).
En los trabajos se exploraron 210 asentamientos. Once sitios corresponden a ocupaciones temporales de grupos nómadas; seis a ocupación Preclásica (Medio y Tardío); once al Protoc!ásico y Clásico (300 a.
C. a 200 d. C.); veintidós al Clásico; cuarenta al Clásico Tardío y Posclásico Temprano (600 al 1000 d. C.);5 dieciocho sitios al Posclásico Tardío
y veintiocho aldeas dispersas chicas corresponden también al Posclásico (Cook y Merino, 1989A: 105-107).
En 1989, el sitio arqueológico de Cuthá fue nuevamente visitado por
Fernando Cortés, arqueólogo del Centro Regional Puebla del INAH,
quien recolectó material cerámico, ubicando al sitio en la fase Venta
Salada Temprano de MacNeish, y encontró cerámica del tipo Texcoco
que caracteriza las etapas tardías de esta fase. También efectuó varios
recorridos por el valle de Zapotitlán, con el propósito de incluir los
sitios localizados para el Atlas Arqueológico de la zona (encuentra más
de veinte sitios), en los municipios de Juan N. Méndez y cerca de los
poblados de Santa Ana Texoloc y Zapotitlán (Brasdefer, 1997: 11-14).
En el mismo año, Evelyn Rattray, Consuelo Quintana y Alejandro
Sarabia realizaron un proyecto de investigación sobre el origen y producción de la cerámica Anaranjado delgado en la región de Tepexi de
Rodríguez. Los estudios sobre el origen de esta importante cerámica
en la época teotihuacana son variados y controvertidos; investigadores
como Armillas (1944), Cook de Leonard (1953), Álvarez de la Cadena
(1976), Sotomayor, Harbottle (1976), Abascal (1974) y Kolb (1974) proponen como lugares de origen Acatlán, Ixcaquixtla, sur de Puebla y
norte de Guerrero, Oaxaca y la desembocadura del Coatzacoa!cos.
En este mismo año, el arqueólogo Gerardo Zepeda, entonces investigador del Centro Regional Puebla del INAH, inició trabajos de investi-
CAPÍTULO DOS
69
gación en el sitio de Tehuacán Viejo. El proyecto fue llamado "la Ciudad del Sol"; se hicieron trabajos de limpieza del sitio y se realizaron
algunas excavaciones. Sobre estas investigaciones no se tienen resultados ni informes (Zepeda 1989, comunicación personal).
El INAH en ese año inició un nuevo proyecto de investigación
arqueológica en el sitio de Tepexi el Viejo a cargo de la arqueóloga
Noemí Castillo. En esa primera temporada se realizaron recorridos de
superficie (Noemí Castillo y Alfredo Dumáine, 1989). Entre los años de
1990 y 1992, los investigadores mencionados continuaron con dicho
proyecto. Esta segunda temporada consistió en realizar trabajos de
exploración y mantenimiento.
En el año de 1991, el arqueólogo Eduard Sisson emprendió el proyecto denominado "Tehuacán Viejo" en el sitio Posclásico del mismo
nombre. El objetivo de esta investigación fue el mismo que el de su trabajo en Coxcatlán, de tal modo que se obtuviera una comparación de
las "ciudades-estado" del valle con la finalidad de conocer su desarrollo y organización socio-política (Sisson, 1991).
El sitio denominado "Tehuacán Viejo", nombre dado al asentamiento prehispánico cuya población fundaría la actual ciudad de Tehuacán,
está formado por dos partes distintas en espacio y tiempo: La "Mesa",
ubicada sobre una meseta y ocupada en el Preclásico Tardío, Clásico
Temprano y Posclásico Tardío, y Calcahualco, con ocupación correspondiente al Colonial Temprano; este último sitio se localiza en las faldas de dicha elevación (Sisson, 1991: 1).
En las excavaciones realizadas por Sisson apareció una pintura
mural con representaciones de nueve escudos de guerra cuyo estilo se
asocia con los códices del grupo Borgia, ya que la iconografía está relacionada con Xipe Totec, Tezcatlipoca, Tepeyóllotl, Atl-tlachinolli y tal
vez Camaxtli o Huitzilopochtli; bandas en las jambas representan los
niveles del cielo (Sisson y Márquez, 1993). Al final de esta primera temporada se obtuvo un croquis del sitio, elaborado por Thomas Lily, estudiante de la Universidad de Mississippi, y también la identificación de
algunos materiales cerámicos importados (Márquez, 1994: 13).
En 1993, Sisson inició y terminó una tercera temporada para continuar con la delimitación topográfica del sitio y el análisis cerámico.
Paralelamente, la arqueóloga Noemí Castillo, del Centro de Estudios
70
CAPfTULO DOS
LOS POPOLOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
Arqueológicos del INAH, inició un proyecto de restauración y consolidación de tres altares y dos estructuras piramidales con adosamientos
en la sección sur de Tehuacán Viejo.
Los resultados a los que llegó Sisson y su equipo fueron que la ocupación de la Mesa ocurrió en el Preclásico Tardío (fase Santa María
Tardío 500-150 a. C.). El sitio fue abandonado en el Clásico Tardío y el
Posclásico Temprano. Durante el Pos clásico Tardío es reocupado (Márquez, 1994:13-14).
En 1992, la arqueóloga Noemí Castillo emprende un proyecto de
investigación arqueológica -incluye trabajos de exploración y mantenimientoen el sitio de Tehuacán Viejo (Cerro Colorado).
En 1993, como parte de los trabajos del proyecto de investigación
"Sur del estado de Puebla, área central popoloca" del INAH, se inició un
estudio arqueológico en el sitio de Cuthá, a cargo del arqueólogo Bias
Castellón Huerta. Dichos trabajos constituyeron el primer acercamiento sistemático al sitio, ya que anteriormente sólo se habían realizado descripciones generales que no daban cuenta de su complejidad.
Castellón (1993) señala que el objetivo principal de estas investigaciones fue contribuir al entendimiento de la arqueología en la región
popoloca, muy poco conocida, ya que la gran mayoría de informes que
se tiene procede del sitio de Tepexi el Viejo, a 80 kilómetros al noroeste de Cuthá. Dentro de los objetivos particulares de esta primera temporada estuvieron: a) la limpieza del sitio, b) el levantamiento
topográfico y mapeo y e) la prospeLción arqueológica con la finalidad
de definir el tipo de asentamiento, su función y temporalidad (Castellón, 1993: 1).
Las últimas investigaciones realizadas en el norte de la región popoloca fueron las del "Proyecto Acatzingo- Tepeaca", de la Universidad de
Pensilvania. Dicho proyecto abarcó una área de 520 kilómetros y se
localizaron 1200 sitios arqueológicos. Dentro de sus objetivos estaban:
a) realizar comparaciones
con otras regiones cercanas, b) entender el
desarrollo de las sociedades complejas en el Formativo, c) observar la
influencia teotihuacana en la zona, áJ investigar el desarrollo de los
tlatocayotl en el Posclásico. Los resultados no han sido publicados.
Un estilo arqueológico que parece ser afín a lo observado en Cuthá
es el llamado Ñuiñe, identificado en la Mixteca Baja por Paddock
71
(1966). Este autor menciona a Cuthá como un caso del surgimiento de
la arquitectura urbana temprana en la región de la Mixteca Baja, junto
con otros asentamientos relativamente cercanos como Diquiyú, Quiotepec, Calipan, Venta Salada, Silacayoapan, etcétera.
Entre los elementos arquitectónicos que Cuthá parece compartir
con la Mixteca están las plataformas habitacionales formadas por altos
muros verticales hechos de bloques grandes y bien cortados de piedra
caliza. Este rasgo está también presente en los sitios de la Mixteca Alta,
como Yucuñudahui y Yucuita (Spores, 1969: Plunket, 1983). Este tipo
de plataformas se señalan como rasgo característico de la arquitectura
urbana de la época (Fase Ramos 500-600 d. C.) en la Mixteca Alta
(Fernández, 1984: 29). Lo mismo se puede señalar de la presencia de
una tumba cruciforme que guarda notables semejanzas con las del
valle de Oaxaca en la época de Monte Albán III.
Las investigaciones arqueológicas en la región popoloca no han sido
muchas y la gran mayoría se ha realizado de manera accidental, circunstancial y aislada; sin embargo, en estas últimas décadas el interés
por el área se ha incrementado, de manera que la concepción sobre los
grupos que la habitaron cambia. Asimismo, se han recuperado datos
muy valiosos, información que, junto con las investigaciones lingüísticas, etnohistóricas y etnológicas, nos permite hablar de la región popoloca como una región político-cultural.6 Una situación lamentable es
que en Tecamachalco-Quecholac
no se han realizado investigaciones
arqueológicas de ningún tipo y los sitios están siendo destruidos y con
ello páginas irrecuperables de la historia de los popolocas.
LOSPOPOLOCASARQUEOLÓGICOS
En la actualidad, es diofícilhablar sobre los popolocas arqueológicos, ya
que los trabajos sobre este controvertido grupo son escasos y poco
precisos. Se han realizado investigaciones en el área ocupada, pero con
objetivos diversos que no tocan específicamente el análisis de la
"arqueología de los popolocas".
Las tradiciones culturales definidas para Mesoamérica se relacionan con ciertas etnias o grupos, pero en el caso de los popolocas la
72
LOS POPO LOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
información más abundante es la que nos proporcionan la etnohistoria y,recientemente, la lingüística. Sobre las características arqueológicas de estos grupos se sabe poco. Las investigaciones o datos se hallan
aislados y dispersos, por lo que se necesita realizar una síntesis de toda
esta información y un análisis de la misma. La arqueología mexicana
ha sido injusta con estos grupos, ya que la gran mayoría de hallazgos
arqueológicos realizados en la región popoloca se han tratado de explicar a partir de la influencia de otras tradiciones y por la presencia de
otros grupos mesoamericanos que llegaron en diferentes periodos o,
en el peor de los casos, cuando se hallan manifestaciones que no
logran insertarse en las tradiciones culturales ya definidas no se habla
o se responsabiliza a ningún grupo concreto y aparecen como desconocidos o como incógnitas para la historia prehispánica.
La arqueología es una disciplina que basa su estudio en los restos
materiales dejados por el hombre en el pasado para reconstruir su cultura, su sociedad y su historia. Por ello, ésta ha necesitado la ayuda de
muchas otras ciencias, como la biología, la geología, la física, la historia, etcétera. Fundamentalmente, hoy se ha reconocido la importancia
que tiene la etnografía y la etnohistoria como apoyo para enriquecer el
estudio del pasado.
La posición que veía a los pueblos indios actuales como remanentes o supervivencias de las sociedades mesoamericanas, particularmente importantes cuando se advertía una ocupación continua en el
mismo territorio, hace mucho que fue desechada principalmente por
los etnólogos, puesto que los grupos o las sociedades en el proceso histórico son dinámicas, cambian y se transforman. Pero también a la vez
que existen cambios y rupturas existen continuidades. Los grupos
étnicos actuales descendientes de la antigua tradición meso americana
tienen una continuidad directa en sus aspectos esenciales desde el
periodo prehispánico. Si bien muchos sistemas sociopolíticos fueron
abatidos por la conquista, algunos subsisten, como son las comunidades agrarias cuya base económica sigue siendo el trabajo agrícola en
torno al maíz. Y con ello subsiste también el ritual y los aspectos esenciales de su cosmovisión (Medina, 1990:451).
En la actualidad, la arqueología busca el apoyo de la etnografía, ya
que esta combinación resulta particularmente rica para entender los
CAPíTULO DOS
73
procesos culturales a través del tiempo. El análisis y la compresión de
las culturas del pasado se enriquece si se adhiere a esta combinación
la información del documento histórico y los aportes de la lingüística
histórica.
Si bien las investigaciones arqueológicas en la región popoloca no
han sido muchas, o bien los datos existentes no son suficientes para
definir una tradición cultural de lo popoloca, las investigaciones etnohistóricas están aportando datos que llevan a definir a los popolocas
históricos como un grupo que habitó desde tiempos milenarios el centro-sur de Puebla y norte de Oaxaca. También la lingüística histórica ha
realizado investigaciones que indican la presencia de éstos desde
tiempos ancestrales en el mismo territorio. Hoy, la etnografía muestra
la presencia de los popolocas habitando cerca de los lugares donde sus
antepasados construyeron ciudades, fortalezas, etcétera, desarrollando actividades cuyos productos son muy similares a los encontrados
por los arqueólogos en los sitios que estudian.
Actualmente, los popolocas extraen y producen la sal, fabrican cerámica y tejen la palma con técnicas y materiales muy similares como
los descritos por la arqueología y la etnohistoria.
La cerámica más antigua del valle de Tehuacán, que data de la fase
Purrón fechada con una antigüedad de 2300 años a. c., es muy similar
tanto en formas como acabados a la cerámica elaborada por los popolocas de los Reyes Metzontla, en el estado de Puebla. Asimismo, las técnicas y los materiales usados para su elaboración también son
idénticos, lo que indica que ni las formas ni acabados ni las técnicas
para producirla han cambiado en más de 2000 años en la región
(Reynoso, 1997: 119-121).
El cúmulo de información de la etnohistoria, la lingüística y la etnografía nos permite inferir que los popolo<¡as son los grupos que habitaron y habitan la región desde tiempos muy antiguos y que fueron los
constructores de sitios arqueológicos como Cuthá, Tepexi, Tehuacán,
Tecamachalco, etcétera. Los restos encontrados y las fases de desarrollo propuestas por MacNeish (1964) en el valle de Tehuacán indican
qUeéstos son los antecedentes de los popolocas y de los demás grupos
étnica y lingüísticamente relacionados.
74
LOS POPOLOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
Los orígenes
Los antecedentes más antiguos de la presencia del hombre en la región
popoloca son proporcionados por las investigaciones de MacNeish en
el valle de Tehuacán, quien encontró los vestigios más antiguos de
domesticación de plantas y fabricación de cerámica en Mesoamérica,
es decir, descubrió la aparición de la vida sedentaria y los primeros
poblados que datan de hace más de 5000 años. Los estudios en Tehuacán proporcionaron
datos para reconstruir la historia de la región
popoloca desde la llegada de los primeros hombres hasta la conquista
europea. MacNeish (1964) sintetiza esta secuencia en nueve fases. Las
tres primeras describen los orígenes y evolución social de la zona hasta
la aparición de la agricultura propiamente dicha. La historia de la
región inicia con las siguientes fases de desarrollo:
Fase "Ajuereado" (12000-7000 a. C.). En esta época vivieron los primeros pobladores primitivos, los cuales fueron pocos y nómadas. Se alimentaron de animales silvestres y de vegetales que podían encontrar
en las distintas épocas del año; vivían en cuevas y sólo utilizaban algunos instrumentos sencillos de piedra tallada (Ibid.: 13). Los pobladores
se dedicaron a la caza menor, como tortugas, aves, liebres, topos, ratas
y otros mamíferos pequeños. Por lo anterior, la mayoría de los animales que cazaban era de especies pequeñas. Con ello se contradice la
hipótesis de que en esta época prevaleció la caza de megafauna; habría
que pensar que estas actividades están relacionadas con las características regionales, es decir, se alimentaban con los animales y plantas a
su alcance. El clima era frío y más húmedo que el actual (García Cook
y Merino, 1989B: 31).
Los artefactos utilizados eran de pedernal: cuchillos, puntas de proyectil, raspadores toscos, raederas, tajadores. Los hombres que vivieron en esta fase no enterraban a sus muertos. Esta fase se relaciona y
es contemporánea a otros complejos culturales en México como San
Dieguito, en California; Complejos de Horno, Mirador y Tecacaxco, en
Valsequillo, Puebla; Chautzingo, en Tlaxcala, e Iztapan, en la cuenca de
México (García Cook y Merino, 1989B: 12).
CAPÍTULO DOS
75
Fase "El Riego" (7000-5000 a. C.). La vida de los grupos que habitaron
el valle evolucionó de tramperos y cazadores a recolectores de alimentOSvegetales; luego cultivaron la calabaza y el aguacate. Se domesticó
el chile, amaranto y algodón y recolectaron una sola variedad de maíz
silvestre.
Los utensilios eran múltiples. Se inicia el uso de los objetos de piedra pulida (muelas, morteros); aparecen las primeras muestras de tejido, trabajo en madera, redes anudadas, canastas tejidas en espiral,
fragmentos de mantas entrelazadas y de trampas.
Hay entierros humanos que indican creencias y ceremonias complejas. Parece que se trata de entierros ceremoniales (Ibid.: 15). La
organización social se hace más compleja y se habla de la posible existencia de sacerdotes. Para esta fase se menciona la llegada de grupos
proto-otomangues
-los antepasados de los popolocasmixtecos,
mazatecos y otros (MacNeish, 1964: 14). Esta fase es contemporánea y
se puede correlacionar con la de Santa Martha, en Chiapas; el Complejo de Tecomate, en Hidalgo; el periodo Infiernillo, en Tamaulipas;
San Isidro, en Nuevo León; Amargosa, en Baja California; Texcal 1,en el
valle poblano y complejos Chicoloapan y Chalco, en el valle de México
(García Cook y Merino, 1989B: 15).
Fase "Coxcatlán" (5000-3500 a. C.). La lista de plantas cultivadas es
larga. Hace su aparición el maíz, el metate y la mano de metate (metlapilli) (MacNeish, 1964: 15). La recolección de plantas tomó mayor
importancia que la cacería. Se domesticó el maíz, el guaje, una especie
de zapote negro y blanco y el frijol. Aquí inicia el sedentarismo temporal y luego el definitivo. Hay un aumento de población y aparecen los
chamanes y algún jefe de las macrobandas. Existen rituales y creencias
relacionadas con las siembras y cosechas y con el nacimiento y ,la
muerte, los cuales se incrementaron, formando paulatinamente
una
religión que cada vez evolucionó a una más compleja y elaborada
(García Cook y Merino, 1989B: 16)
La fase tiene relaciones cronológicas, aunque culturalmente no
Coincide del todo con grupos que habitaban en Hidalgo -fase "Tecolote"_, Querétaro -fase "San Nicolás"-, valle poblano -fase "TexCala II"- y con el valle de Oaxaca -fase "Jícaras"-, así como con la
76 LOSPOPOLOCASDE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
cuenca de México -fase "Zohapilco" y Chicoloapan-,
Nogales y
Ocampo, en Tamaulipas, y algunas evidencias en Nuevo León. Restos
aislados correspondientes a esta época se han encontrado tanto en
Veracruz como en Coahuila y Tlaxcala (lbid.: 16-17).
Aparición de los centros ceremoniales
y la incursión olmeca
Los pobladores del valle de Tehuacán a través de milenios consiguieron la domesticación de diversas plantas y lograron la producción de
alimentos, el aumento de población y los subsecuentes cambios en la
organización social. Aparecieron los asentamientos permanentes, las
primeras aldeas. Con este escenario llegaron al área nuevos grupos e
influencias culturales de otras partes de Mesoamérica, así como la formación de los centros ceremoniales.
Fase "Abejas" (3500-2400 a. C.). Inician cambios sumamente importantes en la región popoloca; surgen las primeras aldeas de población
semipermanente que se ubicaron en terrazas bajas a la orilla de ríos o
arroyos con agua constante. No hay duda de que el maíz se halla definitivamente establecido, así como el uso del algodón y dos tipos de frijol. Hacen su aparición los animales domésticos, comenzando por el
perro. Los habitantes del valle estaban a un nivel de subsistencia que
puede considerarse como los cimientos necesarios para el comienzo
de la civilización (MacNeish, 1964: 19-17). Se incrementa la fabricación
de utensilios de piedra pulida, como ollas, cajetes, morteros y muelas
con sus "manos". La cestería se incrementa en cuanto a variedad y técnicas de fabricación (García Cook y Merino, 1989B:17). Contemporáneos a esta fase son La Perra, en Tamaulipas; Palo Hueco, en el
centro de Veracruz; Tlati!co, en la Cuenca de México y Texcal Il, en el
valle poblano (lbid.: 1).
Fase "Purr6n" (2300-1500 a. C.). El maíz se presenta más híbrido y los
antepasados de los popal ocas inician la fabricación de cerámica -en
este primer intento- de características muy burdas. Se distinguen dos
CAPÍTULODOS 77
tipos: el purrón cuarzo, de color negro y rojo -las formas que aparecen son los cajetes semiesféricos de base plana y ollas-, y el purrón
sencillo, de color grisáceo -las formas son también cajetes y ollas
(MacNeish, 1967:21-22). Sólo se conoce en México una cerámica tan
temprana en la etapa Puerto Marqués, en Acapulco, Guerrero. Todo
parece indicar que se trata de las cerámicas más antiguas que se fabricaron en el territorio mexicano (García Cook y Merino, 1989B; 18).
Recientemente, MacNeish (1995: 20) ha sugerido que en esta fase se
importaron de Sudamérica el algodón, las técnicas de tejido y la "idea
de cerámica". Sin embargo, aunque la "idea" de ésta haya sido importada, su elaboración en Mesoamérica más temprana se ha encontrado
en el valle de Tehuacán y con ello se deduce que los primeros productores de ésta fueron los antecesores de los popolocas. Aparecen más
artefactos de piedra pulida, como el metate y las manos.
Fase "Ajalpan" (1500-850 a. C.). Inicia la vida urbana más compleja,
una cerámica más refinada y un ceremonial más elaborado, que incluye el desarrollo de un culto de figurillas, probablemente representantes de dioses familiares. Se encuentran desarrolladas las técnicas de
irrigación y se observa la influencia olmeca en la región. Los ritos y las
ceremonias son más complejos y surgen los especialistas de tiempo
completo. La religión se hace cada vez más compleja y,junto con otras
esferas de la vida sociocultural, se convirtió en institucional. Los poblados eran pequeños y las casas estaban construidas de bajareque
(palos y ramas con lodo)7y no se observa aún la existencia de estructuras arquitectónicas cívico-religiosas.
Las figurillas de cerámica indican complejidad religiosa y la presencia de sacerdotes, además del jefe de la aldea (García Cook y Merino,
1989B: 20). Se elaboran adornos y se impone el uso del arco y la flecha,
además del atlat; se fabrican textiles tanto de fibras duras como de
algodón y artefactos y objetos de hueso y concha. La mayoría de la
cerámica es monocroma (café, blanca o roja); aparece la cerámica
bicromática (rojo sobre bayo) de buena manufactura en cuanto a acabado y cocción. La cerámica del área se funde con las tradiciones del
Altiplano y la costa del Golfo (MacNeish, 1964: 20-21).
Los tipos cerámicos característicos de esta fase son:
78
LOS POPO LOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
a) Ajalpan Cuarzo. No tiene decoración; en el exterior, su acabado
es de color gris y café y naranja y blanco, en el interior. Las formas más
características son los tecomates y las ollas de cuerpo circular.
b) Ajalpan Rojo Fino. Su acabado es pulido de color rojo y rojo oscuro; las formas más comunes son los tecomates, ollas, cajetes. Su decoración es incisa.
e) Ajalpan Fino Sencillo. No tiene decoración, otros tipos son: Ajalpan Rojo Cuarzo, Coatepec Sencillo. Todos estos tipos mantienen la
influencia del valle de Oaxaca, centro de Veracruz y costa de Chiapas.
Se observa claramente la influencia olmeca en la región (MacNeish,
1964: 26-34). Las figurillas son realistas, grandes y huecas y representan "enanos" femeninos.
Fase "Santa María" (850-200 a. C.). Aprovechando los recursos de agua
existentes en el valle, los pueblos de Santa María de Tehuacán comenzaron a cultivar sus variedades de maíz híbrido en campos de regadío.
Se produce entonces un marcado aumento de población. Se construyen templos en forma de montículos. Los asentamientos son más
complejos -"villas" - y, a mitad de la fase, se encuentra una marcada
distribución cívico-religiosa, estando presentes dos o más plazas.
Algunas de las casas son más elaboradas y parecen pertenecer a artesanos especializados. Todo ello denota la fuerte complejidad en la
organización social, una religión especializada y un control de la población más elaborado. Los utensilios muestran signos de la existencia
de numerosos contactos con culturas exteriores al valle. Parece que
durante este periodo la cultura de Tehuacán experimenta una gran
influencia de los pueblos olmecas que vivían al sudeste del valle, a lo
largo de la costa de Veracruz (MacNeish, 1964: 23-25).
En la Mixteca también se observa cerámica y figurillas de estilo
olmeca. Marcus Winter (1995: 205) piensa que la presencia de figurillas
olmecas puede indicar la presencia de líderes de este grupo en la
región.
Los antepasados de los popolocas inician la construcción de la presa Mequitongo, cuya primera construcción de la cortina fue durante la
fase temprana y alcanzó 100 metros de largo, diez de ancho y tres de
altura, y hacia su parte final se construye una segunda cortina, pero
CAPfTULO DOS
79
esta vez cubre todo lo ancho de la cañada, alcanzando 400 metros de
longitud por veinte de ancho y ocho de altura. 60% de la población
consume alimentos cultivados (Cook y Merino, 1989B: 23). La poblacíón habita en aldeas distribuidas alrededor o en las cercanías de un
centro más grande -villa o pueblo- que debió tener control político
y económico de los asentamientos en su entorno. Aparecen los adornos de piedra o cerámica, instrumentos musicales, pulidores de piso o
paredes y se incrementa el tejido de algodón (García Cook y Merino,
1989B: 24).
Los tipos característicos de esta fase son: Canoas Blanco -que
representa el Formativo; se encuentra en Teotihuacán y el centro de
Oaxaca, también sigue las tradiciones del centro de México, como Tlatilco y el Arbolillo-, Canoas Naranja-café, Canoas Burdo Sencillo, río
Salado Cuarzo, Río Salado Gris, mostrando todos la influencia olmeca.
En las figurillas predomina la influencia de Tres Zapotes, del valle de
México y Morelos (MacNeish, 1967: 58-144).
Durante esta fase surgen los proto-popolocas o popolocas históricos, los cuales hablaban el mismo idioma y comprendían a los actuales popolocas, mazatecos, ixtecos y chuchones o chochos (Vázquez,
1982). Los habitantes de valle de Tehuacán mantienen relaciones culturales tanto con la costa del Golfo y el sudeste, como con el valle de
Oaxaca, el valle poblano-tlaxcalteca y la cuenca de México.
Al norte y centro de la región popoloca -en los actuales municipios
de Cuauhtinchan, Tepeaca, Acatzingo y Tecamachalcose encuentran indicios de la existencia de grupos que ya fabricaban la cerámica,
según el Proyecto Cuauhtinchan de Dávila (1976). La secuencia de
desarrollo sociocultural en el área inicia con la fase Huizcolotla (700500 a. C.), contemporánea a la fase Santa María del valle de Tehuacán.
Las ocupaciones de esta fase marcan el inicio del sedentarismo. No
existen basamentos piramidales. La base económica fundamental es la
agricultura de temporal; comercialment~ existe una marcada relación
Con Tehuacán y, en menor medida, con Tlaxcala, lo que indica la presencia de los antepasados de los popolocas en esta área desde tiempos
más tempranos a los propuestos por MacNeish.
La cerámica de acabado blanco presenta decoración en color rojo
Y/o incisión preferente en la pared cercana al borde. Su declinación
80
LOS POPOLOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
aparentemente entre 400 y 300 a. C. El material cerámico se encuentra
distribuido en el área con bastante homogeneidad, con excepción de
las partes oeste y sudeste. Esta fase se sitúa como partícipe del
"Horizonte de las cerámicas blancas" que caracteriza al llamado Preclásico Medio de Mesoamérica, presentando sólo algunas variaciones
regionales (lbid.: 87).
Contemporáneas a esta fase se encuentran tres más:
a) Alhuelica. Similar a la anterior; aparece en el poblado de Acatzingo.
b) Tepeyahualco. Se caracteriza por la cerámica de pasta gris fina
nombrada por el proyecto Tehuacán (MacNeish, 1970) como Quachilco Gris -fase Santa María tardío-o Aunque su procedencia es externa, tiene una amplia distribución en el área abundantemente marcada
hacia el sur y sudeste y tiene un tipo cerámico complementario que es
el Quachilco Café (lbid.: 114-112)
e) Ometepec. Marca una extensión de la tradición del acabado blanco como elemento diagnóstico de una etapa, dando paso a nuevos
predominios de acabado. Se sabe que la cerámica blanca se encuentra
en el sur de La Malinche, este del Iztaccíhuatl y Acatepec (lbid. 87).
Las investigaciones de Dávila se basaron en la arqueología de superficie, por lo que la información proveniente de este proyecto es parcial. Sin embargo, da cuenta de las similitudes socio-culturales entre
las áreas sur y centro-norte de la región popoloca en el horizonte
Preclásico, lo que sin duda nos lleva a inferir la presencia de los antepasados de los popolocas en toda la región desde tiempos muy tempranos. Las diferencias que se pueden observar entre ambas áreas tal
vez se deban a las cercanías que unas y otras tuvieron con otras regiones y sus influencias.
Recientemente, el Proyecto Acatzingo- Tepeaca, realizado por la
Universidad de Pensilvania, ha encontrado en el área mencionada (520
kilómetros cuadrados) 203 sitios del Formativo, lo que indica la gran
densidad de población en esta época. Algunos de estos sitios son de
grandes dimensiones como Teteles, localizado entre Tecamachalco y
Acatzingo, que consta de aproximadamente treinta y cinco estructuras, algunas hasta de doce metros de altura; el cerro Tenaxcatly, el cerro
Tenextepec, este último se encuentra en la ladera este del cerro de
Tepeaca y tiene una ubicación estratégica, pues desde ahí se dominan
CAPÍTULO DOS
81
loS valles de Amozoc, Tepeaca, Tecamacha!co y Acatzingo. En este sitio
aparecen pozos tronco cónicos que posiblemente se usaron para almacenar granos y después se reutilizaron como basureros (Miguel Medina, 1995, comunicación personal).
Seis milenios antes de nuestra era llegaron a la región de Tehuacán
loS proto-otomanges, antepasados de los popolocas, mixtecos, mazatecas, ixcatecos, quienes cultivaban la calabaza, el aguacate y el chile.
LoS otomangues habitaron en ese entonces los actuales estados de
México, Puebla, Tlaxcala, Guerrero y Oaxaca. Hoy queda claro que
estos grupos fueron los primeros que se establecieron en Mesoamérica, después vinieron los mayences; los nahuas entraron milenios
más tarde8 (Paddock, 1987: 27).
Durante el Formativo -fases Purrón, Ajalpan y Santa María- ocurrió la separación de los popolocas de los otomanges (Paddock, 1966:
84-90). y fue en este largo periodo cuando se inició la expansión de los
primeros hacia el centro y norte de la región popoloca. Por la presencia de figurillas de barro se supone la existencia de un culto religioso,
dirigido por sacerdotes y caciques en cada aldea dependiente de un
centro ceremonial más grande (Byers, 1967: 70-83). Es en estas fases
donde se origina la agricultura y hace su aparición la cerámica con
cierto tipo de decoración y formas en donde se observa la influencia
olmeca en la región, fundida con las tradiciones del Altiplano central y
la costa del Golfo (MacNeish, 1964: 26-34).
Es posible que el popoloca antiguo haya sido el idioma de los
pobladores de valle de Tehuacán en aquel entonces (Harvey, 1963). Si
esto es así, la población que habitaba el valle fue popoloca y los restos
arqueológicos definidos por MacNeish para Tehuacán son de esta
misma cultura, que desde sus orígenes (Formativo) se vio influenciada
por otras tradiciones culturales mesoamericanas.
La región donde se ubica Tepexi el Viejo también tiene ocupación
desde el Preclásico (Gorenstein, 1973), así como la región central del
estado de Puebla; en donde se han encontrado sitios de gran tamaño
(Dávila, 1974: Medina, 1995), observándose una marcada influencia
olmeca y del valle de Tehuacán con algunas variantes regionales. Las
relaciones de la región popoloca con los olmecas arqueológicos son
eVidentes en la información arqueológica. Jiménez Moreno (1966: 23-
82
LOS POPO LOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
32) decía, por ejemplo, que los popolocas estaban relacionados con los
olmecas arqueológicos. Paddock (1966: 195) supone que hay una rela_
ción entre el estilo ñuiñe (tierra caliente) y el estilo tenocelome de la
región ñuiñe. Establece una similitud entre las "cabecitas colosales" de
Acatlán y las "cabezas colosales" de La Venta. Además encuentra analogías estilísticas en los vasos naturalistas provenientes de las zonas de
Acatlán y Veracruz. Es por ello que Jiménez Moreno (1942B) pensaba
que los antiguos mixtecos y los grupos asociados en el periodo preclásico originaron y desarrollaron el "estilo olmeca" acompañados por
otros pueblos de diferente familia lingüística que compartían el estilo
(lbid.: 128-129).
A finales de este horizonte se observa en la región popoloca una
marcada influencia de las tradiciones de los valles de México y Puebla
y se definen las características culturales de los popolocas, las que
cambian según de la ubicación de éstos en la región, ya que los del sur
y los occidentales tendrán influencia del área de Oaxaca -Monte
Albán- y los del centro de los valles de México y Puebla.
Hacia el sur de la región popoloca en la Mixtéca Baja y Alta se localizan sitios importantes como Cerro de las Minas, Diquiyú, Huameluipan, Monte Negro y Coixtlahuaca. En ellos se presentan influencias de
Monte Albán; en Cerro de las Minas aparecen representaciones de una
deidad similar a Cocijo (dios de la lluvia) y se encuentra cerámica gris.
En estos sitios se identifican residencias rectangulares o casas señoriales donde, al parecer, vivían los señores y sus dependientes -linajes-o
También había tumbas distintas a las lujosas de Monte Albán. Al parecer, se trata de manifestaciones específicas que hacen pensar en una
cultura local (González Licon, 1990: 32-34).
Los sitios fueron construidos en lugares defensivos. La competencia
por el control de la tierra cultivable fue tal vez el motor de las posibles
hostilidades que originaron la emergencia de élites regionales para
organizar y controlar el trabajo. Al finalizar este horizonte los sitios
fueron abandonados o se destruyeron, probablemente como resultado de conflictos (lbid.: 34-36).
CAPíTULO DOS
83
LOSpopo locas en el Clásico
LOS popoIocas
en Teotihuacán. Los habitantes más antiguos de los
valles de México, Puebla- Tlaxcala y Oaxaca fueron los otomangues.
paddock (1997A) los llama Tetlamixteca (cercano a los mixtecas); comprendían los siguientes grupos: amusgos, cuicatecos, chinantecos,
chochos, popolocas, ixcatecos, mazatecos, tlapanecas y triques. Los
estudios lingüísticos han sugerido que varios de estos pueblos estaban
en el territorio desde tiempos muy antiguos y que grupos, como los
mixtecos vivían en la Mixteca desde tiempos teotihuacanos o anteriores (Paddock, 1997A: 106).
Los datos señalan a Teotihuacán como la primera capital mixteca,
en donde también habitaban grupos étnicos como los mazatecos y
chocho-popoloca. Jiménez Moreno (1967), Cook de Leonard (1953) y
Paddock (1966) citan enclaves de popolocas en Teotihuacán organizados en barrios propios y con sus dioses respectivos.
La presencia de los popolocas en Teotihuacán se ve reforzada con la
propuesta de Chadwick (1995), quien menciona como probable que
los mixtecas y otros grupos lingüísticos relacionados, participaron en
las culturas Teotihuacán I-II y Thla 1. En ambos lugares tuvieron el
papel de artesanos-maestros
(lbid.: 146) y tal vez la capital de los mixtecos en esa época fue Cholula. Para apoyar esta hipótesis, cita a Covarrubias (1957: 294), quien sostiene que en esa época hubo varios
centros de cultura mixteca: uno en las montañas, al oriente de Oaxaca;
otro en los estados de Puebla y Tlaxcala, con extensiones en Morelos,
Sur de Guerrero y valle de México; y otra extensión más al centro y sur
de Veracruz, donde antiguamente se hablaba el mixteco, aunque dice
que el área más importante fue Puebla- Tlaxcala, cuyo centro era Cholula, situada entre el valle de México, la costa del Golfo y Oaxaca.
Recientemente, Paddock (1997A) ha insistido en que Teotihuacán
fue la primera gran capital mixteca. Los datos que la arqueología y la
etnohistoria aportan apuntan hacia la confirmación de esta hipótesis.
Covarrubias, desde 1957 (Chadwick, 1995), afirmaba ver el inicio del
estilo artístico mixteco en Teotihuacán.
Al parecer, los grupos chocho-popoloca de Teotihuacán se encontraban relacionados con la manufactura y distribución de la cerámica
84
LOS POPO LOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
Delgado, producto comercial importante del imperio
teotihuacano, el cual llegó a través del comercio a los límites más distantes de Mesoamérica, como Colima, al norte, y Copán, al sur. La
elaboración de este estilo cerámico inició en la fase Teotihuacán Ir. Es
por ello que Chadwick (1995: 123) mencionaba la presencia de los
popolocas en Teotihuacán desde fechas muy tempranas.
La relación entre el Anaranjado delgado y los popolocas es muy significativa, tanto que a la fecha la gran mayoría de estudiosos señalan a
los popolocas como los productores de esta importante cerámica. El
lugar donde se propone fue elaborada es la zona de San Juan de
Ixcaquixtla, al sur de Puebla (Cook de Leonard, 1953).
Por su parte, Anna O. Shepard, en los años sesenta sugería que la
cerámica moderna de Acatlán (lugar muy cercano a San Juan Ixcaquixtla) es la única que tiene relación con el Anaranjado delgado (Chadwick, 1995: 214), por lo que los datos arqueológicos y etnológicos
señalan a los popolocas como los responsables de su elaboración.
Paddock (1997 A) opina que después de la caída de Teotihuacán los
antecesores de los popolocas históricos volvieron a su lugar de origen
a la zona ñuiñe, es decir, allí contribuyeron al desarrollo del estilo.
Uegaron a unirse a sus congéneres como sus señores, llevando consigo elementos de la alta cultura teotihuacana. Parece que estos hombres artífices trajeron ideas e ideologías que pasaron de esta manera de
la ciudad a la provincia y dieron lugar a nuevos impulsos artísticos e
intelectuales, los cuales alcanzaron su cumbre creativa bajo la presencia de los olmeca-xicalanca en Cholula.
El Anaranjado delgado fue uno de los productos más distribuidos
en Mesoamérica durante el Clásico y la región popoloca se encontraba
en una zona de paso obligado hacia el sudeste, por lo se vio fuertemente influenciada por la cultura teotihuacana. Esto se observa en diversos sitios en donde predominan tipos cerámicos propios de ésta, como
es la gran cantidad de Anaranjado delgado, las figurillas y en acabado
pulido de palillos en colores monocromos.
Por la región popoloca transitaban importantes rutas hacia la costa
del Golfo y Oaxaca. Una de estas grandes rutas fue el "corredor teotihuacano" que cruzaba la región, saliendo de Teotihuacán pasaba por
Tlaxcala, uniendo a la cuenca de México con el Golfo y a Oaxaca vía
Anaranjada
CAPÍTULO DOS
85
Tehuacán. Tocaba poblaciones popolocas como Tepeaca, Tecamachalca y Tlacotepec (García, Cook y Merino, 1977).
A pesar de los cambios transcendentales que sufre la Cuenca de
MéxicOen el Posclás~co, la red interregional que llega a la región central nunca se interrumpe. Lo que en el Clásico eran arterias para el
tránsito de gente y mercancías se convirtieron en el Posclásico en rutas
imprescindibles para el sistema de tributación, cuya defensa fue vital
(Malina, 1979: 261).
En la Mixteca también se encuentran centros urbanos tempranos
como Yucuita, Cerro de las Minas y Monte Negro, entre otros, abandonados aproximadamente en el año 100 a. C. Dos siglos después surgieron nuevas ciudades, pero ya no de afiliación a Monte Albán sino a
Teotihuacán, sobre todo al noreste de Oaxaca, en la Mixteca Alta. Todas
las comunidades de esta área fueron incorporadas en una esfera de
influencia y de intercambio con Teotihuacán (Winter, 1995: 50).
La Mixteca Alta en el Clásico estaba constituida por diversas ciudades que controlaban un valle, a diferencia del de Oaxaca, que contaba
con un centro urbano rector único, Monte Albán. Las diversas poblaciones muestran materiales arqueológicos similares, lo que prueba
relaciones entre ellas. La cerámica presenta diferencias con el valle de
Oaxaca y la región zapoteca y está ligada con la Mixteca Baja, regiones
cercanas a Teotihuacán y el noreste (lbid.: 58). Esto evidencia la relación estrecha entre áreas habitadas por grupos tetIamixtecas. Como
minoría especializada parece ser que los popolocas también jugaron
un importante papel en Tula (Cae, s.fl y Cholula. Después de la caída
de Teotihuacán, los mixtecos (tetlamixtecas) fueron a Tula. Las similitudes entre la Mixteca y Tula son notables. Dahlgren (1990) menciona,
por ejemplo, que el llamado "templo de la agricultura" es de origen
mixteco.
El estilo J\Juiñe. Los antecedentes más directos de los popolocas
arqueológicos se ubican en la región ñuñuma (Tierra de Humo) mencionada por León (1905). Posteriormente, Paddock (1966) encontró un
estilo pre-Mixteca-Puebla en las cercanías de Acatlán, al que denominó Nuiñe,9 "Tierra Caliente", que la precede cronológicamente. Los
límites geográficos de la "cultura" ñuiñe no están totalmente definidos.
86 LOSPOPOLOCASDETECAMACHALCO-QUECHOLAC
Su extensión al este termina antes de Tamazulapan; al sur continúa
hasta el sitio arqueológico de Diquiyú, o posiblemente, más allá; al
oeste probablemente continúa hasta Silacayoapan y quizá pasando la
frontera hasta el estado de Guerrero; al noreste llega hasta el sur de
Puebla y al norte hay sitios importantes en Tequixtepec y tal vez
Chazumba (Winter, 1995: 59).
La formación del estilo ñuiñe data de la fase urbano medio que tuvo
lugar entre los años 200 a. C. y 800 d. C. Paddock (1966) inicialmente lo
define como un "estilo regional" e incluye cinco rasgos: 1) la cerámica
Anaranjado delgado, 2) un estilo distintivo de glifos, 3) cabecitas "colo4) pequeñas
sales" -de 20 centímetros de diámetro, de cerámica-,
ollas con asa vertedera y borde volteado hacia abajo y decorado con
almenas, 5) urnas de forma y estilo distintivo. El estilo tiene claras relaciones con el valle de Oaxaca yVeracruz central.
Uno de los cinco rasgos distintivos de este estilo es la cerámica
Anaranjado delgado que, según Cook de Leonard (1953), proviene de
San Juan Ixcaquixtla, al sur estado de Puebla, y fue producida y distribuida por los popolocas, lo que indica la gran relación de estos grupos
con el estilo ñuiñe. El idioma chocho-popoloca también es el que más
cercano está al estilo de escritura ñuiñe (Winter, 1995: 211).
Recientes investigaciones aportan datos que relacionan a los popolocas con los ñuiñe. En Cuthá, por ejemplo, apareció un entierro con
algunos cajetes semiesféricos semejantes a los encontrados en Chilixtlihuaca, en Huajuapan, y otros sitios de la Mixteca Baja, caracterizados por su pasta micácea de color café-anaranjado. También se
hallaron pequeñas ollas de asa vertedera de este estilo y otros elementos que llevan a reforzar la idea de que centros popolocas como Cuthá
fueron partícipes de este estilo (Castellón, 1995: 5).
Winter (1991) ha afirmado que el estilo ñuiñe es la expresión de la
cultura de los mixtecos en la etapa Urbana Tardía y que surge entre el
350 y el 400 d. c., que sería equivalente en tiempo e importancia a la
cultura zapoteca del valle de Oaxaca. Sin embargo, creo que la cuestión
del estilo ñuiñe como expresión de la cultura no es tan clara como
pudiera parecer por el hecho de que los sitios donde se ha identificado
tal estilo se encuentran geográficamente en la Mixteca. Esto no es tan
claro, pues el primero y el cuarto de los rasgos que Paddock (1966)
CAPíTULODOS 87
define como característicos del estilo aparecen con frecuencia en la
!VfixtecaAlta, y la cerámica Anaranjada delgado tiene una distribución
muy amplia; es común en Teotihuacán Y en el valle central Y sur de
puebla Y en Yucuita, en la Mixteca Alta. Es claro ,que existen variedades
locales, especialmente en la pasta o materia prima con que se producía la cerámica, pero las formas -sean delgadas o no- Y el color no
son distintivos para la Mixteca Baja.
Por ello, Winter (1995: 60) señala que algunos de estos rasgos propuestos por Paddock para definir lo ñuiñe no son del todo característicos Y propone que los elementos que pueden definir este estilo son:
a) la presencia de mica en la pasta, b) colores de superficie café, anaranjado Y rojo, c) pasta de color café-anaranjado, d) las formas son cajetes semiesféricos con base anular, e) urnas de base cuadrada, f) el
uso de pintura roja, amarilla, verde, negra Yanaranjada, g) representaciones de un personaje similar a Huehuetéotl, h) las urnas son semejantes a los braceros teotihuacanos, i) aparecen fragmentos con cara
de jaguar, j) el elemento más distintivo es el uso de la voluta decorativa en la cerámica (volutas similares aparecen en Tajín) Y k) la arquitectura parece caracterizarse por el uso del basalto Ypiedras talladas.
Los entierros se hacían en cistas bajo el centro del piso de la casa.
Cuando se trataba de personajes de alto estatus eran en tumbas.
Aparece escritura (utiliza barra Y punto Y numera en la combinación
que expresa un calendario ritual de 260 días) cuya composición es
diferente a la zapoteca; los símbolos incluyen nombres de lugares. El
chocho- popoloca parece ser una lengua asociada con la cultura ñuiñe.
En general, no se muestran personajes Yno se enfatizan linajes Ycasamientos. Las relaciones se establecen hacia el norestE: de Puebla y
Teotihuacán (lbid.: 60).
El estilo ñuiñe de Paddock (1966) tiene una distribución amplia Y
no necesariamente restringida al área Mixteca sino que abarca otras
zonas, en especial Puebla- Tlaxcala. Por otro lado, el territorio donde se
ha encontrado este estilo no sólo era habitado por mixtecos sino por
grupos tetlamixtecas, por lo que pudo ser compartido por varias etnias
hablantes de estas lenguas, como los triques, amuzgos, chochos, ixcatecas, popolocas Ymixtecos -grupo mayoritario que ha habitado históricamente el área.
88
LOS POPO LOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
Otro problema de la inclusión de los popolocas en el estilo ñuiñe
tiene que ver con que si fueron ellos o no los productores y distribuidores de la cerámica Anaranjado delgado, ya que existen varias propuestas sobre su posible origen. Armillas (1944) propone que ésta fue
elaborada en Acatlán; Álvarez de la Cadena (1976), Sotomayor y
Harbottle (1976) sugieren el área del sur de Puebla y norte de Guerrero,
y Abascal (1974) y Kolb (1974) a Oaxaca y la desembocadura del río
Coatzacoalcos.
Las propuestas son variadas; no obstante, tres de ellas indican
como lugar de origen las áreas donde estuvieron ubicados los popolocas, por lo que de alguna manera las propuestas de Cook de Leonard
(1953) y de Paddock (1966) siguen siendo válidas.
Sin embargo, como rasgo característico del estilo ñuiñe es muy
impreciso, pues tuvo una distribución muy amplia y sus características
también son diversas. El Anaranjado delgado de Teotihuacán es similar al de Cerro de las Minas, pero es más delgado y carece de desengrasante de mica (Winter, 1995: 210).
Es importante reconocer que las sociedades urbanas mesoamericanas en sus distintos momentos de desarrollo fueron sociedades multiétnicas, si bien hubo una etnia y una lengua dominantes. La región
popoloca tuvo su desarrollo urbano durante la etapa que Paddock
llama "Middle Urban" (550-700 d. C.) Ysería un ejemplo de evolución
prolongada hacia una etapa Urbana Tardía o Posclásico.
De acuerdo con los datos del siglo XVI, en diversos lugares de la
región popoloca se hablaba, aparte de este idioma, mixteco y náhuatl,
lo que sugiere que esta región recibió y compartió diversas tradiciones
culturales durante un espacio de tiempo prolongado. En cuanto a las
tradiciones arqueológicas, se observa la presencia de la influencia teotihuacana, zapoteca, cholulteca, área de Tlaxcala, el valle de México y
la Mixteca. Por esto mismo, la presencia del estilo ñuiñe es difícil de
ubicar con un solo grupo étnico o lingüístico y cabría pensar en la
posibilidad de que haya sido compartido por varias etnias a la vez
(todas ellas emparentadas lingüísticamente), sin que por ello perdiera
su característica de ser expresión estilística de una región. Desde este
punto de vista, el estilo ñuiñe sería un desarrollo estilístico regional
que fue adoptado o compartido por las etnias locales. La adopción de
CAPÍTULO DOS
89
un estilo más local o más alejado posiblemente estuvo relacionada con
procesos de contracción y expansión de las diversas etnias a partir de
eonflictos de tipo económico, social y cultural que amenazaban su
"identidad" frente a etnias distintas. Estos casos debieron ser frecuentes en sociedades urbanas multiétnicas.
Las últimas ocupaciones de ciudades-estado en la zona ñuiñe corresponden a 750-800 d. C. Más tarde, hay un periodo de 500 años sin
claras evidencias arqueológicas entre el fin de los centros urbanos y el
florecimiento de la etapa de ciudades-estado a partir del 1200 a. C. En
este lapso parece que hay un cambio radical, ajustes en el calendario,
se adaptan lenguas y sistemas de escritura (Winter, op. cit., 60).
Características
regio nales
Fase "Palo Blanco" (200 a. C.-700 d. C.). Los pobladores del valle de
Tehuacán empiezan a tener influencias de los pueblos de Monte Albán
situados al sur y oeste. En esta época, el valle contaba ya con sistemas
de regadíos y verdaderos centros ceremoniales situados en la cima de
las colinas y rodeados por pueblos. En la arquitectura está presente el
sistema talud-tablero; se construyen áreas de juego de pelota, tanto de
forma ''I'', como de dos simples estructuras paralelas. Parte de la
población comienza a especializarse con dedicación plena en diversas
ocupaciones, entre ellas el desarrollo de la industria de la sal. Aparecen
nuevos productos alimenticios. Tehuacán es provincia cultural de
Monte Albán y los popolocas de esta región se extienden en forma
ininterrumpida de Tehuacán a Tlaxcala (MacNeish, 1964: 26).
En los inicios de esta fase se realiza la última construcción de la cortina de la presa de Purrón o Mequitongo. Se construye un complejo sistema de canales. Más de la mitad de la población -65%depende de
la agricultura, aunque no abandona los hábitos de la caza, pesca y
recolección. Aparece ya el pavo domesticado y se elaboran telas de
COrtezay tejidos de algodón. Los tipos característicos de cerámica son
el Riego Gris, el Riego Blanco y el Riego Sencillo. En este tipo de cerámica se observan nuevos elementos; aparecen los fondos sellados, los
cajetes trípodes y las ollas con asas. La cerámica muestra influencias
90
LOS POPO LOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
de Teotihuacán, Cholula, Monte Albán, costa del Golfo y el área maya
(MacNeish, 1967: 145-176). Esta fase muestra fuertes relaciones con
sus vecinos más cercanos: con Teotihuacán, con grupos del Golfo central y con culturas del centro de Oaxaca (Monte Albán 1I). Contemporáneas a ésta se establecen seis fases en el área de Cuauhtinchan
(Dávila, 1976), que son:
a) Tochtepec (200-100 a. C.). En ésta se registra la presencia de cerámica del valle de México y Puebla-Tlaxcala, en el norte y centro de la
región popoloca, pero con algunas variaciones regionales. Para Tehuacán se presenta la pasta del tipo Quachilco Gris (MacNeish, 1970: 121).
Aparecen los basamentos "ceremoniales" y se desarrollan los primeroS complejos, llegando a formar plazas; los sitios presentan de una
a cinco estructuras con terrazas y áreas habitacionales; por lo regular
se encuentran en las laderas bajas de la sierra o anexos a alguna elevación natural. Existe una compleja organización social ligada a excedentes en la producción (Dávila, 1976: 88).
b) Xochiltenango (400 a. C.-200 d. C.). Representa para esta área la
transición mesoamericana del Preclásico al Clásico. Se relaciona con
las cerámicas de Zacatenco y Ticomán del valle de México y con algunos de los tipos que se encuentran en la fase Tezoquipan de Tlaxcala,
siendo notable su ausencia en Teotihuacán. Dentro de los principales
elementos arquitectónicos, aparecen las plazas hundidas y los basamentos de dos cuerpos superpuestos de diferente planta, presentándose normalmente más de cuatro estructuras. La economía estaba
basada en la agricultura, caracterizándose por la explotación de terraceados y canales. Las figurillas son comparables a las de Teotihuacán I.
La importancia primordial de esta fase es que establece el principio del
comercio sistematizado. Los sitios se ubican preferentemente en las
laderas bajas (Dávila, 1976: 90).
Las fases c) Ocotitlán (lOO a. C.-200 d. C.), d) Hueyotlipan (200-600
d. C.), e) Mo!caxac (300-800 d. C.) Yf) Huitziltepec (400-700 d. C.) describen el apogeo del horizonte Clásico, la incursión teotihuacana, la
presencia del Anaranjado delgado y otros elementos culturales teotihuacanos. Se trata de sociedades complejas con un comercio desarrollado y el control sobre las tierras. Se caracteriza por el arribo de
nuevos elementos como el talud-tablero y el estuco en la arquitectura;
CAPfTULO DOS
91
técnicas de cultivo intensivo; aparición del juego de pelota y el centro
ceremonial cerrado. Los sitios se sitúan en lugares estratégicos.
Dentro de los tipos complementarios aparece la cerámica llamada
en Tehuacán Gris Fina, el Riego Gris y el Riego Negro (MacNeish, 1964).
En la fabricación de artefactos destaca como materia prima la obsidiana. Culturalmente, a estas fases se les puede situar dentro de la compleja red comercial del "imperio teotihuacano". Parece que Teotihuacán
y Cholula explotan los recursos del área (Dávila, op. cit.: 91).
La producción de la cerámica es de características locales. En las
últimas fases aparece un complejo grupo de cerámicas que se distinguen claramente por su pasta gruesa, en tonos naranja, de acabado
pulido, en una rica variedad de formas. Esta cerámica es típica y originaria de la parte sur del área. Una importante característica de la última fase es que la región sur muestra una fuerte tradición de cerámicas
anaranjadas de pasta gruesa, por lo que se hace evidente que en esta
región haya tenido su origen la famosa cerámica Anaranjado delgado
(Dávila, op. eit.: 92).
Según Abell (1974), los popolocas durante la fase Palo Blanco se
extendieron en forma ininterrumpida desde el valle de Tehuacán hasta
Tlaxcala y desde la Sierra Madre de Oaxaca hasta la Sierra Mixteca,
ocupando de esta manera centro y sudeste del estado de Puebla.
En oposición a la hipótesis anterior, Hicklein (1978A: 17) opina que
los popolocas en tiempos preclásicos tuvieron una gran expansión 10 y
a causa de las migraciones de otros grupos étnicos -parece
que los
mixtecos los relegaron hacia el norte de su región- se vieron desplazados y reducidos, pudiendo conservar un territorio central entre
Acatlán, Tehuacán y Tecamachalco. En esta época, la región ocupada
por los popolocas tuvo una fuerte influencia de Monte Albán y contó
ya con verdaderos centros ceremoniales. u
La posición del valle de Tehuacán -situado a la mitad del camino
entre dos de los centros más poderosos de Mesoamérica: Monte Albán
YTeotihuacán, centros que llegaron durante el Clásico a dominar grandes territorios- no posibilitó su "conquista" por parte de alguno de los
dos centros, como fue el caso de el área de la Cañada, al norte de
°axaca, que fue controlada por Monte Albán. Sin embargo, Tehuacán
tuvo influencias de Oaxaca y de los valles de Puebla y México.
92 LOSPOPOLOCASDETECAMACHALCO-QUECHOLAC
En el valle de Tehuacán hay sitios con presencia de Anaranjado delgado; sin embargo, no se considera como un producto importado para
el caso de Tehuacán (Drennan, 1997: 55). Se cree que la zona fronteriza entre las esferas de influencia de Monte Albán y Teotihuacán se
ubicó sobre la Cañada de Cuicatlán y que la ruta de Tehuacán hacia el
Golfo corresponde con el abandono de las fortalezas de Monte Albán
en la Cañada ([bid.: 60-61). La influencia de Teotihuacán en la zona no
fue militar sino más bien mantuvo relaciones de carácter económico
en regiones alejadas de ella, como Tehuacán, y, al parecer, sus zonas de
influencia no se desarrollaron con la velocidad de las conquistas de
Monte Albán, pero finalmente alcanzó una área mucho más grande.
Ambos centros, Monte Albán y Teotihuacán, ejercieron influencia en la
región popoloca; sin embargo, parece que manejaron formas diferentes de relacionarse con las regiones extranjeras ([bid.: 61).
El Epiclásico y los olmeca-xicalanca
El Epiclásico es el periodo que sucede al colapso teotihuacano y el
abandono de diversas ciudades mayas. Se caracteriza por la movilidad
de grupos humanos, migraciones y la formación de nuevos asentamientos. La caída de Teotihuacán motivó el surgimiento de capitales
regionales como Tajín, Cholula-Cacaxtla, Xochicalco, Teotenango, la
ñuiñe o Mixteca Baja, Puebla y algunos centros mayas. En estas ciudades se desarrollaron edificios de estilo nuevo que marcaron el apogeo
de las nuevas capitales.
El intenso intercambio cultural entre varias regiones de Mesoamérica motivó el surgimiento de nuevos estilos artísticos en la escultura,
arquitectura y cerámica. Este fenómeno relacionó sobre todo a la costa del Golfo con el Altiplano central. Ciudades como Cholula, Xochicalco, Tajín, el área de Tabasco y la región del Usumacinta, en la parte
noreste de la península de Yucatán, jugaron un importante papel (Foncerrada de Molina, 1993: 104).
Los olmeca-xicalanca fueron uno de los grupos que participaron
muy activamente en esta situación de cambio. Se introdujeron al valle
poblano-tlaxcalteca conquistando la región y estableciéndose en ciu-
CAPÍTULODOS 93
dades como Cholula, que era el centro rector del valle, y construyendo
nuevas ciudades, como Cacaxtla 12 y Xochicalco. Al parecer, una de sus
metas era la de restablecer las rutas de comercio perdidas por
Teotihuacán ([bid.: 102). Les interesaban principalmente las rutas de
comercio hacia el sudeste, aquéllas que habían conectado a Teotihuacán con varias ciudades mayas vía Potonchan y Xicalanco. Por esta
ruta los olmeca-xicalanca habían participado muy activamente en el
comercio de importantes productos. El valle ¡'íoblano-tlaxcalteca se
encontraba en medio de esta gran ruta.
Llegaron a Cholula en el siglo VIII, época que se conoce como el inicio de la tiranía olmeca-xicalanca. Era un grupo minoritario que tomó
el poder por medio de la fuerza, desplazando al grupo dominante
local; sin embargo, esta población permaneció asentada en el área
bajo el dominio de los nuevos señores. Para este tiempo los olmecaxicalanca conformaban un grupo, mezcla de varias etnias distintas
(popoloca-mixteca y náhuatl). Su establecimiento se ubica aproximadamente hacia el año 800 d. C. (Foncerrada de Malina, op. eit.: 99). Por
su parte, García Cook (1981: 244-276) señala que estos grupos arribaron al valle Puebla-Tlaxcala más tempranamente, alrededor de la
segunda mitad de la fase Tenanyecac (300-600 d. C.), teniendo desempeño relevante hasta la fase Texcalac Temprano (650-850 d. C.).
Los olmeca-xicalanca ocuparon toda la porción sur de Puebla y
parte de Oaxaca hasta la costa del Golfo (Lombardo de Ruiz, 1995:
117). Jiménez Moreno (1942B: 126-128) dice que era gente venida de la
Mixteca y del sur de Puebla, área donde se ubicaban los popolocas.
Asimismo, propone que los olmeca-xicalanca eran un grupo triétnico
(popoloca-mixteco profundamente nahuatizado). Según el autor, su
origen más remoto se localiza en la zona meridional de la costa del
Golfo, en la región conocida como la Chontalpa, en un lugar llamado
Potonchan, en Tabasco. La tradición histórica los identifica con los
maya-chontales de la frontera de Tabasco o los Putunes de Thompson
(Foncerrada de Malina, 1993: 100). Este grupo emigró al Altiplano central desde épocas muy tempranas, encontrándose presente ya en el
periodo de auge y expansión de Teotihuacán, en donde jugó un importante factor de desarrollo cultural (Chadwick, 1966: 10). Aquí entraron
en una prolongada etapa de aculturación, por ello es que Jiménez
94
LOS POPO LOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
Moreno (1966) los define como un grupo cuya etnia y lengua fueron
mixtas, formada por elementos chocho-popoloca, mixtecos y nahuas.
Éste último fue un rasgo cultural que adquirieron poco a poco en diferentes épocas, pero ello no hizo que perdieran contacto con su lugar
de origen en el sudeste meso americano.
Se menciona la posibilidad de que los olmecas-xicalanca fueron un
grupo costeño de olmecas que se instauró, después de la caída de
Teotihuacán, en Caxcatla llevando consigo a artífices mayas (Foncerrada de Molina, 1993: 48). Sin embargo, la relación entre los olmecas
y los mixtecos ha sido ampliamente tratada por la etnohistoria, ya que
habitaron un territorio común. Todavía en el siglo XVIen Cosamaluapan yen Mixtlán (muy cerca de Thxtepec) se hablaba el mixteco, por lo
que, tomando en cuenta estos datos y muchos más que la arqueología
y la etnohistoria han aportado, insistimos en la posibilidad de que los
olmeca-xicalanca sean grupos relacionados con los mixtecos y los chocho-popoloca.
Los olmeca-xicalanca están asociados a la elaboración del Anaranjado delgado en la época de Teotihuacán II y III y, al parecer, controlaban su producción en Puebla y su distribución desde Teotihuacán.
Formaban una colonia con la existencia de barrios en la ciudad. La crisis sufrida por esta gran ciudad dio lugar a la polarización regional del
poder político, religioso y económico de la misma y subsecuentemente su caída y abandono. Esto último favoreció el florecimiento de sitios
como Xochicalco, en Morelos, Cacaxtla, en Tlaxcala, y otros.
Se piensa que los olmeca-xicalanca fueron los responsables de la
elaboración de la cerámica Coyotlate!co. Las relaciones con la Mixteca
y con los grupos relacionados con ella son observadas por Noguera
(1954: 298), quien señala que la cerámica más parecida a ésta es la
rojo! crema de la Mixteca Alta. Parece probable que la cerámica Coyotlate!co haya sido obra de un grupo predominante mixteco con influencia de otros grupos como los chocho-popoloca, nahuas, otomíes
y mazatecos (Chadwick, 1995: 134).
El comercio jugó un importante papel de relaciones, ya que los
olmeca-xicalanca, aparte de ser los distribuidores de la cerámica Anaranjado delgado, eran portadores de cacao, plumas, pieles de jaguar,
textiles de algodón, conchas y otros productos propios de las tierras
CAPÍTULO DOS
95
tropicales (Foncerrada de Molina, op. eit.: 100). Esto explicaría la gran
expansión y florecimiento de estos grupos en el Clásico Tardío, pues la
zona donde se asentaron en el valle Puebla- Tlaxcala es un área de paso
de muchos productos (Chadwick, 1995: 131).
cacaxtla es creada por los olmeca-xicalanca precisamente en un
sitio estratégico, pues controlaba el paso de la ruta comercial entre
Teotihuacán Yla~ tierras bajas del Golfo por las que se llegaba a Tabasco
y Campeche. La arquitectura y cerámica muestra estas relaciones con el
Golfo, los Tuxtlas, en Veracruz, y Campeche (Lombardo de Ruiz, 1995:
103). Al parecer, estos grupos acogieron en su capital a artistas independientes, procedentes de Teotihuacán, entre ellos a mayas teotihuacanizados. En esta ciudad los olmeca-xicalanca se hicieron fuertes y
poderosos e inició la expansión hacia Cholula y otras partes del valle
poblano-tlaxcalteca.
Cholula, que hasta el año 500 d. C. había sido un centro próspero en
el valle Puebla- Tlaxcala, después de esta fecha empezó a decrecer y
Cacaxtla se convirtió con la llegada de los olmeca-xicalanca en un centro floreciente que dominó el área. Su poderío finalizó, según García
Cook (1991: 381-384), entre el 800 y 850 d. c., cuando Cholula había
empezado a crecer en importancia comercial y religiosa. El nombre de
Cacaxtla no aparece en las fuentes del siglo XVIque hablan con frecuencia de Cholula. Paddock (1987) piensa que esto ocurrió porque los
olmeca-xicalanca no sólo se llevaron la importancia social y económica de Cholula sino también su nombre. Después del auge de Cacaxtla
los olmeca-xicalanca trasladaron su sede a Cholula donde permanecieron con su poderío hasta la llegada de los tolteca-chichimeca.
La inestabilidad política de la época se ve reflejada en los tipos de
asentamiento. Predominan los lugares ubicados estratégicamente en
áreas altas con buena visibilidad. Cacaxtla se ubicó en lo alto de un
cerro y al parecer se trataba de un sitio militar fortificado. Los murales
representados en los edificios indican batallas que sugieren guerras
(Peterson, 1995: 86).
Uno de los elementos más ricos e interesantes de Cacaxtla es su
pintura mural, considerada como la más naturalista de Mesoamérica.
Los patrones estilísticos son característicos del arte maya, como el
empleo de la figura humana de trazo naturalista, la policromía y la téc-
96
CAPÍTULO DOS
LOS POPO LOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
nica al fresco. La explicación a la presencia de murales "mayas" en el
Altiplano central está relacionada con el origen sureño (la costa del
Golfo de Potonchán en el litoral de la Chontalpa tabasqueña) de los
creadores de Cacaxtla, ya que seguramente estuvieron en contacto
permanente con los mayas establecidos a lo largo del río Usumacinta
(Foncerrada de Molina, 1993: 31-47).
Los murales muestran motivos que indican contactos con Xochical_
co, la ñuiñe, el Tajín, Teotenango, Uxmal y Chichen Viejo (Paddock,
1987: 47). Se observa también influencia teotihuacana.13 En general,
los glifos representados se afIlian a tres tipos de regiones: la nahua, la
Mixteca y Xochicalco, con las que los olmeca-xicalanca mantenían
contacto y tenían relaciones históricas, étnicas y culturales.
El mural más representa~ivo es el de "la batalla", que muestra a
sacerdotes de dos grupos étnicos; unos más relacionados con los
conocimientos y la religión que propiciaban la agricultura y otros con
la guerra sagrada. Se vinculan a dos deidades: los primeros (identificados como mayas) a Quetzalcóatl, dios portador del agua de lluvia, y los
segundos (nahuas u olmeca-xicalanca)14 a Tláloc en su advocación de
jaguar, como señor de la tierra y también portador del agua que surge
del interior de la tierra. Parece que los grupos identificados tenían cultos distintos, lo que motivó un enfrentamiento entre sacerdotesl5
(Lombardo de Ruiz, op. eit.: 102-103).
Estos murales reflejan relaciones entre dos áreas culturales distintas; expresa la representación de dos grupos con identidades diferentes, pero también a un grupo con características duales y biétnicas. La
tradición histórica se refiere a los olmeca-xicalanca como una sociedad muy rica. Esto se observa en la construcción de la enorme plataforma en Cacaxtla y su suntuosa decoración (Lombardo, op. eit.: 117).
Era un pueblo eminentemente comercial y agricultor. La importancia
de esta actividad se ve reflejada en los murales, así como sus conocimientos calendáricos. La diversificación étnica y cultural de los
olmeca-xicalanca puede explicar algunos aspectos importantes del
estilo artístico de Cacaxtla, que Foncerrada de Malina (1993: 105-107)
define como ecléctico. Éste muestra un sincretismo cultural posiblemente arraigado en el desarrollo de una tradición cultural local, derivada del horizonte Clásico en el Altiplano central, que se activó y se
97
sformó durante el Epiclásico con la presencia de un pueblo nuevo
tran
ue instaló su poderío en la región y creó un nuevo estilo. Con esto, la
~utora no hace más que afirmar lo dicho por Kubler en 1978, quien
manifestaba lo siguiente:
Cacaxtla fue probablemente la obra de patrocinadores, pintores yescultores relacionados con opciones eclécticas de naturaleza más sincrónica
que diacrónica. Hipotéticamente, estarían inmersos en las secuelas de la
caída de Teotihuacán y el colapso maya Clásico. Sus esfuerzos se habrían
dedicado a las representaciones y símbolos relacionados éon la sustitución de grandes partes de los sistemas institucionales que fenecieron
entre los siglos VII YX (lbid.: 359).
Al parecer, este nuevo estilo no sólo influyó en la pintura y en la
escultura sino en otros muchos aspectos de la cultura material. La
cerámica también muestra estos cambios. Se presentan estilos nuevos
en el área, como son los tipos Azteca 1 y Cholulteca 1 que fueron elaborados por los olmeca-xicalanca. Éstos son el antecedente de la cerámica policroma que tanto ha caracterizado al valle Puebla-Tlaxcala
(Cholula), la que, según Jiménez Moreno (l942B), está relacionada con
los olmeca-xicalanca. Paddock (1987: 55) comenta que la cerámica
policroma maya del Clásico se parece, en lo que respecta a los colores
y técnicas -aunque
los motivos son distintos-, a las cerámicas policromas cholultecas.
También se han hallado VÍnculos entre las cerámicas policromas de
Cholula con las del Golfo (Isla de Sacrificios y Cerro Montoso) y la
Mixteca (el estilo ñuiñe), lo que habla de la composición ecléctica de
los estilos que caracterizan la llegada de nuevos grupos al valle poblano-tlaxcalteca y la relación con otras partes de Mesoamérica. Las
semejanzas técnicas de la laca policroma y las mayas son muchas, por
lo seguramente las técnicas mayas se pudieron difundir o llegar al valle
poblano-tlaxcaIteca de diversas formas. Esto hace pensar que tal vez
Pudieron ser los olmeca-xicalanca quienes iniciaran este estilo. Los
elementos descubiertos en Cacaxtla, como las pinturas murales,
tnuestran el manejo de técnicas mayas, lo que, sumado a la paulatina
aculturación a la que éstos estuvieron sujetos, implicó que crearan un
98
LOS POPO LOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
estilo nuevo en donde cabrían muchas tradiciones formando ese
eclecticismo del que habla Foncerrada de Malina (1993).
La influencia maya y mixteca en la cerámica policroma cholulteca
es clara, así como la del estilo ñuiñe. Esto coincide con elementos culturales que conformaron durante mucho tiempo a los olmeca-xicalanca. Del mismo modo, hay correlación de fechas en la aparición de esta
cerámica en el valle poblano-tlaxcalteca y la aparición de los olmecaxicalanca en la región.
García Cook (1988: 320) ubica la presencia de los olmeca-xicalanca
en Tlaxcala en el año 650 d. C. En la fase Texcalac Temprano y Medio al
sur del Bloque Nativitas aparece una cultura relacionada con los olmeca-xicalanca que se extiende hacia el oeste y sur del valle poblano. La
cerámica policroma está conectada con la presencia de estos grupos
en esta fase.
La información arqueológica ha corroborado la relación entre la
cerámica policroma y los olmeca-xicalanca, no sólo en la región de
Tlaxcala y Cholula, sino en el centro de Puebla (Tepeaca-Cuauhtinchan) , y éstos están íntimamente relacionados con los popolocas,
región intermedia entre Cholula y la Mixteca donde es innegable el
desarrollo de la cerámica policroma (estilo Mixteco-Puebla).
El nexo entre los olmeca-xicalanca y los popolocas es evidente. Así
lo confirman datos arqueológicos e históricos. Se trata de grupos de filiación étnica común y parece que provienen de la misma región -la
Mixteca y el sur de Puebla. Ambos grupos estuvieron y ejercieron un
papel muy importante en Teotihuacán y Tula. Regresaron a la región
del centro-sur de Puebla y Tlaxcala y la habitaron hasta la llegada de
los españoles. Los datos arqueológicos confirman las relaciones entre
Cacaxtla y los popolocas. La mayor parte de las cerámicas foráneas,
obtenidas por comercio en Cacaxtla, procedía del Golfo de México y
del sur de Puebla (López de Molina, 1995: 168).
Por otra parte, Gorenstein (1973: 69) opina que Tepexi posiblemente fue fundado por los olmeca-xicalanca cuando éstos escaparon de
Cholula y se dirigieron hacia el sur. Sin embargo, Tepexi es la cabecera
de un señorío popoloca. Según la autora, en la fase Huichi llegaron al
sitio los pobladores, quienes iniciaron su construcción a finales del
horizonte Clásico. Se encuentran tipos característicos del estilo ñuiñe,
CAPÍTULO DOS
99
de Culhuacán, Azteca Temprano, Huajuapan, Mixteca y Texcoco (lbid.:
60-62).
Desde los años cincuenta, la existencia de VÍnculos entre los popolocas Y olmeca-xicalanca es descubierta por diversos autores. Gudschinsky decía que los olmecas históricos y los popolocas históricos
constituían una misma"identidad". Según Lehmann (1922: 359), los
olmeca-xicalanca de Cholula hablaban el idioma chocho. Basándose
en el hecho de que Cholula estaba formada por una multitud de grupos étnicos, se podría entonces considerar que los popolocas históricos y los olmecas históricos fueron grupos idénticos o emparentados.
La movilidad que caracteriza al Epiclásico se observa en el norte de
la región popoloca. Dávila (1976) dice que en la fase Tecamachalco
(600-100 d. C.) se nota gran inestabilidad, pues los materiales tienden
a ser variados y raros. Aparece una cerámica con decoración rojobarro en la parte interior de gruesos cajetes de fondo plano y semiesféricos con soporte moldeado, representando una serpiente estilizada
en pasta y acabado gris. Asociados a esta cerámica aparecen ejemplares de Anaranjado fino e imitaciones de Plum bate. En este tiempo, el
cual se puede interpretar como de transición y el reflujo a la caída de
la cultura teotihuacana, se inicia en el área el uso de sahumadores de
tubo, cajetes, comales y cucharas. Los asentamientos de los sitios
demuestran una marcada tendencia por estar construidos sobre elevaciones naturales, elaborando complejos en los que aparentemente no
existen basamentos piramidales sino plataformas de habitación extensas y edificios públicos sobre ellas, formando unidades bastante complejas (Dávila, 1976: 93).
Los datos arqueológicos indican la llegada de nuevos grupos al área
de Tepeaca- Tecamachalco y la restauración de la ruta comercial (el corredor teotihuacano) hacia la costa del Golfo, Oaxaca y el área maya. La
presencia de los olmeca-xicalanca en esta zona está ampliamente
documentada por la etnohistoria. La Historia Tolteca Chiehimeca indica la presencia de estos en lugares como Xaltepec (cerca de Tecamachalco) a la llegada de los cuauhtinchantlacas.
CAPíTULODOS 101
100 LOSPOPOLOCASDE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
El estilo Mixteco-Puebla
El término Mixteco-Puebla fue acuñado por George Vaillant (1938) y
Alfonso Caso (1941). Este último autor propuso que la cultura MixtecoPuebla abarcaba no sólo la zona que se indica sino otra más amplia,
siendo ésta una manifestación del horizonte tolteca. Comúnmente se
ha usado como marcador de un horizonte muy amplio que va del año
800 d. C. a la conquista española.
El concepto Mixteco-Puebla,16 según Vaillant (1938), incorpora varios elementos mesoamericanos con características semejantes: región
ocupada por hablantes de lengua nahua, al sur de Puebla, y mixteca, al
norte de Oaxaca, así como por una historia política distintiva, región,
iconografía y un estilo de arte. Este autor utilizó el término de varias formas: se refería a un periodo, cultura, civilización y complejo cultural.
Las dos importantes regiones para la evolución de este estilo fueron
la Mixteca y Puebla. Sin embargo, existen muy pocas investigaciones,
sobre todo en Puebla, 17en donde se han realizado investigaciones aisladas, siendo el mejor caso Cholula (Gorenstein, 1973: 9).
Uno de los materiales más característicos que desarrolló este estilo
se dio en la cerámica, la cual fue comerciada a muchas partes del
México prehispánico. Fundamentalmente
se trataba de un artículo de
lujo usado por la élite para usos ceremoniales (Winter, 1995: 216). Su
colorido y acabado la hacen una de las cerámicas más bellas de la
época. Su influencia impactó durante varios siglos a toda Mesoamérica. Pero a pesar de su importancia, hoy todavía existen muchas preguntas sin resolver en torno a su origen. Las posturas de los estudiosos,
sobre su cronología y lugar de origen, son contradictorias. Pese a esto,
existe un común denominador en el que, al parecer, hay confluencia,
es decir, todos los autores ubican las regiones del centro-sur de Puebla
y el norte de Oaxaca como el área donde pudo tener su origen.
En el Clásico Tardío fue cuando la cerámica Mixteca-Puebla se desarrolló al este y sur del valle de México con Cholula, posiblemente
como centro. Noguera (1954) sugiere que en Xochica!co hay una cultura de este estilo, aunque pudo haber sido un puente entre el viejo y
el nuevo estilo, al tiempo que otro se fue desarrollando en el norte de
Teotihuacán con Tula. De acuerdo con Noguera, el encuentro de las
doS influencias se puede ubicar en el valle de Chalco, donde la cerámica muestra fuertes influencias cholultecas.
Gorenstein (1973: 38-46) propone que aparentemente el estilo del
sudeste que dominó al final el norte de la región Tolteca puede ser un
subestilo del Mixteco-Puebla, que muestra rasgos únicos. El sitio de
Tepexi el Viejo pertenece a este estilo cerámico y guarda estrechas relacíones con las cerámicas del centro de Puebla, norte y centro de Oaxaca, principalmente con Tepeaca, Cholula, Huajuapan, Coixtlahuaca,
Acatlán, Mo!caxac, Tehuacán, Yahagul, etcétera.
El estilo Mixteco-Puebla es situado cronológicamente por Jiménez
Moreno (1942) aproximadamente hacia el año 700 d. C. El autor supone que florece hasta el siglo IX bajo la dominación de los olmeca-xicalanca en Cholula. Su elaboración se originó en Acatlán. Los trabajos en
Cerro de las Minas en la Mixteca Baja sugieren que este estilo se originó en la Mixteca (Winter, 1995: 217). De manera contraria a esta hipótesis, Eduardo Noguera opinó que la cerámica policroma llamada
Mixteco-Puebla aparece en Cholula hasta el Posclásico Temprano y la
clasifica en tres tipos: Policroma Firme, Mate y Laca (1954: 270).
En 1975, la arqueóloga Noemí Castillo propuso que la cerámica
policroma encontrada en Cholula y en la Mixteca -según ella, mal
llamada Mixteco-Pueblano era un producto mixteco sino poblanotIaxcalteca. Para afirmar esto se basó en los datos publicados por
García Cook (1973) en el área de Tlaxcala. Este autor, cronológicamente, ubica a las cerámicas policromas cholultecas en la fase cultural
Texcalac (650 a 1100 d. C.) Y menciona que dichas cerámicas se encuentran en Tlaxcala desde el año 850 d. C. y que abundaban en el área
hasta la llegada de los españoles; siendo utilizada tanto por los miembros de la élite como por los campesinos (García Cook y Merino 1988:
310).
La correlación de datos nos hace inferir que los iniciadores del estilo policromo eran los olmeca-xicalanca, hipótesis propuesta por Jiménez Moreno hace aproximadamente cincuenta años. A este respecto
apuntó:
Dado que las cerámicas Cholulteca 1y Azteca 1parecen haberse originado en la Mixteca, quizá podrían atribuirse a estos olmecas más recientes,
102
LOS POPOLOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
que se identifican con los grupos nahua-mixtecos. Así, se explicaría el
hecho de que, tanto para la cultura de los toltecas, como para la de los
mixtecos, existía un comÚn denominador. La cerámica Azteca 1 Cholulteca 1 se encuentra íntimamente ligada a la de Cerro Montoso e Isla de
Sacrificios que, por consiguiente, podría representar una extensión de la
cultura de Cholula hacia la costa, en fechas posteriores al siglo X,todo lo
cual estaría de acuerdo con las indicaciones de las fuentes (1942B: 128).
y más adelante dice que los tolteca-chichimeca,
al establecerse en
Cholula, pudieron adoptar la cerámica de la cultura representada por
la Azteca 1 y la Cholulteca 1 y por la cerámica Mixteca y la de Cerro
Montoso e Isla de Sacrificios.
Recientemente, Noemí Castillo (1994: 177) ha sugerido que el término Mixteco-Puebla surgió unilateralmente para definir ciertas cerámicas pintadas cuya decoración presenta algunos rasgos relacionados
con la religión mesoamericana del Posclásico y que sólo toma en cuenta el aspecto iconográfico, pero no la materia prima, las formas y posición estratigráfica; por lo que la autora descarta la validez del mismo
para nombrar un estilo único, y propone hablar de provincias cerámicas como las cerámicas cholultecas, las de Tepexi y, recientemente, las
mixteco-popoloca. Sin embargo, una propuesta no contradice a la otra.
Se puede hablar de un estilo general que compartieron diversos grupos
mesoamericanos con características locales. ¿Acaso la diferencia de las
materias primas en las cerámicas policromas del estilo Mixteco- Puebla
se debe a las características propias de los yacimientos de cada región?
y ¿las formas no son también expresiones locales o regionales? En cuanto a las posiciones estratigráficas, es evidente que no se pueden hacer
afirmaciones, pues el estilo ha sido poco investigado arqueológicamente y en muchos casos no se tienen fechas sobre su antigüedad por
medio de datación. Winter (1991: 11-20) ha comentado que el origen de
este estilo no está totalmente aclarado, y la Mixteca Alta de Oaxaca es
una de las regiones con la mejor expresión del estilo, manifestado más
claramente en los códices. El estudio del estilo ñuiñe podría aclarar
ciertas dudas al respecto, ya que floreció en la Mixteca oaxaqueña en
sitios como el Cerro de las Minas y Huajuapan de León, lugares que
tuvieron una larga tradición de sociedades estratificadas cuyos habi-
CAPÍTULO DOS
103
tantes tempranos (mixtecos) contribuyeron, junto con otros, a la formación del estilo Mixteco-Puebla.
Las conexiones de este estilo con el área maya y los olmeca-xica¡anca son claras; estudios recientes como el de Michel Lind (1994: 79)
en el sitio de Pilitas corroboran esta hipótesis.
El término Mixteco-Puebla sigue siendo válido. El desarrollo estilístico de la cerámica policroma en la región ocupada por los popolocas
y la Mixteca en la época prehispánica es evidente. lB Arqueológitamente la cerámica policroma parece estar muy relacionada para definir en estos términos a los popolocas de Puebla yen general a toda una
región en donde confluyeron etnias íntimamente
emparentadas,
como los mixtecos, los popolocas y los olmeca-xicalanca. Es precisamente en estas zonas donde habitaron y donde se ha encontrado el
origen y desarrollo de esta cerámica policroma.
En 1940, Noguera notaba fuertes relaciones entre la cerámica policroma de Tepeaca y Tehuacán y entre Tepeaca y la Mixteca, concretamente con Acatlán. La cerámica de Tepexi es también de este estilo y
se han encontrado estrechos VÍnculos con la cerámita del centro de
Puebla y el norte y centro de Oaxaca, principalmente con sitios popolocas y mixtecos (Gorenstein, 1973: 38-45).
La relación entre los olmeca-xicalanca y los mixtecos se observa en
el desarrollo de su historia, que aunque incierta parece remontarse a la
cultura milenaria de La Venta y su influencia en Monte Albán 1 (Jiménez Moreno, 1966), al desarrollo en la Mixteca Baja del estilo ñuiñe, a
la penetración mixteca en el Altiplano central y a la incorporación al
núcleo mixteco original, procedente de la costa del Golfo, de otros grupos y otras lenguas a lo largo de varios siglos -mixtecos,
chochopopoloca y nahuas(Chadwick, 1966: 10). Con estas características
aparecen en Teotihuacán los olmeca-xicalanca, lugar que hoy se propone como la metrópoli mixteca temprana que conquistó a la región
que conocemos como la "mixteca" (Paddock, 1994).
La importancia y el desarrollo del estilo Mixteco-Puebla es fundamental para entender las características de la cultura popoloca, ya que
gracias a la presencia de este estilo en la región se ha sugerido el posible origen del grupo de códices Borgial9 en la región popoloca y con
ello se atribuye su elaboración a los popolocas.
104
LOS POPO LOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
La similitud entre la cerámica policroma Mixteco-Puebla y los códices Borgia ha sido ampliamente estudiada, sobre todo aquella cerámica que en 1954 Eduardo Noguera definió como "tipo códice". Ignacio
Bernal (1949) y Donald Robertson (1963) coincidieron en que esta
cerámica tenía similitudes con el estilo de los códices. Lind (1967) y
James Ramsey (1975) polemizaron sobre las diferencias estilísticas de
la cerámica policroma Posclásica en el México central. Alfonso Caso
(1927), Robert Chadwick y Richard MacNeish (1967), H. B. Nicholson
(1960), Robertson (1963) y E. Sisson (1983) han discutido sobre el origen del grupo de los códices Borgia, y han comparado el estilo de la
cerámica policroma tipo "códice" con los manuscritos del grupo
Borgia. Robertson (1963: 156-157) concluye que la cerámica policroma
tiene estilos idénticos con los manuscritos del Códice Borgia. Bernal
(1949), en un reporte de Coixtlahuaca, propone que hay diferencias estilísticas entre la cerámica policroma de la Mixteca Alta y la de Cholula
y que esta comparación puede ayudar a desentrañar la historia de los
códices Borgia.
En 1983, Sisson sugirió que los murales de la Tumba 7 de Monte
Albán son del mismo estilo que la cerámica policroma del valle de
Oaxaca y la Mixteca Alta y que los códices Borgia y Cospi tienen mucha
similitud estilística con la cerámica tipo códice de las regiones de Tizatlán, Huejotzingo, Cholula, Tepeaca, Cuauhtinchan y Tepexi el Viejo,
que constituyen el mismo estilo cerámico. Recientemente, el mismo
autor y Gerald Lilly(1994: 25) proponen que el origen del Códiee Borgia
está en el valle de Tehuacán debido a que un mural del sitio de Tehuacán Viejo muestra similitudes iconográficas con él.
Chadwick y MacNeish (1967: 125-126) sitúan cronológicamente el
origen del Códice Borgia en la fase Venta Salada, exactamente en la
época que va de los años 1100 hasta 1300 d. C. Dichos autores ven una
similitud sorprendente entre los tejados de las casas del códice y las
casas actuales de los popolocas. Evidentemente los códices son documentos que dan testimonio del pueblo que los creó y el Códice Borgia
representa casas popolocas de la Mixteca Alta.
Se cree que el lugar de procedencia del grupo de códices Borgia es
el pueblo popoloca de Caltepec, al sur de Zapotitlán de las Salinas
Oacklein, 1979: 206). En aquel lugar parece que se encontraron unos
CAPÍTULO DOS
105
observatorios para el estudio del ciclo de Venus, lo que responsabiliza
a los popolocas de la elaboración de dicho códice. Es por ello que
Kirchhoff (1947) pensaba en la posibilidad de que los mixteca-popoloca llevaron el conocimiento de la escritura a los cuauhtinchantlaca.
El análisis del estilo Mixteco- Puebla es fundamental para la cultura
popoloca y las relaciones qué estos tuvieron con los demás grupos que
compartían el territorio. Hoy se habla de que dicho estilo funcionó
como medio de comunicación entre los pueblos que compartieron el
estilo, mediante "alianzas entre corredores", las cuales buscaban
medios de unificar sus comunidades multiétnicas a través de las tierras altas del sur de México (Pohl, Bruce y Byland, 1994: 189).
El Posclásico de la región
Durante fase Venta Salada (700-1530 d. C.) inician los grandes asentamientos, como ciudades, villas y pueblos fortificados de carácter
defensivo. Aparecen las aldeas -que formaban parte de una ciudad o
de un pueblo- con sistema de cuartos y salineras; de especialistas en
cerámica (hecha con moldes), en la producción de navajas prismáticas
de obsidiana o en adornos de piedra pulida, de textiles de corteza o de
algodón, de talladores de piedra y cantera o bien explotadores de sal,
así lo demuestran García Cook y Merino (1989B: 29). La tecnología
alcanza un alto grado de desarrollo.
El comercio con otras regiones cobró gran auge. Muchos productos
manufacturados -como la sal, los textiles o cerámica- se exportaban
a lugares distantes y se obtenían aquellos objetos que no se producían
en el área. Aunque los productos obtenidos por el comercio o los intercambios fueron importantes, la dependencia básica fueron los productos agrícolas, cuya producción estaba controlada por la clase
gobernante. Las técnicas agrícolas fueron eficaces; se contaba con un
Complejo sistema de canales que irrigaba grandes áreas (se usaban
pequeñas represas, diques para desviar el agua de los ríos y canalizarlos hacia donde se requiriese) y cultivo en terrenos terraceados. En la
construcción también se realizaban obras que denotan avanzada tecnología (lbid.: 30).
106
LOS POPOLOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
Esta fase se caracteriza por la creación de grandes señoríos popolocas, los cuales sufrieron un grave revés después de la caída y el abandono de Teotihuacán. Grupos toltecas empezaron a dispersarse por la
región popoloca entre los islotes de grupos actuales: a) los chochos de
Oaxaca cercanos a Coixtlahuaca, b) los popolocas occidentales por la
región de Tepexi de Rodríguez y San Juan Ixcaquixtla y c) los popolocas
orientales divididos entre el valle de Tehuacán y el valle de Zapotitlán.
Contemporáneas a esta fase se encuentran las fases Cuauhtinchan,
(a partir de 1000 d. C.) Huehuetlán, Calpulleque, Tepeyacac, (12001400 d. c.), Tepexi y Tecalco (1400 d. C.) en el área de Cuauhtinchan
(Dávila, 1976). Este periodo se distingue por la introducción de nuevos
elementos culturales de otras partes de Mesoamérica, por la inestabilidad que se observa en los asentamientos, ubicados en zonas altas,
por la aparición y fabricación de la cerámica policroma y se observa
una marcada influencia estilística de la Mixteca. Los asentamientos
tienden a ser dispersos; se encuentran complejos de edificios públicos
o residenciales sobre terrazas (Dávila, 1976: 95-96) y aparece la Cerámica Azteca del tipo III y IV, en el norte y centro de la región popal oca.
En el valle de Tehuacán los sitios que se conocen arqueológicamente son Coxcatlán, Calipan, Zinacatepec, Cuachilo, Ajalpan, Altepexi,
Chilac, Tehuacán y Cacaloapan. Otros sitios relevantes son Tepexi el
Viejo y Cuthá. La fortaleza de Tepexi el Viejo fue construida en el Posclásico (Gorenstein, 1973). También de este periodo son los sitios de la
región central, como el Cerro del Águila (en Tecamachalco), Acatzingo
el Viejo, Tenaxcatl, Xochiltenango -sitio de enormes proporciones
con una plataforma de diez metros de altura, localizado muy cerca de
Tepeaca-, el Cerro del Águila (San Hipólito) y Tecamachalco el Viejo
(Dávila, 1974, Miguel Medina, 1994), entre otros. En todos estos sitios
yen toda la región norte-centro hay una marcada influencia delllamado estilo Mixteco-Puebla. Aparecen sitios relacionados directamente con la producción, como es el caso del cerro Tlapehuac, en las
inmediaciones de Tepeaca, que contiene hornos para cerámica y hornos asociados a piedras calizas, que indican la extracción intensiva de
cal (Medina, 1995: comunicación personal).
Otros sitios de este periodo son los grandes Teteles de San Juan
Ixcaquixtla -en donde había ídolos importantes-,
Ramales, que se
CAPÍTULO DOS
107
encuentra junto al antiguo camino real entre Tepexi de Rodríguez, y
Acatlán -parece que se trata de un complejo fortificado con diversas
unidades de población es más pequeño que Tepexi- (Jacklein, 1978A:
19);Ylos sitios fortificados de Castillo Coatepec, Rinconada, Caltepec20
y los Veinte Ídolos, localizados a largo del río Hondo, al sur de Zapotit1án de las Salinas. Estos lugares indican que el área fue muy poblada y
que por ahí pasaban importantes rutas y caminos hacia la Mixteca
Alta.
Parece que existía una ruta importante que pasaba por el pueblo de
Atzatla, la cual comunicaba a la Mixteca Alta y el sur de Puebla. Se trataba de la entrada más importante a la región de CoixtIahuaca (Johnson, 1997: 258-260). Este camino era una ruta muy antigua alterna al
corredor teotihuacano que cruzaba por el río Hondo -un área donde
existía una gran masa de población popoloca y que conectaba a sitios
como Cuthá que quedaban fuera de las principales rutas de comunicación del Altiplano central a Oaxaca- a través de Teotitlán del Camino y otra por Chila de la Sal. Era una red básica comercial establecida
desde el horizonte Posclásico (López de Molina, 1979: 261). Otra vía de
comunicación menos importante, atravesaba la región de Tepexi,
desde Tepeaca hasta las inmediaciones de Ixcaquixtla, en donde se
dividía en dos partes, ambas se dirigían a Oaxaca, una a través de
Tehuacán y la otra por Acatlán (lbid.).
De esta manera, la región popoloca quedaba situada entre rutas
importantes de tráfico. Su ubicación intermedia entre el Altiplano y
otras áreas mesoamericanas
la hacía estratégica. Por ello se puede
decir que la localización de los asentamientos no era dejada al azar,
sino que respo~día a los procesos económicos y sociales. Áreas como
Tepeaca, Tehuacán y Teotitlán del Camino constituían puntos importantes de intercambio y de recolección de tributos. De esta manera se
formaba una importante de red de mercados fundamental para el
dominio mexica de la región. Sin embargo, parece que, independientemente de estas rutas, los pueblos popolocas y demás grupos relacionados tenían vías alternas a las que controlaban los mexicas, como fue
la del río Hondo.
Los sitios popolocas fueron construidos con materiales del área y
en muchos casos no se trata de fortificaciones sino de terrazas con
108
LOS POPOLOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
muros de un metro de altura, la cuales tenían una doble función: servían como habitación para mucha gente en poco espacio y como lugares defensivos que frenaban el avance del enemigo. Parece que se
trataba de sitios defensivos construidos por los popolocas y chochos,
sobre todo para protegerse de los mexicas durante el siglo XV (lbid.:
258-262).
La mayoría de los grupos popolocas se ubicó en la zona comprendida entre los lugares de Acatlán, Tepexi y Tehuacán. En el siglo XVI esta
zona también era habitada por los olmeca-xicalanca, tal es el caso de
la población de Palmar de Bravo, localizada en las inmediaciones de
Tecamachalco (Martínez: 1994).
Las investigaciones arqueológicas en la región popoloca se han
centrado sobre todo en tres de los sitios-cabecera más importantes:
Tepexi el Viejo, Tehuacán el Viejo y, recientemente, Cuthá. El resto de
los sitios continúa prácticamente inexplorado,2l por lo que básicamente las comparaciones y análisis de la arqueología de esta región se
basan en los datos proporcionados para dichos sitios.
Tepexi el Viejo. Se localiza a unos cuantos kilómetros de Tepexi de la
Seda, al sur de la ciudad de Puebla, en un área montañosa que inicia
en el norte del Tenzo, que a su vez limita al sur con el valle Puebla- Tlaxcala. Al este se encuentra la Sierra Negra de las mixtecas y al oeste el río
Atoyac, afluente del río Balsas. Se trata de una área compuesta por llanuras escasas de agua que cuenta con innumerables arroyos estacionales.
Tepexi el Viejo era un sitio fortificado con cierta influencia política
y económica en un territorio tributario; al parecer, no estaba centralizado políticamente (Gorenstein, 1973: 69). Según Hicklein (1978A: 115116), Tepexi era el el centro geográfico y político de todo el territorio
popoloca. El río Atoyac y las intransitables montañas, en la parte meridional del territorio central, parecen haber sido los límites naturales.
De frontera parece que sirvió también la antigua ruta comercial que
iba desde los altos valles del Altiplano central (México-Tenochtitlán Y
Puebla- Tlaxcala) a Oaxaca, en especial el tramo entre Tecamachalco Y
Tehuacán. Al otro lado de las fronteras existían regiones de hablantes
del popoloca con los que mantenían contacto regular.
CAPÍTULO DOS
109
La construcción de Tepexi el Viejo se atribuye a los popolocas. Es un
sitio ubicado en una colina rodeada por cañones en tres de sus partes.
Tiene un recinto principal y cinco áreas de ocupación. El recinto se
compone de cierto número de edificios y montículos y está completamente cerrado por gruesas paredes (lbid.: 19). En el recinto principal
los niveles fueron construidos en el grado deseado para extender capas
de caliche. Los muros fueron hechos aparentemente con una mezcla
de adobe mojado y piedras calizas trabajadas y no trabajadas, así como
piedras pequeñas. Hay una uniformidad estilística en la técnica de
construcción. El centro de las paredes fue hecho con caliche en forma
irregular, las caras de éstas fueron labradas de manera rústica y a veces
cuidadosamente (lbid.: 20-21).
En esta zona principal existen cuatro tipos diferentes de construcción: áreas de amplias plazas, plataformas, complejos habitacionales y
montículos. Se observan también sitios para mercados. Lamentablemente el sitio se está muy destruido. Cuenta con drenajes y sectores
con tumbas, pasajes y nichos. El recinto principal abarca cinco sectores que cuentan con plazas, montículos, pasajes y complejos habitacionales. Tepexi el Viejo es un sitio fortificado construido con fines de
defensa. Sin embargo, parece que no hay una especialización militar
como en la sociedad mexica y la zona formaba una comunidad muy
integrada. El territorio no estaba centralizado políticamente; el poder
se encontraba diseminado entre los pueblos tributarios Oacklein,
1978A:69).
El desarrollo del sitio se ha dividido en tres fases: Toyna (Tardío),
Xaqua (Medio) y Huichi (Temprano). Por las características de los materiales cerámicos encontrados en el sitio se concluye que Tepexi fue
construido en el horizonte Posclásico (Gorenstein, 1973: 60).
En la fase Hiuchi (finales del horizonte Clásico) llegaron los primeros pobladores que inician la construcción del sitio. En la fase
Xaqua (1350-1450 d. C.) se amplía la construcción del sitio se construyen basamentos piramidales, plazas, recintos, complejos habitacionales y accesos, así como el recinto principal. En esta fase se define el
estilo arquitectónico. La cerámica muestra afinidades con Ayutla,
Coixtlahuaca y Xamilpan (lbid.: 62). La fase Toyna (1450-1521) representa la última ocupación del sitio. Se amplían los principales sectores
110
LOS POPOLOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
constructivos. Aparece cerámica azteca, Tlatelo!co, Ixcaquixtla, Almolongo, cholulteca y río Balsas. Se muestran relaciones con el valle de
México, Tlatelo!co y el centro de Puebla. Se observan alianzas políticas
con esta última e influencias en las construcciones de Tlatelo!co, así
como conflictos militares con los mexicas (Ibid.: 63).
Las cerámicas policromas de Tepexi el Viejo tienen relación con
Tlanhualpa, Tuxpilla, Tihuatlán y Tabuco en el Totonacapan (Ibid.). Por
otro lado, Jiménez Moreno (1966: 14) dice que los estilos cerámicos de
Tepexi el Viejo y Tehuacán se vinculan a los estilos Trapiche, Cempoala,
la Mixtequilla, los Tuxtlas y el Cerro de las Mesas.
Tehuacán Viejo. El sitio arqueológico de Tehuacán Viejo se ubica a
unos cuantos kilómetros al sur de la actual ciudad de Tehuacán, en la
Sierra de Zongolica, que a su vez forma parte de la Sierra Madre
Oriental llamada "El Colorado". El sitio es irrigado principalmente por
el río Salado. Parece que los toltecas (nonoalcas) erigieron Tehuacán
Viejo (Cerro Colorado). A través de la dominación, pueblos enteros se
convirtieron al habla náhuatl. MacNeish (1964), por ejemplo, opina
que la nobleza de Tehuacán hablaba nahua y los macehuales, popoloca y mazateco.
Sin embargo, hay que tener en cuenta que desde tiempos muy tempranos el área fue ocupada por grupos popolocas. Las fuentes mencionan a Tehuacán Viejo (La Mesa)22 como un señorío importante de este
grupo, por lo 'que no hay que descartar el hecho de que los popolocas
vieron invadido su territorio por grupos nahuas. La población quedó
constituida, principalmente por grupos nahuas y núcleos de población
popoloca y mazateco. Al parecer constituían una minoría, ya que fueron desplazados por los chichimeca-nonoalca
en el siglo XI (Gerhard,
1986: 268). Tehuacán Viejo (La Mesa) tiene más de 400 montículos o
estructuras de diversos tamaños que forman conjuntos alrededor de
plazas, o bien asociados a espacios habitacionales. Mide 1700 metros
por 800. En su parte más ancha tiene la forma de "Y" invertida. Las
estructuras se distribuyen sobre casi toda el área cuyos límites fueron
definidos topográficamente (Arana Álvarez, 1995: 130).
Debido a su situación geográfica, Tehuacán Viejo fue un.sitio rector
de entre cuatro ciudades-estado
en el valle durante el Posclásico
CAPÍTULO DOS
111
Tardío, ya que estaba ubicado en un área de importantes rutas de
intercambio Yera paso obligado para quienes viajaban por el sur hacia
la Mixteca y por el este rumbo al centro de Veracruz. También era un
punto de contacto entre la región sur y el valle de México, por lo que ha
sido una arteria en la ruta utilizada por indios, españoles y mexicanos
(Byers, 1967: 38 y Márquez, 1994: 92).
Al parecer, los aztecas estaban interesados en Tehuacán por su
potencial de intercambio en cerámica fina, debido a su posición estratégica. Quizá el sometimiento coercitivo del imperio no fue aplicado a
Tehuacán porque esto inhibiría su actividad comercial. Resultaba más
estratégica una alianza para obtener un acceso a su red de mercados,
y al mismo tiempo a un constante "intercambio de regalos" en cerámica fina. Además, la presencia del "mural de los chimales" en Tehuacán
Viejo, así como su localización defensiva sobre una meseta, sugiere
que éste contaba con los recursos defensivos para enfrentar la invasión
de una militancia azteca limitada, lo que hubiera llevado a estos últimos a un desgaste mayor (Márquez, 1994: 97).
Durante la ocupación en el Posclásico Tardío (1250-1521 d. C.) la
población de Tehuacán Viejo construyó un centro urbano con estructuras de distintos tamaños y funciones. Entre las que destacan montículos de varios tamaños, plazas, altares, plataformas asociadas a
edificios ceremoniales y palacios o casas grandes que dan cuenta de la
existencia de un estrato social dominante. También se encuentran plataformas y patios medianos que parecen ser los cimientos de casas
medianas relacionadas con un rango inferior, mientras que las plataformas chicas, patios pequeños y terrazas fueron construcciones para
casas de un solo cuarto, que parecen corresponder al estrato social
más bajo (Ibid.: 1994: 93).
La distribución arquitectónica indica que el acceso al centro ceremonial fue restringido, pues hay muros de contención. Las estructuras
fueron construidas con piedras de la localidad de tipo caliza y de conglomerado, las cuales fueron colocadas en las estructuras grandes,
buscando su cara natural y sólo en las esquinas de los basamentos, así
como en las escalinatas. Fueron careadas y escuadradas intencionalmente para lograr los ángulos deseados y la resistencia adecuada de
los basamentos. Se colocó estuco como revestimiento, común en todo
112
CAPfTULO DOS
LOS POPO LOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
el sitio. En los muros de los cuartos y pasillos se utilizaron piedras más
pequeñas unidas con lodo para formar las caras del muro (Arana Álvarez, 1995: 134).
Los templos tienen escalinatas amplias y grandes. El uso de columnas es significativo y éstas tienen un sistema constructivo muy especial: están hechas a base de piedras labradas en forma circular con
apariencia de grandes "quesos" que forman el núcleo de la columna y
se colocaban una sobre otra unidas con lodo y luego cubiertas con piedrecillas y aplanados con estuco (lbid.: 141).
La mayoría de la cerámica encontrada en el sitio es de producción
local, y en menor proporción aparece la foránea, la cual procede del
centro-sur del estado de Puebla, norte de Tlaxcala, valle de México,
Mixteca oaxaqueña, Chinantla, noreste de Oaxaca, Cholula, Huasteca
y norte de Veracruz. Las que aparecen con más abundancia son del
valle de México, Cholula y norte de Veracruz (Márquez, 1994: 40). Los
porcentajes indican que la cerámica fina importada era el producto
que más interesaba a los teohuaques para el comercio, o bien, podría
asociarse a un contacto entre élites de las distintas regiones que intercambiaban bienes cerámicos costosos (lbid.: 41).
Por la significativa presencia de la cerámica decorada de la región
Mixteca-Puebla en el sitio se infiere que la red de intercambio de ésta
era compartida por todos los señoríos de la zona, posiblemente a través de contactos entre élites, incluyendo Tehuacán Viejo. Tal vez este
último lugar era utilizado como centro de intercambio (lbid.: 1994: 98).
A finales del siglo xv, los culhua mexica penetraron en el valle de
Tehuacán. Tenían como aliados a los señores nahuas de Teotitlán del
Camino (Byers, 1967: 41). El señorío popoloca de Cuthá mantuvo su
independencia hasta la llegada de los españoles, siendo aliados también de los culhua mexica en contra de sus antiguos enemigos mixtecos (Cossío, 1940).
La presencia de grupos nuevos en el área implicó también cambios
en ciertas costumbres. Los enterramientos
en esta época ocurren
debajo del piso de los cuartos, en hoyos de basura y nichos dentro de
cuevas. La forma más común en el Pos clásico Tardío fue la incineración, a diferencia del Clásico en donde se edificaban tumbas (Sisson,
1997: 132).
113
cuthá. Se ubica al sudeste del estado de Puebla, aproximadamente
cínco kilómetros al este de Zapotitlán de las Salinas. Es considerada
corno parte del municipio de Tehuacán y también parte de la Mixteca
Baja, la cual incluye algunas regiones del sur de Puebla, noreste de
oaxaca y este de Guerrero (Castellón, 1995: 15).23
Los popolocas del sudeste construyeron el gran centro de Cuthá,
que tenía por lo menos dos satélites cercanos: el Cerro de Acatepec y el
Cerro del Castillo. Este último existía desde la fase Palo Blanco; según
lo indica la presencia de cerámica Anaranjado delgado en el lugar.
Todos estos sitios reflejan la inestabilidad de la época. Se trata de lugares ubicados estratégicamente y con medios de defensa (utilización de
muros, terrazas, ubicación en lugares altos y de difícil acceso).
Los señores de Cuthá no sólo tenían conflictos con los señoríos nahu as del valle de Tehuacán sino con los mixtecos del sur y con los
popolocas occidentales, con su centro en Tepexi. Probablemente estas
luchas se originaron por problemas de abastecimiento, control y comercio de sal (Sisson y Márquez, 1993: 15). Cuthá se construyó en
medio de importantes depósitos salitrosos como los del valle de
Tehuacán, Calipan y Huajuapan. La producción de sal desde la época
prehispánica hasta la actualidad ha tenido continuidad. Hoy se explota con técnicas muy similares y en lugares muy cercanos a los sitios de
producción antiguos. La producción de la sal siempre ha estado estrechamente vinculada a la producción alfarera. Se han encontrado indicios de es~e VÍnculo en el periodo prehispánico. Actualmente, los datos
etnográficos muestran que muy cerca de los depósitos salineros se
situaba un sitio de producción de ollas (García Samper, 1997: 70-77).
Mucho se ha argumentado que Cuthá (Gorenstein, 1973) era una fortificación; sin embargo, las recientes investigaciones llevadas a cabo por
Bias Castellón (1993) han demostrado que no se trataba de un sitio fortificado.
Los muros existentes en el sitio sólo tenían el propósito de reforzar las
partes aItas y evitar el derrumbe por la erosión y los grandes muros interiores son divisiones internas del mismo, pues no presentan su fachada
hacia las partes bajas del cerro sino hacia las plazas aI centro del asentamiento ([bid.: 25).
114
LOS POPO LOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
El cerro de Cuthá tiene dimensiones aproximadas de un kilómetro
de largo por 600 metros de ancho y un total de 600 metros cuadrados
de extensión o sesenta hectáreas. La parte superior del cerro donde se
encuentra el sitio arqueológico es una meseta alargada en dirección
norte-sur con una depresión u hondonada en la parte centro-este. Esta
área, utilizable para el asentamiento, tiene aproximadamente
600
metros de largo por un ancho variable promedio de 200, es decir, aproximadamente doce hectáreas; de éstas sólo unas siete u ocho presentan estructuras. El sitio cubre casi toda la cima del cerro.
En la parte sur del cerro de Cuthá cruza un río que forma .una cafiada, lugar donde se localizaban las salinas prehispánicas -centros
de
producción de sal, mineral de gran importancia comercial en esa
época-o Su ubicación se registra en las fuentes del siglo XVI, que
hablan de una intensa producción. Se encuentran varias construcciones antiguas que incluyen varios diques grandes sobre el río. En este
lugar hay también alineamientos pequeftos: todos asociados a abundantes restos de cerámica prehispánica,eque indican una intensa actividad por el control del agua en esta parte del cerro (Castellón, 1993:
38-39).
El asentamiento
tiene características arquitectónicas
peculiares
como escalinatas monumentales, dos juegos de pelota, casas con cuartos múltiples,24 plazas, terrazas, montículos, plataformas,25 construcciones piramidales y espacios abiertos, patios hundidos y una tumba
cruciforme.26 La arquitectura está adaptada a la topografía del lugar y
presenta una planeación y orientación en sus ~dificios más importantes. Se trata de un asentamiento urbano complejo y cuenta con un
impresionante sistema de diques sobre el río Zapotitlán que indican la
existencia de una red de control hidráulico (Castellón, 1995B: 29).
Cerca de Cuthá existe evidencia de la utilización de cuevas con uso
ritual o para enterramientos. Una de estas cuevas es la de Teloztocen,
donde se encontró una ofrenda muy suntuosa con máscaras ricamente trabajadas e incrustaciones de piedras preciosas. Al parecer, este
lugar pertenecía al señorío de Cuthá, por lo que se trata de una manifestación de la "cultura popoloca" (Cortés de Brasdefer, 1997: 12-15).
Los materiales usados para la construcción de Cuthá son roca caliza, principalmente, el basalto una roca local llamada escamela, el ónix
CAPÍTULO DOS
115
y la cal, todos propios de la localidad. La mayoría de las construcciones del sitio está hecha de bloques rectangulares perfectamente cortados (tumba cruciforme) de piedra caliza trabajada en dos variantes y
bloques irregulares de diversos tamaños, utilizados normalmente
como material de relleno para construir las plataformas. El basalto es
usado en lajas en forma de vigas en los techos (Hernández Morales,
1995: 179-180).
Las técnicas constructivas son similares a las de Tehuacán Viejo. Las
columnas se forman con los "quesos" hechos en ónix o piedra caliza.
Principalmente, se usa cal como recubrimiento de muros en el interior
de la tumba y en los pisos de las'estructuras (lbid.: 188). La cantidad de
estructuras en el cerro mismo y sus inmediaciones habla de la gran
densidad de población que habitó el sitio, así como de su importancia.
También indica una transformación y adaptación del paisaje a las necesidades de la población que habitó en la parte alta. Ahí se concentran las estructuras grandes.
El sitio debió habitarse desde el Clásico Tardío.27 Según las investigaciones de MacNeish, hacia el 700 d. c., fase Venta Salada. La cerámica que se observa en la superficie y la obtenida accidentalmente, así
como la de otros objetos, es de influencia mixteca y de fondo sellado,
que corresponden al Clásico Tardío y Posclásico Temprano. También se
encuentran tipos recientes como Azteca y Rojo Texcoco, indicando la
secuencia de ocupación prolongada hasta la época del contacto (Castellón, 1993).
La ubicación geográfica del sitio lo relaciona directamente con
otros asentamientos del valle de Tehuacán, pero es bastante clara su
simultánea relación con Oaxaca. Desde este punto de vista, tanto las
figurillas, urnas, relieves, arquitectura y demás elementos parecen
apuntar hacia el Clásico de los valles de Oaxaca.
Al sur de la región popoloca, destaca Coixtlahuaca, centro principal
chocho-popoloca. Se trataba de una ciudad con una unidad política y
Un territorio bien definido, constituida por comunidades campesinas,
ranchos y residencias, ubicadas de forma dispersa. La estratificación
SOcial se encontraba bien desarrollada y contaba con dos clases: los
nobles y los campesinos. Los primeros formaban el aparato gubernamental y administrativo (Winter, 1995: 56-59).
116
LOS POPOLOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
Los sitios arqueológicos de Tecamachalco
Las investigaciones arqueológicas realizadas en el señorío de Tecamachalco-Quecholac han sido muy escasas, limitándose sólo a reportes
generales. Por tal motivo, la información arqueológica es muy pobre y
poco precisa. Los sitios arqueológicos sufren constante destrucción,
sobre todo aquéllos que se encuentran cerca de poblaciones o de
medios de comunicación como caminos y carreteras.
La síntesis que a continuación se presenta sobre las características
de los sitios arqueológicos de Tecamachalco es resultado del trabajo de
campo que realicé en los veranos de 1992, 1994, 1995 Y1996, con apoyo
de algunos reportes generales y publicaciones que tratan de manera
general algunos aspectos de la arqueología del área. Como no se trata
de una investigación arqueológica formal, mi trabajo consistió en
recorridos en los sitios principales -Cuauhtepec
y Tecamachalco
Viejo- para realizar descripciones generales de su estado actual, su
tamaño, distribución, cronología e identificación de rasgos culturales.
En 1983, Claudia Wals y AdeIfo Fernández, ambos investigadores
del INAH, hicieron un análisis de fotografías aéreas de la región donde
se ubica parte del antiguo señorío de Tecamachalco-Quecholac,
con el
fin de localizar los sitios arqueológicos existentes (no se hicieron recorridos de campo). Dichos asentamientos prehispánicos fueron denominados de acuerdo con un número arábigo progresivo, según
aparecían en la fotografía aérea. Al área bajo estudio se le llamó "valle
de Xaltepec", el total de sitios localizados fue de setenta y cuatro. Esto
nos da una idea de la gran densidad de población que tuvo la región en
la época prehispánica y de su importancia, ya que constituyó parte de
un corredor natural hacia los estados de Oaxaca y Veracruz.
Realicé recorridos en seis de estos sitios: los dos que se encuentran
más cerca del actual poblado de Tecamachalco que son de los más importantes, el Cuauhtepec y Tecamachalco Viejo -cabeceras
del señorío en el Posclásico. Los cuatro restantes parecen corresponder al
Clásico y Epiclásico.
La ciudad actual de Tecamacha!co se sitúa en la falda sur del cerro
Techachales- Techalrey, 28 que tiene la forma natural de una "mandíbula" y se encuentra en medio de una planicie que le da la apariencia de
CAPÍTULO DOS
117
un islote; es conocido también con el nombre en su parte norte como
el "Cerro del Águila".
En la cima plana, al norte del cerro, se halla un sitio arqueológico
_el Cuauhtepecde grandes dimensiones29 (sitio número veinte,
denominado así por Wals y Fernández, 1983), probablemente el más
grande. Cuenta con sesenta y nueve estructuras en total, distribuyéndose la mayoría de éstas en el área del monte medio y bajo. Se distinguen doce conjuntos con tendencia a una distribución lineal, así como
la presencia de terrazas y plataformas sobre las que se erigió la mayoría de las estructuras. En algunos casos las plazas se encuentran rodeadas de pequeñas murallas (Wals y Fernández, 1983: 18).
Los materiales usados para las construcciones son fundamentalmente piedra caliza, lodo -adobey cal. Los núcleos de las estructuras están hechos con piedras de calizas toscamente cortadas, unidas
con lodo; en los acabados exteriores se usaron bloques del mismo tipo
de piedra muy bien trabajados y recubiertos con estuco. Se observa
que el sitio tuvo varios momentos de ocupación; existen restos de
pisos (con gravilla y recubiertos de estuco) sobrepuestos con técnicas
constructivas características de Teotihuacán. El sitio tiene una ubicación estratégica que domina visiblemente toda el área; al oeste sobresalen los volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl; al noroeste, se puede
ver La Malinche y, al noreste, el Pico de Orizaba o Citlaltépetl. La vista
principal del sitio está orientada hacia el noroeste. Parece que La
Malinche o Matlalcueye tuvo mucha importancia en la cosmovisión de
los pobladores.
El Cuauhtepec se localizaba cerca de yacimientos de agua y tenía
accesos importantes al valle. Hay restos de por lo menos dos avenidas:
una en la parte norte y otra hacia el este. También se observan canales
de irrigación, hechos aprovechando la pendiente del terreno (Wals y
Fernández, 1983: 18). Por los materiales arqueológicos que aparecen
en la superficie se puede inferir que el sitio tuvo ocupación en el
Clásico Terminal y Posclásico. Aparece cerámica de características teotihuacanas, algunos fragmentos de cerámica de Oaxaca y gran variedad de fragmentos de policromos del estilo Mixteco-Puebla.
La
cerámica parece ser de fabricación local; abunda una pulida de color
anaranjado. También se observan fragmentos de Anaranjado delgado
118
LOS POPO LOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOIAC
y cerámica gris semimetálica
rece en el valle de Tehuacán.
con decoración incisa del tipo que apa-
En 1994, Miguel Medina, del Proyecto Acatzigo-Tepeaca, recorre el
sitio conocido como "la Mesa de Tecamachalco" -el Cuauhtepec. Comenta que detectó cerámica del Posc!ásico aunque también aparece
material del Clásico, como el Anaranjado delgado y Coxcatlán. Parece
ser que se trata de un sitio fronterizo.
El sitio número 9 (Wals y Femández, 1983) se encuentra al oeste de
las faldas del cerro, muy cerca de la población actual de San Mateo
Tlaixpan. Este sitio contiene gran cantidad de material arqueológico de
superficie, una pequeña estructura piramidal bastante destruida y cuatro montÍCulos más. Al parecer, el sitio corresponde al Posclásico, pues
los materiales cerámicos observados son policromos de influencia cholulteca: la Policroma Firme, el negro y/o rojo sobre naranja, negro/rojo,
etcétera. También hay del tipo azteca.
De los sitios 25 Y 35 (Wals y Fernández, 1983). el primero se sitúa al
noroeste, en tierras que pertenecen al pueblo de San Mateo Tlaixpan y
el segundo se encuentra al norte del cerro, cerca de una población llamada Las Lomas de Romero. Ambos tienen estructuras piramidales y
plazas de gran tamaño. El primero fue saqueado y dañado; parece corresponder al horizonte Preclásico y tiene una estructura piramidal de
gran tamaño, demolida parcialmente.
El sitio número 35 (Wals y Fernández, 1983) conserva una gran plaza
rodeada de estructuras. Por lo menos, existen tres conjuntos y un juego
de pelota. Los materiales de superficie son básicamente de características teotihuacanas, pero parece tener secuencia desde el Preclásico, ya
que se encuentran figurillas, la mayor parte femeninas, similares a las
señaladas por Ángel García Cook en la región Puebla- Tlaxcala. También
se observa gran cantidad de obsidiana y fragmentos de metates. La mayor parte de la cerámica observada es de características teotihuacanas
de todas las fases (sobre todo Teotihuacán II, 1II), hasta la de tipo
Coyotlate!co. Llama la atención la gran cantidad de la denominada
cerámica Anaranjado delgado. Existe una gran cantidad de figurillas de
estilo teotihuacano del tipo Teotihuacán 1, II Y III. Dentro de éstas se
encuentran representaciones de Tláloc y del dios del pulque. Al parecer,
el sitio tuvo su apogeo en el horizonte Clásico y fue abandonado a fina-
CAPÍTULO DOS
119
les de éste. Da la impresión de que se trata de un sitio importante por
las dimensiones de las estructuras y la cantidad de éstas (aproximadamente trece). El sitio, al igual que todos los anteriores, sufre perjuicios
debido a la acción de agricultores y saqueos.
La zona arqueológica de Tecamachalco Viejo se localiza a dos kilómetros y medio aproximadamente, al noroeste del actual pueblo de
San Simón Yehualtepec. Su acceso es difícil, ya que hay que subir hasta
la cima de una loma que está a unos 2150 metros sobre el nivel del
mar. El camino al sitio arqueológico es pedregoso y lleno de vegetación
propia del lugar (matorral desértico y rosetófiJo; hay muchas variedades de cactus, órganos, nopales, magueyes, tunas a las orillas del río:
árboles como el ahuehuete y pirul, entre otros). El clima es el propio de
la región: semiseco y templado, con estación seca en invierno y en
primavera.
El acceso está indicado por un acueducto -probablemente
construido desde la época colonial. A un lado del sitio arqueológico se
encuentra un manantial al que la población actual llama "El Ahuehuete". El agua es acarreada desde lo alto de la serranía hasta la población actual de Yehualtepec. Dicho manantial pudo haber existido
desde la época prehispánica y mucho antes, formando así un río. La
zona arqueológica se encuentra en medio de dos posibles ríos, por lo
que es seguro que en la época prehispánica no sólo haya existido un
manantial sino otros más. Tecamachalco Viejo es el sitio arqueológico
que la tradición oral menciona como la antigua cabecera de la población prehispánica del señorío de Tecamacha!co. Después, en la Colonia, fue trasladada -por considerar el lugar insalubre- por los frailes
franciscanos al sitio que ocupa la población actual. La ciudad actual de
Tecamacha!co está al noroeste del sitio arqueológico, aproximadamente a trece kilómetros en las faldas del cerro Techachales- Techalrey.
La loma donde está asentado el sitio fue escogida con fines estratégicos, ya que sólo cuenta con acceso hacia el sur. Al este y oeste existen grandes barrancos formados por ríos y al norte una gran serranía
(Sierra Madre Occidental). Desde el lugar se puede observar todo el
Valleirrigado por el canal de Valsequillo; hacia el oeste, el valle de Puebla y los volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuat!. Aprovechando la topografía del terreno se construyeron terrazas sobre la que erigieron los
120
LOS POPO LOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
CAPÍTULO DOS
edificios. Hacia los lados este y oeste del sitio arqueológico, a las orillas de los ríos, se construyeron más terrazas, tal vez con fines de
defensa, como lo mencionan Johnson (1997) y Castillo, en el caso de
los sitios de Ramales y de Coatepec, respectivamente. Wals y Fernán_
dez (1983: 28) describen al sitio número 47 de Tecamachalco Viejo de
la siguiente manera:
La extensión del sitio: 1900 kilómetros por 800 metros. El asentamiento
se encuentra entre dos barrancas y donde empieza la sierra. Se ubica en
la parte alta de una pequeña loma donde se observa, además, una especie de represa bastante
grande, de la cual sale una línea obscura que
podría tratarse de un muro o canal fósil, dado que tiene cierta altura.
Se alcanzan a observar diecinueve estructuras,
distribución
las cuales tienen una
dispersa, tres de éstas tienen bastante altura, las demás son
de menores dimensiones.
En la mayor parte de la loma se ven pequeñas
elevaciones que podrían tratarse de estructuras pequeñas o bien de elevaciones naturales del terreno.
Hacia el oeste se encuentran terrenos de cultivo actuales, pero se
notan huellas de terrazas fósiles. Dos estructuras se ubican al otro lado
del río en el punto donde se intercepta con otro. En la fotografía se
observa una mancha de color blanco muy brillante en el terreno del
asentamiento, lo que puede ser de un área bastante erosionada.
No hay estudios arqueológicos previos sobre Tecamachalco Viejo.
Las referencias que existen son escasas. En 1978, Garcíé;tBedolla, en su
libro Testimonios sobre Teeamachalco, recopila la historia oral de la
zona y menciona el origen de esta población prehispánica.
Siguen a esta publicación algunos reportajes especiales en el periódico El Sol de Puebla, dando cuenta de la importancia histórica del
lugar. En un pequeño folleto publicado por la Universidad Autónoma
Metropolitana y la Parroquia de la Asunción de Tecamachalco, titulado
El eonvento de Tecamachaleo (1990), se hace referencia al sitio de Tecamachalco Viejo como el asentamiento prehispánico que habitó la población antes de la conquista española.
Por último, en marzo de 1994 se publicó un pequeño artículo sobre
los sitios arqueológicos de Tecamachalco en el primer número de la
121
revista Mirada antropológiea del Colegio de Antropología Social de la
Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, donde se hace referencia a Tecamachalco Viejo y su importancia (Gámez, 1994).
El sitio arqueológico de Tecamachalco el Viejo fue fundado en el
Posclásico. Esto se deduce de los materiales cerámicos que se observan en el lugar (cerámica policroma del estilo Mixteco-Puebla); sin
embargo, será necesario realizar excavaciones arqueológicas para
determinar los periodos de ocupación.
Las estructuras piramidales indican por lo menos tres etapas constructivas. El material ocupado para la construcción de los edificios es
roca calcárea. Está bien trabajada para el recubrimiento y en los interiores cortada más toscamente, sobrepuesta y pegada con lodo. La técnica constructiva es muy similar a la de Tepexi el Viejo.
La gran mayoría de las construcciones encontradas en la planicie
de una loma está asentada en terrazas y plataformas aprovechando la
topografía del terreno. Existen tres pirámides de gran tamaño, una a
cada lado de una plaza central y otras cuatro de tamaño pequeño. Se
observan muros de contención de aproximadamente
1.50 metros de
altura que separan al centro ceremonial de otros sectores. Probablemente existía un juego de pelota. En lo alto de la loma, hacia el noroeste del sitio sobre una plataforma, se localiza una gran pirámide con
acceso restringido (se encuentra bardada y se nota que tuvo tres etapas constructivas; está recubierta de estuco y se pueden ver restos de
pintura de color rojo). Al parecer, éste es el edificio más importante y
uno de los más grandes y se ubica en el lugar más alto del sitio con una
visibilidad completa hacia todo el valle de Tecamachalco. Es importante resaltar que a pesar de que el acceso al sitio es difícil, ha sido
objeto de innumerables saqueos. La naturaleza también ha contribuido a su destrucción, ya que la mayoría de las construcciones está en
mal estado debido a la erosión y a la vegetación.
Los materiales cerámicos que se observan en la superficie son del
horizonte Pos clásico; se encuentra cerámica de características locales,
estilo Mixteco-Puebla, Gris de Oaxaca, Policroma de Tepexi y Azteca.
Al noreste del sitio existe un manantial al que la población denomina el 'Muehuete". En este lugar existe una pequeña capilla dedicada a
tres santos muy importantes en del área: San Judas Tadeo, la Virgen de
122
CAPÍTULO DOS
LOS POPO LOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
Juquilita y el Divino Pastor. La gente comenta que dicha capilla fue
construida por un señor de un pueblo cercano que hizo una promesa
a estos santos.
También existen cruces de madera con adornos florales en azul y
blanco, flores y veladoras que muestran una intensa actividad de culto
al manantial. Según algunos informantes de Yehualtepec, la gente de la
región sube el día tres de mayo para hacer petición de lluvias. Se tiene
la idea de que el agua del manantial está "encantada", y que éste es custodiado por una gran culebra. Es común que los visitantes del lugar,
coloquen culebras "muertas" en el manantial para que éste "no se
seque". Existen otros dos manantiales cerca del sitio arqueológico, lo
que indica la estrecha relación con éstos para abastecer el sitio. Esto
hace suponer que Tecamachalco Viejo estuvo relacionado con el culto
al agua.
A los lados este y oeste del sitio se observa gran cantidad de terrazas
que probablemente sirvieron para el cultivo. Varias de ellas cuentan
con muros bien conservados hechos de adobe. Se trata de un área que
presenta humedad muy propia para el cultivo; hoy existen grandes
cantidades de plantas de tuna roja.
Actualmente se lleva a cabo un proyecto de investigación en la
región central del estado de Puebla, el Proyecto Arqueológico Acatzingo- Tepeaca de la Universidad de Pensilvania. Su área de estudio
abarca aproximadamente
520 kilómetros cuadrados y se han localizado a la fecha 1200 sitios. Parte del área que abarca este proyecto
pertenece al antiguo señorío de Tecamachalco-Quecholac.
El objetivo es encontrar las características principales del desarrollo demográfico en el área y compararla con las regiones vecinas. Con
ello se busca entender la evolución de las sociedades complejas en el
Formativo y la influencia de Teotihuacán en el desarrollo del Tlatocáyotl en el Posclásico.
Los resultados preliminares indican que el área tiene una fuerte
concentración de sitios. En la primera temporada se localizaron 350 y
a la fecha se tienen registrados 1200 sitios. De éstos, 203 pertenecen al
Formativo y los restantes al Clásico y Posclásico. En el horizonte Clásico se observa una fuerte explosión demográfica que aumenta en el
Pos clásico. Los tipos cerámicos más característicos son rojo-crema o
123
café (preclásico), Coxcatlán, cholulteca policroma, café sobre naranja
(azteca) (Medina, 1995; comunicación personal).
Los sitios más grandes que se han localizado son la Barranca del
Águila, cerca de San Hipólito Xochiltenango (el más grande de la región
contiene un edificio de 10 metros de altura), el Cerro del Águila (Cuauhtepec), Acatzingo Viejo, Los Teteles (tiene estructuras de doce metros de
altura y una ocupación del Formativo Medio al Posclásico), Cerro
Tenaxcat!, Tenaxtepec (localizado en la ladera este del cerro de Tepeaca)
y el cerro de Tlapehuac (contiene gran variedad de hornos prehispánicos y coloniales de cerámica). Están asociados a piedra caliza.
Acatzingo el Viejo se sitúa a cuatro kilómetros al sureste de la actual
población de Acatzingo. Ésta y Tecamachalco constan de un solo conjunto arquitectónico. Los edificios están cubiertos de estuco de color
natural con decoración en rojo y amarillo. Temporalmente corresponden al Posclásico (Miguel Medina, 1995: comunicación personal).
EN BUSCADE LOS POPOLOCASARQUEOLÓGICOS
A pesar de la poca atención que la arqueología mexicana ha prestado a
los popolocas, es evidente que se trata de un grupo de gran relevancia
para el entendimiento y desarrollo de la cultura mesoamericana. Los
datos de su historia y cultura están en el territorio que ocuparon, esperando que la historia les dé el lugar que les corresponde.
El nombre peyorativo que les dieron los mexicas y su aparente pasividad han hecho que su historia permanezca oculta; sin embargo, es
evidente que en sus antecedentes está uno de los procesos más importantes para el desarrollo de los pueblos mesoamericanos: la aparición de la agricultura, la domesticación del maíz y, con ello, el cambio
de la sociedad en todos sus niveles.
Los datos arqueológicos del Proyecto Tehuacán indican que los antecesores de los popolocas, los proto-otomangues, hace 7000 años iniciaron la domesticación de plantas como el chile, amaranto, aguacate,
calabaza, izote, nopal, ciruela, maguey, mezquite, etcétera. Hacia el
5000 a. C. comenzaron a domesticar el maíz y con ello a transformar el
territorio natural en uno diferente: cubriéndolo de maíz y de moradas
124
LOS POPO LOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
donde vivían los dioses relacionados con la fertilidad de la tierra y el
agua y, con ello, de la vida. Los cerros, montañas, lagos, manantiales,
cuevas, etcétera, se convirtieron en lugares cargados de un profundo
simbolismo.
Al finalizar el 700 d. c., los antecesores de popolocas ya conocían
todas las plantas y animales domesticados que explotaban los pueblos
mesoamericanos a la llegada de los españoles.
Pero los aportes de los popolocas al mundo mesoamericano no terminaron ahí: fueron los primeros constructores de la Presa Mequitongo, en el valle de Tehuacán, que a la fecha es la primera gran
construcción hidráulica realizada durante la época prehispánica en
México. Esta obra de ingeniería -iniciada
hacia el 700 d. c.- tuvo
varias épocas constructivas que indican un amplio conocimiento del
medio ambiente regional, así como la existencia de un control centralizado (García Cook y Merino, 1989B: 44).
La construcción de la última etapa de la cortina de la Presa de Mequitongo se ha situado alrededor del 200 d. C. Después de esa época se
abandona el uso de la presa y los asentamientos aledaños son desocupados y sus habitantes se trasladan al sur y al oeste del área. Varios
siglos después de su abandono fue reocupada como hábitat en la plataforma, en donde se ubicaron y erigieron habitaciones y templos
(lbid.: 48-49).
Sin embargo, los pueblos popolocas del valle de Tehuacán siguieron
utilizando la agricultura de irrigación como una de sus prioridades.
Para ello construyeron terrazas, canales y pequeños depósitos, a modo
de jagüeyes.30 Debieron ser utilizados diques colocados en arroyos o
ríos de agua temporal o permanente para desviar el agua. También se
utilizaron grandes canales en el extremo sur del valle. En la fase Palo
Blanco, por ejemplo, se construyó el acueducto Xiquila31 en la margen
izquierda del río Xiquila en su unión con el río Salado. A partir del 800
d. C.los sistemas de cultivo llegan a su apogeo en el valle de Tehuacán
y las técnicas para el control del agua y de irrigación también florecen
en todo su esplendor (lbid.: 53).
Los antecesores de los popolocas también elaboraron una de las
cerámicas más tempranas de Mesoamérica, fechada por Carbono 14
entre los años 2300 y 1500 a. C. Ésta es semejante y contemporánea a
CAPÍTULO DOS
125
la llamada Pox Potter, encontrada en Puerto Marqués, en Acapulco,
Guerrero. Ambas son las únicas documentadas para las épocas más
antiguas de México (lbid.: 41-43).
La explotación de la sal es otro de los aportes de los pueblos popolocas. En el valle de Tehuacán, fase Palo Blanco, se encontraron once
lugares de explotación de sal, los cuales contienen "cajetes" o áreas
rectangulares de uno por dos metros, donde se procesaba la sal y existían canales con depósitos para llenar o llevar el agua salada a tales
"cajetes". En la fase Venta Salada se localizaron veinticinco lugares y
nueve aldeas; éstas contenían construcciones cívico-religiosas y hasta
juego de pelota, lo que indica la gran especialización y desarrollo de
esta industria (lbid.: 54).
Con dichos antecedentes queda claro que el papel de estos grupos
en el desarrollo de Mesoamérica es fundamental, ya que entre ellos
están documentados los antecedentes de la aparición de la agricultura, la domesticación del maíz, la aparición de la cerámica, la producción de la sal y la irrigación. Su presencia habla de una organización
social, política y económica muy compleja desde épocas muy tempranas. La historia ha sido muy injusta con lo popolocas, al llamarlos grupos "marginales" o "bárbaros", como los denominaron los mexicas.
Los otomangues -tronco al que pertenecen los popolocasson
los habitantes más antiguos de Mesoamérica y se cree que habitaron
extensas áreas, como el valle de México, Hidalgo, Morelos, valle de
Puebla-Tlaxcala y Oaxaca durante milenios antes de la llegada de los
nahuas. Hoy empezamos a conocer su verdadero papel, que indica
importantes desarrollos y dominio o expansión de un territorio más
amplio desde épocas muy antiguas. Jacklein (l978A: 10), por ejemplo,
comenta que su expansión llegó hasta Tetela del Volcán, en Morelos; y
Jiménez Moreno (1942) plantea la posibilidad de que los mixtecos y
grupos asociados a ellos, en el periodo Preclásico, hayan originado y
desarrollado el "estilo olmeca". Su importancia en el horizonte Clásico
se empieza a descubrir; se sabe que jugaron un papel relevante en
Teotihuacán -como grandes artífices- y que fueron los productores
de la cerámica más importante de ese periodo, el Anaranjado delgado.
Más aún, hoy se habla de la posil?ilidad de que grupos relacionados
Con ellos, como los mixtecos, hayan sido los habitantes de Teotihuacán
126
LOS POPOLOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
y Cholula (Paddok: 1997), y de que otros, como los olmeca-xicalanca,
tuvieron que ver con la crisis de ésta, al provocar cambios sustanciales
en las sociedades de esa época y el desarrollo de nuevas ciudades-esta_
do en el valle Puebla -Tlaxcala.
La afinidad de los olmecas-xicalanca con los popolocas es evidente,
tanto que se ha propuesto que se trata del mismo grupo. La llegada de
los olmeca-xicalanca a la región popoloca se relaciona con la formación de ciudades-estado importantes como Tehuacán Viejo y Tepexi el
Viejo. Pero también se los vincula a la aparición de un nuevo estilo
cerámico en el Altiplano central y la Mixteca, el estilo Mixteco- Puebla,
y con la elaboración de los códices del grupo Borgia, que tienen mucha
afinidad con esta cerámica. A raíz de las nuevas investigaciones en el
área, la historia sociocultural de los popolocas está saliendo a la luz
haciéndonos recordar propuestas como la de Valliant en los años cuarenta, cuando decía: "La civilización azteca y su lugar de origen parece
encontrarse en las tierras de los mixtecos, al norte de Oaxaca y en el
territorio de las tribus nahuas de Puebla" (Chadwick, 1995: 128). Aunque ya no se puede mantener en la actualidad esta hipótesis, llama la
atención sobre la importancia de la región.
Arqueológicamente se pueden observar algunas similitudes en la
cultura material de lo que hemos llamado región popoloca. Por ejemplo, la gran mayoría de los sitios popolocas cabeceras de señoríos importantes en el Pos clásico se encontraba en sitios estratégicos (zonas
altas que dominan la observación del paisaje) y muy cerca de abastecimientos de agua. Esta ubicación de los sitios en las cimas de los
cerros de difícil acceso se debió posiblemente a la inestabilidad de la
región por la invasión y conquistas de otros grupos mesoamericanos.
Aunque también se alude que entre los grupos de popolocas había
conflictos y se combatían entre sí. Esto se observa en los sitios arqueológicos de Tepexi el Viejo y Cuthá. El primero fue un sitio fortificado
(Cook de Leonard, 1953); el segundo, aunque no es fortificado, es un
sitio creado con fmes defensivos y de difícil acceso. Las fuentes históricas los citan como enemigos. Otros sitios como Tehuacán Viejo (Márquez, 1994) y Tecamachalco Viejo (Gámez, 1994), que se edificaron en
zonas altas (cimas de lomas), no aparecen amurallados, pero cuentan
con grandes muros de contención, terrazas, accesos difíciles y áreas
CAPÍTULO DOS
127
restringidas, al parecer para la élite. Se mencionan también otros sitios
fortificados en el área de Tepexi, como es el sitio de Ramales (Jacklein,
1978A)y otros más en el área intermedia entre Tepexi y Acatlán (García
cook, 1988), así como también hacia el sur de Zapotitlán, en el río
Hondo, sitios como Rinconada, Castillo de Coatepec y los Veinte fdolos (Johnson, 1997).
Las características específicas de los lugares (mesetas en lo alto de
los cerros con difícil acceso) escogidos por los popolocas de Puebla
para erigir sus cabeceras son muy similares. La arquitectura también
parece tener semejanzas, así como los materiales utilizados para la
construcción: roca calcárea cortada en bloques que se superponían
formando hiladas es típica en todos los sitios (Gorenstein, 1973: Castellón, 1993: Márquez, 1994: Arana, 1995: Gámez, 1994). En algunos la
piedra se encuentra mucho mejor labrada, sobre todo si se trata de
decorar el exterior de las construcciones. Y en el mejor de los casos se
usaban pedazos de piedra caliza no acabados. Esta técnica de construcción es muy común en ciudades como Thla y Cholula (paddock,
1987: 44). En estos sitios se menciona la presencia de los popolocas
como minoría especializada. Pero también se trata de lugares que hoy
son considerados como habitados por tletlamixtecas.
La similitud de los materiales empleados en las construcciones se
debe a que se aprovechan los recursos naturales de la región; sin embargo, la técnica constructiva es similar. Por ejemplo, hay columnas
construidas con "quesos", piedras labradas en forma circular, generalmente hechas de piedra caliza, aspecto muy especial y característico
en los sitios de Tehuacán (Arana, 1995), Tepexi (Gorenstien, 1973) y Cuthá (Hernández Morales, 1995).
En tres de los sitios (Cuthá, Tepexi y Tehuacán el Viejo) donde se han
realizado investigaciones arqueológicas, sobre todo excavaciones, se
habla de la influencia mixteca en la cerámica y la escultura. y en los
casos de Tehuacán Viejo y Cuthá de la influencia zapo teca (MacNeish,
1965: Castellón, 1993). En el caso de Tecamachalco hay poca información sobre las características de los materiales, pero existen ejemplos
muy claros en el área de Cuauhtinchan- Tepeaca que muestran la
influencia de Cholula y del valle de México en la cerámica (Dávila,
1974). Esta relación o influencia es explicable debido a la cercanía con
128
LOS POPOLOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
las regiones Zapoteca y Mixteca, sobre todo por parte de los tres primeros sitios referidos. En el caso de Tecamachalco-Acatzingo y Tepe_
aca-Cuauhtinchan,
su cercanía geográfica y su desarrollo histórico
cultural estuvieron más relacionados con el valle poblano- tlaxcalteca y
el valle de México, como lo indican algunos materiales arqueológicos
y las fuentes históricas.
Las cerámicas de fabricación local tienen características similares
en cuanto al tipo de materiales utilizados (barro y desgrasante) y las
técnicas de fabricación. Se caracteriza por la gran cantidad de cal o
material calcáreo que contienen en el desgrasante, sobre todo una
cerámica anaranjada, un tanto burda y de mala cocción cuyo interior
tiende a tomar un tono rojizo. Sin embargo, hay diferencias que nos
hablan de estilo locales.
Los documentos históricos mencionan que a la llegada de los españoles, Tepexi, Cuthá y Tecamachalco-Quecholac
eran señoríos popolocas. En el caso de Tehuacán Viejo se dice que en esta época la
población era mayoritariamente de filiación nahua (Márquez, 1994).
Sin embargo, hay que tener presente que varios autores, como MacNeish (1972) y Sisson (1997), han sugerido que la población popoloca
de la región hablaba, aparte de su idioma, el nahua. Situación que
puede indicar que la población no era mayoritariamente
de origen
nahua sino popoloca nahuatizada. Por otro lado, las recientes investigaciones (Castillo, 1995) consideran a Tehuacán Viejo como la cabecera de uno de los señoríos popolocas más importantes del sur de Puebla.
Otro aspecto de la cultura material similar y que puede ayudar a
definir arqueológicamente
a los popolocas es la fabricación de cerámica. Este grupo se ha caracterizado por la elaboración de cerámicas
muy importantes en Mesoamérica, tal es el caso de la Anaranjado delgado, la cual se les atribuye tanto en su fabricación como distribución.
Su tradición de grandes alfareros ha sido milenaria y ha perdurado
hasta nuestros días. Sólo hace falta observar a los grandes alfareros de
Los Reyes Mezontla: su cerámica tiene todas las características, tanto
en acabados como en formas, de la cerámica más antigua del valle de
Tehuacán, que data de la fase Purrón (Reynoso, 1997: 118). La cerámica policroma Mixteco-Puebla parece ser un rasgo más que puede caracterizar a estos grupos mesoamericanos. Tradicionalmente se habla
CAPÍTULO DOS
129
de esta cerámica como una elaboración cholulteca porque es donde se
ha identificado más claramente y donde ha aparecido con más abundancia yen gran cantidad de diseños, técnicas y colores, y porque se
tienen fechas y estudios cronológicos. También se dice que es un producto poblano-tlaxcalteca
(Castillo, 1973) porque las fechas más tempranas conocidas sobre su aparición son las que presenta García Cook
para Tlaxcala.
Por alguna razón no se le atribuye su fabricación a un grupo étnico
específico y cuando se hace se menciona a grupos nahuas; sin embargo, creo que la arqueología mexicana ha sido muy injusta al no mencionar claramente la relación tan estrecha que existe entre la aparición
de esta cerámica y los olmeca-xicalanca. Hace muchos años Jiménez
Moreno (1942) y Paddock (1987) lo hicieron notar; sin embargo, sus
propuestas no han sido retomadas recientemente.
Los datos proporcionados conducen a que Jiménez Moreno (lbid.)
atribuya la cerámica policroma a los olmecas-xicalanca, grupo que
contenía en su seno la fusión de varias tradiciones estilísticas y culturales y que estaba íntimamente ligado a los popal ocas y mixtecos.
Estos tres pueblos ocuparon una región geográfica donde es común
encontrar esta importante cerámica, juzgada por Noguera (1954)
como una de las más bellas de Mesoamérica y la más representativa
del horizonte Posclásico. Fue llevada por comercio más allá de las
fronteras mesoamericanas.
La posición intermedia de la región popoloca entre el Altiplano central y otras áreas de Mesoamérica explican muchos de los fenómenos
(migraciones, guerras y diversidad étnica) que caracterizan los distintos periodos de ocupación, entre los que destacan por su complejidad
el Clásico y Posc!ásico. En la actualidad coexisten diversos grupos étnicos en el territorio que indican -junto con la información lingüística
e histórica- que en la época prehispánica el escenario era mucho más
Complejo y heterogéneo. Esta situación evidentemente se plasmó en la
cultura material, razón por la que ha sido difícil hablar de un "estilo"
cultural único y característico.
130
LOS POPOLOCAS DE TECAMACHALCO-QUECi-IOLAC
NOTAS
pocos trabajos en la Mixteca Baja y en la Mixteca de la COsta,
1 Se han hecho
siendo en la Mixteca Alta donde más investigaciones se han efectuado en sitios
como Coixtlahuaca, Chachoapan, Tilaltongo, Yatachio y Nochistlán. Las investi_
gaciones fueron realizadas por Bernal (1948-1949), Caso (1938) y Spores (1969).
Otros sitios investigados son Mitla, Yagul, Monte Albán, Cuilapan y Zaachitla
(Rubín de la Borbolla, 1936; Paddock, 1960; Caso, 1932; Bernal, 1958; Callegos,
1962; yWicke, 1966)
2 El valle de Tehuacán comprende
el área limitada "al noreste por Tepanco de
López y San Andrés Cacaloapan, ambos en el estado de Puebla; al este por las
Sierras de Acultzingo y Zongolica y Mazateca; al sureste con la Sierra de Zapotitlán y al sudeste con Teotitlán del Camino en el estado de Oaxaca" (Brunet,
1967: 86).
3 La ubicación
de los popolocas históricos fue la parte meridional del Altiplano
de Puebla Oacklein, 1974: 30). Parte del área ocupada por el Proyecto Cuauhtinchan queda comprendida en esta región.
4 Actualmente
se realizan investigaciones arqueológicas en la región norte y
este del área abarcada, en el marco del "Proyecto Cuauhtinchan", auspiciado
por la Universidad de Pensilvania. Los resultados no han sido publicados (Miguel Medina, 1995: comunicación personal).
5 Se encontraron
sitios fortificados como Cerro Chinanteca-Altamira,
Teotepeque, Tenayo, el Cerro de la Tortuga, etcétera (García Cook y Merino, 1989A).
6 Recientemente,
Noemí Castillo (1994; 185) habla de un estilo cerámico mixteco-popoloca, como consecuencia de las investigaciones realizadas en los sitios
de Tepexi el Viejo y Tehuacán Viejo.
7 Las casas habitación
de los popolocas actuales son muy similares en cuanto a
materiales utilizados.
8 Los primeros nahuas llegaron al valle de México cuando Teotihuacán
había
sido abandonada. Las fechas de Jiménez Moreno (800-1300 d. C.) Y García Cook
(650-850 d. C.) que dan para la llegada de los olmeca-xicalanca (grupos con
elementos nahuas) a Cacaxtla-Cholula son posteriores a la época teotihuacana
(paddock, 1987: 29).
9 El término es usado para hablar indistintamente
de un estilo regional, una cultura, un grupo y el nombre de una fase, sin que hasta la fecha exista un definición clara.
10 Situación
que comparto, pues la información arqueológica del área de
Cuauhtinchan confirma esta hipótesis.
11 Se han localizado
varios sitios arqueológicos de grandes dimensiones en la
región que corresponden al Clásico en lugares como San Juan Ixcaquixtla (cerca
de los pueblos Rancho Pisteopa, Cuatro Rayas, Tula y Moralillo), Tepexi de Rodríguez (en el cerro llamado San Pedro), en los alrededores de la Fortaleza de
CAPÍTULO DOS 131
Tepexi, San Luis Temalacayuca, San Marcos Tlacoyalco y Tepanco de López.
También Castillo (1995: 118) reporta la existencia de varios sitios entre Tepexi de
Fodríguez Y San Juan Ixcaquixtla, como Cuatro Rayas, en Huejonapan.
12 cacaxtla es descrita por Pedro Armillas (1946: 145) como una zona estratégica
en la cima de un monte. La orientación de sus fosos estaba dirigida contra ataques provenientes del sur y la compara con Monte Albán. Según Kubler (1995;
359), Cacaxtla fue diseñada para expresar una unificación sincrética entre los
puntos de vista religiosos y políticos dominantes de la época -entre el siglo VII
y x- en Mesoamérica, después de la caída de Teotihuacán y antes del surgimiento de los toltecas.
13 Hay símbolos
teotihuacanos (Tláloc-jaguar, signo del año, glifo "corazón o
sangre") asociados al grupo vencedor olmeca-xicalanca representado en los
murales de la batalla (Foncerrada, 1995: 33).
14 Son personajes
de nariz roma, cabeza sin deformación que se cubre con una
banda de tela ceñida a la frente, adorno circular anterior y plumas cortas y con
flores en la coronilla. Aparecen suntuosamente ataviados y enjoyados. Se pueden considerar como guerreros jaguar; portan cuchillo, escudos y lanzas
(Foncerrada de Molina, 1995: 35).
15 Pese a que la gran mayoría de autores considera que los murales de Cacaxtla
y la ciudad misma fueron obra de los olmeca-xicalanca, recientemente arqueólogos de Tlaxcala han sugerido que los olmeca-xicalanca no fueron los creadores de las pinturas, ya que la correlación de fechas sugiere que los murales son
anteriores a la llegada de los olmecas históricos al sitio (Santa Ana y Delgadillo,
1995: 359-364). Sin embargo, se menciona que los datos cronológicos tienen
errores y que hacen falta nuevas dataciones que aclaren esta situación.
16 El estilo Mixteco-Puebla
(H. B. Nicholson, 1976) está caracterizado por ador~
nos geométricos, símbolos que son estandarizados en otras culturas y que
raramente fueron convencionalizados, pues sus modelos originales no pueden
ser altamente conocidos. Los colores son numerosos y vivos y juegan un papel
simbólico. La presencia de estos símbolos es distintiva y muy marcada; sus características de grupo son frecuentes en cuanto a su forma: discos solares, franjas celestes y terrestres, el símbolo de Venus brillando e incluso estrellas
fugaces, jade, agua, fuego y flamas, corazón y guerra, montañas, flores, ojos
estilizados como estrellas espirales y veinte signos del Tonalpohualli. Uno de los
más frecuentes grupos de símbolos diagnósticos es la hilera de cráneos alterados y huesos cruzados. (frecuentemente combinados con corazones y manos,
etcétera). Osteológicamente, formas que son muy distintivas y fácilmente reconOcidas, particularmente,
serpientes, jaguares, conejos y arañas, además de
otros (Gorenstein, 1973: 10).
17 Puebla fue el más grande e importante
centro de cultura Mixteca. Cholula y
el sudeste de Puebla son las áreas importantes para el desarrollo del estilo.
Según Noguera (1954), la primera manifestación fuerte de este estilo fue en
132
LOS POPOLOCASDE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
Cholula. La cerámica Policroma Laca fue contemporánea de la última pirámide
y de importantes monumentos.
18 Paddock ha manifestado
que este estilo cerámico se desarrolló en el centro_
sur de Puebla y oeste de Oaxaca (1994: 1).
19 El grupo de Códices Borgia está compuesto
por el Códice Borgia, Vaticano B,
Cospi, Fejervary, Meyer y Laud. Su contenido principalmente gira en torno a la
religión para augurar los años buenos o malos para la agricultura.
20 Se trata de un sitio estratégico y defensivo en la parte final de una hilera de
montañas. El sitio está orientado hacia el pueblo de Coatepec y al sur del río
Hondo. Éste pertenece al Pueblo de San Francisco Xochiltepec conocido como
San Francisco Rinconada (Johnson, 1997: 249).
21 Este interés
se debe a que la mayoría de los investigadores piensa que
Tehuacán Viejo, Tepexi el Viejo y Cuthá forman la trilogía de los señoríos popolacas más importantes de la antigüedad (Castellón, 1995: 28), hipótesis que
por supuesto no comparto.
22 Se le conoce como la "Mesa" porque está sobre una meseta unida a la formación rocosa del Cerro Colorado. Todo el sitio se encuentra aislado en sus lados
oriente, sur y poniente, delimitado por una elevación de aproximadamente 100
metros de alto sobre el nivel de las tierras bajas. Por su cercanía con el Cerro
Colorado también es llamado como este.
23 Hace treinta y cinco años la única forma de llegar a esta zona era por medio
de un camino de herradura, antigua ruta de comercio que comunicaba la costa
de Oaxaca con Tehuacán (Castellón, 1995: 16).
24 MacNeish (1964) decía que hay más de cien casas de múltiples
cuartos y entre
setenta y ocho y ochenta casas de un solo cuarto.
25 La mayoría son plataformas
habitacionales formadas por altos muros verticales hechos de bloques grandes y bien cortados de piedra caliza (Castellón,
1995: 173).
26 En 1846 se realizó una excavación en la pirámide del lugar más alto del sitio
de Cuthá ordenada por don Juan de Mendoza y Pacheco, cacique de Zapotitlán.
Se encontró una cripta y, en su interior, un esqueleto humano, utensilios de
barro, adornos de hueso y concha y algunas agujas y cuentas de oro. La tumba
cruciforme es muy similar a las tumbas 3 y 128 de Monte Albán; tiene semejanzas con otras tumbas de la región Mixteca como Huajuapan, TlaxiacO Y
Coixtlahuaca (Castellón, 1995: 17).
27 El sitio presenta diversos restos del estilo ñuiñe. Se encontró un entierro coll
una ófrenda de este estilo, así como una lápida calendárica (Castellón 1995: 29~.
28 La población
los identifica como dos cerros distintos Techachales (que signIfica montón de piedras) pertenece a San Mateo Tlaixpan y Techalrey pertenece
a Tecamachalco. Sin embrago, se trata de un solo cerro.
2
29 Los Anales de Tecamachalco (1992) mencionan
el sitio de Cuauhtepec en 154
como un tecpan en la mesa del cerro.
CAPÍTULO DOS 133
Son grandes depósitos excavados en el terreno que sirven para almacenar
agua de lluvia. Actualmente es muy frecuente encontrarlos en uso en las comunidades popolocas de la región. En algunas comunidades como en San Marcos
Tlacoyalco y San Luis Temalacayuca se realizan rituales de petición de lluvia.
31 Para su construcción
se elaboró una plataforma para colocar el canal y lograr
así la pendiente requerida. Los muros de esta plataforma alcanzaban hasta tres
metros de altura y se encuentran colocados a diversas alturas sobre el cauce del
río, desde cuatro hasta doce. La plataforma está construida en terrenos irregulares y rocosos. Existen otras obras hidráulicas como el acueducto Xiquila en el
área, pero no han sido estudiadas, aunque esta obra nos da una idea de la capacidad tecnológica y de organización que tenían los pueblos popolocas del valle
de Tehuacán (García Cook y Merino, 1989B: 52).
30
cAPÍTULO IlI. LOS POPOLOCAS HISTÓRICOS
CHOCHOS O POPOLOCAS:EL USO DE LOSTÉRMINOS
EN LALITERATURAMESOAMERICANA
D
~
j
ó
~
6
-r'
~
tS.
ENTRO DEL ESTUDIO
DEL DESARROLLO
HISTÓRICO-CULTURAL
DE
Mesoamérica, una de sus grandes incógnitas tiene que ver con la
presencia de los popolocas de Puebla, ya que el mismo término popoloca ha sido utilizado de diversas formas y con significados diferentes.
Los mexicas por ejemplo, llamaron "popolocas" a gran variedad de
grupos no nahuas que no tenían nada en común. Y en épocas recientes la gran mayoría de mexicanistas que utilizaron el término lo hicieron indistintamente sin discutir su significado y extensión real. De esta
manera, se engloba bajo el nombre popoloca a diversos grupos étnicos: pinomes de Tlaxcala, pupU!ucas de Guatemala, chuchones de
Guatemala, popolocas de Puebla, chochos de Puebla, popolucas de Veracruz, chochos de Veracruz, chochos de Oaxaca, chuchones de Oaxaca, tecas de Michoacán, chuchones de Chiapas, yopes de Guerrero,
~a~~lJ.erren~,
tenimes de Guerrero, chiquimes de Guerrero
y tecoquines o tecoxines de Jalisco Oacklein, 1978 A: 194).
Los términos "chocho" y "popoloca" han sido utilizados para describir al mismo grupo y no existen criterios para saber cuándo aplicar
objetivamente el término. La palabra "popoloca" ha tenido diferentes
traducciones. Sahagún (1956: 11I,205) utilizó el término como lo hacían los aztecas, en sentido peyorativo de extranjero o bárbaro. Dice que
eran individuos "inhábiles, incapaces y toscos"; Malina (1880: 83) tradUce popoloca como "bárbaro, hombre de otra nación y lenguaje";
135
136
LOS POPO LOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
Simeón (1983: 350) como "hombre que habla una lengua bárbara,
extranjera" y chocho como "grosero, patán"; Palacios (1917, II: 382) traduce el término como "bárbaro, tartamudo, hombre triste y misera_
ble". Peñafiello traduce como "cosa destruida, individuo sometido a la
conquista". Para Paredes Colín (1960: 29), popoloca significa "pérdida".
Krickeberg (1956: 18) pensó que el término popoloca era similar al de
"bárbaro" de los griegos. León (1991: 13) dice que "el concepto popoloca caracterizaba el estado social en que los mexicas los encontraron,
cuando con ellos se pusieron en contacto"; así, también refiere que los
mexicas aplicaban el término a "pueblos o nacionalidades que en su
vida social manifestaban cultura muy inferior a la de ellos."
Hicklein (1974) comenta que cuando los mexicas conquistaron el
territorio popal oca, la organización social de éstos ya estaba degenerada en muchos aspectos y es por eso que León atribuye a los popolocas
una época floreciente anterior a su contacto con los aztecas. Según
hemos visto en el capítulo anterior, las nuevas investigaciones arqueológicas en la región popoloca, como es el caso de Tepexi (1973), Cuthá
(1993) y Tehuacán Viejo (1 994)arrojan información que pone en duda
estas apreciaciones.
Comúnmente se tiende a confundir a los popolocas de Puebla con
los popolucas de Veracruz y con los chochos de Oaxaca. Es importante resaltar que son tres grupos distintos, a pesar de que los últimos,
tanto lingüística como culturalmente, están relacionados con los popolacas de Puebla. Esto trajo como consecuencia que indistintamente
unos y otros fueran nombrados como popolocas o chochos (Jacklein,
1974: 26). Las confusiones no quedaron ahí, sino que se acentuaron
debido a que los chochos de Oaxaca nombraban a su lengua popoloca
y algunos grupos de popolocas llamaban a la suya chocha.
Paredes Colín (1960) menciona que algunos grupos de popolocas
consideran que la palabra chocho es utilizada para reñir. En el siglo
XVII los nahuas de Orizaba nombraban "popal ocas" a los refugiados
otomíes de Puebla (Mota y Escobar, 1939-1940).
Las confusiones se han acentuado debido también a la cantidad de
nombres diferentes con los que aparecen en la literatura mesoamericana los popolocas; por ejemplo, combinaciones como chocho-popoloca (lo utilizan gran cantidad de autores), chocho-mixteco (Dahlgren,
CAPÍTULO TRES
137
(Weitlaner,
1990), chuchón-mixteca (Cline, 1966), mazateco-popoloca
1939), mixe-popoloca
(Jiménez Moreno, 1942), mixteco-popoloca
(Seler, 1960), popoloca-chochontín
(J-1TCJ-I, 1989), popoloca-chuchón
(Lehmann, 1922), popoloca-mixteca
(Lewis, 1951), macro-mixteca
(Tamayo, 1962) Ypopo loca de filiación mixteca (Kirchhoff, 1947). Por si
fuera poco, el solo nombre se ha escrito de diversas formas: popoloco
(OrOZCOy Berra, 1864), popoloque (Orozco y Berra, 1864), popoluca
(Santamaría, 1959), popoloca (forma más utilizada en la actualidad),
populaca (González Casanova, 1922), pupulaca (Orozco y Berra, 1864),
popolloca (HTCH, 1989, pocpolocha (Paredes Colín, 1960), poloca,
poloque, poluca y puluca (Santamaría, 1959).
La situación se complica todavía más cuando se acude a la etnografía moderna, ya que algunos grupos de popolocas como los de San
Felipe Otlaltepec utilizan diversos nombres para autodefinirse. Esto
principalmente se debe a que los popolocas no dominan el español,
además de que piensan que la palabra proviene de este idioma (Jacklein, 1974: 27).
Estas confusiones se hubieran evitado si se conociera el origen de la
palabra "chocho", ya que ésta fue introducida por los españoles -y
tiene significados como "el que sabe poco, imbécil, desmemoriado, incapaz, persona caduca", etcétera- y, por tanto, fueron ellos quienes la
generalizaron con su respectiva interpretación, conjugándose después
con la interpretación que daban los mexicas de "popoloca", ya que
ambos términos eran utilizados en un sentido peyorativo para referirse a los "otros" (Jacklein, 1974: 28).
A! parecer, el término popoloca
ron conquistados por los mexicas
grupos minoritarios relacionados
Para los conquistadores españoles,
Oacklein, 1974: 29).
se mantuvo en los grupos que fuey el de chocho se impuso a aquellos
culturalmente con los popolocas.
todos los indígenas eran "chochos"
Hoy, el término chocho o chocholteca se aplica a un grupo étnico
que habita en el valle de Coixtlahuaca, en un área conformada por
Varios municipios al norte de Oaxaca: Tepelmeme Villa de Morelos,
Concepción Buenavista, San Juan Bautista Coixtlahuaca, San Miguel
Tequistepec, Santiago Ihuitlán Plumas, Santa María Nativitas, San
Miguel Tulancingo, Santa Magdalena Jicotlán, San Francisco Teopan,
138
LOS POPOLOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
CAPÍTULO TRES
San Cristóbal Suchixtlahuaca, Tlacotepec Plumas, San Mateo Tlapil_
tepec, Santiago Tepetlapa, Teotongo, La Trinidad Vista Hermosa, San
Antonio Acutla y San Pedro Nopala (Jiménez, D., 1993: 5-6).
Por otro lado, el término popoloca se refiere al grupo que habita tres
zonas nucleares en el sur de Puebla: a) la zona meridional alrededor de
los Reyes Metzontla y San Juan Atzingo; b) la zona central y más grande alrededor de San Juan Ixcaquixtla, en comunidades como San
Felipe Otlaltepec, Almolonga, San Antonio, Huejonapan, Santa Inés
Ahuatempan, San Vicente Coyotepec, Nativitas, Cuautempan y otros y
e) la zona septentrional,
principalmente
las comunidades de San
Marcos Tlacoya1co y San Luis Temalacayuca (Jacklein, 1974: 64).
Ambos grupos pertenecen al mismo tronco lingüístico del otomangue y hasta antes del siglo XIII conformaban un solo idioma. Quizás por
esta razón los términos se usan indistintamente para nombrar a uno y
otro, pues se trata de grupos histórica y lingüísticamente emparentados. Las confusiones han aumentado debido a que actualmente
ambos grupos se auto denominan ngiwa, que significa, según los
pobladores de San Felipe Otlaltepec, "el que habla la lengua".
LALINGüíSTICA HISTÓRICADEL POPOLOCA
Los trabajos de investigación sobre las lenguas mixtecas en las que se
incluye el popoloca se inician en 1864 con .Orozco y.Berr~
es
Nicolás León (1905) quien hace el primer estudio y recopila un vaca~ulario de la lengua popoloca. En 1922, González Casanova emprende
un estudio sobre lingüística comparada de los idiomas popolocas y
hace una clasificación de ellos.
Los estudios lingüísticos del popoloca han sido varios, entre ellos
destacan los realizados por Wgudschinsky (1959), Longacre (1962),
Jiménez Moreno (1962), Harvey (1963), Swadesh (1964), Hollanbach
(1978), Rensch (1973-1987), Merrifield (1977), Hopkins y Josserand
(1979) y Suárez (1983). En 1968, la señora Williams recopila una gran
cantidad de textos en este idioma y en español. Se trata de una colección de textos en popoloca, la más amplia que se conoce hasta ahora;
contiene capítulos escogidos del Antiguo Testamento.
139
Estos estudios h~~9rtad9
!;.onoGimientos para eLanálisis y origen
de esta lengua y actualmente se 1e..ubica dentro de un grupo denominado p~r S;adesh (1964) como "lenguas oaxaqueñas"¡ un conjunto d~
tres grupos de lenguas que cuentan además con un número suficiente
de rasgos lingüísticos en común, lo cual permite identificarlas como
p!:rtenecient~s a una misma familia lingüística integrada por tres gI1.J_~
pos de idiopas. o subfamilias lingüísticas emparen~a~as: la zapoteca,
mixtecana y 6";;e~
Cada grupo de estos idiomas está compu'~;to
por un determi·;;ct-;-;;'úmero
de idiomas y dialectos (Z:Úñiga,.19ª~ª;..1..,
lAS).
Por otra parte, ciertos investigadores -con base en el análisis y la
confrontación de datos lingüísticoshan postulado la existencia de
relaciones aún más amplias de estas lenguas con otros idiomas mesoamericanos. Quienes sostienen esta hipótesis incluyen a las lenguas
oaxaqueñas dentro de un filum macro-otomange.
Actualmente se
observa que las diferencias entre las lenguas integrantes de este grupo
han sido resultado de múltiples causas. Todas las lenguas están sujetas
a cambio lingüístico, es decir, a la transformación que experimentan a
través del tiempo. La desaparición o extinción de las lenguas es otro
fenómeno que ocurre con más frecuencia (Zúñiga, 1988: 147-148).
~~nd~~l!!?~'!.,b~l2,2poloca
era la mazatecana. Anterior~!!t~
le d~nominaba familia popolocana, compuesta por los
dialectos mazatecos, propiamente dichos, por aquellos idiomas forll2~s
de la rama 120eoIQgl,.ql.l~incluyen el idipma cho~ho y el ixcatem...Actualmente hay quienes, como Suárez (1983), la separan de la
rama popoloca y la ubican como una rama de la llamada familia mazatecana. Se han realizado estudios sobre el popoloca y sus relaciones
con estos idiomas para reconstruir el idioma que les dio origen. Con
los resultados obtenidos se ha ubicado parte del grupo otomange.
--
--..
~
1:1I
E&ge .g!~ '\lari~_da~de cl!sificacio.?es desde 1864 a la fecha sobre
las "lenguas oaxaqueñas". La mayoría de ellas se ve sustentada en el
objet~~ d~comprobar l~ ubicación y reubicación de éstas en el grupo
oto~ange. Conforme avanzan las investigaciones de cada lengua se
observa claramente que los idiomas mazateco, zapoteco, mixteco,l
Popoloca y trique2 poseen tantas variantes que pueden considerarse
Como independientes, con múltiples dialectos (Zúñiga, 1988: 157).
140
CAPÍTULO TRES
LOS POPO LOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
--
Qahlgren (1990: 49) señala que al grupo otomangue tªmbién se le
denomina olrñ~ca y lo divide en dos familias: la popolocana -com~
uesta por el chocho, ichcateco, popoloca y mazatecoy 1;~We?a
P
3
-compuesta
por el mixteco, amuzgo, cuicatec0 y tal vez eUr.i.gue.
l,:odos estos idiomas en la época prehispánica ocupaban un territori;'
continuo. Limitaban en el o~ste c,()nlo.s tlapanecos; en el norteñoreste
y noroeste, ~ouJos nabl,las y al este, con 19s chinantecos y zapotecas;
estos. iíltimo.s también estaban emparentados
con el otcilliañgue.
Todos los idiomas de la rama olmeca, junto con el chinanteco, zapoteco y tlapaneco, tienen tonos, lo que hace de esta área el centro más
importante de idiomas tonales de América ([bid.: 48).
Los resultados de las investigaciones sobre ling~ií~tica
los grupos ºaxaqu~.fiQ§jndican que hubo varios periodos
llo. R~ph Beals (1969Lenriqueció el trabajo combinando
ción lingüística con la histórica para algunos periodos.
histórica de
de desarrola informaSegún este
autor, los periodos de desarrollo son los siguientes:
---
-
8000-5000 a. C. Durante este periodo, el tronco proto-otomange se fue
_.
diferenciando del maya y del yutoazteca; fue ancestral del zapoteco,
chatino, mixteco, triqui, amuzgo, cuicateco, mazateco, chocho, popoloca, chinanteco y otomí. Esta lengua pudo haber sido el idioma de los
cazadores y recolectores de los actuales estados de Hidalgo, México,
Tlaxcala, Puebla y Oaxaca.
5100-4100 a. C. Surgen numerosas divergencias entre grupos lingüísticos con similitudes. Entre 4800 y 4100 el otomí-pame se separa del
grupo mixteco-zapoteco. Los hablantes del proto-otomí en el norte
pudieron haber sido vecinos de los hablantes del proto-mixteco.
4100-3700 a. C. El chocho-popoloca se separa del mixteco. Esto se
puede ver en los datos de las investigaciones arqueológicas en Tehuacán que reflejan la diferencia entre este sitio y el área ñuiñe, por un
lado, y la Mixteca, por el otro.
2100-1300 a. C. El triqui se separa del mixteco de la Costa Chica.
Arqueológicamente
no se sabe cuándo el mixteco llega a la costa
141
Chica. El amuzgo se separa del mixteco de Cuyamecalco hacia 1700 y
el cuicateco del mixteco, también de Cuyamecalco por 1300.
400 a. C.-l~.
~ho-popoloca.
Entre 400 y 39~~,?.?i!teco,§.e~para
del cho-
1200-1400 d. C. El chocho se separa del popoloca (Dahlgren, 1990: 17).
Harvey (1963) da un resumen preciso de los resultados lingüísticos
sobre el popoloca. Es el primer autor que combina los datos lingüísticos con los arqueológicos. Uega a la conclusión de que la región de origen de las lenguas otomanges es el noroeste de Oaxaca.
Con base en su análisis, Fernández de Miranda (1956) llega a la conclusión de que el mazateco se separó del chocho, popoloca e ixteco
hace unos 2000 años. Dentro del desarrollo de las últimas tres lenguas
mencionadas se encuentran doce siglos de diferencia, dicho con más
precisión, ocho siglos entre el chocho y el popoloca, nueve siglos entre
el chocho y el ixcateco y doce siglos entre el popoloca y el ixcateco.
Esto quiere decir que el chocho y el popoloca son los idiomas más
estrechamente emparentados entre sí.
Swadesh (1964) opinó que el chocho se habría separado del mixteca hace treinta y nueve siglos.
Paddock (1987: 27) incluye al popoloca dentro de un grupo que
ct.enomina tet~l~<;a
(cercano a los mixtecas). integrado también
~ las lengyaW1ixteca, mazateca,Jchteca, chocha, cuicateca, chinanteca,
amuzga
y triqui. El término, aunque se refiere a una agrupación
""--....._en un sentido lingüístico arbitrario, es válido en sentido geográfico, ya
que es un conjunto de lenguas que comparten una región desde milenios antes de que los nahuas invadieran y redujeran su territorio
(Paddock, 1997A: 106).
_
Todos los elementos tetlamixtecas son de filiación otoffiange; se
trata del os g~~s más antiguos en Mesoamérica, después llegaron los
iñaYancery milenios más tarde entraron los grupos nahuas (Paddo~k,
~87: 27f G reducción del territorio del grupo tetlamixteca se debió a
la expansión de los nahuas -quienes dividieron el territorioya-el
crecimiento de los cuicatecos (Winter, Gaxiola y Hernández, 1984: 91)."
142
CAPfTULO TRES
LOS POPO LOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
La expansión nahua causó movimiento y repoblamiento
de los grtl_
pos chochos y popolocas. Esto también puede explicar la separación
del chocho-popoloca cerca del 1200 d. c., pues la ~t{~~,q;J.os
nono_
_ ') ~~as a la regió~ncoin<;.i<!e..s.9..(l..~lm.mienzo..deJaseparaoiónJ.inglli§"tica
I-t:Jlt~elch,ocho..yJ.lLpopolQ§e
..G?t§'WL 1997,;-,).30). La separación entre
ambos idiomas se dio tardíamente. Hoy se distinguen ambos grupos:
los chochos habitan el norte de Oaxaca y los popolocas el SUr de
Puebla, en territorios muy reducidos.
El popoloca es una lengua polisilábica con tres tonos. La entona_
ción no se determina por el tono original sino por lo que rodea al tono;
el tono precedente. Los dialectos de las tres zonas donde actualmente
se habla el popoloca se han desarrollado separándose entre sí tanto
que es difícil que se entiendan unos y otros.
Actualmente, los hablantes de popoloca suman aproximadamente
diseminados principalmente en las tres zonas mencionadas del
sur de Puebla. Un aspecto característico de la lengua popoloca es la
ausencia del fonema IP/. Es muy sugerente pensar que, precisamente
el término que denomina a este grupo contenga dicho fonema dos
veces. Ello nos hace pensar que los mexicas los nombraron así para distinguirlos y porque les llamó la atención la ausencia de este sonido en
esa lengua.
11 200;
La relación tan estrecha entre el popoloca y el chocho justifica el
uso indistinto de ambos términos. En la época prehispánica la separación de estas lenguas fue muy tardía, por lo que el uso de ambos términos de manera conjunta hasta antes del siglo XIII es válido. y aún
después de este periodo parece que resulta necesario, ya que son dos
grupos que, aunque lingüísticamente comienzan a separarse, histórica y culturalmente están relacionados. A esto habría que agregar que
los estudios actuales de la lingüística y la etnografía encuentran muchos elementos de convergencia entre los grupos y sus lenguas.
Según Escalante (1995: 200), hay una estrecha cercanía entre el chocho y el popoloca, por lo que en tanto no se efectúen estudios de inteligibilidad dialectal no se puede asegurar que se trate de dos lenguas
distintas.
143
LOSPOPOLOCASEN LAETNOHISTORlA
La gran mayoría de las investigaciones etnohistóricas realizadas en el
sur y centro del actual estado de Puebla ha aportado importantes
conocimientos para entender las relaciones históricas, sociales, económicas y políticas entre los grupos que habitaron el Altiplano central
en el Pos clásico y la primera parte de la Colonia. Documentos tan relevantes para Mesoamérica como la Historia Tolteca-Chichimeca fueron
elaborados aquí. Se han encontrado también archivos, documentos
pictográficos, mapas, etcétera, que han servido para entender la historia social y política del México antiguo, en general, y, en particular, la
historia regional. Dichos documentos atrajeron la atención de investigadores de primer nivel, como Paul Kirchhoff (1989), Pedro Carrasco,
Luis Reyes (1977), Una Odena Güemes (1989), Alfonso Caso (1961),
Ross Parmenter (1984), Claudio Jacklein (1978), etcétera.
Muchos de los trabajos efectuados en esta región no se han centrado en la población popoloca; sin embargo, han aportado importantes
conocimientos acerca de este grupo. Dentro de las investigaciones
más importantes están las realizadas por Nicolás León (1905) sobre los
popolocas de Puebla; Peñafiel (1903), con los Anales de Tecamachalco;
Paul Kirchhoff, Una Odena Güemes, Luis Reyes García (1989) y Keiko
Yoneda (1991) en Cuauhtinchán; Mercedes Olivera (1978) sobre Tecali;
Luis Reyes en Cuauhtinchán (1977) y Hildeberto Martínez en Tepeaca
(1984) yTecamachalco-Quecholac
(1994). La mayoría fue resultado del
análisis de archivos locales y regionales. De esta manera, los trabajos
se centraron más allá de las fuentes previamente estudiadas, utilizando otras poco o nada conocidas con un enfoque histórico-social y
antropológico. Uno de los trabajos de esta índole enfocado específicamente a la población popoloca es el realizado por Jacklein (1978) en
Tepexi de Rodríguez.
Otras de las investigaciones etnohistóricas importantes sobre los
Popolocas y grupos emparentados fueron las realizadas por Alfonso
Caso (1961), Ross Parmenter (1982) Elizabeth Smith (1973: 1991), así '
como las de Nicholas Johnson (1994) y Gordon Brotherston (1997)
sobre los Lienzos de Coixtlahuaca. Recientemente, Luis Reyes trabaja
en el Lienzo Vischer l.
144
LOS POPOLOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
Los archivos locales tienen una enorme riqueza de datos para enten_
der la cultura indígena; sin embargo, su análisis también presenta problemas y limitaciones. El problema fundamental reside en el origen y
los fines para los que fueron hechos. Los frailes españoles, por ejemplo,
emprendieron numerosos estudios de la cultura indígena con el objeto
de conocer la religión que querían destruir y escribieron obras de todo
tipo con ayuda de los propios indígenas. Las autoridades coloniales se
preocuparon por encontrar vías para explotar al pueblo colonizado e
incentivaron el estudio de la cultura india, principalmente lo que tenía
que ver con formas de gobierno, posesión de la tierra, organización
social, tributos, etcétera. Los cronistas españoles trataron de justificar
con sus obras la conquista y la destrucción y colonización de la población indígena y vieron siempre con prejuicio y bajo criterios occidentales la organización social de la sociedad mesoamericana.
Olivera (1978) apunta que otro de los problemas con los que se enfrentó en el análisis de la documentación local es que ésta es elitista y
de carácter fragmentario. Jacklein (1978) comenta que en la documentación proveniente del Archivo Local de Tepexi de Rodríguez, así como
de otras fuentes, se encontró con demasiadas afirmaciones contradictorias que pueden provocar distintas interpretaciones acerca de los
popolocas.
Por otro lado, observa que en la conquista las diferencias culturales
de los diversos grupos mesoamericanos no fueron tomadas en cuenta
por los españoles; es decir, que la documentación escrita hecha por
éstos no refleja las diferencias étnicas.
Por ello, es necesario, al realizar un análisis de este tipo de documentos, tener presente el contexto histórico-social en que fueron elaborados. Es frecuente que el investigador se encuentre con diferentes
versiones de un mismo acontecimiento histórico que responden a los
intereses del grupo, clase social o individuo que los documentó, ya que
como señala Johanna Broda (1975: 5) acerca de la historia prehispánica y colonial:
No era objetiva e imparcial sino era una historia política con todas sus
implicaciones: justificaba los cambios de poder de un grupo a otro, presentaba las migraciones y derrotas de los diferentes grupos en una pers-
CAPÍTULO TRES
145
pectiva convincente y legitimaba la usurpación del poder, así como asesinatos y guerras.
Pese a las dificultades que puede implicar el análisis de la documentación histórica, ofrece una amplia gama de posibilidades para el
conocimiento de la historia y cultura indígenas. La importancia de las
investigaciones sobre archivos o documentación local fue resaltada
por paul Kirchhoff en los años cincuenta, cuando comentó que hasta
esa época muchas de las obras analizadas buscaban hacer generalizaciones sin tener una base cuantitativa. Esto último se resolvía precisamente con el análisis de documentos y archivos locales que contienen
datos concretos que sirven para realizar generalizaciones. Las crónicas
locales son un ejemplo de este tipo de fuentes; además de los archivos
que muestran pleitos por la posesión de tierras y pago de tributos,
muchos documentos contienen mapas pictográficos, relaciones de tributos, genealogías, etcétera, que aportan información relevante sobre
los sitios y regiones en estudio.
El análisis de la documentación local permite también resolver problemas de traducción del náhuatl, interpretación de glifos, identificación de nombres de personas, de grupos y de localidades como base
para el análisis de algunos aspectos de la cultura (Reyes, 1988: 2).
En el caso de la documentación estudiada en Cuauhtinchán, Reyes
(1988) llegó a importantes conclusiones acerca de quienes la recopilaron. Básicamente, las fuentes conocidas sobre este señorío fueron realizadas por dos partes de distinta filiación étnica, y la existencia de
estas fuentes obedece a las necesidades de los diferentes grupos étnicos de explicar su presencia en la región y de legitimar su derecho a la
posesión de las tierras. Muchos de estos manuscritos o pinturas son
informes parciales. Los datos obtenidos de diferentes fuentes, para el
caso de Cuauhtinchán, no se contradicen sino que se complementan.
Los trabajos mencionados se han abocado al análisis de los principales archivos que tratan sobre la región. Además de la documentación local (poblaciones de Cuauhtinchán, Tepeaca, Tecali, Tepexi,
etcétera), se acudió a los archivos regionales y a las fuentes conocidas.
Dentro de los más importantes que se consultaron fueron el Archivo
General de la Nación, el Archivo de Notarías del estado de Puebla, Ar-
146
LOS POPOLOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
chivo General de Indias, The Newberry Library, Ordenanzas para el
Gobierno de Tepeaca de 1552, Archivo Parroquial de Tepexi y otros
documentos producto de conflictos y contiendas legales, pleitos Por
tierra, la sujeción del poder político, etcétera.
Jacklein (1978A), para el caso de Tepexi, además de los archivos arriba expuestos, consultó documentación relevante como la Lista de Tributos de Tepexi, libros de bautizos locales, actas administrativas, libros
de matrimonios, etcétera.
Por otro lado, este autor comenta que el elemento étnico desapare_
ce en la documentación colonial, ya que para los conquistadores españoles los pueblos conquistados eran lo "mismo"; es decir, la diversidad
étnica y lingüística de Mesoamérica es reducida a la categoría colonial
de "indio". Situación similar encontró Olivera (1978) en la documentación proveniente de los Archivos de Cuauhtinchán que demuestra que
en el señorío después de la llegada de los mexicas la diferenciación
étnica perdió importancia, pues los mexicas al igual que los españoles
redujeron a los pueblos conquistados a la categoría de macehuales.
Los popolocas históricos aparecen mencionados en diversas fuentes con las que se puede reconstruir parte de su historia prehispánica.
Los chocho-popoloca conocían la escritura y elaboraron diversos
documentos que hablan acerca de su historia, sus genealogías y su territorio; muchos de éstos no han sido del todo investigados. Su análisis
en el futuro aportará importantes datos. La Mixteca, región en donde se
ha ubicado estos grupos, es una de las áreas con una importante producción de escritos pictográficos realizados por indígenas. Alfonso
Caso divide a los 52 lienzos y códices mixtecos por grupos lingüísticos
y menciona que de éstos 16 fueron obras de los chochos y 25 más se elaboraron en la Mixteca Alta, región habitada por grupos chocho-popoloca desde épocas muy antiguas (Dahlgren, 1990: 19). Esto da una idea
de la riqueza de información etnohistórica con que cuenta la región.
La época teotihuacana y la emergencia de Cacaxtla
La región ocupada por los popolocas aún tiene muchas incógnitas; sin
embargo, los estudios etnohistóricos
han dejado ver la importancia
CAPÍTULO TRES
147
que tuVO para la comprensión del desarrollo histórico-cultural
de
Mesoamérica. Krickeberg (1952: 254) sugirió que el centro espiritual
del mundo preazteca probablemente haya estado situado en la zona
sur del actual estado de Puebla. Seler (1960, IV: 368) había ya definido
a la región de los popolocas y chochos como un viejo centro cultural y,
a la vez, como una zona cercada y aislada por montañas, donde considerables remanentes de aquella cultura antigua se conservaron a través de los tiempos.
Diversos autores han mencionado la importancia de estos grupos.
Los otomangues, grupo al que pertenecen los chocho-popoloca, pueden ser considerados los habitantes más antiguos de Mesoamérica.
Habitaban los valles de México, Puebla y Tehuacán milenios antes de
la llegada de los nahuas (Paddock, 1997A: 105). La extensión de este
grupo lingüístico abarcaba desde los otomíes en el norte hasta los
mangues en Centroamérica, e incluye a diez grupos étnicos que forman un bloque, vecinos contiguos de lo que ahora se llama la Mixteca
(lbid.: 106). Esta hipótesis había sido planteada a finales del siglo XIX
por Orozco y Berra (1880: 11), quien al referirse al territorio de los chocho-popoloca mencionaba que posiblemente pudo llegar hasta la
costa del Pacífico.
Entre 1940 y 1941, autores como Weitlaner, Kirchhoff y Jiménez
Moreno sugerían que grupos como los mixtecas y zapo tecas fueron los
principales habitantes del valle de México y Puebla mucho antes de la
llegada de los nahuas (antes de TulaJ. hipótesis que está siendo confirmada por investigaciones recientes.
Paddock (1997A: 106) propone que la primera capital mixteca fue
Teotihuacán. Ello no quiere decir que en ella no coexistieran grupos
diversos y que los mixtecos no habitaran otras partes de Mesoamérica.
En Puebla, la gran capital Mixteca pudo ser Cholula, la cual tuvo al
parecer "tres vidas": primero fue centro de los mangues, después de los
mixtecos y, finalmente, de los nahuas. Por otra parte, las evidencias
históricas de la presencia de los mixtecos en el valle de México son
diversas. Ixtlilxóchitl y Chimalpahin los mencionan.
Teotihuacán es considerado como el primer fenómeno urbano a
gran escala en Mesoamérica donde se desarrolló una tradición cultural compartida. Fue una gran capital religiosa, económica y política.
148
LOS POPO LOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
En ella habitaron diversos grupos; se habla de la presencia de barrios
especializados donde vivían grupos étnicos distintos, entre ellos grupos de hablantes de popoloca (Cook de Leonard, 1953), y otros como
el mazateco, ichcateco, zapoteco, olmeca-xicalanca, etcétera.
Chadwick (1995: 122) propuso que en Teotihuacán 11y III existió un
grupo integrado por hablantes mixteco y chocho-popoloca cuyos descendientes formaron el núcleo de los olmeca-xicalanca, conquistadores de Cholula. Esto último lo apoyaba en el hecho de que cronistas
como Muñoz Camargo y Torquemada (apud Chadwick, 1995) mencionan que los olmeca-xicalanca que conquistaron Cholula venían de
la región de México, y porque hay evidencias de que los mixtecos vivieron alguna vez en el valle de México (lxtlilxochitl y Chimalpahin).
Contrariamente a esta versión, Jiménez Moreno (1942: 139) había
propuesto que los mazateco-popoloca
y los nonoalcas que parecen
identificarse con los primeros fueron los últimos representantes de la
cultura teotihuacana. A esta conclusión llega apoyándose en el hecho
de que en el siglo XVI (Papeles de la Nueva España, 1914: 38) se hablaba popal oca en San Juan Teotihuacán y chuchón en Tacuba. Asimismo,
concluye que en los siglos XII y XIII los popolocas vivían en las inmediaciones de Teotihuacán, En esta época no había diferencia entre el
chocho y el popoloca y estaban estrechamente relacionados con los
mixtecos. Por su parte, Kirchhoff (1940: 90) piensa que estas supervivencias lingüísticas del siglo XVI son remanentes de habitantes anteriores en el valle de México.
El autor citado descarta la posibilidad de que los grupos chochopopoloca se establecieran en Teotihuacán en épocas recientes, pues,
apoyándose en la Histoyre du Mechique, a la llegada de los chichimecas de Tetzcoco (siglos XII-XIII) se mencionan las luchas que en esa
región cercana tuvieron dichos chichimecas, llamados otomíes, con
gentes popolocas de la Mixteca, Acosta Saignes (1945: 29-30) menciona que en la provincia de Tezcoco vivía gente llamada "popoloqueS"
de la Mixteca. Sin embargo, Jiménez Moreno (1966; 43) señaló que en
el periodo III de Teotihuacán los habitantes eran popoloca-mazatecO
que coexistían aliado de nahuas, y parecen identificarse con los nonoalcas, que fueron los últimos representantes de Teotihuacán, especialmente en la fase
IV.
CAPÍTULO TRES
149
Los popolocas tuvieron una parte activa en el comercio de larga distancia de Cholula a la costa del Golfo y al Altiplano, Según Chadwick
(1995: 148), en los códices mixtecos aparece un pueblo denominado
calavera al que todos los mixtecos le rendían homenaje (Alfonso Caso,
1961). Al parecer, este sitio puede ser identificado con Cholula y es probable que esta fuera una temprana capital mixteca o un lugar que antiguamente (antes de la fundación de las ciudades de la Mixteca Alta)
tuVO mucha importancia
para los mixtecos,
El desmoronamiento
de Teotihuacán fue la causa de la migración
de los mixtecos a Xicallanco, en el actual estado de Tabasco; posteriormente volvieron a la altiplanicie y ahí fundaron Cacaxtla, fortificada y
decorada con pinturas murales de influencia maya. Cacaxtla tuvo una
ocupación corta; después repoblaron Cholula, que estaba muy cerca.
Desde aquí, los mixtecos emprendieron conquistas militares y políticas (Paddock, 1997 A: 108). Después extendieron su poderío al poniente hasta la región de Izúcar, Cuauhtla y el norte del actual estado de
Morelos.
La relación tan estrecha y las similitudes entre los mixtecos y los
olmeca-xicalanca se observa en diversas interpretaciones. Wolf (1959:
95), por ejemplo, identificó a los olmeca-xicalanca
como el grupo de
habla chocho-popoloca
o mixteco, constructores de Teotihuacán y
Cholula. Por otro lado, Chadwick (1995) menciona que el elemento étnico principal de los olmeca-xicalanca era el mixteco, A este grupo
pertenecían los popolocas que hoy viven entre Izúcar, Acatlán y Tepexi. En esta región, hablantes del náhuatl, mixteco y chocho-popoloca,
vivieron juntos durante el siglo XVI.
En Cholula, los popolocas históricos desempeñaban, políticamente
hablando, un papel importante durante la dominación de los olmecaxicalanca en esta ciudad. Estos últimos, según Lehmann (1922), eran
grupos idénticos a los popolocas históricos, pues los olmecas de Cholula hablaban el idioma chocho (Jacklein, 1979: 207).
Las diversas propuestas llevan a identificar a los olmeca-xicalanca
como de origen mixteco, que en el transcurso del tiempo se aculturaron a través de contactos con diversos grupos de Mesoamérica, por
lo que se identifican como un grupo tri étnico (elementos mixteco,
chocho-popoloca nahuatizados), pero también como un grupo con
150
LOS POPO LOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
una composición cultural muy rica, al grado de que algunos cronistas,
como Torquemada, Ixtlilxochitl y Muñoz Camargo, los consideraban
como el primer pueblo civilizado de México (Chadwick, 1995: 121).
Los popolocas en Tula
Las aportaciones de los mixtecos al desarrollo cultural de Mesoamé_
rica fueron muchas, pues hoy no sólo se les identifica como creadores
de dos de las más grandes capitales clásicas del Altiplano central,
Teotihuacán y Cholula sino que algunos autores han propuesto que la
cultura tolteca fue en mayor parte inspiración mixteca: ambas culturas
están estrechamente
emparentadas (Covarrubias, 1957, citado por
Chadwick, 1995). Jiménez Moreno (1942) y Dahlgren (1990) señalaban
que había un común denominador entre Tula y la Mixteca. Esta similitud se observa, por ejemplo, en el uso de nombres personales compuestos de un primer nombre calendárico más otro (águila para
hombres y quechquemitl para mujeres), así como el culto a Quetzalcóatl, que también en Cholula jugó un importante papel como patrón
de la ciudad (Paddock, 1987: 40).
La presencia de grupos de origen mixteco o tetlamixteco (paddock,
1987) en Tula4 está documentado.
Jiménez Moreno y Kirchhoff han
presentado datos que afirman estas hipótesis. Los popolocas históricos, como minoría especializada, jugaron un papel importante en
Tula, pues hay la posibilidad de que Topiltzin reuniera este contingente minoritario después de la caída de Teotihuacán y los transfiriera de
Colhuacán pasando por Tulancingo hacia Tula. Allí desarrollaron una
actividad artística que más tarde impresionó a los aztecas hasta el
punto de que estos los llamaran "artistas toltecas" (Cae, s. f: 135-136).
Según Ixtlilxóchitl (1975,11: 69-70), en el año 1328 llegó a Texcoco un
grupo de "tlailotlaques y chimalpanecas (...) los cuales eran consumados en el arte de pintar y hacer historias". Éstos, continúa (1975, 1: 124123). formaban un numeroso grupo de hombres y mujeres bajo el
mando de un "caballero del linaje de los tultecas", quien fue recibido
por Quinatzin con mucha alegría, pues todos ellos "eran artífices Y
hombres sabios, astrólogos y de otras artes". Originalmente venían de
CAPÍTULO TRES
151
adelante de la Mixteca. Algunos de ellos fueron a Texcoco por el caminO de Chalco, otros escogieron el camino de Tenochtitlán y otros,
Tlaxcala (Motolinía, 1914: 236). Estos grupos son identificados por
Lehmann (1960: 359) como olmecas o chochos, quienes fueron toltequizados en épocas anteriores. Otros barrios mixteco o chocho-popoloca los registra Motolinía (1914: 191) en Tlaxcala donde hablaban tres
lenguas: el náhuatl, otomí y el pinome.
Cabe aclarar que los popolocas históricos son estos grupos minoritarios que ofrecían sus servicios como especialistas y muchas veces
eran señores rivales que dominaban territorios distantes. La masa de
popolocas arqueológicos se ubicó en la zona comprendida en el norte
de Oaxaca y el sur de Puebla. A la caída de Cholula, un gran contingente de popolocas históricos se vio debilitado y esto dio lugar a que
los antagonismos latentes que había entre los diversos grupos de
popolocas históricos se manifestaran abiertamente, lo que motivó el
inicio de luchas entre los diversos grupos, luchas que quedan reflejadas en la Historia Tolteca-Chichimeca.5
Los nonoalcas6 son identificados como grupos mazateco-popoloca,
últimos supervivientes de la cultura teotihuacana incorporados por los
toltecas. Eran considerados como una minoría especializada en conocimientos astronómicos, de construcción arquitectónica, artes, etcétera. Éstos migraron a finales del siglo XI a la región del sur de Puebla y
partes colindantes de Veracruz y Oaxaca -su antiguo lugar de origen,
la región popolocay conquistaron lugares como Itzocan, Huehuetlán, Tepexi, Zapotitlán, Tehuacán, Coxcatlán, Teotitlán, Eloxochitlán y
Zongolica.
Los nonoalcas también se asentaron en el área habitada por los
mazatecos (Vázquez Mendoza, 1982; 2) Yen Coixtlahuaca, en donde se
infiltraron desde épocas muy tempranas (Dahlgren, 1990: 84). Salieron
de Tula en el 980 d. C. y arribaron primero a la región quince años
antes que los tolteca de Cholula y se establecieron en el territorio que
Se extendió hasta las fronteras de la Mixteca.
152
LOS POPOLOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
La incursión de los nahuas
Hacia el horizonte Posclásico hay un cambio muy fuerte en el área habitada por los popolocas. Este cambio quedó registrado en la documentación histórica, la cual narra la hegemonía olmeca-xicalanca en
Cholula y su caída a la llegada de otros grupos.
En el año VIII Ácatl (1175). los chichimecas se asentaron en Cuauhtinchán, conquistando el territorio como mercenarios de los toltecachichimeca en la lucha por restablecer su hegemonía en Cholula. La
Historia Tolteca-Chichimeca (1989) narra que los tolteca-chichimeca
llegaron a Cholula cuando ésta se encontraba ocupada por los olmecaxicalanca y que sus habitantes vivieron muchos años bajo la hegemonía de estos últimos. Sin embargo, tiempo después, junto con la ayuda
de otros grupos, lograron imponerse a los olmeca-xicalanca, quienes
inconformes con la derrota mantuvieron constantes conflictos y con
ayuda de sus vecinos empezaron a hostigar a los tolteca-chichimeca,
por lo que estos últimos mandaron traer de Chicomostoc nuevos aliados. Fueron ocho grupos de chichimecas, de los cuales los cuatro más
importantes fueron los totomihuaques, cuauhtinchantlacas,
texcaltecas y los aco1chichimecas. El segundo grupo fue el que fundó el señorío de nombre relacionado (Cuauhtinchán), que llegó a ser muy fuerte
y grande territorialmente (Olivera, 1978: 90). Este territorio se extendía
desde la actual montaña de La Malinche, hacia el sur, hasta la cordillera del Tenzó, de ahí al oriente hasta Temalacayuca7 y de ahí al norte por
Chapulco, Maltrata, Pico de Orizaba y Cofre de Perote para dar vuelta
al occidente hasta llegar a La Malinche (Reyes, 1988: 66).
No obstante, los grupos de chichimecas que se asentaron en esta región entre los siglos XII Y XIII no llegaron a un territorio despoblado;
tuvieron que enfrentarse a la población nativa8, por lo que en los primeros años desplegaron una intensa actividad bélica para conquistar
a los pueblos que habitaban el territorio (Reyes García, 1988: 66).
Los olmeca-xicalanca de Cholula habían sido ya sometidos por los
tolteca-chichimeca;
sin embargo, faltaba por conquistar a los señores
locales de las tierras que les habían otorgado en los cuatro puntos cardinales alrededor de Cholula: los tlaxcaltecas, al norte; los huejotzincas,
al occidente; los totomihuaques, al sur y los cuauhtinchantlacas, al este.
CAPÍTULO TRES
153
Los primeros grupos conquistados fueron los cintecas que, según
Chimalpahin, vivían en la orilla del mar y fueron visitados por los chichimecas. Reyes (1977: 68) señala que podría ser que estos grupos se
extendieran desde Tepeaca -vivían en los llanos de Amozoc- hasta la
costa del Golfo. Una vez conquistado el señor de los cinte ca, los chichimecas se diseminaron por su territorio y los pueblos nativos huyeron
para irse a otras regiones (lbid.: 68).
Entre los que huyen se mencionan dos pueblos que, al parecer, se
encontraban en las faldas de La Malinche: Ixtacamaxtitlán y Tlatlauhquitepec.
En Tepeaca, los chichimecas destruyeron a los cozotecas que habitaban en la montaña Tziuhqueme, en los llanos de Amozoc yen Tepeaca (lbid.: 69). El tercer pueblo conquistado fue Chiquimoltepec, que
probablemente
corresponda al cerro ubicado hacia los llanos de
Ozumba, al norte de Tepeaca. El cuarto fue Cuezcomatl Yyacac, cerca
de Quecholac. El quinto fue Xaltepec, al este de Tecamachalco, donde
habitaron los olmeca-xicalanca. Este sitio se representa como una
montaña con puntos negros o montaña con agujas y además aparece
sobre ella un individuo con dos bolas de hule (olmeca) y una xicara
(xicalanca).9 Los dos últimos pueblos conquistados fueron Tochtepec,
al sureste de Tecamachalco y Techimalli Yyacac, tratándose del cerro
Techimal, al norte de Tecali (lbid.: 70-72).
De esta manera, quedaron sojuzgados todos los pueblos nativos
que pudieron representar un peligro para los tolteca-chichimeca.
No
se tienen datos de la relación que guardaban entre sí estos pueblos, ni
con la Cholula de los olmeca-xicalanca antes de la llegada de los chichimecas; sin embargo, Luis Reyes (1988) propone que estos siete pueblos formaban una provincia cuya cabecera era Xaltepec, que estaba
Ocupada por los olmeca-xicalanca y que al ser derrotados en Cholula
los tolteca adjudican esta provincia a los cuauhtinchantlaca
para que
la conquistaran y se asentaran ahí.
No se sabe cómo estaban organizados estos pueblos nativos, sólo
qUe tenían gobernantes. En el Mapa de Cuauhtinchán número 1 se
lhencionan otros pueblos conquistados por los chichimecas en la zona
nOrte de la región popoloca. Éstos son Tollan Calmecauacan, al margen izquierdo del río Atoyac (sitio estaba gobernado al parecer por
154
LOS POPOLOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
cuatro señores que se llamaban Couatlpopoca, Cuetlaxtecatl, Cuetz_
paltzin y Zacatapolli); también es conquistada la montaña de Tziuh_
queme; la Barranca del Cerro Partido (Tépetl Cotoncan), que hoy se le
conoce como Barranca Itzcueye. Al sur y norte del Pico de Orizaba
aparecen dos pueblos conquistados (Ibid.: 74).
En la conquista de los pueblos nativos no se habla de su extinción,
sólo de la ejecución de sus gobernantes,los cuales eran sacrificados, lo
que implica que la población nativa fue convertida en macehuales
para servir a sus nuevos gobernantes. Una situación semejante pasó
en Cholula.
De los pueblos chichimecas que se establecieron en Cuauhtinchán
se formaron siete subgrupos (Reyes los denominó "grupos étnicos").
Tenían diferencias culturales desde el momento de su llegada, como lo
indica el hecho de que los señores de los primeros grupos que llegan
se sientan sobre piedras y los últimos en icpalli, asientos de madera
(Ibid.: 75).
Las diferencias culturales coexistieron hasta la llegada de los españoles en Cuauhtinchán, pues los tolteca-chichimeca conservaron su
organización social basada en el parentesco del calpulli, al contrario
de los otros grupos que no tenían este tipo de organización. Otros aspectos donde se observa esta diferencia es en el uso de distintos sistemas calendáricos: haciendo que un mismo acontecimiento se registre
bajo otro número y nombre del año. Por último, la distinción más
importante entre los grupos asentados en Cuauhtinchán en el siglo XII
y la población nativa consiste en que los primeros eran guerreros,
recolectores y cazadores y los segundos, agricultores.
Las cabeceras del señorío se conformaron con grupos étnicos distintos en donde existió una jerarquización, al grado que un pueblo
podía tener ambas categorías: sujeto y cabecera (Martínez, 1984: 44).
De esta manera, Cuauhtinchán se conformó como un señorío multiétnico, situación que se reflejó en la existencia de grupos antagónicOS,
los cuales manifestaron en la documentación escrita su presencia en la
región y su legitimidad en el derecho a la tierra, así como las pugnas
entre ellos por conservar el poder.
Martínez (1994: 21) señala que la fundación y el desarrollo del señOrío de Cuauhtinchán se da entre los años de 1175 y 1398. En este pedo-
CAPfTULO TRES
155
do se forman otros tres señoríos "semiindependientes"
cuyas cabeceras eran Tepeaca Tlaihtic, Tecali y Oztotipac (donde gobernaron señores mixteco-popoloca). En esta época, Cholula era el centro político
más importante de la región.
Por su parte, Olivera (1978: 81-84) menciona que la población del
señorío de Cuauhtinchán estaba constituida por grupos como los chichimecas, mixtecos, popolocas, cholultecas y totomihuaques. Además, existía una buena cantidad de lugares colindantes habitados por
diferentes grupos. Cada uno ocupaba diversos lugares que no conformaban una unidad geográfica continua. En la primera etapa de conformación del señorío la organización social estaba basada en la
diferenciación étnica. Al parecer, los descendientes de la población
nativa que conquistaron los chichimecas a su llegada fueron los que
ocuparon la posición más baja en esa jerarquía, pues desde que se elimina a sus señores no se les vuelve a mencionar. Deben haber formado la mayor parte del campesinado que directamente trabajaba la
tierra para los nuevos señores. La misma autora cree posible que los
grupos -la población nativa- dominados por los chichimecas hayan
estado organizados en unidades sobre la base del parentesco en forma
parecida a los calpulli de los que habla Zorita. Partiendo de esta idea,
no es difícil pensar que con la conquista chichimeca en la región popoloca estos grupos hubieran quedado desintegrados en unidades familiares más pequeñas, ya que cuando loschichimecas conquistaban un
lugar los señores que intervenían en la conquista se repartían a los
macehuales (lbid.: 84).
Pertenecer a un determinado grupo étnico tenía mucha importancia: marcaba la posición social de cada individuo. Formar parte del
grupo étnico de los dominadores significaba poder y ser pilli; pertenecer al grupo de los dominados significaba ser macehual, trabajador
y tributario.
El señorío de Cuauhtinchán se formó con campesinos conquistados -la gran masa de popolocas que vivía ahí desde tiempos antiguos_ y colonos sometidos, quedando comprendidos dentro de este
señorío pueblos popolocas como Tepeaca, Tecamachalco, Quecholac y
TecaJi.Según Olivera (lbid.: 85), esta población vivía principalmente de
la agricultura. Sobre todo, sembraban, maíz, frijol y calabaza, usando
156
LOS POPO LOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
una tecnología simple que se reducía a la coa de madera y el aprovecha_
miento de la temporada de lluvias; sin embargo, algunas evidencias
arqueológicas señalan que no se desconocía el riego, ya que se han
encontrado indicios de complejos sistemas de canales, Datos recientes
demuestran que se practicaba la irrigación antes y después de la Conquista chichimeca. Ejemplos del uso continuo y desarrollado de la irrigación se observan en sitios arqueológicos muy cerca de la actual
población de Tecamachalco y en áreas como Xochiltenango y Tenaxtepec, en el área de Cuauhtinchán-Tepeaca
(Medina, 1998, comunica_
ción personal).
En 1179 llegaron a la región grupos mixteco-popoloca, reconociendo al señor de Cuauhtinchán, y se establecieron en varios lugares del
señorío. Entre los más importantes se menciona a Zacahuilotla, lugar
que se localiza entre Tecali y Cuauhtinchán, donde permanecieron
ochenta y seis años; de allí se extendieron por el sur del señorío hacia
Tecamachalco. Estos mixteco-popoloca fueron bien recibidos por los
cuauhtinchantlacas
con los que se emparentaron. Después de consolidar su poder a través de alianzas matrimoniales en Cuauhtinchán, los
mixteco-popoloca usurparon el poder en diversos pueblos. En Cuauhtinchán, Tepeaca, Tecali, Tecamachalco y Quecholac formaron los linajes pinome que llegaron a tener un poderío importante en la región, a
tal grado que cuando los mexica dividieron el señorío de Cuauhtinchán formando varias cabeceras un descendiente de los mixtecopopoloca era todavía tlahtoani del señorío en el siglo XVI.
Al parecer, los mixteco-popoloca construyeron sitios como Tepexi
el Viejo, Cuthá y Cerro Colorado Oacklein, 1974: 48-49) y otros más, como el Cuauhtepec y Tecamachalco Viejo.
Los popolocas históricos (mixteco-popoloca) que regresaron conquistaron, con ayuda de los toltecas simpatizantes, a los popolocas
que se encontraban en su antiguo centro de ubicación, lo que ocasiOnó que combatieran entre sí, ya que a los últimos les molestó que sUS
congéneres llegaran a unírseles, no como sus iguales sino como sus
señores.
La llegada de diversos grupos a la región popoloca fue evidente na
sólo en el área central y norte sino también en otras zonas. Así por
o
ejemplo, aunque la Historia Tolteca-Chichimeca no menciona al señ -
CAPfTULO TRES
157
río popoloca de Tepexi, es significativo que en la migración de los grupos tolteca-chichimeca a las diferentes zonas de Puebla se funda TepeJÓ (HTCH, 1989: 71-72). Gorestein (1973), por ejemplo, pensaba que
había sido construida por los olmeca-xicalanca cuando salieron de
Cholula.
Las ciudades que tienen relación con Tepexi a través del dominio de
cuauhtinchán en la región son Mo1caxac, Itzocán, Acatlán, Petlalcingo,
y Chila (HTCH, 1989: 60-64). Jacklein (1978A: 51-52) señala que en el
caso de Tepexi la documentación existente no demuestra o indica la
diversidad étnica y lingüística como en Cuauhtinchán, pero piensa
que debió ser una situación similar, ya que en el siglo XVI existían
macehuales de diversos grupos étnicos (popolocas, mixtecos y nahuasJ, sirviendo a señores de Tepexi.
La llegada de los chichimecas al sur de la región popoloca queda
registrada en la fundación de Tehuacán Viejo, mencionada en la Historia Tolteca-Chichimeca (1989: 136-138). En ésta se narra cómo los
nonoalca-chichimeca parten de rula rumbo al oriente después de pelear con los tolteca-chichimeca,
a cuyo líder no quisieron obedecer
más porque exigía cosas que eran imposibles de conseguir. En su camino se separan para habitar varias regiones. Dos de los peregrinos,
los sacerdotes o señores Huehuetzin y Xelhuan, habitan Tehuacán, llamados por esto teohuaque. Antes de separarse, los nonoalca llegan a
Tenpatzacapan, de allí partieron a fundar Tehuacán y también los cozcatecas fueron a fundar su pueblo, Coxcatlán (HTCH, 1989: 136-138).
Sin embargo, es importante resaltar que el nombre de nonoa1ca parece identificarse con grupos mazateco-popoloca, más o menos nahuatizados que vivieron en Tula hasta los tiempos de Huémac. Después
emigraron a la zona de Tehuacán, Coxcatlán y Teotitlán Oiménez
Moreno, 1942B: 137).
Por otro lado, los Anales de Cuauhtitlán narran que fueron los mis!nos toltecas quienes en el año Uno Tecpatl migraron, pasando por
sitios del valle de México como Chapoltépetl y Colhuacán, para repartirse más tarde hacia Cholula, Tehuacán, Nonohualco, Coxcatlán y
Totitlán, entre otros. Esta fuente no específica si el grupo que parte de
rula es diferente de los toltecas, como lo hace la Historia ToltecaChichimeca, pero sí identifica a los nonohualcas como uno de los gru-
158
LOS POPO LOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
pos que se asientan en la "tierra del Anáhuac" (Códice Chimalpopoca,
1945: 14-15).
Una tercera versión del origen de los teohuaque nos la presenta por
Motolinía (1971: 10). escrita desde Calcahualco en 1541. Allí, explica
que un hijo de la tierra de Chicomostoc, Xehua, pobló Cuahquecho_
Han, Tehuacán, Coxcatlán y Teotitlán, entre otros sitios; mientras qUe
un hermano suyo, Tenuch, dio origen a los tenuchca, "que son los mismos mexicanos que se llamaban mexica y tenuchca" (/bid.).
Tomando como referencia estas fuentes es que la mayoría de los
investigadores de la región piensa que Tehuacán Viejo tiene origen
étnico náhuatl resultado de migraciones chichimecas en el siglo XIII.
Sin embargo, hay que tener en cuenta que desde tiempos muy tempranos el área fue ocupada por grupos popolocas y que las fuentes
señalan a Tehuacán como un señorío importante de este grupo; por
tanto, no hay que descartar el hecho de que vieran invadido su territorio por grupos similares que en tiempos antiguos emigraron al valle de
México y luego a Tula y después regresaran a su antiguo lugar de origen a reunirse con sus congéneres, pero no como sus iguales sino
como sus señores. Esto último lo afirmó Cook de Leonard (1953: 43)
cuando se refería a la formación de Cuthá como un sitio fundado por
nonoalcas llegados de Thla.
Por su parte, Gerhard (1986: 268) piensa que la población de Tehuacán quedó constituida principalmente por grupos nahuas y núcleos de
población popoloca y maza teca que al parecer constituían una minoría, ya que fueron desplazados por los nonoalca. Habría que mencionar que, al parecer, estos grupos eran de origen popoloca, pero
nahuatizados. Se menciona que la nobleza local de los pueblos conquistados, que presumiblemente
ocupó algunos cargos importantes
con nahua-hablantes,
aprendió la lengua y de esta manera surgió una
división de la lengua entre dominadores y dominados. Esto puede
demostrarse documentalmente
en diversos pueblos popolocas como
Tepexi, Tecamachalco, Quecholac y Zapotitlán (Jacklein, 1978A: 5).
MacNeish (1970) dice que la nobleza de Tehuacán hablaba náhuatl
y los macehuales popoloca y mazateco. De esta manera, los señoríos
de la región popoloca quedaban constituidos por una heterogeneidad
étnica muy diversa. JO Esta heterogeneidad también era política, ya que
CAPfTULO TRES
159
entre los propios conquistadores se produjo una rivalidad por el control del poder en las diferentes áreas de la región. Por ejemplo, se menciona que en el seflorío de Cuauhtinchán las disputas por el poder
entre la élite empezaron a manifestarse desde que los que los chichimeca se asentaron en el lugar, pues a su llegada ya había entre ellos
estratos Yjerarquías cuyas posiciones se tornaron más contradictorias
en la crisis del señorío (Reyes, 1988).
A consecuencia de ello, inició una serie de conflictos entre la ciudad
y los señoríos y sobre todo pugnas internas entre Cuauhtinchán y
Tecali que los cholultecas no pudieron resolver y que provocó la intervención de Tlatelo1co en 1398. Cabe aclarar que el seflorío de Cuauhtinchán, desde sus inicios hasta su desaparición, dependió siempre de
Cholula. Habría que señalar que la llegada de los chichimecas fue por
solicitud de Cholula y que la formación del señorío de Cuauhtinchán
fue una forma de expansión de Cholula hacia el este y sureste del
actual estado de Puebla (Olivera, 1978: 66). Los tlatelolcas conquistaron el señorío de Cuauhtinchán atendiendo a un llamado de los señores de Tecali. Los Anales de Tlatelolco mencionan su conquista pero
reconocen el territorio conquistado como una unidad cohesionada.
Probablemente por esto último es que en esta época empieza el proceso 'de crisis y de desintegración interna del señorío (/bid.: 77). La
etapa de dominio de Tlatelolco en la región se da aproximadamente
entre 1398 y 1441, época en que Cholula es desplazada como centro
político y los popolocas de Oztotipac toman el poder político del terri·
torio. Ce olintzin tomó el poder siendo tlahtoani de Oztotipac; después
trasladó su cabecera a Huitzcolotla. Más tarde, sus descendientes cambiaron la sede a Cohuayocan Cuauhtepec (Martínez, 1994: 21). Reyes
señala que en esta época de crisis el centro regional más importante
fue por unos años Tecamachalco, donde también gobernaban señores
pinome. Tepeaca también se perfiló como un señorío poderoso y
luchó con sus vecinos hasta imponer su dominio (Olivera, 1978: 80).
En 1441 se unen los señoríos de la región (Cholula, Tlaxcala, Huejotzingo, Totomihuacan y Tepeyac) para usurparle el poder a los "señores" popolocas y destruyen la cabecera del Cuauhtepec y derrocan a su
tIahtoani. Esto produjo una crisis interna durante veinticinco años.
Durante este lapso, ninguna cabecera gobernaba, pues se enfrascaron
160
LOS POPOLOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
en una lucha por el poder que no rindió resultados. Más tarde TI
' at
lolco es conquistado por los mexicas y los señoríos de Cuauhtinch' e_
any
Tecali piden la intervención de Tenochtitlán. En 1466 llega el eJ'ér .
CIto
mexica a la región y somete a las cabeceras del antiguo señorío d
Cuauhtinchán, dividiendo definitivamente el señorío e implantand:
una nueva forma de gobierno.
La llegada de los mexicas se dejó sentir en toda la región POPoloca
implantando su dominio e imponiendo cambios significativos en los
pueblos popolocas.
Los señoríos popo locas y la conquista mexica
CAPÍTULO TRES J61
amachalco-Quecholac, marcando entre ellas lindes precisos. Estas
c
'fe s Jlegaron a depender de Tepeaca. La ubicación y límites de los
área
~oríos se conocen gracias a documentos como los Mapas de Cuauh:i:hán, II que han arrojado información muy valiosa para el conociJ1l.iento de los grupos popolocas. El Mapa número 2, por ejemplo,
indica las relaciones con los demás grupos que habitaron la región y
registra los linderos de los señoríos en que fue dividido el señorío de
cuauhtinchán. Según Reyes (HTCH: 1989,223, nota 1). ciertos personajes que aparecen en este mapa colocan los límites por orden de Axayácatl, en 1467.
Tepeaca entonces se convirtió en una de las principales ciudades de
la región. Fue el asiento comercial y el mercado regional más importante y paso obligado de los mercaderes del centro de México que viajaban a las costas de Veracruz y Oaxaca. En las nuevas cabeceras
quedaron los teocali de los tecutli que allí habitaban, pero posiblemente, dice Olivera (1978: 104), "ahora con el nuevo orden, debido a la
jerarquía impuesta o reconocida por los mexicanos, quienes dan el
cargo de señores de parcialidad sólo a algunos de ellos".
Según Olivera (1978: 100), la conquista mexica produjo un aumento
en la producción y favoreció la especialización de algunos pueblos y
macehuales, aunque no introdujo cambios fundamentales. Las transformaciones más evidentes del dominio mexica en la región se dieron
en las relaciones sociales, en donde la posición social de cada grupo
cambió, sobre todo en el caso de las élites, ya que se vieron despojados
de sus tierras y poder.
Los señoríos del norte-centro de la región. A finales del siglo XVlos
mexicas incursionan en la región popoloca conquistando el señorío de
Cuauhtinchán e implantando su poderío en el área. Tepeaca fue conquistada por los mexicas en 1466 durante el reinado de Axáyacatl.
Después de esta guerra, los señoríos de las cercanías se aliaron para
impedir el avance de los mexicanos pero en este nuevo encuentro
éstos utilizaron a los pueblos dominados para su propia defensa. Por
esta razón, pueblos como Cuauhtinchán y Tecali tuvieron que pelear
con pueblos que antes eran sus aliados y aun contra Cholula, su antiguo centro político-religioso.
Después de someter a las ciudades colindantes de Tepeaca, los mexicas introdujeron cambios significativos a nivel político y territorial
en los señoríos popolocas. Los cambios locales afectaron las estructuras de gobierno y las dinastías gobernantes, especialmente a los señores de Cuauhtinchán, Tecali y Tepeaca donde instituyeron gobiernos
de tres o más señores representantes de los grupos que tradicionalmente habían estado subordinados a los chichimecas de Cuauhtinchán. En el cambio regional crearon una provincia tributaria con los
pueblos del sur y sureste de Cholula, designaron a Tepeaca como cabecera e institucionalizaron
un mercado de primer orden (Martínez,
Después de esta conquista, los mexicas se introducen por todo el
territorio popoloca sojuzgando y exigiendo tributo. En el año 8 Calli
(1461) Atezcahuacan,12 dependencia
de Tepexi, fue conquistada por
Moctezuma Ilhuicamina y en 11 Ácatl (1503) Tlachquiauitl, señor de
Tepexi, fue derrotado (HTCH, 1989: 116-122). Tepexi era un señorío
muy poderoso. Los textos de Coixtlahuaca, Tequixtepec, Cuicatlán y
otros pueblos del Papaloapan reconocen su importancia, principalmente como una potencia situada en la frontera norte (Brotherston,
1994: 22-23).
1997: 165).
Los mexicas dividieron administrativamente
el antiguo señorío de
Cuauhtinchán en cinco cabeceras: Tepeaca, Cuauhtinchán, Tecali Y
La posición estratégica de Tehuacán fue también motivo de ambición para la política expansionista de los mexicas. Este señorío fue
162
LOS POPOLOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
vencido por Texcoco y México- Tlatelolco, posiblemente con la coope_
ración de Tlaxcala. Posteriormente, ya fundada la Triple Alianza,
Moctezuma Ilhuicamina, en una de sus campañas entre 1450 y 1454,
después de conquistar pueblos de Morelos, Guerrero y la costa del
Golfo, se apropia de sitios del sur de Puebla, como Tehuacán, Coxca_
tlánl3 y Teotitlán. No obstante, cabe señalar que existe una contradic_
ción en las fuentes etnohistóricas, ya que mientras Hassing (1988:
158-159) y Paredes (1977: 43-45) describen el dominio como de carácter bélico, Barlow (1992: 198) y Las relaciones geográficas (1984; 14)
describen la situación de Tehuacán como aliado de Moctezuma sin
proporcionar tributo al imperio mexica, ya que formaba parte del
"señorío independiente de Teotitlán del Camino", según el mapa elaborado por Barlow (1992) y confirmado en sus listas de conquistas.
Algunos estudiosos del Estado azteca (Smith, 1990: 164) opinan que
en general el valle de Tehuacán no fue considerado como provincia tributaria ni como provincia estratégica o aliada, sino simplemente
como una zona totalmente independiente. En ~ambio, las evidencias
arqueológicas indican una fuerte presencia de materiales arqueológicos -cerámicadel valle de México, es decir, presencia mexica en el
sitio. Además, existe una historia local de la conquista azteca de Tehuacán Viejo (Paredes Colín, 1953). Del Paso y Troncoso (1940, citado por
Sisson, 1997: 130) publicó un documento -sin fecha- que nombra a
Tehuacán, Coxcatlán, Zapotitlán y Teotilán como tributarios de México, Texcoco y Tlacopan. Este autor menciona que Tehuacán fue incorporado al imperio azteca en el año de 1460.
Con la intromisión de los mexicas en el antiguo señorío de
Cuauhtinchán, todos los grupos étnicos se convirtieron en macehuales y sus aldeas dependieron políticamente de la cabecera que les
correspondió. Según los límites fijados por los mexicas, la diferenciación étnica dentro de la organización política pasó a un terreno secundario (Olivera, 1978: 92),
A su vez, cada señorío se dividió en tres o cuatro parcialidades y
cada una de ellas tenía su señor, lo que indicaba un gobierno múltiple
en el que participaban tres, cuatro o más "señores". Es una tradición
documentada en el área. Se menciona que Tepeaca estaba formada
tí
por tres parcialidades: Tepeaca Tlaytic, Acatzingo y Oztoticpac (Mar -
CAPÍTULO TRES
163
nez, 1984: 55); Tecali por cuatro; Tecamachalco por cuatro, Cuauhtinchán por tres (Olivera, op. cit.: 94). Algunos otros señoríos popolocas
estaban conformados por cinco cacicazgos, como Tepexi, que se dividía en el de Tepexi (en el centro del territorio), Huitziltepec (al norte),
Coayucan (oeste), Achochotla (al sur) y Teteltitlán (al este). El territorio
de los cinco caciques popolocas estaba situado al sureste del río Atoyac14 (Jacklein, 1978A: 52).
A diferencia del Altiplano central, donde existía la posesión común
de la tierra, los señoríos popal ocas del centro y sur de Puebla se caracterizaron por la existencia de "casas señoriales" -tecallisde diverso
origen étnico que detentaban y se disputaban la tierra y macehuales
(Olivera, 1978; Reyes 1988; Martínez 1984). En el caso de Tepexi, Jacklein (op. cit.: 54), también afirma que no pudo encontrar pruebas de la
existencia del calpulli, lo que indica que posiblemente compartiera las
mismas características de tenencia de la tierra que los señoríos del
área de Cuauhtinchán.
En Tehuacán las investigaciones de MacNeish (1970: 246) dejan entrever también este tipo de tributaciones. Según este autor, sólo existían dos "clases" importantes: los principales y los macehuales, es
decir, una élite hereditaria y el pueblo. La organización del trabajo
estaba dividida en "barrios" de trabajadores del campo, armeros, fabricantes de textiles y productores de sal. El autor incluye a los sacerdotes en el pueblo.
En cuanto a la religión, parece ser que los habitantes del valle de
Tehuacán compartían el culto de deidades similares a las desus vecinos del norte. Probablemente se incluyó en estas creencias que las
almas de las mujeres muertas en el parto y las almas de los guerreros
acompañaban al Sol en su viaje diario. Esto último se deduce por la
presencia de vasijas que contienen representaciones similares a las
deidades que aparecen el Códice Borgia, como el Tezcatlipoca negro,
Xochipilli y Tlazolteotl (Sisson, 1997: 141-142).
El régimen impuesto por los mexicas dio estabilidad política a la
región popoloca, pues hizo desaparecer las pugnas locales. En el caso
de los señoríos del norte y centro de la región -antiguo
señorío de
impusieron nuevos linderos, señores y tributarios,
CuaUhtinchánaunque esto no hizo desaparecer inconformidades y pleitos.
164
CAPfTULO TRES
LOS POPOLOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
En el centro y oriente de la región, "la paz azteca" se impuso, ya qUe
disminuyeron las guerras frecuentes entre los señoríos popolocas de
aquellas partes, principalmente entre Tepexi y Cuthá -que se disputaban el control de la sal de Zapotitlán-, pues los señores de Cuthá no
dejaban pasar libremente a los tepexanos. Los documentos históricos
narran guerras frecuentes entre los señoríos. Se conocen los constantes conflictos entre Tepexi, Acatlán, Piaxtla, Tehuacán y Coixtlahuaca.
Sobre los conflictos suscitados entre Tepexi y Cuthá, Cossío hace
referencia (1940: 127):
Xopanatl, famoso y valiente general, vivió en el tiempo de Moctezuma II,
rey de la gran Tenochtitlán, en la parte más alta del cerro de Cuthá, lugar
que ya había sido residencia de sus antepasados.
Le daban tributo mu-
chos pueblos que a derecha e izquierda de sus posesiones se extendían a
varias leguas de distancia, y siempre pudo mantener
límites a sus contrarios, sosteniendo,
los pueblos colindantes,
dentro de justos
cuando fue necesario, guerras con
165
loS mexicas los identificaban como una unidad regional. Aparecen en
el orden siguiente: Tepeyácac (Tepeaca), Quechúlac, Tecamachalco,
Acatzingo, Teca1co, Iczochinanco, Cuauhtinchán, Chietlán, Cuauhtlatlauhcan, Tepexic, Itzohcan, Cuauhquechúlac, Teonochtitlán, Teopantlán, Huehuetlán, Tetenanco, Coatzinco, Epatlán, Nacochtlán,
Chitecpintlán, Oztotlapechco y Atezcahuacán
En la Lista de tributos de Tepexi, localizada en el Museum of the
American Indian, Fundación Heye, Nueva York, se menciona que Tepexi tributaba esclavos, joyas de oro, piedras preciosas, plumas ricas,
mantas blancas y labradas, maxtlatl, naguas, huipiles, mantas, cacao,
gallinas, cotorras, ayacaxtle, tecomates, cajetes, tecomates, ollas, cántaros, cacao, ají, sal, frijoles, pepitas, venados y conejos (Jacklein,
1978A: 125). En cada población se instauró un calpixque, que era el
responsable de todo lo relativo al tributo, Generalmente, este cargo
estaba ocupado por nobles que merecían la confianza de los señores
de Tenochtitlán; la mayoría de las veces eran mexicanos.
de las que salía vencedor, considerándosele
como esforzado y valiente guerrero.
Murió en batalla contra los tepexanos en la que combatieron más
de medio millón hombres, por lo que esta lucha es considerada como
la más sangrienta de todas las habidas antes de la Conquista.
En estas guerras no existe territorio unitario ni coherente que no
sea atacado. El objetivo de las luchas no parecía haber sido la ganancia
de tierra sino obtener tributarios (Jacklein, 1978A: 109). Es conocido,
por ejemplo, que en Cuauhtinchán y Tecali se dio permiso a grupos de
extranjeros para asentarse en partes marginales, lo que indicaba la
presencia de más tributarios. Como se disponía de tierra suficiente, se
aceptaba a nuevos pobladores que en general incrementarían los ingresos por tributo.
Los mexicas impusieron tributos a la mayoría de los pueblos popolocas que habitaban la región. Por ejemplo, el señorío de Te<.:amachalco tributaba al imperio mexica 4000 cargas de cañas macizas que
llamaban otlate (Matrícula de Tributos, 1974).
Hay que destacar que la mayoría de señoríos popolocas importantes se encuentran representados en la misma lámina, lo que indica que
Los señoríos sureños
La conquista mexica en el territorio fue dándose gradualmente y una
vez que tenían en su poder alos señoríos del norte y centro incursionaron hacia el sur, al norte dt: lo que hoy se conoce como Mixteca Alta.
En esta región se encontraban importantes señoríos de paso hacia el
centro y la costa de Oaxaca.
Uno de los señoríos sureños más importantes de la región popoloca
fue Coixtlahuaca; su importancia estratégica en el centro del Papaloapan es reconocida en textos del área de Cholula y norte de la Mixteca.
Los Anales de Tepexi mencionan su importancia como una federación
poderosa, sobre todo durante el siglo XI (Brotherston, 1997: 127). Se
cree que este señorío se extendía hasta Tuxtepec y la Mixtequilla
(Dahlgren, 1990: 75).
Coixtlahuaca es considerado como uno de los centros chocho-popolaca más importantes, aunque se dice que también tenía una importante población mixteca. Se trataba de un área bilingüe que
abarcaba también Tejupan y Tamazalupan (Dahlgren, 1990: 53). A esta
166 LOSPOPOLOCASDE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
parte de la Mix~eca Alta se le conoce con el nombre de tocuijñuhu
(región chochona) y es un área limítrofe entre los actuales estados de
Puebla y Oaxaca.
La clase gobernante de Coixtlahuaca, además de hablar el chocho_
popoloca y mixteco, dominaba el mexicano. Se cree que esto se debió
a la mezcla con grupos inmigrantes nahuatizados. Las referencias
mencionan que en la mayoría de señoríos popolocas se hablaba también el náhuatl.15
Desde épocas muy tempranas, Coixtlahuaca tuvo una importante
infiltración tolteca. La Historia Tolteca-Chichimeca dice que después
de la caída de Tula primero salieron los nonoalcas y quince años después los toltecas. Los fundadores de las dinastías fueron de origen distinto del resto de la población pero adoptaron el idioma de los
habitantes. Los códices y tradiciones parecen simbolizar las diferencias de origen de la nobleza de Coixtlahuaca por medio de distintos
tipos de nacimiento (Dahlgren, 1990: 85-89).
A la cabeza de estos señores, Coixtlahuaca se convirtió en un reino
muy poderoso y grande constituido por muchos pueblos y comarcas.
La organización político-social era ejercida por un tlahtoani o "cacique". El territorio estaba subdividido en muchas unidades formadas
por un pueblo con sus tierras y gobernados por un señor. Varios de
éstos se agrupaban alrededor del pueblo más importante formando lo
que en la Mixteca llaman "reinos". Básicamente se encuentran dos clases o estamentos;16 el superior -formado por los señores principales,
tributados que poseían tierras y probablemente esclavos- y el inferior
-formado
por los labradores o campesinos tributarios (macehuales)
([bid.: 142-146). Existían esclavos pero a una escala menor (Spores,
1976: 218).
La información sobre la tenencia de la tierra es muy limitada, pero
parece ser que la clase dirigente y los nobles eran quienes poseían las
tierras; los campesinos estaban vinculados a las tierras privadas, pero
no las poseían. La documentación existente indica que había tierras
comunales para trabajar y cosechadas por la gente común, pero no
hay datos que afirmen que les pertenecían a perpetuidad; sólo se les
otorgaba el usufructo concedido por el soberano ([bid.: 210). Las reglas
de sucesión eran bastante explícitas y se tenía mucho cuidado de la
CAPÍTULOTRES 167
transmisión legítima del título de generación en generación. Este sistema a veces era sujeto a cambios en determinadas circunstancias
sociales o políticas; se ponía al hermano o al primo como responsable
real en una comunidad sujeta. El sistema de clases estaba asociado a
un conjunto de alianzas matrimoniales y políticas, así como a conquistas militares ([bid.: 217-218). Ala cabeza de los "reinos" estaba una
ciudad que por su prestigio de linaje o su importancia como centro
religioso o por su riqueza o fuerza militar había logrado poner bajo su
dominio a los señores vecinos (DahIgren, op. cit.: 139-142).
En otros señoríos mencionados como chocho-popoloca, ubicados
en la Mixteca Baja, gobernaba un "cacique" y un consejo formado por
principales y sacerdotes (Chila, Petlalcingo y Piaxtla); en Acatlán e
Icxitlán tenían consejos de sacerdotes ([bid.: 156-158). En Tejupan (señorío chocho-mixteco), el cacique no tomaba parte activa en el gobierno ([bid, 148). La especialización del trabajo estaba bien desarrollada,
existían alfareros, tejedores, lapidarios, comuneros, agricultores, etcétera. Las ciudades tenían un territorio bien definido con aproximadamente entre 2000 y 10 000 habitantes (Winter, 1995: 217).
El pueblo de Coixtlahuaca era profundamente religioso y guerrero.
Tenían dioses particulares por cada pueblo, fundamentalmente
ligados con elementos geográficos próximos a cada comunidad como una
colina o una cueva. Éstas últimas eran consideradas lugares sagrados y
en ellas efectuaban ceremonias donde colocaban imágenes de piedra
o barro representando a sus dioses. Practicaban ceremonias y ritos
relacionados con la agricultura. El culto a Quetzalcóatl es uno de los
aspectos más interesantes de la religión (Winter, 1990: 165).
Dentro de su cosmovisión, compartían muchos elementos comunes con el centro de México, como es la historia de las edades del mundo. Según Brotherston (1997: 131), estas concepciones se representan
en el Mapa de Coixtlahuaca y sugiere que éste tiene su división según
las partes del Tonalámatl en el se representan estas edades:
Abajo a la derecha, el río Mictlán, donde nada el pez· corazón, sube por
las escaleras de la pirámide, recordando el diluvio que terminó con la
edad del Agua (...) Arriba a la derecha las estrellas diurnas e hileras de cu.
chillos de pedernal que oprimen al sol de Teotillan invocan el eclipse
168 LOSPOPOLOCASDE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
solar de la ~dad del Jaguar (.oo) Abajo a la izquierda las cenizas expulsadas
durante la erupción del volcán en el río Nexapa son justo lo que se precipitó por la lluvia-fuego durante la edad de la lluvia (oo.) Arriba a la izquierda, como afijos al borde de los riscos de Tepexic, las volutas del
viento que aúlla insinúan huracán de la edad del Viento (oo.) Por último
en el centro, las buenas tierras planas de Coixtlahuaca, la llanura de la
serpiente y del trabajo comunitario se equiparan con la faz del Señor de
la Tierra, Tlaltecutli (Ibid.: 132).
De esta manera, el Mapa de Coixtlahuaca introduce no sólo aspectos políticos sino también concepciones cosmológicas. Estos grupos
usaban el calendario ritual de 260 días y el solar de 365, aunado a los
ciclos de cincuenta y dos años. La escritura característica del norte de
la Mixteca tiene muchas relaciones con la de Puebla-Tlaxcala (González Licón, 1990: 168).
En 1461, Coixtlahuaca es conquistada por los mexicas. Atonal,17
tlahtoani del señorío, fue vencido por Moctezuma Ilhuicamina. La
derrota de este soberano se representó en el Códice Mendocino. Aparece junto al glifo de su ciudad conquistada (Carrasco, 1996: 422).
La historia de la conquista también se representa en el Lienzo de
Tlapiltepec, el Rollo Selden y el Mapa de Coixtlahuaca. En este último se
observan templos con techos en llamas y cruzados por flechas (Brotherston, 1997: 130). La conquista de Coixtlahuaca abrió el campo a los
mexicanos para extenderse hacia regiones más lejanas que habían tenido relaciones políticas y comerciales con esta ciudad. Otros lugares
conquistados fueron las provincias de Tochtepec, Cuetlaxtlán y Cuauhtochco, que también habían recibido ayuda de los tlaxcaltecas y fueron
conquistados por Moctezuma Ihuicamina (Carrasco, 1996: 423).
Coixtlahuaca se convirtió en el centro militar para las conquistas
hacia el sur. La Relación de Atlatlauhca la describe como la "frontera de
gente de guerra" (lbid.: 423). Ésta abastecía a los artesanos aztecas de
plumas de quetzal, tenía la obligación de pagar en tributo 800 bultos
de plumas y era considerada como la principal abastecedora de este
producto del imperio mexica (Barlow, 1949: 98).
Otros lugares de población chocho-popoloca que no aparecen en el
Códice Mendocino, pero que también tributaban a la Triple Alianza y
CAPÍTULOTRES 169
aparecen en el Memorial de los pueblos de Tlacopan, son Texopan, que
tributaba a Moctezuma esclavos, plumas de papagayos y grana en
poca cantidad; Ichcatlan y Atlatlauca, que tributaban grana, mantas de
algodón, plumas y chalchihuites (Carrasco, 1996: 423-427).
La posición de sojuzgamiento de Coixtlahuaca fue motivo para que
sus señores planearan una rebelión contra los mexicas. Estas luchas se
prolongaron hasta el reinado del último soberano tenochca. Algunos
informantes mencionan que cuando los españoles llegaron los mexicanos habían sido expulsados de Coixtlahuaca (lbid.: 429).
Los mexicas invadieron también áreas colindantes con Coixtlahuaca, como la zona mazateca (su capital Matza-apatl es sojuzgada y conquistada durante el reinado de Moctezuma Ilhuicamina entre 1455 y
1456) Yla Ixcateca, conquistada en el siglo XV al mando de Moctezuma
II (Tovar y Bázua, 1997: 1). Cerca de estas áreas los mexicas establecieron puestos militares como en Teotitlán del Camino (Vázquez Mendoza, 1982: 1).
Las alianzas y élites regionales
Muchos de los señoríos popolocas, sobre todo los del norte y centro de
la región, mantuvieron estrechas relaciones con los mexicas. Estas
relaciones se dieron a través de alianzas matrimoniales; emparentaron
primero con sus conquistadores de Tlatelolco y luego con los mexicas.
Sin embargo, su relación de parentesco no impidió que los mexicas los
convirtieran en sus tributarios. Es muy conocido que algunos señoríos
que emparentaron con los mexicas, como Tepexi, muestran que la
cantidad de tributos que tenían que pagar era menor a la de las regiones vecinas (Jacklein, 1978A: 123),
Durante el reinado de Ahuitzotl, de acuerdo con Tezozomoc (1877:
cap. 76), Tepexi estuvo entre las ciudades que suministraron alimentos
y otros abastos, así como ejércitos a los mexica cuando éstos cruzaban
el área e incursionaban en territorios del sur de Puebla. Estas provisiones no fueron pagos en tributos sino parte de las obligaciones entabladas por las alianzas matrimoniales entre los aztecas y miembros de
las familias gobernantes de Tepexi (Gorenstein, 1973: 16).
170
LOS POPO LOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
Las fuente? indican la relación entre las casas reinantes del Altiplano
y los popolocas, sobre todo las alianzas con el linaje de Moctezuma n,
quien casó a una de sus hijas con un noble de Tepexi (1502-1520). Esto
indica que los mexicas continuaron con su vieja política a través de
alianzas matrimoniales más allá del valle de México, lo que les posibilitó, por una parte, entrar y dominar nuevos territorios y, por otra, mantener en el interior aliados que protegieran sus intereses en la región.
Por ello, en 1533 se les concedieron tierras a los principales de TepeXi
-descendientes
de los aztecas-, quienes se asentaron en muchas
estancias en el territorio de Tepexi (Carrasco, 1996: 413).
Esto se ve reflejado también en las alianzas matrimoniales que realizaron con los popolocas de Tecamachalco-Quecholac,
a los cuales
otorgaron la mayor parte del territorio del antiguo señorío de
Cuauhtinchán para favorecer a la nueva clase dominate local aprobada por ellos. Axayácatl hizo casar a una de sus hijas (Matlalaxochtzin)
con Quecholtepecpantzin,
nieto de Quetzalehcatzin, señor de Tecamachalco. Con ello, los mexicas alcanzaron dos objetivos: i) intervenir
y controlar el poder de los señores popolocas y ii) garantizar su llegada a Coixtlahuaca, importante zona de paso hacia Oaxaca, ya que los
popolocas de Tecamachalco-Quecholac
mantenían muy buenas relaciones con los pueblos de esta área, de donde eran originarios (Martínez, 1994: 22).
Las alianzas matrimoniales de los señoríos popolocas se dieron a
dos niveles: uno interno para asegurar su poder dentro de la región y el
otro externo, que garantizaba buenas relaciones con el imperio mexica.
Es sabido que los señores de Tepexi realizaron matrimonios con
nobles de Tepeaca, Tecarnachalco-Quecholac
y Zapotitlán (Jacklein,
1978A: 9). Estas alianzas entre pueblos popolocas también se mencionan en el Códice Tulane (Smith y Parmenter, 1991: 56). En él se cuenta
que" 4 Viento, frágil joya de turquesa" es la hija de un señor del "Pueblo
del tigre" que se casa con "9 Caña" del señorío de Acatlán.
En este códice se esclarece el tipo de relación de ambos sitios a través de alianzas matrimoniales al estilo de los mixtecos, señalado por
Spores (1984). También se observan relaciones de parentesco entre
Coxcatlán,l8 Tehuacán, Acatlán, Tlacotepec y el señorío de Ihuitlán,
todos parecen estar relacionados con Tlapiltepec y Coixtlahuaca. La
CAPÍTULO TRES
línea genealógica y el parentesco entre los señoríos del sur de
norte de Oaxaca se observa en el Lienzo de Santiago Ihuitlánl9
1995: 109-212). Este códice se refiere a dicha zona y muestra
señores popolocas estaban emparentados y que mantenían
del territorio a través de alianzas.
171
Puebla y
(Castro,
que los
el poder
Otro ejemplo de lo arriba expuesto en la época prehispánica se ilustra en el Lienzo de Tecamachalco (Lienzo Vischer 1),20 en el que se presentan alrededor de 140 personas con sus nombres calendáricos. De
éstas, 30 parejas son de gobernantes y cada una de ellas representa una
generación'. La parejas se inician con los señores 11 Malinanalli y 5
Cozcacuauhtli, que están junto a un glifo de una montaña; en su interior se encuentra un edificio y en la cima está una garza. Este lugar es
identificado como Aztatla en el área de Coixtlahuaca (Reyes, 1999: 68).
El estudio de este mapa puede aportar en el futuro una importante
información sobre la política matrimonial entre los señores de los grupos aliados.
El análisis de documentos como los Lienzos de Coixtlahuaca y, específicamente, el Lienzo de Tlapiltepec21 (Johnson, 1994) aporta datos
relevantes sobre las relaciones entre los señoríos popolocas con el norte
de Oaxaca, especialmente con el valle de Coixtlahuaca.
Coixtlahuaca,22 tanto por su situación geográfica como por su desarrollo histórico, fue un centro fundamental para entender el desarrollo
de los señoríos popolocas y su emergencia, ya que se encontraba en
una frontera fluctuante entre éstos y los mixtecos, situación que puede
explicar el bilingüismo. Pero también se trata de una zona habitada
por los popolocas desde tiempos muy antiguos y en donde hasta antes
del 1200 d. C. los chochos y popolocas eran un mismo grupo.
Los pueblos representados en el Lienzo de Tlapiltepec están situados al norte de la Mixteca Alta y centro-sur de Puebla y Guerrero. El
lienzo muestra la manera en que estas regiones estaban conectadas y
unidas mediante redes y caminos;23 se observan líneas que indican
viajes desde Coixtlahuaca hacia los señoríos popal ocas. El área que
rnuestra comprende la misma zona geográfica donde habitaron los
Popolocas, es decir, abarca el ámbito de lo que hemos definido como
región popoloca, por lo que el lienzo indica que estos grupos estaban
relacionados y formaban una élite regional por parentesco.
172
LOS POPOLOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
Según JohI).son (1994: 125), en el Lienzo aparecen tres sistemas de
líneas rojas que indican redes y caminos: el A conduce desde el sitio de
Coixtlahuaca a lugares al norte del mapa; el B se encuentra en la parte
del mapa y el sistema C se origina en la sección inferior izquierda del
lienzo y contiene la cuenta de los ancestros míticos o semimíticos de
los gobernantes de Coixtlahuaca. En esta parte del lienzo se identifica
una montaña Chicomoztoc (lugar de las siete cuevas o lugar de origen). que es un lugar señalado en todas las fuentes que hablan de la
peregrinación de los indígenas al valle de México. Esto indica que
entre los mixtecos existía también una tradición igual o influencias
claras del centro de México en la región.
El sistema A (lb id. 120) es el que representa los pueblos popolocas
del centro-sur de Puebla unidos por las líneas rojas con el valle de
Coixtlahuaca. Una de las líneas indica una migración de un matrimonio de gobernantes; el hombre llamado 13 Lluvia (mixteco-popoloca) y
una mujer chichimeca son los antepasados de los señores que formaron el señorío de Tecamachalco-Quecholac. De esta genealogíá hablaremos en el capítulo V. En este lienzo se indican sus movimientos y su
genealogía hasta llegar a Tecamachalco. Es importante resaltar que la
descendencia de 13 Lluvia es también mencionada en la Historia Tolteca-Chichimeca y otros manuscritos como el Lienzo Vischer 1,24donde se
presenta una genealogía similar incluyendo a 13 lluvia. Este lienzo
muestra que los gobernantes de Tecamachalco-Quecholac
provenían
de Aztatla, lugar situado al norte del estado de Oaxaca. Algunas de las
secuencias de parejas representadas en este lienzo son las mismas que
aparecen el Lienzo de Tlapiltepec, así como también cierto número de
personas localizadas en el área norte del mismo.
En el Lienzo se han identificado cabeceras de señoríos popolocas
importantes, como Cuauhtinchán (Johnson, 1994), Tepeaca (Jonhson,
1994), Tecalj2s (Jansen, s.!), Tecamacha1co (Jobnson, 1994), Quecholac
(Jonhson, 1994), Chila y Tepexi (Jansen, s.! y Konig, 1986),26Tehuacán
(Jansen, s.f),27 Coixtlahuaca (Reyes García, 1977), Tequixtepec (Johnson, 1994). Miltepec (Parmenter, 1982), Molcaxac (Gámez, 1999), Zapotitlán (Rivas Castro, 1998), Cuthá y Aztatla28 (Johnson, 1994).
El origen de los "señores" de Tecamachalco-Quecholac
como descendientes del señor 13 Lluvia está bastante documentado. Sin embar-
CAPÍTULO TRES
173
go, hay otras genealogías de señores como las de Tepeaca que no son
mencionadas en los documentos de Cuauhtinchán como miembros
de la línea de 13 Lluvia y que aparecen el Lienzo de Tlapiltepec como
descendientes de ésta. También de manera general se cita en documentos de Cuauhtinchán que los descendientes de los popoloca-mixteco, los pino me, fueron los principales gobernantes de la región
(Kirchhoff, Odena, Güemes, 1989: 217-220 y Reyes, 1988: 85) y dice que
gobernaron en lugares como Tepeaca, Tecamachalco y Quecholac
durante el periodo de dominio de Tlatelolco en el señorío hasta la conquista y destrucción de 12 Lagartija (Cuetzpaltzin), señor del Cuauhtepec, lo que seguramente indica que los señores de Tepeaca y los de
Tecamachalco tenían un origen común.
Tepexi es otro de los sitios que no se menciona como miembros de
esta línea; sin embargo, en el Lienzo aparece unido a ella. Puede también tratarse de nobles descendientes de 13 Lluvia. Jacklein (1978A: 9),
por ejemplo, sugirió que Gonzalo Mazatzin (señor de Tepexi) pudo ser
descendiente de los señores pinome de Tecamachalco-Quecholac,
pues encontró una posible relación entre Quetzalecatl (descendiente
del linaje de 13 Lluvia, en Tecamachalco) con el Quetzalecatzin que
menciona el Mapa de Ecatepec y Hitziltepec. El mismo autor observa
similitudes entre la representación de Cuetzpaltzin (pequeño animal
negro un quetzapalli o "lagartija") y la de un señor noble -don Juan
Moctezuma-,
descendiente, tal vez, de don Gonzalo Mazatzin29 en
Tepexi, quien también es identificado con una lagartija.
Otro sitio que reviste gran importancia en el lienzo es el pueblo de
Atzatla, ya que aparece en el Lienzo de Tecamachalco como el pueblo
de los antecesores de los señores de este señorío. Atzatla se menciona
como uno de los lugares importantes para la cosmovisión de los pueblos del sur de Puebla. Se ubica en el límite noreste de la Mixteca Alta,
lugar estratégico, ya que es punto de partida de las regiones del norte
del valle de Coixtlahuaca y unión de la Mixteca Alta y sureste de Puebla. Recientemente, Johnson (1997: 241) ha sugerido que por este lugar
pasaba la ruta más importante de los pueblos ubicados en el norte de
Oaxaca y sur de Puebla (chochos y popolocas) y que a lo largo de ella
existían pueblos contiguos en el área del río Hondo, los cuales custodiaban el camino. Esta ruta posiblemente fue muy antigua, pero debi-
174 LOSPOPOLOCASDETECAMACHALCO-QUECHOLAC
do a las presion,es e influencias que sufrieron los chocho-popoloca del
exterior, principalmente del valle de México, esta región fue fragmen_
tada. Pese a esto, la ruta del río Hondo se mantuvo como refugio de los
chochos y popolocas; sirvió como una vía alterna a las grandes rutas
comerciales que venían del Altiplano central donde los grupos locales
pudieron mantener sus antiguas relaciones.
Es evidente que lienzos como el de Tlapiltepec muestran la presen_
cia de pueblos que mantenían contactos, que se encontraban emparentados, a los que los unía una historia, un territorio común al cual
controlaban a través de alianzas matrimoniales, todo esto y mucho
más los hacía diferenciarse de otras regiones. Estas "representaciones
regionales" fueron las que los tlacuilos representaron en estos lienzos.
Así lo indican también muchos otros mapas de la región de Coixtlahuaca donde se señalan como límites del poderío de sus señores a
Cuauhtinchán y Tepeaca, en el norte (Brotherston, 1997: 166). Este
territorio definido en los lienzos del área coincide con lo que ~e denominado región popoloca.
El Mapa de Coixtlahuaca30 es otro ejemplo que hace referencia a la
identificación de un territorio común en el se representa el reino de
Coixtlahuaca y su poderío, Aparecen áreas al norte y sur de la ciudad y
se encuentran representados lugares como Tepexi y Teotitlán (Brotherston, 1997: 128). Los Anales de Tepexi indican también su relación
con la zona de Apoala, Teotitlán, la Mixteca y la Sierra de Zoltepec en
la llanura de Cholula (lbid.: 166).
Las relaciones entre los grupos y sus "representaciones regionales"
se dejan entrever en otros documentos del norte de la región, como es
el Mapa núm. 4 de Cuauhtinchán, en donde los tlacuilos ubican la gran
mayoría de señoríos popolocas del centro de Puebla, muchos de ellos
comunicados mediante caminos, pero también indican las características geográficas como las montañas, cerros, ríos, etcétera, que son
parte de su espacio, de su espacio vivido, de su cotidianidad y de su
simbolismo.
Por otra parte, desde los años ochenta, Gordon Brotherston ha
señalado la importancia del Códice Vindobonesis para el conocimiento
de los señoríos popolocas. En él ha identificado algunos topónimos de
cabeceras popolocas importantes como Tepexi, Tepeaca y Cuthá.
CAPÍTULOTRES 175
Otros autores han insistido en que el origen del Códice Borgia está relacionado con los grupos chocho-popoloca.
Paddock (1997B: 113), por su parte, dice que este códice tiene iconografía nahua y estilo de pintura mixteca y que parece ser producto
de un pintor mixteco bajo órdenes de un señor nahua, por lo que bien
pudo haber sido elaborado en Tehuacán. Con esto, el autor no hace
más que concretar una hipótesis de Seler, quien sugería que por su estilo artístico los códices del grupo Borgia se situaban en una área comprendida entre Oaxaca y Puebla.
El análisis de la documentación aporta datos para el entendimiento
de la historia prehispánica de los popolocas, indicando relaciones
entre los diversos grupos -chochos, popolocas, mixtecos y nahuasen una región geognifica, pero también socio-cultural.
En 1520, las cabeceras de Cuauhtinchán y Tecamachalco- Quecholac fueron conquistadas por los españoles y los tlaxcaltecas. Esto sucedió poco antes de la caída de Tenochtitlán, pues la derrota de estas
provincias periféricas se consideró necesaria para aislar a la capital
mexicana de las regiones que, por formar parte del imperio mexica,
podrían enviarle refuerzos para luchar contra los españoles (Muñoz
Camargo, 1976: 238). Al respecto, Jacklein dice:
Como complemento del terror concentrado de las matanzas emplearon
los españoles a partir de agosto del año 1520 el terror extensivo para destruir, asustar y someter a la población. Este terror sangriento, que se
extiende en poco tiempo por grandes provincias, afecta a los popolocas
de Tecamachalco y Quecholac.
Lograron destruir completamente la red de revituallamiento y de fortalezas en las regiones tributarias del interior: nada puede parar a los
españoles y con las tropas aliadas de Tlaxcala y Huejotzingo someten en
pocas semanas y empleando gran crueldad a poblaciones como Zacatepec, Quecholac, Acatzingo, Tepeaca, Tecamacha\co, Tecali, Quauhtinchan, Huaquechula e Izúcar. Para los indios es incontenible la magnitud
de la catástrofe militar (1978B: 131).
En 1520, los conquistadores españoles llegan a la región y los pueblos de Tehuacán, Zapotitlán y Coxcatlán mandan representantes a
176
LOS POPO LOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
Tepeaca para r~ndirse ante Cortés. La orden de los franciscanos, responsables de la evangelización de los indígenas, llega a la región popoloca en 1540.
Los Anales de Tecamachalco narran que en 1545 la población popoloca es afectada por una epidemia. Nos dice que las muertes por enfermedad ascendían a cuarenta personas diarias, en su mayoría niños.
Luego señala que en el año de 1576 las epidemias atacaron indiscrimi_
nadamente a personas de todas las edades, llegando a causar en sus
momentos de crisis hasta 100 muertes diarias (Anales de Tecamachal_
co, 1992: 64-65).
Entre 1557 y 1558 se crearon las primeras congregaciones; esto dio
lugar a que muchas comunidades fueran desplazadas de su lugar de
origen para formar nuevas poblaciones, en algunos casos en zonas
muy distantes.
NOTAS
1 Actualmente, existen diversas variantes del mixteco: Mixteca Alta (parte central, oriental y occidental), Mixteca Baja (norte y sur) y Mixteca de la costa
(Winter, 1995: 219).
2 El trique se habla principalmente
en la Mixteca Alta.
3 Hoy se habla en la región de La Cañada, al noreste de las montañas
de la
Mixteca Alta (Ibid.).
4 Comúnmente, se ha mencionado a Tula como la gran capital del imperio tolteca que dominó en el Posclásico temprano; sin embargo, investigaciones
como la de Nigel Davies proponen que "el gran imperio tolteca era muy pequeño" (Paddock, 1997: 113).
5 La Historia Tolteca-Chichirneca está escrita en náhuatl con ilustraciones glíficas que muestran la historia del señorío de Cuauhtinchán desde su fundación
por grupos chichimecas en 1174 d. C. hasta el periodo colonial.
6 Nonoalcaviene
del náhuatl non-tU, que quiere decir "nudo"; se les llamó así
porque hablaban náhuatl y fueron considerados extranjeros en Tula. Eran
hablantes de los idiomas chocho-popoloca y mazateco, parcialmente nahuatizados Oiménez Moreno, 1967: 10-20).
7 Hoy se conoce con el nombre de San Luis Temalacayuca. Es una de las poblaciones más importantes de hablantes de popoloca.
8 Los documentos escritos no mencionan el nombre de la población que habi-
CAPITULO TRES
177
taba la región en esa época; sin embargo, por estudios lingüísticos y arqueológicos se sabe que esta región era ocupada por los popolocas. La frontera lingüística de la región popoloca corría al sur de Coixtlahuaca hacia Huajuapan en
dirección al río Atoyac; al oeste del este, pasando por Tepexi de Rodríguez y
Tepeaca hacia el límite entre Puebla yTlaxcala; al noreste, pasando por Tecamachalco y Tehuacán llegando hasta Veracruz (JiickIein, 1978A:65).
9 Según Hildeberto Martínez (1984: 27), la población nativa pertenecía a diferentes grupos étnicos, de los cuales los olmeca-xicalanca de Xaltepec están
plenamente identificados.
10 En el siglo XVIse hablaba en la región popoloca chocho, mixteco, popoloca y
náhuatl.
11 Se trata de cuatro mapas pintados en la época colonial temprana. Son importantes documentos histórico-cartográficos que indican los linderos o posesión
de la tierra de un grupo étnico, entre otros, que habitó el antiguo señorío de
Cuauhtinchán. Algunos autores como Simmons (1968) han señalado la relación
entre éstos y la Historia Tolteca-Chichirneca, ya que ambos provienen del mismo lugar. Los mapas se encontraban en el Archivo Municipal de Cuauhtinchán,
Puebla, por lo que se supone que los tlacuilos que los elaboraron se encontraban bajo la influencia de una misma tradición de escritura.
12 Hoyes el pueblo de Atezcal (Carrasco; 1996: 413).
13 Sisson (1997: 130) menciona que en el Posclásico había una minoría popoloca y algunas comunidades mazatecas en el señorío de Coxcatlán.
14 Las fronteras del señorío de Tepexi eran cambiantes debido a su organización
política, ya que esto hacía que los caciques o "señores" pudieran ejercer su
dominio incluso más allá de sus fronteras. Tepexi era gobernado por un grupo
de señores nobles. La situación geográfica del dominio de los cinco caciques no
parece seguir ningún principio cósmico análogo al que menciona Reyes (1977)
para el caso de Cuauhtinchán. Tepexi, según Jiicklein (1978: 58), constituía un
estado pequeño con un territorio tributario, en donde las relaciones con sus tributarios no eran centralizadas sino más bien descentralizadas.
15 Según la Relaci6n del Distrito de pueblos del Obispado de Tlaxcala se doctrinaba en mexicano y mixteco en siete pueblos de la Mixteca Baja. Todos en la
periferia de la Mixteca, yendo de Zapotitlán, cerca de Tehuacán hasta lepatepec, cerca de Tlapa. También se menciona que en Piaxtla se hablaba el mexicano (Dahlgren, 1990: 53).
16 Ronald Spores (1976: 208-209) menciona
que la estratificación social de los
mixtecos estaba organizada en tres estratos: la clase dirigente hereditaria (linaje yaa Thuhu), los nobles principales (tay taha) yel pueblo (~anday tay ñuu).
También existía gente rica, como los mercaderes.
17 Es considerado el rey más poderoso e importante de Coixtlahuaca. Se cree
que era de ascendencia tolteca y es al único a quien se le da el título de Hueytlatoani (Dahlgren, 1990: 84).
178 LOSPOPOLOCASDE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
18 Sisson (1997: 1~0) menciona que el señorío de Coxcatlán estaba constituido
también por grupos popolocas y mazatecos.
19 El lienzo se encuentra
actualmente en el Brooklyn Museum Accesion No.
42.160. Mide 2.41 metros de largo por 1.53 de ancho. Fue hecho en la región
chocho-popoloca. entre Acatlán, Tehuacán, Coxcatlán y Tlacotepec, en la última época del siglo xv y principios del XVI.Se trata de un documento genealógi_
co y cartográfico que se refiere a las relaciones entre señoríos chocho-popoloca.
Aparecen topónimos de lugares del sur de Puebla y norte de Oaxaca, que van
desde Tehuacán a Coixtlahuaca y desde Huiztlahuaca hasta Aztatla (Castro,
1995: 205- 211).
20 El Lienzo Vischer J está en custodia en el Museum for Volkerkunde, ilustrado
en Burland (1960). En éste, las parejas están dispuestas en orden cronológico de
columna y los individuos se identifican por nombres calendáricos completos,
que presenta una genealogía de los señores gobernantes de Tecarpachalco, a la
manera de los manuscritos pictóricos mixtecos del principio del periodo colonial (Johnson, 1994). El soporte del documento es de piel, mide aproximadamente 249 por 145 centímetros y en general conserva sus colores, aunque, en
algunos, casos están un tanto pálidos. Las treinta parejas están dispuestas unas
a la derecha y otras a la izquierda; parece tratarse de dos ramas d~ un mismo
linaje. Las veintiún parejas de la derecha terminan con el señor 11 Viento, gobernante de Tecamachalco. Las ocho parejas de la izquierda terminan con un
gobernante que está dentro de un edificio y en la parte superior tiene seis flechas, que puede leer como Tlacochalco. (Reyes, 1999; 68). Las secuencias de
parejas representadas en el Lienzo de Tecamachalco también se mencionan en
el Lienzo de Tlapiltepec (Johnson, 1994: 240).
21 El Lienzo de Tlapiltec es uno de los nueve lienzos y varios otros manuscritos
pictóricos que constituyen el grupo de códices Coixtlahuaca de Oaxaca, que
fueron definidos por Parmenter (1982: 6) y Smith (1973: 182-184). Éste se encuentra en The Royal Ontario Museum, Toronto, Canadá. Era conocido también
con el nombre de Lienzo Antonio de León (Caso, 1961), proviene del pueblo de
TIapiltepec en el valle de Coixtlahuaca en el estado de Oaxaca. Está formado
por tres tiras de algodón fabricadas en telar angosto, como eran los telares indígenas. Mide aproximadamente cuatro metros de largo por 1.7 metros de ancho
y conserva restos de colores como el rojo obscuro, amarillo, negro y azul ([bid.:
251). Es de tradición mixteca, pero refleja influencias culturales de Puebla y el
valle de México. Fue pintado probablemente en la segunda mitad del siglo XVI.
Relata la historia de los gobernantes nativos de Coixtlahuaca. Se trata de una
cartografía histórica de los nobles, sus pueblos y sus relaciones con otros pueblos de Oaxaca y Puebla (Johnson, 1997: 238). En la sección superior izquierda,
los gobernantes se enlistan en dos columnas genealógicas desde los más tempranos, en la parte inferior, hasta los que probablemente vivieron alrededor de
la conquista española en 1521. La parte superior los personajes se identifican
CAPÍTULOTRES 179
por sus nombres formados por el día en que nacieron, según el calendario
prehispánico y también en algunos casos por sus sobrenombres. Se han identificado las representaciones de Tenochtitlán y Cholula, ésta última identificada
por Luis Reyes (Johnson, 1994: 117-123).
22 Coixtlahuaca tuvo su mayor esplendor hacia mediados del siglo xv, época en
la que acudían al mercado de ese lugar comerciantes de la costa del Golfo y el
Ntiplano central. Alfonso Caso se refiere a este señorío como la zona de hábitat
de los chocho-popoloca.
23 Estos caminos hoy son obsoletos y ya no son usados, pero se encontraban
situados estratégicamente (Ibid.: 1994).
24 Actualmente, Luis Reyes (1999: 68) se encuentra trabajando el códice; sugiere
que en lienzo originalmente únicamente se había pintado la ascendencia de 13
Uuvia cuyos antepasados habían partido de la región de Coixtlahuaca y que después se agregaron otras tres parejas de gobernantes: 1 Movimiento, 12 Lagartija
y 11Viento.
25 Jansen (s. fl señala que se trata de Tecali porque aparece en relación con
Tepeaca y Cuauhtinchán. El topónimo no presenta el nombre ni en náhuatl y
mixteco, que significa la "casa de piedra". Quizá el glifo representa el nombre de
Tecali en popoloca, que Fernández Miranda (1961) traduce (ritothua) como "están haciendo paredes".
Jansen ha sugerido que el cerro de dos picos en el Lienzo de Tlapiltepec y el
topónimo dado a 9 Mono-13 Conejo pueda representar a Tepexi. El mismo
autor observa que una glosa dañada que aparece con 5 Mono 13 Conejo en el
Seller JI pudo dar el nombre mixteco de Tepexi (Cauva) (Johnson, op. cit.: 37).
27 Jansen ha identificado
a Tehuacán con un topónimo cerro con un animal
(Ibid.: 142).
26
El topónimo está representado en el Lienzo de Tlapiltepec por una garza
parada en la cima de una roca (Johnson, 1994: 133).
29 Señor popoloca de Tepexi el Viejo en 1502, año en que los popolocas de este
lugar fueron conquistados por los mexicas. Lo llamaban Mazatzin, pequeño
venado. Hoyes uno de los héroes mitológicos de los popo locas de San Felipe
Otlatepec.
28
Brotherston (1997: 127) define este mapa como el más complejo de los quincunces de América. Al parecer, se origina en la ciudad de Coixtlahuaca. Un
quincunce, según el autor, es un modelo geopolftico en el que los elementos
que más suelen representarse son las montañas y los ríos. El centro del mapa
está marcado por dos pares de lugares situados arriba y abajo.
30
CAPÍTULO IV, FORMACIÓN DEL SEÑORÍO
DETECAMACHALCO-QUECHOLAC
L SEJIl'ORÍO DE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
E
SE LOCALIZÓ EN EL
territorio del antiguo señorío de Cuauhtinchán, en el centro del
estado de Puebla. Ocupó una zona estratégica, ya que fue punto de
contacto entre el Altiplano central, la costa del Golfo y Oaxaca. Esta
situación motivó que el área fuera objeto de constantes migraciones y
lugar donde confluyeron grupos de diversas partes de Mesoamérica y
los habitantes nativos (los popolocas). El encuentro de diversos grupos
con tradiciones socioculturales diferentes hizo que el área manifestara
características muy propias en su cultura, organización social y política. Desde el punto de vista económico, fue muy rica, ya que contaba
con tierras y valles fértiles, así como con importantes recursos hidrológicos, elementos fundamentales para el desarrollo de la agricultura e
imprescindibles para cualquier grupo humano. Es por ello que para
entender el papel que jugó Tecamachalco-Quecholac
en la época prehispánica debe estudiarse en su contexto histórico-geográfico y económico-político.
La región estaba estrechamente
relacionada con las culturas del
centro de México y la Mixteca, pues se trata de una área intermedia
entre ellas. Esto ayudará a entender la inestabilidad y la variedad de
migraciones de distintos grupos mesoamericanos en las diversas épocas de su historia, pues veremos cómo los grupos que la habitaron y
que ahí se desarrollaron vivieron bajo la influencia de otros que se disputaron la hegemonía del poder y la posesión territorial: Cholula, la
Mixteca (Coixtlahuaca), Tlatelolco y Tenochtitlán.
181
182
LOS POPOLOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
Muchos de los ~spectos relevantes del desarrollo histórico-cultural
del área están vinculados a la llegada de nuevos grupos a la región
(migraciones y conquistas), así como a las pugnas internas por obte_
ner el poder. Es por ello que en este capítulo se aborda cada uno de
esos momentos decisivos para entender los movimientos sociales e
históricos que dan lugar a la formación del señorío.
El capítulo está dividido en cinco partes. En la primera se aborda la
supremacía de los olmeca-xicalanca en Cholula yen el valle poblano_
tlaxcalteca y la llegada de los tolteca-chichimeca,
quienes toman el
poder desplazando a los olmecas históricos. La segunda trata de la for~
mación del señorío de Cuauhtinchán bajo la supremacía de los tolteca-chichimeca en Cholula. La tercera aborda su crisis interna y la
dominación tlatelolca, ambos procesos favorecieron la toma del poder
de los señores popolocas en la región. La cuarta parte trata la dominación mexica y la desintegración del señorío de Cuauhtinchán. Este
medio favoreció a los popolocas y a la formación del señorío de
Tecamachalco-Quecholac.
Finalmente, la quinta aborda la formación
de dicho señorío bajo la hegemonía de los mexicas. Básicamente, este
capítulo es una síntesis y análisis de los trabajos etnohistóricos efectuados sobre el señorío que nos ocupa, así como de las principales
fuentes y crónicas que tratan sobre el mismo. Debido a las características del presente trabajo (síntesis y análisis de toda la información
existente sobre los popolocas de Puebla en general, y en particular,
sobre los popolocas de Tecamachalco-Quecholac)
y a la imposibilidad
en cuanto a tiempo, recursos y necesidades de la propia investigación,
no se realizó un trabajo minucioso en la consulta de archivos, ya que
prácticamente esto sería imposible, además de que existe una amplia
investigación de los archivos y sus resultados están ya publicados.
LOS OLMECA-XICALANCAEN CHOLULA
La importancia de Cholula en el panorama mesoamericano es trascendental, ya que constituyó un centro religioso y comercial por excelencia en diferentes etapas de época prehispánica. Es considerada la
ciudad más antigua del continente americano, pues ha estado conti-
CAPÍTULO CUATRO
183
nuamente habitada desde el horizonte Preclásico hasta nuestros días
(Kubler, 1967: 111). Fue la ciudad más importante del valle poblanotlaxcalteca y del centro y sureste del estado de Puebla. Su influencia
llegó al área del Oaxaca con la que mantuvo importantes relaciones.
Por su ubicación geográfica, Cholula se colocó en importantes avenidas naturales hacia los actuales estados de Oaxaca y Veracruz, por
donde pasaban rutas de tráfico humano e intercambio de productos
esenciales para los habitantes del Altiplano central. Su influencia en la
región popoloca fue fundamental, ya que al margen del desarrollo de
ésta se originaron señoríos como el de Cuauhtinchán, al cual pertenecía la población prehispánica de Tecamachalco-Quecholac.
Esta área
compartió una historia común desde tiempos muy antiguos.
Pese a que las fuentes escritas no mencionan las relaciones y las características de los grupos que habitaron Cholula antes de la llegada de
los tolteca-chichimeca
a la región, los datos que proporcionan la arqueología, la lingüística y la etnohistoria son muy ricos para entender
la profunda relación de esta ciudad y sus habitantes con los popolocas
en el llamado periodo Epiclásico.
Durante largos años después de Teotihuacán y antes de Tenochtitlán hubo varios siglos en los que Cholula formaba parte de un grupo
de capitales regionales (Xochicalco, Cacaxtla, Tajín, Teotenango, la
ñuiñe o Mixteca Baja y algunos centros mayas como Uxmal, Becán y
Bilbao-Cotzumalhuapa)
interrelacionadas que en ausencia de un centro macrorregional como Teotihuacán, hacia el Clásico, o Tenochtitlán,
en el Posclásico, ocupaba el centro del escenario mesoamericano.
La idea de que la civilización mesoamericana haya sufrido un colapso con el fin de Teotihuacán y el abandono de las ciudades mayas
ya ha sido superada. Actualmente, se reconoce que en ese periodo florecieron otros centros regionales importantes y surgieron nuevos estilos que marcaron el apogeo de la época. Cholula-Cacaxtla es ejemplo
de este tipo de capitales regionales que controlaron el valle poblanotlaxcalteca bajo la hegemonía de los olmeca-xicalanca. Según fuentes
escritas, éstos dominaron en Cholula durante 500 años.
Conforme a las investigaciones arqueológicas efectuadas por Ángel
García Cook y Merino en Tlaxcala, los olmeca-xicalanca llegaron a la
región en el 650 d. C. (1988: 310). Por otro lado, Jiménez Moreno (1967)
184
LOS POPOLOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
fechó su llegada más tardíamente, entre el 800 y 1300 d. C. Las dos
posiciones suponen la presencia de este grupo posterior a la época
teotihuacana. No obstante, habría que tener presente que el primer
estudio es más reciente y se basa en investigaciones arqueológicas. Los
materiales fueron fechados por medio del Carbono 14.
Los olmeca-xicalanca eran un grupo sureño que había radicado en
Teotihuacán. Con base en los datos históricos y lingüísticos, Jiménez
Moreno (1942B) determinó que el lugar de origen de estos grupos fue
Potonchán, la actual ciudad de Frontera de Tabasco, localizada sobre
la desembocadura del río Usumacinta, en el litoral de la costa del Golfo, al poniente de Xicalanco en la Laguna de Términos. Este lugar fue
un importante enclave comercial en el sureste mesoamericano, según
aparece ampliamente documentado para la época mexica, pero parece que ya estaba establecido desde épocas teotihuacanas.
Al parecer, con el tiempo los olmeca-xicalanca se aculturaron. El
proceso se inició durante su estancia en Teotihuacán. Jiménez Moreno
(1942B) define a este grupo como una etnia mixta formada por elementos chocho-popoloca, mixtecos y nahuas. El náhuatl fue un rasgo cultural adquirido parcialmente a través de distintas etapas de aculturación.
El impacto de los olmeca-xicalanca en el valle poblano-tlaxcalteca
no se hizo esperar, pues iniciaron fuertes contactos con otras áreas.
Esta influencia se nota en los estilos artísticos de la región ñuiñe en la
Mixteca Baja, Xochicalco, el área maya, etcétera.
Su relación tan estrecha con los mixtecos y los popolocas hace suponer un importante contacto entre estas áreas, por lo que es sugerente la idea de que compartieran aspectos sociales y culturales afines que
perduraron hasta la época de la conquista. En esta época todavía se
encontraban poblaciones olmeca-xicalanca enclavadas en zonas con
población popoloca muy cerca de señoríos importantes como Tecamachalco-Quecholac; estos sitios fueron Xicalanco (hoy Palmar de Bravo)
y Xaltepec, en el centro del estado de Puebla (Martínez, 1994: 39).
Con la hegemonía de los olmeca-xicalanca en Cholula se revitalizaron los contactos con la Mixteca Baja y la costa del Golfo en toda su
extensión. La relación con la Cuenca de México prácticamente desaparece. En el noroeste de Puebla perviven grupos de tradición teotihuacana que más tarde se identificarán con mayor naturalidad con
CAPÍTULO CUATRO
185
los toltecas durante los inicios del periodo en que éstos invaden y conquistan la totalidad del Altiplano central (siglos IX-XII).
Los olmeca-xicalanca extendieron su dominio a la región de Puebla- Tlaxcala. Se asentaron en Cholula y construyeron su capital en Cacaxtla, en donde consolidaron su poder.
Al parecer, el dominio olmeca-xicalanca en la región poblano-tlaxcalteca desde centros urbanos como Cholula y Cacaxtla formaba parte
de un complicado plan político y económico para asegurar la fluidez
comercial con las regiones costeñas y caribeñas del Atlántico. Su hegemonía duró varios siglos (800-1292) (Jiménez Moreno, 1967: 63) sin
que se lograra una total unificación política en la región; es decir, no
conformaron un estado a la manera teotihuacana o un imperio militarista al estilo tolteca. Las fuentes históricas no abundan en datos concretos que expliquen el desarrollo histórico de este pueblo, tan sólo
mencionan su procedencia foránea y los orígenes de su gobierno. Sólo
se ocupan de mencionar su fin con la llegada de los grupos tolteca-chichimeca y la destrucción del gobierno dual de Cholula, el Aquiach
Apamane y el Tlaltiach Tizacozque. Sin embargo, el estilo de la iconografía de Cacaxtla y la arqueología aportan datos muy importantes
sobre de este grupo.
El militarismo y la preeminencia social del guerrero caracterizaron
este periodo de dominio olmeca-xicalanca y son dos rasgos que se encuentran plasmados en la pintura mural de Cacaxtla (Foncerrada de
Molina, 1993: 9).
El topónimo de Cacaxtla no aparece en las fuentes del siglo XVIque
hablan con tanta frecuencia de Cholula. Paddock (1987: 47) sugiere
que tal vez fue así porque los olmeca-xicalanca se llevaron a Cacaxtla
no sólo el papel social y la importancia de Cholula sino también su
nombre, esdecir, que como se trataba de ciudades duales se utilizara
el mismo nombre de Cholula para ambas. La información arqueológica sugiere la formación de cacicazgos como una forma típica de organización política regional. Esto implicó la coexistencia de varios
gobernantes con derechos de mando similares. La polarización del
poder seguramente dio origen a varios conflictos internos. La guerra se
institucionalizó y el guerrero debió adquirir una preeminencia social
definitiva.
186
LOS POPOLOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
FORMACIÓN DEL SEÑORÍO DE CUAUHTINCHÁN
BAJO
LA SUPREMACÍA DE LOS TOLTECA-CHICHIMECA
EN CHOLULA
En el año 1168 los tolteca-chichimeca llegan a Cholula, después de la
caída de Thla, a pedir refugio a los entonces pobladores del valle poblano-tlaxcalteca: los olmeca-xicalanca. Estos les concedieron permiso
para asentarse, pero quedan sometidos a servidumbre en una relación
de dependencia. La Historia Tolteca-Chichimeca (1989) menciona que
"no lo mandaban en paz sino que los habitantes se burlaban de ellos".
Esta situación, aunada a la inconformidad de los toltecas por su situación de subordinación, hizo que tres años más tarde planearan su
sublevación.
Los chichimecas aprovecharon una festividad del año para planear
una emboscada en donde asesinaron a los xicalancas, a los tlatoque
cholultecas y tomaron el poder de la gran ciudad.
Seis años después de tomar el poder de la región, los tolteca-chichimeca de Cholula empezaron a tener conflictos con los antiguos
dueños del territorio, quienes junto con sus aliados les hicieron la guerra. Los toltecas se ven en desventaja y para someter el movimiento
mandan traer aliados de Chicomozctoc a siete grupos de chichimecas:
los cuauhtinchantlaca-moquihuixca,
los totomihuaques, los acolchcichimecas,los tzauhctecas, los zacatecas, los texcaltecas y los malpantlacas. Algunos de ellos formaron señoríos de nombres relacionados
como Tlaxcala, Huejotzingo, Totomihuacán y Cuauhtinchán (Martínez, 1994: 23) Todos tenían fama de ser grandes héroes y conquistadores. Para convencerlos de salir de Chicomoztoc, los tolteca-chichimeca
de Cholula les ofrecieron mejorar su vida y obtener glorias (Olivera,
1978: 63
y Martínez, 1994: 21).
De esta manera, Cholula quedaba protegida y con el control político de la región, ya que cada uno de estos señoríos se formó en sus inmediaciones. Para afianzar sus relaciones, los señores de esta ciudad
inician una red de alianzas matrimoniales con los señoríos vecinos recién formados. Los señores de Cholula emprenden entonces junto con
sus aliados una campaña de expansión hacia el este, norte y sur del
territorio, someten Cuetlachtlán y posteriormente conquistan Chalco
y dos años después Cuauhquechollán, al sur de Cholula.
CAPÍTULO CUATRO
187
Posteriormente, aparecieron los conflictos interseñoriales que debilitaron el poder regional de Cholula y lo disgregaron. Los señoríos se
dividieron y se combatieron entre sí; los huejotzincas se aliaron con los
acolhuas de Coatlichán y se enfrentaron contra Tlaxcala y Cholula. Las
luchas entre esta última y sus aliados y los conflictos hacia el interior
de cada señorío propiciaron la intervención de los señoríos del valle de
México en diferentes ocasiones (Martínez, 1994: 24).
Es importante resaltar que aunque estaban emparentados existían
profundas diferencias entre los tolteca-chichimeca y sus aliados chichimecas del norte, ya que mientras los primeros pertenecen a la rica
tradición y cultura mesoamericana, los segundos eran principalmente
cazadores y recolectores (Olivera, 1978: 63).
Así, los chichimecas sirvieron como mercenarios a los tolteca-chichimeca para restablecer su dominio en Cholula y después se asentaron y conquistaron su propio territorio. A modo de recompensa, los
primeros reparten el territorio entre sus aliados chichimecas y les otorgan mujeres en matrimonio, realizando alianzas. De esta manera, los
chichimecas se establecen y fundan el señorío de Cuauhtinchán en
1175, convirtiendo
a los antiguos pobladores del territorio en macehuales y eliminando a sus antiguos señores.
La Historia Tolteca-Chichimeca no indica cuáles son las características de la población nativa conquistada, sólo habla de los olmecaxicalanca, pero se menciona que el área desde el Clásico y aún antes
había sido habitada por población popoloca (Jacklein, 1974).
Las alianzas matrimoniales realizadas entre los señores tolteca-chichimeca de Cholula y los chichimecas dieron inicio a una larga y amistosa dependencia que culminó en la formación de una élite regional
supeditada a la gran ciudad a través del parentesco. De esta manera,
Cholula contaba con un ejército de reserva para posibles emergencias
(Olivera, 1978: 64).
Los chichimecas no constituían un conjunto solidario y homogéneo; estaban organizados en siete grupos jerarquizados y en conflicto
(Reyes, 1988; 24). Cada uno de éstos tenía su propio tlahtoani pero uno
era el que regía sobre los demás con el título de centlahtoani (señor universal), dicho título se conservó hasta la caída del señorío de Cuauhtinchán en 1398 (Martínez, 1994: 25).
188
LOS POPOLOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
Según Olivera (1978), la conquista del territorio puede ser conside_
rada como la expansión del señorío de Cholula, ya que en esa época el
señorío de Cuauhtinchán reconocía la supremacía a todos niveles
-económico,
político y religioso- de Cholula en la región. El territorio que abarcaba el señorío de Cuauhtinchán se extendía por el oriente, desde el Cofre de Perote al pueblo de Chiapulco, pasando por el
Pico de Orizaba y las poblaciones de Maltrata y Aculzingo; hacia el sur,
el lindero seguía de Chiapulco a la Sierra del Tenzó, tocando las poblaciones de Temalacayuca y Molcaxac; por el oeste, de la Sierra del Tenzó
al Cerro Tepoxocho y Centepec pasando por la montaña de la Malinche y la población de Atlzayanca; y por el norte, de Atlzayanca a
Cuauhtepetl para unirse al Napatecuhtli (Martínez, op. cit.: 25).
Asentados en su territorio, los chichimecas emprenden intensas
campañas militares alrededor de sus linderos, sometiendo e intimidando a los pueblos colindantes. En estas campañas someten a Quimichtlán y Xochimilco, por el noreste; Chocamán, por el oriente; y Matlatlán,
Tzoncoliuhcán, Coxcatlán y problablemente las costas del Golfo, por el
sureste. También se dedicaron a sojuzgar a las poblaciones del interior
de su territorio, al resto de los olmeca-xicalanca y de otros grupos sujetos a ellos como citecas, cozotecas, poctecas, tlacuilotecas, tochtehuas
y ayauhtecas. Al parecer, todos estos ocupaban la mitad sur del señorío.
Como se puede observar, desde el principio el señorío se constituyó
como un mosaico multiétnico, situación que implicaría el advenimiento de nuevos grupos.
Sobre la parte del territorio que posteriormente fue ocupado por el
señorío de Tecamachalco-Quecholac,
en La Historia Tolteca-Chichimeca (1989: 315) se menciona que los pueblos conquistados en esta
área fueron Cuezcomatl Yyacac, que parece hacer referencia a una sierra cerca de Quecholac. Otro sitio conquistado fue Xaltepec (HTCH,
1989: 316). Existe un Xaltepec actualmente
al este de Tecamachalco;
ahí vencieron a los olmeca-xicalanca; otro sitio fue el pueblo de Tochtepec (HTCH, 1989: 317). Existe actualmente un poblado con ese nombre al suroeste de Tecamachalco. Al pueblo vencido lo denominan
Tochtepeua.
Olivera (1978: 62) opina que Cuauhtinchán, Tepeaca, Tecali, 'Tecamachalco-Quecholac
-las cinco parcialidades que formaban el se-
CAPÍTULO CUATRO
189
ñorío y que más tarde los mexicas dividieron- formaban una sola unidad regional no sólo desde el punto de vista ecológico sino fundamentalmente en los aspectos político y económico.
Existió un linaje dentro de los cuauhtinchantlaca
que mantuvo el
poder central de la región durante 224 años: era el de Teuetlecozauhqui, quien controlaba el tributo y la sujeción por medio de la fuerza
militar. Los cuauhtinchantlaca,
en esta época, participaron en diversas
guerras en la región apoyando a los tlaxcaltecas y cholultecas en contra de los huejotzincas yacolhuaques.
El poder alcanzado por los grupos más poderosos de los chichimecas -los cuauhtinchantlacas y moquihuixcasagudizó las rivalidades
internas, ya que éstos poseían una alta jerarquía (Olivera, 1978: 68).
Poco tiempo después del establecimiento del señorío de Cuauhtinchán llegan tres grupos muy importantes: en 1178, los colhuaques; en
1182, los tlamayocas, ambos procedentes de la región de Huejotzingo;
yen 1183, un grupo de popolocas procedentes de Coixtlahuaca, en la
MixtecaAlta (Martínez, 1994: 26).
Estos grupos de popolocas históricos que llegaron a Cuauhtinchán
conquistaron, con ayuda de los toltecas simpatizantes, a los popolocas
que se encontraban en su antiguo centro de ubicación, la región sur y
sureste del actual estado de Puebla. Esto ocasionó que combatieran
entre sí, ya que a estos últimos les molestó que sus congéneres llegaran a unírseles no como sus iguales sino como sus señores. Como veremos luego, los popolocas de Coixtlahuaca fueron muy bien recibidos
por los cuauhtinchantlacas,
quienes les dieron mujeres en matrimonio. De estos últimos, después se fo.rmaríanimportantes
linajes.
Las investigaciones arqueológicas, lingüísticas y etnohistóricas realizadas en la región sugieren la presencia de grupos popolocas desde
épocas muy tempranas, por lo que es de suponerse que a la llegada de
los tolteca-chichimeca
la población nativa era mayoritariamente
popoloca, ya que dicho territorio fue su antiguo centro de ubicación.
La llegada de estos grupos acentuó los conflictos internos en el señorío. Según Reyes (1977: 59-62), los popolocas de Coixtlahuaca fueron llamados por los colomochcas y junto con ellos colaboraron con el
grupo cuauhtinchantlaca
para reprimir y conquistar algunos de los
señores alzados (Martínez, 1994: 26).
190
LOS POPOLOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
La llegada y l,!-presencia de diversos grupos hizo que la composi_
ción del señorío de Cuauhtinchán fuera muy heterogénea, ya que esta_
ba integrada por grupos de diversas etnias y de diferente posición
social y política: 1) la población nativa: citeca, cozoteca, tlacuiloteca,
olmeca-xicalanca, popoloca, tochtepehua, etc., que fue conquistada y
convertida en grandes masas de campesinos, 2) los chichimecas qUe
fundaron el señorío organizados en siete subgrupos con diversas jerarquías bien diferenciadas, 3) los colonos que se asentaron en el señorío:
los acolhuaque y tepeyactlaca y los popolocas de Coixtlahuaca, 4) los
colonos cholultecas que conservaron sus privilegios (Olivera, 1978: 72).
El arribo de grupos inmigrantes trajo como consecuencia la formación de señoríos semiindependientes
en el territorio del señorío de
Cuauhtinchán. Los colhuaque-tlamayoca
fueron instalados en el sitio
conocido como Tepeaca Tlaihtic donde fundaron lo que más adelante
sería la cabecera del señorío de Tepeaca. Los popolocas recién llegados
de Coixtlahuaca fueron ubicados en Zacahuilotlán, lugar que se encontraba entre Tecali y Cuauhtinchán donde fundaron su señorío. Todos estos grupos reconocieron al señor de Cuahtinchan.
Los conflictos dentro del señorío de Cuauhtinchán se hicieron más
agudos y en el año 1337 dio comienzo la división entre los cuauhtinchantlacas y los demás grupos, fundándose pueblos como Tecali, cabecera de un señorío establecido en el territorio de Cuauhtinchán
(Ibid.: 74-74). Las rivalidades entre los diferentes grupos que conformaban el señorío se agudizaron, en particular entre los señores de Tecali y el centlahtoani de los cuauhtinchantlacas.
Esto llevó a una crisis
interna que tiempo más tarde utilizarían los tlatelolea para invadir el
señorío.
La Historia Tolteca-Chichimeca (1989) señala que la conquista de
los cuauhtinchantlacas
fue una decisión del tlahtoani de Tlateloleo; sin
embargo, hay otra versión en el Ms. de 1553, en el cual uno de los señores de Tepeaca asegura que fueron los tecalcas, en sus pleitos contra
el señor de Cuauhtinchán, quienes pidieron el apoyo de Cuacuauhtzin. Al enterarse, los señores de Cholula trataron de enmendar el error
pero los tlateloleas estaban por llegar (Martínez, op. cit.: 27).
Es importante mencionar que mientras duró el señorío de Cúauhtinchán los chichimeca siempre reconocieron a Cholula como su cen-
CAPÍTULO CUATRO
191
tro regional. Cholula era el santuario y la capital religiosa del valle y ahí
llevaban ofrendas y regalos de toda la región incluyendo los señores de
Cuauhtinchán.
Es probable que los cuauhtinchantlaca y otros pueblos de la región
hayan pagado tributos a Cholula. Esta relación de dependencia de los
cuauhtinchantlaca
se ve en su obligación de pelear junto con otros
pueblos dependientes de Cholula. Es por ello que la agresión de Tlate¡oleo en contra del señorío de Cuauhtinchán se interpretó como acciones en contra de Cholula (Olivera, op. cit.: 76).
LA DOMINACIÓN TLATELOLCA
El tepiltzin Teuhctlecozauhqui gobernaba en Cuauhtinchán cuando
fueron destruidos por los tlatelolea en 1397. La victoria se menciona en
los Anales de Tlatelolco (1948: 251) así: "...en el año 10 Tochtli, entonces perecieron los quahtinchantlaca. Fueron tomados (presos) el soberano Teuhctlecozauhcatzin y su hija Tepexotzin .....
El desastre para los chichimeca-cuauhtinchantlaca
es total; aparte
de la derrota a manos de los tlatelolea se suma un conflicto interno
entre los sub grupos chichimecas que tendría serias consecuencias, ya
que el poder pasó a manos de los popolocas, quienes gozaron de estimación por parte de los chichimecas, por ello, además de las tierras
que se les otorgaron, les dieron en matrimonio mujeres a los principales caudillos. De esta manera se inició una estrecha alianza de grandes
repercusiones. De estas uniones se originaron los linajes pinome que
poco a poco fueron adquiriendo importancia hasta llegar a establecerse como gobernantes en varios lugares del señorío (Olivera, 1978: 69).
Se desconoce la historia de los popolocas de Coixtlahuaca en el periodo comprendido entre 1183, fecha en la que se establecieron, y 1398,
año de la derrota de Teuhctlecozauhqui y fin de la dinastía chichimeca
de Cuauhtinchán en el poder. Las fuentes conocidas atestiguan los
matrimonios de los caudillos popolocas con lás mujeres chimalpaneca xalcomoleas; XIII Quiahuitl con Cepaxochtzin y Tecpatzin 1 con Coxtlazin. La primera pareja se quedó unos años en Zacahuilotlán (del
náhuatl zacatl, genérico para pastos y vilotl "paloma")2 y después se
192 LOS POPOLOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
fueron a Oztoticpac, lugar cercano a Tepeaca y Acatzingo. De este matrimonio descendieron los señores que más tarde formarían el poderío
popoloca de Tecamachalco-Quecholac
(Martínez, 1994: 28).
El origen de los señores popolocas establecidos en Cuauhtinchán es
mencionado en varios documentos indígenas de la región. En el Lienzo de Tlapiltepec3 se señala que un matrimonio de gobernantes provenientes de Coixtlahuaca -13 Uuvia y una mujer chichimecaemigró
al área de Cuauhtinchán y tuvo un hijo que, según Johnson (1994: 127),
es llamado 1 Movimiento (nominado en el lienzo como 8 Movimiento
debido a una confusión, ya que en los Lienzos de Coixtlahuaca se confunden a menudo los nombres calendáricos provenientes del calendario chocho-popoloca, donde uno y ocho se escriben ní),4 conocido
también como Ce Olintzin.
Después de la conquista de Tlatelolco en Cuauhtinchán, los chichimecas trataron de imponer como sucesor del señorío a un descendiente de Teuhctlecozauhqui, pero fracasaron debido a la oposición de
los chimalpaneca xalcomolcas que optaron por apoyar a sus parientes
popolocas. Los tlatelolcas impusieron como centlahtoani a Ce Olintzin, descendiente del popoloca XIII Quiahitl, quien asumió el poder en
Oztoticpac el mismo año (1398) en que fue conquistado el señor de
Cuauhtinchán.5
Los tlatelolcas nunca reconocieron el territorio conquistado de
Cuauhtinchán como una unidad cohesionada, tal vez porque el proceso de desintegración del señorío se había iniciado mucho antes de la
conquista de Tlatelolco (Olivera, 1978; 77). Los tlatelolca no realizaron
una reestructuración
del señorío de Cuauhtinchán ni impusieron
gobernantes de otras regiones. Con Ce Olintzin en el poder, los popolocas tuviéron un gran avance en la expansión territorial y en el fortalecimiento de su señorío, aunque su poder sólo duró el tiempo que
estuvieron bajo el amparo de Tlatelolco (Martínez, 1994: 29).
Ce Olintzin logró ganarse la confianza de los tlahtoque de Tlatelolco
al unirse en matrimonio con Thcochcuetzin, hija del sucesor de Cuacuauhtzin. Durante su gestión, Ce Olintzin colonizó parte del territorio
con gente popoloca que mandó a traer de Coixtlahuaca. El crecimiento
de la población hizo necesaria la creación de una nueva cabecéra política en Huitzcolotla, donde Ce Olintzin impuso como tlahtoani a Cuetz-
CAPÍTULO CUATRO
193
paltzin, su hijo. A la muerte de Ce Olintzin en 1419, Cuetzpaltzin tomó
el poder y trasladó su sede a Cohuayocan Cuauhtepec,6 lugar entre San
Mateo Tlaixpan y Tecamachalco, donde permaneció hasta su muerte.
Esta sucesión del poder entre los popolocas es también narrada en
el Lienzo de Tlapiltec. Se menciona que 1-8 Movimiento (Ce Olintzin)
gobernó en Oxtoticpac7 y que su hijo fue Cuetzpalzin (Señor Lagartija),8 cuyo nombre calendárico es 12 Lagartija, quien gobernó en Tecamachalco (aparece en el Lienzo como una edificación bardeada y una
planta en la cima de una plataforma). Este acontecimiento es muy
similar al que señala la Historia Tolteca-Chichimeca (1989) en relación
con el Cohuayocan Cuauhtepec, como un lugar muy cercano a la población actual de Tecamachalco (Johnson, op. cit.: 128).9 Es importante señalar que en este momento se registran varios matrimonios de
mujeres de linaje tlatelolca con señores popolocas de la región.
Cuetzpaltzin continuó la política de su padre. A él se le atribuye la
creación de Quecholac, donde instaló como tlahtoani a su hijo Xochicozcatl Matlacaltzin,IO a quien casó con Xiuhcoyolmaquiztli, hermana
de Tlacateotzin, el tlahtoani de Tlatelolco.11 Con el apoyo de Tlacateotzin, Cuetzpaltzin emprendió algunas conquistas en la zona, quizá con
el propósito de unificar y fortalecer el territorio colonizado por los popolocas. Cuetzpaltzin hizo concesiones a los tlatelolcas que al final lo
condujeron a la ruina. A sólo cinco años de su gobierno los, tlahtoque
de Tlatelolco conquistaron Ahuilizapan (Orizaba) y diez años después
Totomihuacán.
En ambas conquistas la participación de los popolocas en favor de
los ejércitos del valle de México fue imprescindible no sólo por su cercanía con los lugares conquistados sino también por su localización.
Ahuilizapan colindaba con Tecamachalco-Quecholac
y era un lugar
estratégico por donde mercaderes del Altiplano pasaban rumbo a la
costa del Golfo; Totomihuacán constituía un señorío clave por su colindancia con Cholula, Cuauhtinchán, Itzocán y Acatlán y porque
desde su territorio era fácil desplazarse tanto a la Mixteca como a Cohuixca, de la que ya se beneficiaban los señores de Tlatelolco (Martínez, op. cit.: 28-30).
La base económica de los señoríos popolocas como Tepexi, Cuthá,
Zapotitlán y Tecamachalco-Quecholac
fue la agricultura de irrigación
194
LOS POPOLOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
(Jacklein, 1979: 20). Esto se observa claramente en el sitio arqueoló_
gico de Cuauhtepec, en Tecamachalco, donde arqueólogos del INAHen
1983 identificaron una red muy extensa de canales de irrigación.
El descontento por parte de Cuauhtinchán, Cholula, Tlaxcala, Huejotzingo y Totomihuacán no se hizo esperar y sitiaron la cabecera del
señorío popoloca de Cuetzpaltzin, destruyéndola en el año 1441.
Es importante resaltar que la dominación tlatelolca en el territorio
del señorío de Cuauhtinchán no se consolidó debido a los conflictos
que los tlatelolcas mantenían con los mexicas, quienes incursionarían
en el área poco tiempo después de derrotar a Tlatelolco. El antiguo
señorío de Cuauhtinchán cayó en poder de los mexicas, quienes lo
dividieron definitivamente e implantaron una nueva forma de gobierno. En estas cabeceras quedaron los teocalli de los tecutli que allí habitaban, pero, como propone Olivera (1978: 104), "ahora con el nuevo
orden debido a la jerarquía impuesta o reconocida por los mexicas,
quienes dan el cargo de señores de parcialidad sólo a algunos de ellos".
DESINTEGRACIÓNDEL SEÑORÍO
DE CUAUHTINCHÁNy LA DOMINACIÓNMEXICA
Con la conquista tlatelolca se inicia el proceso de desintegración del
señorío de Cuauhtinchán. Sobre todo a partir de la muerte del Teuchtlecozauhqui, que ocasionó que cobraran importancia los señores
locales de los diferentes grupos étnicos que se disputaron el poder regional durante una larga temporada de crisis (Olivera, 1978: 77).
El grupo que cobró más fuerza en la región fue el de los popolocas
provenientes del área de Coixtlahuaca, pues los chichimecas perdieron definitivamente el poder, pasando éste a manos de Cuetzpaltzin.
Por ello es que los chichimecas estaban en descontento, ya que los
popolocas habían llegado como colonos cuando los chichimecas tenían el poder del señorío. Es por ello que Reyes (1988) señala que en esta
época de crisis el centro regiGnal más importante fue Tecamachalco
donde gobernaron señores pinome. En el Manuscrito de 1553 se hallan
declaraciones sobre la toma de poder del grupo pinome y la sújeción
impuesta por éstos a los otros grupos del señorío:
CAPÍTULO CUATRO
195
y ahora ellos (los pinome) son los gobernantes, han sobresalido muchísimo y miran corno nada a los otros, ellos son los que convirtieron a la
gente corno maceualli suyos; y así estarnos en Cuauhtinchán y así estarnos en Tepeyacac y así estarnos también en Tecalco y en Tecamachalco
yen Quecholac (Ms. 1533: 180).
A la caída de Cuetzpaltzin, el tlahtoani popoloca, se intensificó el
periodo de crisis. La desaparición del título de centlahtoani, que tuvieron por última ocasión los popolocas, provocó un vacío de poder y
luchas entre los diferentes grupos del señorío por recuperarlo (Martínez, 1994: 30).
La Historia Tolteca-Chichimeca (1989) señala que a la muerte de
Cuetzpaltzin en 1441 y hasta el año de 1466, cuando incursionaron los
mexicas en el territorio de Cuauhtinchán, los conflictos entre los diferentes grupos se suscitaron por el nombramiento de un "Señor Universal" y por el dominio y posesión del territorio. No todos los grupos
del señorío intervinieron en estas luchas. Fueron los señores de
Cuauhtinchán, aliados con los de Tecali yen ocasiones con Totomihuacán, quienes durante varios años lucharon contra Tepeaca, la cual
se había convertido en el rival más poderoso del señorío de Cuauhtinchán (Martínez, 1994: 30-31).
En 1458, Tepeaca se impone a sus enemigos y expulsa a los tlahtoque de sus pueblos, despojándolos de sus tierras y macehuales. Después de nueve años de conflictos y exilio, los señores de Tecali y
Cuauhtinchán pidieron la ayuda de Tenochtitlán, para que los liberaran y sirvieran como mediadores en los conflictos por el poder. Motecuhzoma Ilhuicamina aprovechó la oportunidad y mandó a Axayácatl
con su ejército e invadió la región tomando por sorpresa a Tepeaca,
que fue conquistada en 1466.
Sobre los popolocas en este periodo se sabe poco. Hay referencias
en los Anales de Tecamachalco (1992) de que Quetzalehcatl, hijo de
Cuetzpaltzin, recibió de manera clandestina el título de tlahtoani y
asumió sus funciones el mismo año en que su padre fue asesinado. En
este tiempo hizo esfuerzos para reconstruir el poder del señorío popoloca. En tanto que Tepeaca y Cuauhtinchán se desgastaban disputándose el poder del territorio (Martínez, op. cit.: 31). Este suceso coincide
196
LOS POPOLOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
con lo señalado en,el Lienzo de Tlapiltepec, en donde se menciona qUe
Cuetzpaltzin es sucedido por su hijo Quetzalehcatl (11 Viento) Oohnson op. cit.: 130).
En el año de 1444, Quetzalehcatl se trasladó a Tlacotepec a refu_
giarse. Después viajó a Coixtlahuaca para buscar ayuda entre sus Congéneres; a su regreso se estableció en Ehcateopan.12 En 1451 mata a
Ehecatl, que ambicionaba el poder de la región, y funda el pueblo de
Tecamachalco, construyendo su tecpancalli en la cima de una loma en
la serranía.13
Los Anales de Tecamachalco (1992) registran este acontecimiento:
"En el año II Ácatl (1451), el tlahtoani Quetzalehcatzin mató a Ehecatl
allá en Ehcateopan. En el mismo año subieron (al pueblo) de Tecamachalco en la cima; allá estableció la 'casa real', tecpancalli."
Parece que el traslado de la población a la cima de cerro (hoy se
conoce con el nombre de la Sierra del Monumento) no fue fácil, ya que
es una zona de difícil acceso y muy accidentada, lo que provocó periodos de crisis para la población, presumiblemente debido al proceso de
adaptación y la escasez de tierras en el nuevo asentamiento.
Cuetpalzin tuvo tres hijos: Quetzalehcatl, Ayocuan Cuetzpalzin y
Xochicozcatl, este último señor de Quecholac. Sobre el destino y la
muerte de los dos últimos no hay información, pero se menciona que a
diferencia de sus hermanos Ayocuan Cuetzpalzin no gobernó. Al parecer, fue un sacerdote, aunque no se precisa el año y el lugar donde asumió esta función; sin embargo, es más conocido por su inclinación a la
poesía. Frecuentaba las regiones de Huejotzingo y Tlaxcala yen algunas
ocasiones fungía como mediador de conflictos de tierras entre el señorío de Tecamachalco-Quecholac
y sus enemigos (León Portilla, 1978:
198-200). Parece que fue diplomático y mediador. Pensando en la situación conflictiva que se vivía en la región, es de suponerse que gozó de
toda la confianza y apoyo de su padre, por lo que seguramente ocupaba un cargo de importancia. Por su pensamiento pacifista y su poesía es
uno de los nobles del antiguo señorío que la tradición oral menciona
con más frecuencia actualmente en Tecamachalco.
Mientras Tepeaca era conquistada, el señorío popoloca resurgía con
fuerza. La intervención de los mexicas en el territorio sería bien' aprovechada por Quetzalehcatzin, el gobernante popoloca.
CAPÍTULO CUATRO
197
FORMACIÓNDEL SEÑORÍOTECAMACHALCO-QUECHOLAC
En el año de 1451, Quetzalehcatl estableció la nueva capital del señorío popoloca y la nombró Tecamachalco. Martínez (1994) opina que tal
vez se usó ese nombre por primera ocasión. Sin embargo, creo que el
nombre fue usado antes; este planteamiento lo discutiremos en el próximo capítulo.
Quetzalehcatl es considerado como el gobernante que aún en condiciones desfavorables inició una carrera expansionista y estableció un
importante poderío. Parece que realizó un programa de colonización
con ayuda de sus congéneres traídos de Coixtlahuaca (Martínez, 1994:
32). Esta colonización, al parecer, tenía la intención de recuperar un
territorio perdido, que desde tiempos muy antiguos había sido ocupado por los popolocas, quienes a través de varios cientos de años se
habían replegado debido a las constantes invasiones de grupos foráneos hacia el sur de la región.
Los mexicas llegaron al territorio popoloca con intereses precisos,
invadieron sólo a los enemigos de los chichimecas y los popolocas de
Tecamachalco les restituyeron el poder. Esta región tenía gran importancia para el imperio mexica por su ubicación y riquezas. Tepeaca estaba situada en un punto muy importante al momento de su conquista
(1466), ya que años antes -1458-los
mexicas habían conquistado la
Mixteca Alta y toda esta zona era el paso hacia la costa del Golfo y el área
maya. Además de las riquezas locales de la zona, muchos de sus tributos
estaban destinados al uso exclusivo de la nobleza, como el cacao, algodón, grana, oro en polvo, plumas de quetzal, joyas de ámbar, joyas de
cristal de roca y chalchihuites (Martínez, 1994: 33).
La conquista de Tepeaca fue un evento muy importante para el
imperio mexica. Implicó introducir enclaves en áreas colindantes, a
sus enemigos de Tlaxcala, Huejotzingo y Cholula y esto abrió la posibilidad de una ruta más segura a la Mixteca y la costa del Golfo, así
como la diversificación de rutas de comercio y la reducción de distancias. Este evento está registrado por los Anales de Tecamachalco (1992:
21): "En el año 13 Tochtli fueron destruidas las gentes de Tepeaca; el
tIahtoani era Chiyauhcouatl; Axayayacatzin lo vino a destruir; lo vino a
destruir el tlahtoani de Tenochtitlán."
198
LOS POPOLOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
Los mexicas r~estructuraron la organización política y territorial del
antiguo señorío de Cuauhtinchán. Los cambios políticos afectaron las
estructuras de gobierno y las dinastías gobernantes, sobre todo las de
Cuauhtinchán, Tepeaca y Tecali (Martínez, 1994: 34). Al principio, en
Cuauhtinchán los cargos se entregaron a los descendientes de la dinastía chichimeca, pero entre 1472 y 1474 los mexicas transfirieron el
poder a nobles de origen popoloca descendientes de Coxanatecuhtli.
Éste había subido al poder luego de la conquista tlatelolca. Los mexicas les otorgaron todo su apoyo. En Tepeaca fue impuesto un gobierno
tripartita. El caso de Tecamachalco-Quecholac
fue diferente, ya que
éste estaba reconstruyéndose. El imperio mexica los reconoció y reinstaló su poderío.
La sede del poder político local, que hasta entonc~s -1466había
estado en Cuauhtinchán, se trasladó a Tepeaca. Así se erigió como la
capital de la región sólo que con jurisdicciones limitadas. Por ser la
capital los mexicas instalaron un gran mercado de características muy
importantes para toda Mesoamérica (lbid.: 36).
La inauguración del mercado fue en 1486 y de inmediato atrajo a
gran cantidad de mercaderes de todas partes de Mesoamérica. Tepeaca se convirtió así en una gran ciudad donde concurría gente de todas
partes.
CAPÍTULO CUATRO
199
En 1467 los mexicas inician la división del señorío de Cuauhtinchán
en cinco partes o señoríos: Cuauhtinchán, Tepeaca, Tecali y Tecamachalco-Quecholac. Los tres primeros recibieron las tierras que ocupaban las cabeceras y sus pueblos sujetos, nada más. No obstante, los
popolocas se vieron beneficiados con esta nueva delimitación, ya que
más de la mitad del antiguo señorío de Cuauhtinchán se le otorgó a
Tecamachalco-Quecholac.
El territorio abarcaba, por el oeste, desde el
Tentzón a Tepeyahualco, y de ahí a Ometepec, Zacahuilotla, Los Reyes,
un lugar entre Acatzingo y San Pablo, para continuar a Mazapiltepec,
Zacatepec, Alchichica, Cuauhtepetl y Perote, para finalizar uniéndose
con el Cofre de Pero te. Los linderos del oriente se mantuvieron desde
el Napatecuhtli hasta Temalacayuca y se prolongaron hacia el sur muy
cerca de Tehuacán (lbid.: 37-38). Se menciona que esta división territorial se llevó a cabo a petición de los de Tepeaca, pues algunos señores de este señorío acuden a Tenochtitlán y le piden a su soberano
mexica:
Oh pilli mío, señor, Oh tlatauani hemos venido a rogarte nosotros tus
macehualli, los tepeyacactlaca, no estamos en propiedad nuestra, no estarnos a solas, sino que todo es tierra propiedad de los tlataque quauhtinchantlaca.
En su tierra tomamos agua, nos alimentamos. ¿Sobre qué
Uno de los aspectos más importantes de la reestructuración mexica fue la creación de la "provincia tributaria", la cual estaba integrada
por veintidós pueblos.
te serviremos, dónde tomaremos y sacaremos lo que te hemos de dar?
El antiguo señorío de Cuauhtinchán fue dividido y en él quedaron
comprendidos Tepeaca, Tecamachalco-Quecholac,
Acatzingo, Tecali,
Cuauhtinchán e Iczochinanco. Otro grupo de pueblos que pertenecía
a esta provincia quedó constituido por los señoríos de Huehuetlán,
Cuatlatlauhcán y Tepexi. Un tercer grupo, y el más numeroso, lo conformaban los señoríos localizados al sureste de Tepeaca, desde
Cuauhquechollan hasta Chietlán (lbid.: 37-38).
Esta nueva entidad política comprendía el territorio que abarcaba
como límites de Cuauhtinchán a Huaquechula, Chietla, sur de Acatlán
y Atexcal, prolongándose hasta Temalacayuca. Dicho territorio era
mucho mayor que el que los tolteca-chichimeca otorgaron en el siglo
XII a los totomihuaques y cuauhtinchantlacas.
nosotros lo que tu desees (HTCH,1989: 376).
Tal vez en alguna parte delimitamos una propiedad, un regalo. Ustedes pongan nuestros linderos, que estemos separados; sea aparte para
Es importante resaltar que aun cuando con la conquista mexica se
divide el señorío cuauhtinchantlaca
en cinco partes, la división entre
Tecamachalco y Quecholac nunca -ni aún en el primer siglo colonial- estaría definida, pues Cuetzpaltzin fundó el señorío de Quecholac y puso de tlahtoani a su hijo Xochicozcatl, del cual no se sabe si
murió en la guerra contra su padre; mientras que su otro hijo Quetzalhecatl (HTCH; op. cit.: 366) le sucedió en el cargo en Tecamachalco. Este
último es mencionado por Cerón Carvajal en 1580 como el señor de
ambos Tecamachalco-Quecholac.
No tenían fronteras definidas "y la
causa de esta junta a sido quien el tiempo de la ynfidelidad estos dos
200
LOS POPOLOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
pueblos fueron de t;n señor llamado aquecaleca (Quetzallacatll y después se debidieron benydos los españoles" (PNE; V. 5; 1905: 27).
Por esta razón, Gerhard (1986) propone que se trata de un solo
señorío, ya que al parecer ambos tenían un tlahtoani y los límites no
estaban definidos. Esto último, además, se fundamenta en la existen_
cia de documentos que se refieren a los dos como una sola provincia
con los mismos linderos, es decir, como una sola unidad territorial.
La falta de límites territoriales entre los señoríos de Tecamachalco y
Quecholac hace suponer que se trataba de un sólo señorío, posición
que comparto. Por tal razón es que algunos autores como Hildeberto
Martínez (1994) prefieren hablar de un señorío: el de TecamachalcoQuecholac.
Es importante resaltar que la presencia de ciudades o cabeceras
duales en la región poblana se encuentra presente en Cholula y Cacaxtla. Amabas fueron gobernadas en el Epiclásico por los olmeca-xicalanca. Según Paddock (1987) se trataba de ciudades duales que
gobernaban el valle. En el gobierno había dos señores, el aquiach
(hombre-águila) y el tlaquiach (hombre-jaguar); el primero representaba las extremidades superiores (las manos) del reino y el segundo las
extremidades inferiores (los pies). Se trataba de un gobierno dual. 14
Los olmeca-xicalanca debieron compartir muchos elementos culturales con los popolocas históricos. Debemos recordar que estaban
emparentados, ya que Jiménez Moreno (1942) sospechaba que había
elementos mixtecos y chocho-popoloca en los olmecas históricos,
incluso se ha llegado a pensar que se trata de los mismos grupos, situación que parece ser la mas viable debido a que ambos tienen mucho
en común. Se ha mencionado que las élites popolocas de la región
aprendieron el idioma de sus conquistadores, en este caso el náhuatl.
Es de suponerse que los popolocas de Tecamachalco-Quecholac
hablaran esta lengua, lo ql,l.equiere decir que se trataba de grupos mixteco, chocho-popoloca nahuatizados (evidentemente los mixteco-popoloca que llegaron a Cuauhtinchán procedentes de Coixtlahuaca en
el año 118 estaban constituidos por elementos chochos, ya que es precisamente en este siglo XII cuando se menciona se empieza a dar la
separación entre el chocho y el popoloca) ¿Acaso no se trata de los mismos elementos que constituían a los olmeca-xicalanca?
CAPÍTULO CUATRO
201
Las coincidencias históricas de su similitud están en todas partes;
se habla de que contingentes de ambos grupos estuvieron en Teotihuacán que llegaron y/o regresaron al centro y sur de Puebla en periodos similares y que ambos compartían un mismo territorio. Por
ejemplo, se dice que en el territorio del señorío de Tecamachalco-Quecholac y muy cerca de su cabecera existían sitios donde habitaban los
olmeca-xicalanca (Martínez, op. cit.: 38).
Según Martínez (1994: 39), la preferencia de los mexicas por los popolocas se debió a cuestiones políticas y estratégicas. De esta manera,
dentro de este vasto territorio quedan integrados diversos grupos étnicos con diferentes intereses y lenguas, entre ellos los olmeca-xicalanca, nahuas, otomíes, chochos y, mayoritariamente, popolocas.
Después, el autor menciona que la expansión alcanzada por los
popolocas, así como sus relaciones e influencias en el momento de la
conquista de Tepeaca fueron importantes para que los señores mexicas los privilegiaran en la repartición del territorio. Evidentemente,
Martínez no hace más que reconocer que la región del centro y sur de
Puebla se caracterizó por la presencia de los popolocas que la habitaban desde tiempos muy antiguos y cuya expansión había empezado
desde el horizonte Preclásico. La llegada de otros grupos hizo que la
región se conformara de manera muy heterogénea donde todos los
grupos que la habitaban aprendieron a coexistir a través de alianzas,
guerras y conflictos por la posesión de los recursos y el poder. Pero aun
con todos estos movimientos y sucesos a través de la historia la región
popoloca conservó sus particularidades, que incluyeron su presencia
mayoritaria en la región hasta la llegada de los españoles.
Los popolocas mantenían estrechas relaciones con la costa del
Golfo y con la Mixteca, áreas muy importantes para el imperio mexica
no sólo por su riqueza en productos locales sino por la ampliación de
rutas y puntos claves de intercambio.
Otro aspecto que favoreció a los popolocas de Tecamachalco-Quecholac fue que la región era una zona de tránsito a la Mixteca y en la
ruta existían pueblos popolocas como Zapotitlán de las Salinas, ubicado en un área de paso hacia Coixtlahuaca, lugar de donde procedían
los popolocas que fundaron el señorío de Tecamachalco-Quecholac y
con el cual guardaban estrechas relaciones.
202
LOS POPOLOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
A los mexicas le~ interesó estrechar las relaciones con los popolocas
de Tecamachalco-Quecholac,
sus aliados; por ello realizaron alianzas
matrimoniales. Así, en el año 1473 se unieron en matrimonio Matlala_
xochzin, hija de Axayácatl y Atozancoztli, nieto de Quetzalehcatl (Anales de Tecamachalco, 1992). Esta alianza matrimonial convino a los
intereses de los popolocas, sobre todo por su imagen ante los señoríos
circunvecinos, pero también significó una llave de entrada para que
los mexicas pudieran intervenir abiertamente en la sucesión y control
político del señorío. Esta intromisión en la sucesión del poder en Tecamachalco-Quecholac
es mencionada en los Anales de Tecamachalco:
"En este año 4 Ácatl (1483) se estableció como tlahtoani Quecholtecpantzin. Esto se decidió en México, pero al establecerse como tlahtoani aún vivía su abuelo Quetzalehcatl" (lbid.: 1992, 22).
Evidentemente, los mexicas les otorgaron "favores" a los señores
popolocas de Tecamachalco-Quecholac
con el fin de controlarlos políticamente. Una de sus estrategias fue la de provocar conflictos entre
los miembros de la línea gobernante para que el poder quedara en
manos de uno de sus descendientes. En los Anales de Tecamachalco
(1992) se mencionan conflictos entre Quetzalehcatl y su hijo Teuctlacozauqui (descendiente de la nobleza mexica por parte de la madre),
conflictos que terminan con la muerte de este último: "En este año 3
Tochtli (1483) murió Teuctlacozauhqui; sólo lo ahorcaron, a causa de la
guerra que proponía en contra de su padre Quetzalehcatl, al que quería matar" (lbid.: 22).
Poco tiempo después, los mexicas apoyan la sustitución de Quetzalehcatl en el cargo de tlahtoani por su nieto, Quetzalehcatzin. Éste
era yerno del tlahtoani mexica Axayácatl, lo que implico un control
directo dentro del señorío.
A la muerte de Quetzalehcatzin, los señores de Tenochtitlán, con el
fin de tener un mejor control de la región, introducen colonias de población mexica. Seguramente fue una estrategia para contrarrestar a la
mayoría de población, que era de origen popoloca.
En 1483 sube al poder Ilhuicaxoxoc, hijo de Quecholtecpantzin. Y
en 1516 ocupa el cargo de tlahtoani Quetzapaltzin, "el joven", quien se
encontraba en este cargo a la llegada de los españoles: "En el año
1 Ácatl, llegaron los españoles a la Nueva España, en la tierra de los
CAPÍTULO CUATRO
203
indios, en el número áureo 19, año 1519" (lbid.: 24). Los aliados popolocas de Tecamachalco-Quecholac
siempre fueron leales al imperio
mexica. En la conquista española de la región resistieron hasta el final
en agosto de 1520, y cuando ésta se consumó partieron con sus tropas
hacia Tenochtitlán para apoyar a los señores mexicas (Martínez, 1994:
43-44).
Sin embargo, parece que a la llegada de los españoles había cierta
división en la nobleza que detentaba el poder, pues los Anales de Tecamachalco (1992) dejan entrever que mientras una parte de los pillis
(los descendientes de la línea genealógica de los mexicas) se van a defender a la gran Tenochtitlán otros se quedan:
Año 2 Tecpatl 1520. En este año se estableció como tlahtoani Tleuexolotzin, (pero) no duró mucho, en ese mismo año murió. También entonces, en presencia del marqués don Felipe Suárez Motlatlalouatzin, se
estableció como tlahtoani. Al ocurrir esto, ya no se vio claramente (la
sucesión) en el "señorío" tlahtoani. En ese entonces, Quetzalehcatzin y
otros pipiltin anduvieron en México (¿durante la guerra?) (Anales de Tecamachalco, 1992; 24)
La población que habitaba la zona a finales del siglo XV hasta 1650
era mayoritariamente
popoloca (se le denominaba también chocha,
chochona, pinome, mixteca o cualquier combinación de todas). También se encontraban importantes núcleos de población que hablaba
náhuatl y otomí y quizás también pequeños grupos de chichimecas
que trajeron los españoles al área en 1541.
Sin embargo, la conquista trajo consigo una disminución muy fuerte en la población india. Se calcula que en 1519 el señorío de Tecamachalco-Quecholac tenía 27 600 habitantes, en 1595 sólo contaba con
19000 (Licate, 1981: 44).
Los Anales de Tecamachalco
importantes de esta disminución
(1992)
narran una de las causas más
en la población:
...En este entonces (1520) ocurrió espantosamente
el gran (viruela), al
que todos llamaban "grano divino" teozauatl; todos los rostros de la gente descompuso; por él hubo mucha mortandad; apenas entonces empe-
204 LOS POPOLOCASDE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
zó lo que se d~ce "hemorragia" y "disenteria" tlayelli; antes nunca ocurría;
entonces empezaron las "epidemias" cocoliztli, que hasta ahora van ocurriendo (Ibid.: 24).
Los maltratos y la explotación también provocaron una disminución paulatina de la población indígena en la región. Todavía a principios del siglo XX habitaban en Tecamachalco hablantes de popoloca.
Hoy sólo se localizan en dos comunidades: San Marcos Tlacoyalco1S y
San Luis Temalacayucal6, ambas pertenecían en la época prehispánica
al señorío de Tecamachalco-Quecholac.
Entre 1557 y 1558 se hicieron las primeras congregaciones que se
conocen en la zona. Muchas poblaciones fueron cambiadas de lugar en
Tecamachalco-Quecholac.
Más de mil tributarios de un total de veintitrés pueblos fueron congregados en cuatro lugares del sur de Tecamachalco conocidos como Santa Cruz Tlacotepec, Santa María Xali (hoy
Santa María la Alta), San Gabriel Tetzoyuca y San Simón Ehcatepec
(actualmente Yehualtepec) (Martínez, 1994: 100). En 1580 en Tecamachalco, Tepeaca y el valle de San Pablo residían 220 familias europeas.
NOTAS
I Parece que Tecpatzin
tuvo un hijo llamado Coxanatecuhtli que fue capitán de
guerra de Teuhctecozauhqui, tlahtoani de Cuauhtinchán (Martínez, 1994: 11).
El Lienzo de Tlapiltepec lo menciona sólo una vez (Johnson, 1994: 128).
2 Según Luis Reyes (1988), este lugar se encontraba
entre Tecali y Tepeaca. Sin
embargo, Johnson (1994: 13) señala que el topónimo de la Lagartija y 9 Zopilote, un pájaro encima de un cerro con vegetación brotando en los lados del
cerro y otras hojas atrás del pájaro, representado en el Lienzo de Tlapiltepec,
podría ser el sitio de Zacauilotlan. Sin embargo, este topónimo se encuentra
representado en un lugar mucho más alejado que el propuesto por Reyes García
(1977).
3 Fue Jansen, en una ponencia no publicada, quien mencionó
por primera vez
que esta familia de gobernantes aparecía en el Lienzo de Tlapiltepec y en los
documentos del siglo XVIdel área de Cuauhtinchán (Johnson, op. cit.: 127).
4 La Historia Tolteca-Chichimeca
(1989) señala que 13 Lluvia llegó a Cuauhtinchán nueve años después de que los chichimecas se asentaran en el lugar en
1318, pero también dice que 1-8 Movimiento fue su hijo, lo cual no es posible,
CAPÍTULO CUATRO 205
dado que las fuentes señalan que vivió en 1398. Se aclara que tal vez no se trata
de su hijo sino de su descendiente pues, citando a Kirchhoff, Odena Güemes y
Reyes (1986) argumentan que fue su descendiente, no literalmente su hijo. Para
formular esta hipótesis Jonhson se apoya en el Lienzo de Tlapiltepec, en el cual
se encuentra una pareja llamada la Lagartija y 9 Zopilote que conduce a 1-8
Movimiento, lo que implica que tal vez se trataba de sus padres.
de los popo5 Varias fuentes confirman las fechas del periodo de prominencia
locas, pero es todavía incierto cuánto tiempo antes de 1398 llegaron al área de
Cuauhtinchán por primera vez.
El sitio se localiza encima de la parte norte del cerro conocido por la tradición
oral como Techachales-Techalrey, lugar entre San Mateo Tlaixpan y Tecamachalco. Según investigaciones realizadas por arqueólogos del Instituto Nacional
de Antropología e Historia en los años sesenta, el sitio es el más grande de la
sesenta y nueve estructuras, plazas,
región y cuenta con aproximadamente
calles, canales de irrigación, etcétera. Actualmente, se encuentra sumamente
destruido, al grado de que es difícil distinguir las estructuras.
7 Según Johnson
(1994: 128), puede estar representado el Lienzo de Tlapiltepec
por una roca con perfil de cara de mujer.
8 1-8 Movimiento
(Ce Ollintzin) y 12 Lagartija (Cuetpaltzin) son también representados en el Lienzo Seller JI del grupo de Coixtlahuaca donde se aportan
pruebas de que son los mismos que se mencionan en la Historia ToltecaChichimeca por las glosas escritas que indican los nombres de sus pueblos
(Johnson, 1994: 130).
del área de Cuauhtinchán que hacen referencia a los miem9 Otros manuscritos
bros de esta línea son los Anales de Tecamachalco (Reyes y Salís, 1992), Mapa de
Cuauhtinchán número3y 2 (Kirchhoff, Odena Güemes, Reyes, 1989); el en valle
de México, los Anales de Tlatelolco (Berlin y Barlow, 1948: 23 9) Y Anales de
Cuauhtitlán (Velázquez, 1945: 34) y en el Lienzo Visher I (Mapa de Tecamachalco) (Ross Parmenter, 1982).
10 Johnson
(1994: 130), citando a Jansen, menciona que en los Anales de
Tlatelolco se registra a un hijo de Quetzpaltzin llamado la Casa (Matlacaltzin)
que gobernó en Quecholac y que puede ser el hijo de 12 Lagartija (Cuetzpaltzin)
en el Lienzo de Tlapiltepec denominado 8 Casa.
II En el Lienzo de Tlapiltepec aparece
que un hijo de Cuetzpaltzin gobernó en
Quecholac, representada por una corriente de agua sobre el glifo de Tecamachal ca (Johnson, 1994: 130-132).
12 Actualmente,
se le conoce con el nombre de Yehualtepec (Martínez, 1994: 51).
13 Hoyes conocido
con el nombre de Tecamachalco Viejo. Se sitúa aproximadamente a cinco kilómetros al norte de la población de Yehualtepec, al este de la
actual población de Tecamachalco.
14 Muñoz Camargo
en su crónica distingue a los gobernantes de Cholula de la
siguiente manera: al Tlachiach como el mayor de lo alto y al Aquiachiac como
(j
206
LOS POPO LOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
el mayor de lo bajo, calificativos que parecen estar referidos a divisiones terri_
toriales y por lo tant~ a las esferas de poder de unos y otros dignatarios (1982:
208).
15 Se localiza a aproximadamente
ocho kilómetros al noreste de Tlacotepec de
Juárez.
16 Se localiza cerca del poblado de Tepanco de López. En la época prehispánica,
esta zona era el límite del señorío de Tecamachalco-Quecholac.
CAPÍTULO V. EL PUEBLO DE LA "MANDÍBULA
DE PIEDRA"
L
AOBSERVACIÓN DEL MEDIO AMBIENTE y DEL PAISAJE FUE UNA PARTE
fundamental de la vida de las sociedades prehispánicas. A través de
esta práctica, los asentamientos se adaptaron a la topografía del terreno y a los recursos hidrológicos de cada región. Estos factores influyeron en la organización social y política; en la economía, el comercio y
la producción. También permitieron que el hombre creara un paisaje
simbólico en el que los pueblos relacionaron las formas de las montañas, ríos y elementos topográficos con partes del cuerpo, siluetas de
animales, objetos de uso cotidiano y ceremonial o con otros elementos del paisaje como plantas, árboles, etcétera.
El hombre mesoamericano identificó las formas de los manantiales, cuevas, cerros, montañas y ríos con los sus sitios. Estas semejanzas
le sirvieron para diferenciar los lugares, reconocer unos pueblos de
otros y para ubicarse en espacio. Gracias a estas formas simbólicas los
habitantes prehispánicos crearon un paisaje cultural y un paisaje
sagrado en donde también las deidades moraban las montañas, ríos y
cuevas. Estos paisajes fueron representados en mapas; en ellos no sólo
se observa la percepción simbólica del pueblo que les dio forma, sino
también sobresalen relatos históricos, genealogías, procesos políticos
y su cosmovisión.
Los mapas mesoamericanos hacen uso sutil de la escala, de cambios entre la vista de frente y desde arriba y de un sistema de signos
que especifican el significado de las montañas, los ríos, la vegetación,
los caminos, las ciudades, las casas (en estas últimas, por ejemplo, la
forma de los techos pueden indicar la cultura de sus habitantes), etcé207
•
208
LOS POPOLOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
tera. También definen el espacio y establecen las posiciones relativas
de lugares que en algunos casos son identificables en el paisaje de hoy
en día (Brotherston, 1997: 119).
Los mapas mesoamericanos, creados en muchos casos como enunciados políticos para defender la tierra y el hogar (este autor los llama
mapas del cuarto mundo), se valen de un concepto de geografía muy
profundo que incluye los movimientos del cielo y de la historia. De
esta última se indican acontecimientos como migraciones, las cuales
atraviesan caminos y se llega finalmente a su destino. Los ejemplos
más notables de este tipo de mapas territoriales son los Mapas de
Cuauhtinchán y Coixtlahuaca, todos realizados en la región popoloca
(lbid., 120-125). En ambos mapas se hace referencia a la cabecera o
cabeceras de uno de los señoríos popolocas más importantes del centro de Puebla, Tecamachalco-Quecholac.
Tecamachalco es un topónimo náhuatl compuesto de tetl = piedra,
camachalli = quijada y ca = en. Significa "en la quijada de piedra". Este
topónimo es representado con una piedra en forma de mandíbula.
Tecamachalco es el nombre con el que hoy se hace referencia a la cabecera del señorío de los mixteco-popoloca en el Pos clásico Tardío. En
épocas anteriores, los popolocas de Coixtlahuaca se asentaron en
otros lugares del territorio de Cuauhtinchán. Se señala en primer lugar
a Zahuilotlán, después, Oztotipac, Huizcolotla, el Cuauhtepec y, por
último, Tecamachalco-Quecholac.
El origen del nombre de Tecamachalco está relacionado con las características geográficas del último
asentamiento del cual, dicen las fuentes, lo tomó.
Contrariamente a esta opinión, creo que el término de Tecamachalco es mucho más temprano de lo que se piensa y que no está inspirado en las formas topográficas del lugar donde se asentó la cabecera
tardía (Tecamachalco Viejo) de los mixteco-popoloca de la región. Tal
vez un manantial en un abrigo rocoso en la serranía del Monumento
pudo ser una forma topográfica similar a la que originó el nombre y
por ello se continuó denominándolo así.
En este capítulo se exponen las evidencias que apoyan esta hipótesis. Esta parte de la investigación se encuentra dividida en dos: en la
primera se abordan y analizan las primeras representaciones
de los
asentamientos que anteceden la formación de la última cabecera de
CAPÍTULO CINCO
209
los mixteco-popoloca (el linaje de XIII Quiautl) que aparecen en los
Mapas de Cuauhtinchán 2 y 3. En la segunda se aborda la representación tardía del topónimo de Tecamachalco (cerro-mandíbula).que
se
encuentra en documentos como el Códice Mendocino, 1 la Matrícula de
Tributos, el Códice de la Cueva,2 el Mapa de Cuauhtinchán núméro 2 y
el glifo de piedra empotrado en la torre del ex convento franciscano de
Tecamachalco.
TECAMACHALCOEN LOS MAPAS2 y 3 DE CUAUHTINCHÁN
Según la información de los manuscritos de Cuauhtinchán y de otros
documentos, como los Anales de Tlatelolco (1948) y el Lienzo de Tlapiltepec nueve años después del establecimiento de los chichimecas en
Cuauhtinchán llegó de la Mixteca un grupo mixteco-popoloca
proveniente de Coixtlahuaca y se estableció en la región con la aprobación
de los grupos asentados ahí, en un lugar llamado Zacahuilotlán, donde
permanecieron treinta y cinco años; después pasaron su cabecera a
Oztotipac por 186 años (1409). Posteriormente, cambiaron su cabecera a Huizcolotla yen 1420 Cuetzpaltzin cambió la sede al Cuauhtepec
-el Cerro del Águila-. En este lugar se acrecentó el poderío de los
popolocas en la región, bajo la tutela de Tlatelolco.
Las representaciones de la llegada y la línea genealógica de los mixteco-popoloca aparecen en varios documentos de Cuauhtinchán y
sobre todo en los Mapas MC2 -Ruta Chicomostoc-Cuauhtinchán-3
y
4
MC3 -Mapa de las migraciones Uexotzino-Tepeaca-.
Según Reyes
(1988: 119). fueron realizados por este grupo, así como el Mapa de las
conquistas chichimecas, el Mapa del pueblo de Cuauhtinchán y otros.
Uno de los argumentos que el autor menciona para atribuir la elaboración de estos mapas a los popolocas es que en ambos documentos
se omite la conquista de Tlatelolco sobre Teuhctlecozauhqui, señor de
Cuauhtinchán, evento que convenía ocultar a los señores mixtecopopo loca, pues habían usurpado el poder de la región con apoyo de los
t1atelolcas.
Los Mapas de Cuauhtinchán 2 y 3 son manuscritos clasificados bajo
la categoría de histórico-cartográficos.
El lugar donde se originaron
226
LOS POPOLOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
hijo) yen documentos de la época colonial se mencionan como gobernados por el mismo señor. Los Anales de Tecamachalco narran que a
principios de la Colonia eran considerados como un solo señorío: "y
entonces decretó las ordenanzas del 'señorío' altepetl; allí propuso
todas las leyes para ser un solo 'señorío' altepetl: Tecamachalco y
Quecholac" (1992: 38).
En la Relación de Tepeaca de 1580 (Acuña, 1984) se dice que Tecamachalco tenía veintinueve pueblos sujetos y Quecholac treinta y cuatro. Los territorios de ambos no eran continuos sino, como antes se
mencionó, estaban entremezclados. El territorio del señorío de Tecamachalco-Quecholac
superaba los 4000 kilómetros cuadrados y comprendía aproximadamente más de veinte municipios del actual estado
de Puebla y otros pocos del estado de Veracruz (Martínez, op. cit.: 11).
El tecalli. Es la base de la estructura social del señorío y núcleo social
básico de la organización económica y político-administrativa.
El tecalli5 es una entidad que depende de un señor6 y comprende tierras de
la casa con sus dependientes (son los hijos del señor y recibían el nombre de pipiltin colectivamente y en singular el de pilli; también se les
nombra principales) y el título de su señor. Funciona como una unidad
corporativa en el sistema económico-político y tiene un carácter autónomo. Esta autonomía se basa en la adscripción de los macehuales
y la posesión de las tierras de manera separada entre los diversos tecallis (Carrasco, 1976: 21). Cada tecalli tenía independencia interna, bajo
la dirección del tlahtoani, rector de cada casa señorial; los pillis compartían con él la responsabilidad de organizar las actividades administrativas más generales del tecalli.
La formación y autonomía de las "casas señoriales" estaba estrechamente relacionada con la posesión y las formas de transmisión de
la tierra ya fuera dote, donación o herencia, así como con las relaciones matrimoniales, ya sea entre miembros de distintas parcialidades o
pertenecientes a una misma casa señorial (Martínez, 1984: 69).
Es en el tecalli donde se expresan y definen los derechos de los distintos grupos a la tierra y en donde las relaciones sociales adquieren
significado, pues a través del tecalli se ejercía el control de las tierras y
tributarios del señorío y mediante él se organizaban la producción, el
•
CAPfTULO SEIS 227
gobierno local, el servicio personal obligatorio y la recaudación
tributos (lbid.: 185).
de los
El tecalli estaba internamente estratificado de la siguiente manera:
teuctli (autoridad suprema). pillis (nobles) y macehuales (los campesinos y gente común), que podían ser parientes remotos o sin ninguna
conexión. Por su composición, el análisis de tecalli ha sido fundamental para entender el sistema de estratificación en la sociedad prehispánica y fundamentalmente
en la región del centro de Puebla, ya que en
el interior de éste existe una distribución desigual de los recursos derechos y obligaciones que se polarizan entre los estratos existentes: pillis
y macehuales (Carrasco, 1976: 26).
Los tecallis no eran iguales sino que estaban jerarquizados dependiendo de su tamaño y principalmente por la cantidad de gente y tierras que cada uno controlaba. Entre ellos se elegía al titular o titulares
del conjunto del señorío, tomando en cuenta el poder del tecalli. El poder de los tecallis consistía en el control de un buen número de macehuales más que en la acumulación de tierra. De esta manera, el control
sobre la fuerza de trabajo era el mecanismo determinante en la organización social. Sin embargo, el control del poder político y económico de los señores dependía del control que tuvieran sobre el binomio
macehual- tierra.
Los pipiltin del tecalli formaban un linaje. Este aspecto es una de las
diferencias principales entre los macehuales y ellos, ya que es precisamente dentro de la nobleza donde se p,uede hablar de grupos corporativos de ascendencia común. Dicho proceso aseguraba el control de la
sociedad en manos de una élite a través de la sucesión del poder entre
parientes.
Un linaje podía comprender varias "casas nobles" o varios teteuctin,
cada uno con su título y sus posesiones separadas. Un linaje podía
controlar varios títulos, cada uno con sus tierras y sujetos (Carrasco,
1976: 27). Dentro de las reglas de descendencia predominaba
la agnática y patrilineal. Sin embargo, la transmisión de títulos y la pertenencia a una tecalli también se podía adquirir por vía femenina, exclusiva
en ciertos casos, y en otros se prefería el casamiento agnático que
transmitiera la misma filiación a partir de ambos padres. El cargo de
teutli, "señor", no era hereditario sino que los miembros del tecalli lo
212
CAPÍTULO CINCO
LOS POPOLOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
El Lienzo de Tec,amachalco parece confirmar también esta hipótesis,
ya que en él se delimitó el valle de Tecamachalco con sus característi_
cas geográficas tal y como aparece en la realidad. Se pintó la cordillera
del Monumento a la izquierda, la cual termina con una cueva representada por unas fauces de serpiente, que es el glifo de Tecamachalco.
Éste es muy similar al que se ilustra en el Lienzo de la Cueva, el Mapa
de Cuauhtinchán núm. 2 y otros documentos. Frente a éste aparece
otra montaña representada dentro del cuerpo de un águila, que es sin
duda el Cuauhtepec. Debajo de éstos se pintó otra montaña partida
por una barranca; se trata de Oztotipac (Reyes, 1999: 69). En este lienzo, Tecamachalco, "la mandíbula", y el Cuauhtepec son representados
uno muy cerca del otro al finalizar la serranía del Monumento. El sitio
arqueológico de Tecamachalco Viejo no se encuentra al final de la
serranía, sino por el contrario, se ubica en la parte media, lo que indica que el glifo de Tecamachalco está inspirado en el cerro TechachalesTechalrey, ubicado al final de la sierra.
En la parte media donde se forma la "mandíbula" en el cerro Techachales-Techalrey (cerro "águila-mandíbula") existe un par de cuevas,
pero sobresale una donde la tradición oral menciona que existía un
manantial.
Hay referencias del siglo XVI que mencionan la presencia de ojos de
agua en el Salado y en el Cuauhtepec. Hildeberto Martínez (1994: 214)
hace referencia a ellas en el trabajo publicado en 1994 sobre el señorío
Tecamachalco-Quecholac.
La presencia de importantes recursos
hidrológicos en la zona se indica desde los mismos inicios de la
Colonia:
El valle de Atzompan contaba con lagunas de Aixoxouhcan y Tecuitlapa,
en el sur, y las de Aztecac, Alchichica, Tlachac (o las Minas) y Quecholac
(Santa Cruz). en el resto del territorio. Además de las lagunas la abundancia de pastos, bosques y yerbazales que se mencionan con frecuencia en
los escritos de la época; los manantiales y arroyos, comunes sobre todo en
las estribaciones
del Poyauhyecatl y el Napatecuhtli, y los "muchos sala-
dos" y "aguas salubres", que caracterizan los llanos, hacían de esta zona
un lugar propicio para la engorda del ganado (Martínez, 1994: 151).
213
El autor indica que el nombre de Tecamachalco se empezó a usar
cuando la cabecera de los popolocas fue desplazada a la cima de un
cerro cerca de Ehcateopan (hoy San Simón Yehualtepec) en el año de
1451, al mando de Quetzalecatl. Hay referencias del siglo XVI que mencionan que el nombre fue tomado de este nuevo lugar. Por ejemplo, en
la Relación de Tepeaca se dice que
el pueblo de Tecamacha\co desta provincia, está en la falda de un cerro y
ladera dél (...) Fundándose
este pueblo en aquel asiento, y no le bajaron
al llano, por causa que, en tiempo de las aguas, se pudiera anegar (...) Y
este pueblo fue fundado, primero, en otra parte, como a una legua de
donde ahora está que era el repecho de lo alto de una sierra, de donde
tomó el nombre que tiene de Tecamacha\co
C .. ) Habrá cuarenta
años
que se trasladó a donde ahora está, por orden de un religioso de la ORDEN
DE SAN FRANCISCO...
(Relación de Tepeaca y su partido,
1580. Acuña,
1985, Tlaxcala II: 224, 235-236).
La ciudad de Tecamachalco actualmente se localiza en la falda sur
del cerro Techachales- Techalrey (que tiene la forma de mandíbula). En
este lugar el señorío del Cuauhtepec alcanzó su poderío y también fue
derrotado y destruido su máximo señor: Cuetzpaltzin.
La historia menciona que cuando el Cuauhtepec fue destruido
junto con su tlahtoani, su hijo Quetzalecatl fue quien lo sucedió. Viajó
a Coixtlahuaca y a su regreso se apoderó del sur del señorío e inició la
reconstrucción del poderío perdido por su padre (Martínez, 1994: 21).
Las fuentes indican que mientras esto sucedía se inició un periodo
de crisis, ya que el señorío de Cuauhtinchán se quedó sin un poder
central durante 25 años, lapso en el que Tepeaca y CuauhtinchánTecali se enfrascaron en una lucha estéril por el poder. ¿Dónde estaban
los popolocas de Tecamachalco-Quecholac? Lo más seguro es que permanecieran en su antiguo hábitat, muy cerca de la capital destruida.
En la parte baja del cerro Techachales- Techalrey donde se forma la
abertura de la "mandíbula" existen evidencias arqueológicas que indican que esa parte del cerro fue habitada en el horizonte PoscJásico.
Existe gran cantidad de tepalcates, restos de obsidiana y figurillas
-parecen representar cierto culto a la fertilidad, ya que se trata de
•
230
LOS POPO LOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
y en el tributo q~e recibían de sus terrazgueros y el número de ellos
dependía en cierto modo de la cantidad de tierras bajo el dominio de
los tecallis,
Macehual es una categoría social, refleja ante todo situaciones de
subordinación asociadas a posiciones sociales y políticas de depen_
dencia plena, determinadas rígidamente por la carencia de medios de
producción propios (Reyes, 1988: 162).
El concepto de macehual7 define a un grupo social económica y
políticamente sometido cuyo acceso a las tierras está condicionado a
la paga de tributos y a prestaciones en trabajo agrícola y servicios personales. Las donaciones de tierras y tributarios nunca son asignacio_
nes desarticuladas sino conjuntos definidos de macehuales a cargo de
un mandón (centecpanpixqui, tequitlato o macuiltepanpixquil.
La unidad organizada no es el barrio como unidad territorial sino
un grupo de casas, por lo regular ordenadas en veintenas. La organización por veintenas parece haber sido característica de los señoríos
mesoamericanos.
A un mandón de cinco veintenas se le llamaba
macultecpantli y tenía autoridad sobre los calpixque. El conjunto de
"barrios" así considerados, dependientes de un "señor" y sus pillis,
constituye la unidad social de producción, independientemente
de la
distancia que separe a un barrio de otro y de la convivencia de macehuales sujetos a distintos señores dentro de una misma área residencial (lb id. : 107).
La principal actividad de los macehuales era la del trabajo en el
campo (la agricultura). Las tierras que cultivaban para el "señor" se hallaban juntas en "barrios" y se beneficiaban colectivamente y no individualmente (lbid.: 98).
Los macehuales también se dedicaban a múltiples actividades fuera de la siembra del maíz. Una de las más generalizadas era el cultivo
del nopal de grana y de maguey y siembra de mucho guatle y chile, así
como la recolección de tequezquite, quelites y tule para hacer esteras.
Otras actividades obligatorias de los macehuales (hombres) era la
de construir y reparar la casa o casas de los señores; este trabajo era
anual y a veces cuando era necesario realizar trabajo doméstico en el
tecalli (dotación de leña, agua, molienda, etcétera). A este tipo de servicio a mediados del siglo XVI se le denominaba tlapia (tlapializtli) y
CAPfTULO SEIS
231
tenían que entregar un conjunto de veinte hombres cuatro veces al
año tributo en especie, que consistía en una gallina y cien granos de
cacao (Martínez, 1984: 98-99).
Los tributarios labradores tenían que generar lo necesario para la
alimentación y parte de la vivienda y vestido de las casas señoriales.
Cada casa de macehual tenía que estar constituida por un matrimonio
por lo menos para contribuir con el trabajo. Dentro del grupo de los
macehuales se encontraban también los artesanos y mercaderes, algunos de estos también estaban obligados a cultivar tierras para el
"señor". El término de macehual era usado en diferentes circunstancias.
A veces enfatizaba situaciones de sujeción, especialmente política, y se
aplicaba en general a los tlahtoque de señoríos o grupos sometidos por
conquista o por cualquier otra vía, incluyendo la pacífica (lbid.: 162).
También era aplicado a los nobles bajo situaciones de dependencia.
El tlahtoani se convierte en macehual sólo bajo el dominio de otro
tlahtoani, pero esta nueva situación no significa la pérdida de su condición de noble -con los privilegios locales o de grupo asociados a
ella- ni el rango de tlahtoani frente a sus propios macehuales dependientes (lbid.:163).
Los calpixque. Se ocupaban de lo relacionado con la recaudación del
tributo; los tequitlhtoque, de lo relacionado con el servicio personal.
Organizaban también el trabajo agrícola, el servicio personal doméstico al tlahtoani, cuidaban la tierra y los terrazgueros y llevaban el registro de tributos (Martínez, 1984: 104-105). Los macuiltecpanpixque
y
tequitlahtoque recibían un entrenamiento especial como lo sugiere el
hecho de tener que "registrar" el tributo y sus tributarios. Parece que
este tipo de cargos estaban destinados a ancianos (lbid.: 108).
Mercaderes, artesanos y cazadores. Eran tributarios, pero no labraban
la tierra salvo en algunas excepciones. El mayor número de estos grupos se concentraba en los tlatocayo. En Tecamachalco en el siglo XVI
existían, por ejemplo, escribanos, mercaderes, alfareros, tejedoras,
cazadores, carpinteros, curtidores de pieles, etcétera. Pagaban su tributo en productos de su oficio y/o en cacao, usado como moneda,
cada semana, cada ochenta días, dos o tres veces al año. Los cazadores
216
LOS POPOLOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
de agua- que forman dos ríos. La similitud entre el paisaje pintado en
el códice y el lugar donde actualmente se encuentra la población de
Tecamachalco es sorprendente. La existencia de los ríos9 en la zona se
menciona en las Descripciones económicas y regionales de Nueva Espa_
ña en el siglo XVII cuando se refieren a Tecamachalco como parte de la
Villa de Tepeaca: "Cruza por esta jurisdicción el río nombrado San José
Istapa con tres puentes, uno nombrado de los chichimecos, otro saliendo de Tecamachalco para Quechula y otra en la salida del mismo
Tecamachalco para la cabecera (Tepeaca)" (Florescano y Gil, 1976:
176)".
Los topónimos coinciden con el lugar. Se ha podido identificar a
sitios cercanos a Tecamachalco como Tepeaca (la posición de la nariz
del Cerro de Tepeaca mira hacia la "mandíbula", es decir, se encuentran
de frente, tal y como aparecen en la geografía de la región), Xaltepec,
Tecali y Cuexcomatepetl, entre otros (Rivas Castro, 1999).
El Códice muestra la "mandíbula" muy cerca de la iglesia colonial,
(representación muy similar a la actual, ya que Tecamachalco se ubica
en las faldas del cerro "mandíbula" -Techachales-Techalrey).
En una
serranía se indica un sitio que conduce a un camino desde Tecamachalco. Al parecer, ese sitio representado en la serranía se refiere a
Tecamachalco Viejo. En la porción superior izquierda del códice aparece una escena de guerra. Se pintaron tres grupos de guerreros, unos
que llevan xicolli, macuahuitl y escudos redondos sin decoración,
otros con faldellines y dorso desnudo con macuahuitl y escudos redondos sin decoración y un guerrero chichimeca que lleva carcaj y flechas; luchan cerca de una muralla que se encuentra entre la insignia
de mano y la de hacha de cobre. Dentro de la muralla se ven seis cabezas humanas sin cuerpo, tal vez decapitados; puede tratarse de una
recreación del ataque de los huejotzincas, los tlaxcaltecas y tepeyancas, quienes sitiaron el Cuauhtepec. Si se lee los topónimos de ambos
cerros significan: Tecamatepetl-cerro de piedra-mano y Tepuztecatepetl-cerro del hacha de cobre. Esto es muy similar a las representaciones que aparecen en el Códice Mendocino (p. 22): aparece el glifo del
tlaxcalteca -que es un círculo con una mano-, el guerrero cholulteca con su emblema de pata de venado en acción de huir y el huejotzinca con el emblema del Ahuexote y el afijo de Tzintli (Ibid.: 9).
CAPÍTULO CINCO
217
El Códice de la Cueva ilustra eventos históricos importantes del
señorío del Cuauhtepec- Tecamachalco desde la destrucción de este
sitio, la fundación de Tecamachalco Viejo, hasta la creación del asentamiento colonial que se ubicó en su antiguo lugar.
Cuando los españoles llegaron y decidieron cambiar el asentamiento de Tecamachalco Viejo a otro lugar influyó en la elección del nuevo
sitio la historia del pueblo indígena. Los habitantes seguramente indicaron dónde se había originado el nombre "mandíbula de piedra" y
dónde estaban los antecedentes de su fuerza y poderío. Esto se ve
reflejado de alguna manera en los Anales de Tecamachalco (1992). En
este documento, escrito por los indígenas del lugar, se expresa la importancia histórica de la antigua cabecera del Cuauhtepec-Tecamachalco para los habitantes nativos y los españoles:
Entonces dos frailes, un dominico y un padre agustino, subieron a la
cima del Quauhtepetl, observaron (donde) estaba la casa del tlahtoani
Cuetzpaltzin (lbid.: 37).
Entonces, este viernes, (el virrey) luego subió a la cima del templo a
observar por todas partes. Entonces, allá el gobernador don Juan de los
Ángeles le dio (al virrey) una tlachiualxochitl
(obra de arte) en la que es-
taba representado el cerro de Quautepetl, y sobre él "un águila y un tigre"
quauhtlaocelotl.
Además observó los nopales de grana Ubid.: 1992: 36)
Esta obra de arte del Cuauhtepec con un águila y un tigre recuerda
mucho las representaciones del Aquiach y Tlachiach en Caxcatla. La
representación de dos señores que gobiernan un reino: las manos (las
extremidades superiores, representadas por el águila) y los pies (las
extremidades inferiores, representadas por el tigre). Elemento muy
sugerente, ya que hemos mencionado la relación de los popolocas con
los olmeca-xicalanca y la presencia de un gobierno dual entre los
popolocas de Tecamachalco: el señorío de Tecamachalco-Quecholac.
Esta conexión se ve reforzada con los testimonios de algunos señores
de Tecamachalco, como es el caso de don Juan Tozancoztli, quien en su
pobranza del año de 1555 afirmó que sus antepasados habían sido
señores por más de 800 años. Es decir que los popolocas remontan su
información histórica hasta el siglo VIII, o fines del Clásico (Reyes,
234
LOS POPOLOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
de la región popoloca vio nacer nuevos poblados y otros cobraron
impulso como Tlacotepec, Ehecateopan, Huitzcolotla, Tecamachalco_
Quecholac y probablemente Tepanco (Martínez, 1994: 173).
Los popolocas de Tecamachalco mantuvieron buenas relaciones
con el poder central en el valle de México; primero con Tlatelolco y
después con Tenochtitlán, lo que indica la presencia de nahuas en el
territorio.
En 1650 había población de habla náhuatl, otomí y quizás pequeños grupos de chichimecas (lbid.:ll). De esta manera, se puede decir
que los grupos étnicos que habitaban el señorío eran diversos, entre
los que destacan los olmeca-xicalanca, los popolocas, los nahuas y los
otomíes. Los Anales de Tecamachalco indican que la población mayoritaria era popoloca: "...En este año de mil quinientos cuarenta y dos
vino Fray Cimplo; vino a constituirse en presidente con Fray Francisco
de las Navas. Entonces bautizaron a todos los popoloca." (Anales de
Tecamachalco, 1992: 27)
El 30 de marzo, en la Pascua de Resurrección, murió fray Pedro de
Alboro, quien fue guardián de Quecholac, de la parte de los popoloca
(lbid.: 1992: 80).
Parece que la misma composición multiétnica posibilitó que por lo
menos la nobleza hablara varias lenguas, principalmente el popoloca
y el náhuatl.
En el siglo XVI existían diversos pueblos popolocas como Xochitlán
de Todos Santos, San Marcos Tlacoyalco, San Luis Temalacayuca, San
Lucas, etcétera.8 A principios de siglo xx, en 1905, Nicolás León (1991:
6) reportó la presencia de hablantes del popoloca en Tecamachalco,9 a
quienes incluyó dentro de la familia zoqueana. Actualmente, las comunidades popolocas más cercanas a Tecamachalco se ubican muy
cerca de Tlacotepec de Juárez donde también existen poblaciones
nahuas como Santa María la Alta.
ECONOMÍA
Tenencia de la tierra. La tierra no era propiedad de las comunidades
sino de los nobles. Los pillis formaban "casas señoriales" o tecallis,
CAPÍTULO SEIS
235
constituidas por un grupo de parientes nobles (linajes) que la dirigían
y administraban y un grupo numeroso de macehuales dependientes
quienes trabajaban las tierras y realizaban otras actividades para el
sostenimiento de estas casas.
Los pillis, encabezados por un tlahtoani o señor, tenían la propiedad de la tierra de manera corporada, y lo más característico del sistema era que las tierras propiedad de los tecallis no conformaban
unidades territoriales contiguas, sino más bien eran un gran número
de parcelas dispersas, separadas a veces por varios kilómetros de distancia y se dividía en tierras de cultivo, tierras de reserva, áreas de
monte y áreas de bosque (Martínez, 1984: 220-221).
Las propiedades de los señores y de los pillis comprendían tierras
de cultivo, tierras en recuperación o barbecho, tierras de bosque y de
reserva (Martínez, op. cit.: 74).
Las tierras eran cultivadas por los macehuales terrazgueros.
(1988) señala que existían cuatro tipos de tierra:
a) las patrimoniales
o neixcauilaxca,
b) las del señorío o tlahtocacuemitl,
c) las de los pillis o couacuemitl-pilcuemtl y
d) las de las mujeres teuhctli o teuhcciuacuemitl
Reyes
Estos distintos tipos de tierra señalan diferencias en los derechos y
condiciones con que se usufructuaba la tierra, pero no afectaba la concepción de propiedad corporada de la tierra por parte del grupo noble
del tecpan como unidad (Reyes, 1988: 122).
La agricultura. Es muy frecuente que hoy en día se mencione que el
área donde habitaron los popolocas es una zona geográfica muy pobre
con suelos poco fértiles y escasos recursos hidrológicos; sin embargo,
en la época prehispánica las condiciones climáticas e hidrológicas fueron otras. Las crónicas y las relaciones geográficas que se refieren a la
región registran que tuvo importantes recursos hidrológic05 y valles
muy fértiles. Señoríos popolocas como Tehuacán, Cuthá y Tecam'achalco-Quecholac
desarrollaron técnicas de irrigación importantes
como, presas, canales, diques y acueductos.
El área donde se ubicó el antiguo señorío de Tecamachalco-Quecholac fue muy rica en recursos hidrológicos (ríos, lagunas y manan-
220
LOS POPOLOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
da sobre cartulina y,mide 77.5 por 160 centímetros. Actualmente, se encuentra
en la bóveda del Museo Nacional de Antropología.
9 Hoy sólo se trata de barrancas. En la memoria de los habitantes más ancianos
del lugar siempre han sido como barrancas, pues no se recuerda haberlos visto
con agua, es decir, como ríos.
10 El barrio de San Sebastián es uno de los más antiguos y se encuentra muy
cerca de la mandíbula. Los pobladores le llaman el rincón del cerro.
11 Al cerro Techachales-Techalrey
(el Cuauhtepec) también se le conoce con los
nombres de cerro "chiquito" o cerro "redondo".
CAPÍTULOVI. EL SEÑORÍO PREHISPÁNICO DE TECAMACHALCO
E
STE CAPÍTULO INTENTA HACER UNA RECONSTRUCCIÓN ETNOHISTÓRICA
del señorío de Tecamachalco-Quecholac. Trata sobre sus peculIaridades socio-culturales.
La etnohistoria es una disciplina que principalmente destaca por su
enfoque interdisciplinario, por ser punto de encuentro entre varias
disciplinas como la arqueología, la lingüística y la etnografía. Una de
sus principales características es que subraya la integración de la investigación de campo con la histórica. La historia da sentido al presente y el presente da sentido a la historia. Por ello, este enfoque ha sido
fecundo para el entendimiento de la cultura prehispánica, sus religiones, tradiciones orales y, fundamentalmente, sus instituciones político-sociales. En México, la etnohistoria ha resultado particularmente
rica en la combinación del análisis histórico del pasado prehispánico
con el de las culturas indígenas actuales, que han mantenido a través
del tiempo, rasgos propios que las distinguen de la cultura nacional
(Broda, 1994; 29).
Actualmente, en el territorio del antiguo señorío de TecamachalcoQuecholac existen sitios arqueológicos identificados como las cabeceras más importantes. Hoy, algunos de ellos se encuentran destruidos;
sin embargo, los restos existentes aportan datos que pueden ayudar a
entender la cultura de los popolocas de Tecamachalco. Cerca de los
sitios arqueológicos se encuentran comunidades campesinas que han
habitado ahí desde la época prehispánica. En ellas existen hablantes
de náhuatl; el popoloca dejó de hablarse hace más de 50 años, pero en
la memoria de los habitantes existen mitos, leyendas, historias que
221
238
LOS POPOLOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
El desarrollo de la agricultura no sólo implicó el desarrollo de la irri_
gación sino el conocimiento del medio ambiente. Seguramente los popolacas distinguían las tierras aptas para labores agrícolas, pues en la
actualidad uno de los suelos más ricos y apropiados para la agricultu_
ra en el municipio de Tecamachalco se encuentra en la cima del cerro
de Techachales, el Cuauhtepec.
En el sitio arqueológico de Tecamachalco también se observa Un
sistema de terrazas y canales que aprovechaba el agua de los manan_
tiales y de lluvia. El sitio se halla en medio de dos grandes barrancas
formadas por las corrientes de los manantiales de la Sierra del Monumento y de las lluvias, lo que hacía que las orillas mantuvieran buena
humedad, donde se ubicaban la mayoría de las terrazas.
La riqueza de las tierras es mencionada en la Relación de Tepeaca
(Acuña, 1984). donde se señalaba lo favorable de éstas para los nuevos
cultivos en la Colonia: "Estas berduras de Castilla (coles, lechugas, rábanos, cebollas, y ajos) se dan en esta tierra y provincia especialmente
en Tecamachalco, Cachula e Acatzingo por ser agua gruesa y a ver alguna abundancia" (Solis Robleda, 1985: 108).
Por sus condiciones favorables para la agricultura, en la época de la
Colonia se asentaron muchos españoles campesinos, quienes introdujeron el cultivo del trigo, que llegó a tener una importancia a nivel
regional y nacional, misma que implicó la creación molinos que abastecían gran parte del mercado de la costa del Golfo en los siglos XVII y
XVIII. Actualmente, la calidad de la producción harinera en Tecamachalco es de reconocimiento internacional.
La riqueza de las tierras de Tecamachalco es mencionada también
entre los siglos XVII Y XVIII en las Descripciones económicas regionales
de Nueva España:
El principal fruto y esquilmo de las haciendas de esa jurisdicción consiste en las cosechas de maíz particularmente
en las que llaman de Bal-
cequillo y San Andrés Chalchicomula, de que se proveen los pueblos
inmediatos y de que entra mucho en la alhóndiga de Puebla. También
producen algún trigo y generalmente todas las semillas de frijol, haba, y
demás propias de temperamento templado, de que en la mayor parte
goza el terreno (Florescano y Gil, 1976: 172-173).
CAPfTULO SEIS
239
La abundancia
del agua todavía hace unos 30 años es comentada
por los campesinos de la región:
Antes, la agricultura de temporal era muy bondadosa y había mucha
agua, tanta que nos ganamos el apodo de "salta cañitos". Pero desde que
se secaron los veneros, la situación ha cambiado. Antes se limpiaban los
veneros para que corriera el agua fuertemente y bajara por las calles del
pueblo. Ahora, aunque se ruegue en las misas ya no hay agua. Desde las
misas dominicales se exhorta a la voluntad de Dios para que se apiade de
nosotros, los campesinos, que dependemos del agua de lluvia (Cerón
Martfnez, 1998: comunicación personal).
Sobre el periodo de lluvias, otro campesino comenta:
Antes no había necesidad de regar el campo porque llovía de por sí mucho. Hasta las barrancas que bajaban del cerro llegaban arrastrar animales y dicen que hasta cristianos, pero eso ya no se ve. Antes llovía desde
abril, seguían los meses de mayo, junio, hasta continuar hasta septiembre, por lo que la agricultura de temporal era muy bondadosa
(Pascual
Romero, 1998: comunicación personal).
Hoy, los ríos y veneros que se registran en la documentación histórica y en la historia oral han desaparecido. La irrigación en la región
sigue siendo fundamental, pues a mediados de este siglo se construyó
uno de complejos hidrológicos más importantes del estado de Puebla,
la Presa de Valsequillo, que irriga las tierras de Tecamachalco.
Caza, recolección y pesca. A la llegada de los españoles existía gran
cantidad de tierras despobladas de diversas variedades, en muchos
casos muy fértiles. Estas fueron llamadas por los españoles tierras de
guerra o yaotlalli,lO a las cuales los cronistas las defmían como tierras
que se localizan en las fronteras (Martínez, 1994: 75).
Otras tierras "despobladas" eran las tierras llamadas "de los dioses"
o de los "ídolos", las tierras "baldías",las tierras de "Motecuhzma" y "las
tierras de los valientes hombres de México". Todas fueron consideradas
por los españoles como baldías. Por ejemplo, el valle de Atzompan
224
LOS POPO LOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
Por la diversidad ~e significados que tiene el término de tlahtocayO
en la literatura etnohistórica de la región en el presente trabajo se
usará el de tecalli.
Dentro del señorío se presentaba la existencia de rangos paralelos a
la vez que jerarquizados; es decir, todos los titulares de los tlahtocayo
(tecalli) recibían el título de tlahtoani, pero su posición social y política variaba, bien por razones de conquistas internas, por un someti_
miento forzoso, por un sometimiento voluntario o por la acumulación
de tierras y terrazgueros, efectuada la mayoría de las veces mediante el
despojo.
En otras ocasiones, la presencia de un gobierno múltiple se debía a
la existencia de pueblos que a pesar de haber sido sometidos y colocados bajo el dominio político de la cabecera principal, conservan, dentro del territorio señorial, cierta independencia y autonomía: poseían
"barrios" y "estancias" sujetas, y sus señores gozaban de libertad para
organizar la producción, la recaudación de tributos, así como el servicio personal.
El señorío. Es un espacio territorial bajo el dominio y dependencia de
los señores o tlahtoque. (Martínez, 1984: 14). Algunos autores los llaman "ciudad-estado". Warwick señala que se trata de
un territorio definido con su propio gobierno y con uno o más gobernantes escogidos de un linaje real. El territorio comprende una capital
urbana y sus dependencias rurales. En términos políticos, es importante
el estatus del gobernante o gobernantes y el grado de autonomía que
tenga (Bray, 1972: 164).
Los señoríos constituían las unidades básicas del imperio mexica,
principalmente agrícolas, y sus fronteras territoriales a veces coincidían con fronteras étnicas y se integraban básicamente con la ciudadestado a través del tributo, aspecto que no sólo tenía implicaciones
económicas sino políticas e ideológicas (Broda, 1979: 20-21).
Por su parte, Kirchhoff (1989) señala que los señoríos eran pueblos
compuestos, ya que aun cuando el señorío constituía una unidad política en su interior se contemplaban diversos elementos étnicos. La
CAPÍTULO SEIS
225
pluralidad étnica de los señoríos del centro de Puebla está bastante
documentada. Por ejemplo, Luis Reyes (1988) prueba la existencia de
diversos grupos étnicos en el señorío de Cuauhtinchán. En el caso de
Tecamachalco-Quecholac,
Hildeberto Martínez (1994) dice que éste
estaba constituido por nahuas, olmeca-xicalanca, chochos y principalmente popolocas.
Monjarás-Ruiz (1980: 20-21) argumenta que las "casas nobles" y los
señoríos reproducían la misma forma de organización a diferentes
niveles.
Dentro de los señoríos existían clases, estratos sociales o estamentos
distintos, es decir, tenían diferentes posiciones sociales y derechos a la
tierra. La información escrita existente sobre todo en la región del antiguo señorío de Cuauhtinchán da cuenta del grupo dominante y de
manera incidental del resto de la población sometida, los macehuales.4
Estos estamentos se distinguían principalmente por la posición que
ocupaban dentro de la sociedad local que se define y expresa en las
relaciones de dominio y sujeción derivadas de la apropiación de la tierra y el poder en manos del estamento dominante.
La forma en que los nobles y los macehuales
participan en la producción y los distintos derechos de los individuos a los recursos económicos según la "clase social" y rango a los que pertenecían revela el
tipo de relaciones en el interior de los señoríos. Cada señorío estaba
formado por un conjunto de grupos (tecalli como unidad básica y
cabecera como nivel intermedio) de tamaño variable y estratificado.
Cada uno con su propio tlahtoani, pero subordinados de distintas
maneras a uno de los señores que siendo el de mayor rango regía sobre
los demás (Martínez, 1984: 25). Cada "casa señorial", de acuerdo con su
jerarquía y cantidad de tierra bajo el control del tlahtoani, tenía un
número determinado de macehuales tributarios de los que dependía
su riqueza.
Recientemente se ha mencionado la posibilidad de que Tecamachalco y Quecholac formaran un solo señorío, pues nunca, ni aun en la
primera parte de Colonia, se especificaron sus fronteras, por ello es
que en el presente trabajo considero que efectivamente se trataba de
uno solo. Los antecedentes históricos de ambos están en el mismo
linaje, es decir, los tlahtoanis que los fundaron eran parientes (padre e
226
LOS POPOLOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
hijo) yen document?s de la época colonial se mencionan como gobernados por el mismo señor. Los Anales de Tecamachalco narran que a
principios de la Colonia eran considerados como un solo señorío: "y
entonces decretó las ordenanzas del 'señorío' altepetl; allí propuso
todas las leyes para ser un solo 'señorío' altepetl: Tecamachalco y
Quecholac" (1992: 38).
En la Relación de Tepeaca de 1580 (Acuña, 1984) se dice que Tecamachalco tenía veintinueve pueblos sujetos y Quecholac treinta y cuatro. Los territorios de ambos no eran continuos sino, como antes se
mencionó, estaban entremezclados. El territorio del señorío de Tecamachalco-Quecholac
superaba los 4000 kilómetros cuadrados y comprendía aproximadamente más de veinte municipios del actual estado
de Puebla y otros pocos del estado de Veracruz (Martínez, op. cit.: 11).
El tecalli. Es la base de la estructura social del señorío y núcleo social
básico de la organización económica y político-administrativa.
El tecallj5 es una entidad que depende de un señor6 y comprende tierras de
la casa con sus dependientes (son los hijos del señor y recibían el nombre de pipiltin colectivamente y en singular el de pilli; también se les
nombra principales) y el título de su señor. Funciona como una unidad
corporativa en el sistema económico-político y tiene un carácter autónomo. Esta autonomía se basa en la adscripción de los macehuales
y la posesión de las tierras de manera separada entre los diversos teca!lis (Carrasco, 1976: 21). Cada tecalli tenía independencia interna, bajo
la dirección del tlahtoani, rector de cada casa señorial; los pillis compartían con él la responsabilidad de organizar las actividades administrativas más generales del tecalli.
La formación y autonomía de las "casas señoriales" estaba estrechamente relacionada con la posesión y las formas de transmisión de
la tierra ya fuera dote, donación o herencia, así como con las relaciones matrimoniales, ya sea entre miembros de distintas parcialidades o
pertenecientes a una misma casa señorial (Martínez, 1984: 69).
Es en el tecalli donde se expresan y definen los derechos de los distintos grupos a la tierra yen donde las relaciones sociales adquieren
significado, pues a través del teca!li se ejercía el control de las tierras y
tributarios del señorío y mediante él se organizaban la producción, el
CAPÍTULO SEIS 227
gobierno local, el servicio personal obligatorio y la recaudación
tributos (lbid.: 185).
de los
El tecalli estaba internamente estratificado de la siguiente manera:
teuctli (autoridad suprema), pillis (nobles) y macehuales (los campesinos y gente común). que podían ser parientes remotos o sin ninguna
conexión. Por su composición, el análisis de tecalli ha sido fundamental para entender el sistema de estratificación en la sociedad prehispáni ca y fundamentalmente
en la región del centro de Puebla, ya que en
el interior de éste existe una distribución desigual de los recursos derechos y obligaciones que se polarizan entre los estratos existentes: pillis
y macehuales (Carrasco, 1976: 26).
Los tecallis no eran iguales sino que estaban jerarquizados dependiendo de su tamaño y principalmente por la cantidad de gente y tierras que cada uno controlaba. Entre ellos se elegía al titular o titulares
del conjunto del señorío, tomando en cuenta el poder del tecalli. El poder de los tecallis consistía en el control de un buen número de macehuales más que en la acumulación de tierra. De esta manera, el control
sobre la fuerza de trabajo era el mecanismo determinante en la organización social. Sin embargo, el control del poder político y económico de los señores dependía del control que tuvieran sobre el binomio
macehual- tierra.
Los pipiltin del teca!li formaban un linaje. Este aspecto es una de las
diferencias principales entre los macehuales y ellos, ya que es precisamente dentro de la nobleza donde se puede hablar de grupos corporativos de ascendencia común. Dicho proceso aseguraba el control de la
sociedad en manos de una élite a través de la sucesión del poder entre
parientes.
Un linaje podía comprender varias "casas nobles" o varios teteuctin,
cada uno con su título y sus posesiones separadas. Un linaje podía
controlar varios títulos, cada uno con sus tierras y sujetos (Carrasco,
la agná1976: 27). Dentro de las reglas de descendencia predominaba
tica y patrilineal. Sin embargo, la transmisión de títulos y la pertenencia a una tecalli también se podía adquirir por vía femenina, exclusiva
en ciertos casos, y en otros se prefería el casamiento agnático que
transmitiera la misma filiación a partir de ambos padres. El cargo de
teutli, "señor", no era hereditario sino que los miembros del tecalli lo
228
LOS POPOLOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
elegían y el tlahtoani lo confirmaba. En el señorío de Tecamachalco_
Quecholac el linaje que le dio origen está bien documentado y su
importancia, como ya se ha visto, rebasó el ámbito regional.
Las cabeceras. En la documentación colonial recibe varias acepciones:
tlatohcayo, parcialidad, parte, barrio, señor, lugar y otros. Entre el
señorío como conjunto de teca!lis y el tecalli como unidad, había un
nivel de integración intermedio que se formaba como consecuencia
de la agrupación de varios tecallis en donde existían vínculos de
parentesco (pues un linaje podía tener varias "casas nobles"). Éstos
formaban una cabecera y el conjunto de estas últimas formaban un
señorío. La jurisdicción y capacidad administrativa de las cabeceras se
precisaban y definían en razón del territorio ocupado por los tecallis
en su conjunto y en virtud del número de tributarios terrazgueros bajo
el dominio de ellos. Así, cada cabecera variaba en importancia según
la cantidad y el número de gente que controlaba.
Se menciona que el señorío de Tecamachalco estaba constituido
por cuatro partes y cuatro principales: "Está partido en quatro partes y
en quatro principales, que se dicen don Pedro Hernández y don Baltasar y don Joan y don Felipe ..... (S. De V. 1905: 201).
Para el caso de Quecholac se señalan dos partes: "Este pueblo (de
Quecholac) está dividido en dos partes: la parte que sirve a Gonzalo
Rodríguez tiene un principal que se dice Don Joan y son 14 barrios."
"La otra parte que sirve a Pedro de Villa Nueva dize el principal don
Diego: son diez y seis barrios (lbid.: 63-64)."
El territorio propiedad de los tlatocayo no era continuo; a veces
existían tierras de otros señores. Por ejemplo, dentro del territorio de
Tecamachalco-Quecholac
existían tierras de señores de Cuauhtinchán
y Tepeaca, en el interior mismo del señorío las propiedades de los
señores se encontraban entremezcladas y los pueblos sujetos a veces
eran compartidos por ambos. Los tecpan tampoco formaban unidades
continuas, por lo que el funcionamiento del señorío se basaba más en
una organización político-administrativa
que político territorial (Salís
Robleda, 1985: 44).
CAPÍTULO SEIS 229
ESTRATIFICACIÓN SOCIAL
El tlahtoani y los pillis. El cargo de teutli no era hereditario, los miembros del tecalli lo elegían y el tlahtoani lo confirmaba. La elección se
realizaba dentro del linaje. Uno de los aspectos más importantes que
intervenían en la elección era la distinción en las hazañas de guerra y
otros servicios a favor de los señoríos. A cada título correspondía un
tipo de tierra. Tlatocatlalli o tlatocamilli para el tlahtoani y tecuhtlalli
para los tecuhtli (Martínez, 1994: 180-181). El linaje podía comprender
varias casas nobles o varios teteuctin, cada uno con su título y sus
posesiones separadas. Un linaje podía controlar varios títulos, cada
uno con sus tierras y sujetos.
A partir de l398, después de la conquista tlatelolca en la región, los
títulos se redistribuyeron. El cargo de centlahtoani pasó a manos de la
parcialidad de los popoloca. Éstos afianzaron el poder a través del
apoyo de los mexicas y de la expropiación, "convenios" y asesinatos.
Esta situación se da entre 1468 y 1519.
A los tlahtoanis de los teca!li se le denominaba tlahtoque ueuetque
y a sus parientes se les llamaba pillis, pipiltin, tlazopipiltin, itahuan o
ipilouan (Reyes García, 1988: 121).
La sucesión del cargo de tlahtoani en las primeras épocas de la dinastÍa de XIII Quiahitl, fundadores del señorío de Tecamachalco-Quecholac, al parecer era colateral, pues no hay datos claros de que Ce
Olitzin haya sido su hijo. La mayoría de la información histórica menciona que era su "pariente", pues la correlación de fechas indica que no
pudo ser su descendiente directo. Una vez consolidada la dinastía y su
poderío la sucesión fue lineal, es decir, que pasaba de padre a hijo,
aunque no siempre se trató del primogénito. Esto continuó hasta la llegada de los españoles al área en 1520.
Los macehuales. Formaban el grupo de la gente trabajadora. Se encontraban organizados en unidades vigesimales de tributación y de
trabajo a cargo de los mandones y constituían la base de la estructura
interna de las casas señoriales. Estos grupos no tenían tierras y estaban
sujetos a las de sus señores. La posición social, económica y política de
los tlahtoque y sus pillis se sustentaba en lo fundamental en el trabajo
230
LOS POPOLOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
yen el tributo que,recibían de sus terrazgueros y el número de ellos
dependía en cierto modo de la cantidad de tierras bajo el dominio de
los tecallis.
Macehual es una categoría social, refleja ante todo situaciones de
subordinación asociadas a posiciones sociales y políticas de dependencia plena, determinadas rígidamente por la carencia de medios de
producción propios (Reyes, 1988: 162).
El concepto de macehual7 define a un grupo social económica y
políticamente sometido cuyo acceso a las tierras está condicionado a
la paga de tributos y a prestaciones en trabajo agrícola y servicios personales. Las donaciones de tierras y tributarios nunca son asignaciones desarticuladas sino conjuntos definidos de macehuales a cargo de
un mandón (centecpanpixqui, tequitlato o macuiltepanpixqui).
La unidad organizada no es el barrio como unidad territorial sino
un grupo de casas, por lo regular ordenadas en veintenas. La organización por veintenas parece haber sido característica de los señoríos
mesoamericanos.
A un mandón de cinco veintenas se le llamaba
macultecpantli y tenía autoridad sobre los calpixque. El conjunto de
"barrios" así considerados, dependientes de un "señor" y sus pillis,
constituye la unidad social de producción, independientemente
de la
distancia que separe a un barrio de otro y de la convivencia de macehuales sujetos a distintos señores dentro de una misma área residencial (lbid.: 107).
La principal actividad de los macehuales era la del trabajo en el
campo (la agricultura). Las tierras que cultivaban para el "señor" se hallaban juntas en "barrios" y se beneficiaban colectivamente y no individualmente (lbid.: 98).
Los macehuales también se dedicaban a múltiples actividades fuera de la siembra del maíz. Una de las más generalizadas era el cultivo
del nopal de grana y de maguey y siembra de mucho guatle y chile, así
como la recolección de tequezquite, quelites y tule para hacer esteras.
Otras actividades obligatorias de los macehuales (hombres) era la
de construir y reparar la casa o casas de los señores; este trabajo era
anual y a veces cuando era necesario realizar trabajo doméstico en el
tecalli (dotación de leña, agua, molienda, etcétera). A este tipo de servicio a mediados del siglo XVI se le denominaba tlapia (tlapializtli) y
CAPÍTULO SEIS
231
tenían que entregar un conjunto de veinte hombres cuatro veces al
año tributo en especie, que consistía en una gallina y cien granos de
cacao (Martínez, 1984: 98-99).
Los tributarios labradores tenían que generar lo necesario para la
alimentación y parte de la vivienda y vestido de las casas s~ñoriales.
Cada casa de macehual tenía que estar constituida por un matrimonio
por lo menos para contribuir con el trabajo. Dentro del grupo de los
macehuales se encontraban también los artesanos y mercaderes, algunos de estos también estaban obligados a cultivar tierras para el
"señor". El término de macehual era usado en diferentes circunstancias.
A veces enfatizaba situaciones de sujeción, especialmente política, y se
aplicaba en general a los tlahtoque de señoríos o grupos sometidos por
conquista o por cualquier otra vía, incluyendo la pacífica (lbid.: 162).
También era aplicado a los nobles bajo situaciones de dependencia.
El tlahtoani se convierte en macehual sólo bajo el dominio de otro
tlahtoani, pero esta nueva situación no significa la pérdida de su condición de noble -con los privilegios locales o de grupo asociados a
ella- ni el rango de tlahtoani frente a sus propios macehuales dependientes (lbid.:163).
Los calpixque. Se ocupaban de lo relacionado con la recaudación del
tributo; los tequitlhtoque, de lo relacionado con el servicio personal.
Organizaban también el trabajo agrícola, el servicio personal doméstico al tlahtoani, cuidaban la tierra y los terrazgueros y llevaban el registro de tributos (Martínez, 1984: 104-105). Los macuiltecpanpixque
y
tequitlahtoque recibían un entrenamiento especial como lo sugiere el
hecho de tener que "registrar" el tributo y sus tributarios. Parece que
este tipo de cargos estaban destinados a ancianos (lbid.: 108).
Mercaderes, artesanos y cazadores. Eran tributarios, pero no labraban
la tierra salvo en algunas excepciones. El mayor número de estos grupos se concentraba en los tlatocayo. En Tecamachalco en el siglo XVI
existían, por ejemplo, escribanos, mercaderes, alfareros, tejedoras,
cazadores, carpinteros, curtidores de pieles, etcétera. Pagaban su tributo en productos de su oficio y/o en cacao, usado como moneda,
cada semana, cada ochenta días, dos o tres veces al año. Los cazadores
232
LOS POPOLOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
tributaban cada s~mana y en forma exclusiva piezas de caza; dos conejos o codornices o, en su caso, un venado. Este tributo lo pagaba Un
grupo de siete cazadores que anualmente estaba obligado a entregar
104 codornices o conejos o cincuenta y dos venados (lbid.: 117).
Había diferenciación social dentro de cada grupo de especialistas.
Es probable que estuvieran agrupados también en veintenas y residiendo en "barrios" separados según la especialidad. Los mercaderes
se asentaban en tierras propiedad de los tecallis y con el compromiso
de pagar terrazgo. Muchos mercaderes pertenecían a diferentes grupos étnicos procedentes del valle de México. Un buen número de ellos
se estableció en Acatzingo (lbid.: 121). Los artesanos y mercaderes formaban un grupo privilegiado, bajo la dependencia de los tlahtoque,
por lo que se puede decir que los pillis obtenían el mayor beneficio de
los agricultores, quienes tanto individual como colectivamente sufrían
el peso de la sujeción.
La relación entre los diversos grupos sociales. El arraigo a la tierra y la
sumisión a su señor estaban condicionados al tratamiento que de él
recibían los macehuales tributarios. Un exceso en el tributo o el trabajo o la falta de atención a problemas sociales que afectaban su existencia cotidiana podría dar lugar a migraciones masivas (lbid.: 112). En el
señorío los factores polares de las relaciones sociales están representadas por las "clases" sociales en pugna; los pillis, detentares del poder y
la tierra, y los macehuales, campesinos tributarios (lbid.: 162).
Sin embargo, la sumisión de los macehuales en algunos casos se
debía también a factores ideológicos y religiosos. Los datos históricos
indican, en el caso de Tecamachalco-Quecholac, que la población ni
aun en tiempos difíciles y de guerra dejaba a sus gobernantes; por el
contrario, los seguía a su nueva morada. Esto se refleja, por ejemplo,
cuando la cabecera del señorío se trasladó a la serranía, la población
sufrió hambres y no tenía tierra, pero siguieron a su "señor" allá a
Hecateopan: "Durante tres años nada se produjo alimentos ... el hambre se hizo espantosa. El mismo año Quetzalehcatzin dio la tierra a
nuestros padres" (Anales de Tecamachalco, 1992: 21).
La relación entre los diferentes sectores en el interior de los señoríos debe explicarse, en mi opinión, no sólo a partir de los factores ecO-
CAPÍTULO SEIS
233
nómicos y sociales sino también a partir de los religiosos, ideológicos
y simbólicos, que son aquellos que determinan en gran medida aspectos fundamentales de la cohesión de un grupo.
COMPOSICIÓN
ÉTNICA
Los señoríos de la región tenían una composición multiétnica y Tecamachalco-Quecholac no era la excepción. La arqueología, la lingüística y la etnohistoria han aportado datos que señalan que los pobladores
más antiguos de la zona fueron los popolocas y que éstos, por las
migraciones y conquistas de otros grupos mesoamericanos, vieron
invadido su territorio. La llegada de diversos grupos de habla náhuatl
fue la que más cambios significativos causó. Pero en el caso específico
de Tecamachalco-Quecholac también fue significativa la presencia de
otros grupos del sur de la región popoloca, los mixteco-popoloca de
Coixtlahuaca, que fundan el señorío en el siglo XlI.
Los documentos históricos mencionan que en el territorio habitaban otros grupos que posiblemente habían llegado en el periodo de
crisis de Teotihuacán. Estos grupos permanecieron hasta el siglo XlI y
fueron los tlacuilolteca y los olmeca-xicalanca cuyos principales poblados se encontraban al oriente de Tecamachalco; los tochtepehua, al
sureste. Los olmeca ocupaban un lugar conocido como Xaltepec Uetzomaloyo Yyacac que probablemente corresponde al cerro de Xaltepec, cerca del pueblo de San Miguel Xaltepec y otro sitio llamado
Xicalanco (que a mediados del siglo XVIse denominaba San Agustín),
hoy Palmar de Bravo. Muy cerca estaban los tlacuiloteca en la serranía
llamada Cuezcomatl Yyacac en las proximidades del lugar hoy llamado
Cosco maya, muy cerca de Palmarito Tochapan (deformaciones del original Cuezcomatl Yyacac). pertenecientes al municipio de Quecholac.
Los tochtepehua del cerro de Tochtepec vieron invadido su territorio
por la llegada de los tolteca-chichimeca con los que mantuvieron
constantes guerras, hasta ver culminada su conquista. Poco tiempo
después llegaron los popolocas de Coixtlahuaca y fundaron el señorío
de Tecamachalco. Asimismo, impulsaron desde aquí su poderío en el
siglo xv, hasta 1520, como grupo hegemónico. Con esto la zona norte
234
LOS POPOLOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
de la región popoloc;a vio nacer nuevos poblados y otros cobraron
impulso como Tlacotepec, Ehecateopan, Huitzcolotla, Tecamachalco_
Quecholac y probablemente Tepanco (Martínez, 1994: 173).
Los popolocas de Tecamachalco mantuvieron buenas relaciones
con el poder central en el valle de México; primero con Tlatelolco y
después con Tenochtitlán, lo que indica la presencia de nahuas en el
territorio.
En 1650 había población de habla náhuatl, otomí y quizás pequeños grupos de chichimecas (lbid.:ll). De esta manera, se puede decir
que los grupos étnicos que habitaban el señorío eran diversos, entre
los que destacan los olmeca-xicalanca, los popolocas, los nahuas y los
otomíes. Los Anales de Tecamachalco indican que la población mayoritaria era popoloca: "...En este año de mil quinientos cuarenta y dos
vino Fray Cimplo; vino a constituirse en presidente con Fray Francisco
de las Navas. Entonces bautizaron a todos los popoloca." (Anales de
Tecamachalco, 1992: 27)
El 30 de marzo, en la Pascua de Resurrección, murió fray Pedro de
Alboro, quien fue guardián de Quecholac, de la parte de los popoloca
(lbid.: 1992: 80).
Parece que la misma composición multiétnica posibilitó que por lo
menos la nobleza hablara varias lenguas, principalmente el popoloca
y el náhuatl.
En el siglo XVI existían diversos pueblos popolocas como Xochitlán
de Todos Santos, San Marcos Tlacoyalco, San Luis Temalacayuca, San
Lucas, etcétera.8 A principios de siglo xx, en 1905, Nicolás León (1991:
6) reportó la presencia de hablantes del popal oca en Tecamachalco,9 a
quienes incluyó dentro de la familia zoqueana. Actualmente, las comunidades popolocas más cercanas a Tecamachalco se ubican muy
cerca de Tlacotepec de Juárez donde también existen poblaciones
nahuas como Santa María la Alta.
ECONOMÍA
Tenencia de la tierra. La tierra no era propiedad de las comunidades
sino de los nobles. Los pillis formaban "casas señoriales" o tecallis,
CAPÍTULO SEIS 235
constituidas por un grupo de parientes nobles (linajes) que la dirigían
y administraban y un grupo numeroso de macehuales dependientes
quienes trabajaban las tierras y realizaban otras actividades para el
sostenimiento de estas casas.
Los pillis, encabezados por un tlahtoani o señor, tenían la propiedad de la tierra de manera corporada, y lo más característico del sistema era que las tierras propiedad de los teca!lis no conformaban
unidades territoriales contiguas, sino más bien eran un gran número
de parcelas dispersas, separadas a veces por varios kilómetros de distancia y se dividía en tierras de cultivo, tierras de reserva, áreas de
monte y áreas de bosque (Martínez, 1984: 220-221).
Las propiedades de los señores y de los pillis comprendían tierras
de cultivo, tierras en recuperación o barbecho, tierras de bosque y de
reserva (Martínez, op. cit.: 74).
Las tierras eran cultivadas por los macehuales terrazgueros. Reyes
señala que existían cuatro tipos de tierra:
a) las patrimoniales
o neixcauilaxca,
b) las del señorío o tlahtocacuemitl,
c) las de los pillis o couacuemitl-pilcuemtl y
d) las de las mujeres teuhctli o teuhcciuacuemitl
Estos distintos tipos de tierra señalan diferencias en los derechos y
condiciones con que se usufructuaba la tierra, pero no afectaba la concepción de propiedad corporada de la tierra por parte del grupo noble
del tecpan como unidad (Reyes, 1988: 122).
(1988)
La agricultura. Es muy frecuente que hoy en día se mencione que el
área donde habitaron los popal ocas es una zona geográfica muy pobre
con suelos poco fértiles y escasos recursos hidrológicos; sin embargo,
en la época prehispánica las condiciones climáticas e hidrológicas fueron otras. Las crónicas y las relaciones geográficas que se refieren a la
región registran que tuvo importantes recursos hidrológicos y valles
muy fértiles. Señoríos popolocas como Tehuacán, Cuthá y Tecamachalco-Quecholac
desarrollaron técnicas de irrigación importantes
como, presas, canales, diques y acueductos.
El área donde se ubicó el antiguo señorío de Tecamachalco-Quecholac fue muy rica en recursos hidrológicos (ríos. lagunas y manan-
236
LOS POPO LOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
tiales). Cerca de estos lugares fue donde fueron edificadas las poblaciones.
Investigaciones realizadas por el Proyecto Arqueológico Tepeaca_
Acatzingo de la Universidad de Pensilvania (1995) indican que la mayor concentración de sitios arqueológicos en el norte de la región
popoloca se ubicaba cerca de Tepeaca-Cuauhtinchán debido a que en
esa zona existían más recursos hidrológicos que en el valle de Tecamachalco-Quecholac. Sin embargo, esto se afirma con el estudio de
una parte mínima (una porción del lado oeste) del territorio ocupado
por dicho señorío, faltando por investigar la mayor parte del área ocupada por los popolocas de Tecamachalco. A diferencia de lo propuesto
por el mencionado proyecto, considero que el área contaba con importantes recursos de agua, así como tierras fértiles, situación que ocasionó que los asentimientos se construyeran en los cerros y los valles
se dejaron libres para la agricultura.
La riqueza agrícola del área es mencionada desde los inicios de la
conquista. Bernal Díaz del Castillo (1980: 268-269) se refiere así de poblaciones como Tecamachalco y Quecholac:
CAPÍTULO SEIS
237
teriza por la abundancia de manantiales. De éstos se hace referencia
en documentos del siglo XVII:
En el Salado de Tecamachalco [...J en cuya caballería de tierra están unos
ojos de agua que de consentimiento
del otorgante y a su persuasión a
alegrado el su uso dicho para sacar y conducir y llevar el agua de ellos a
su hacienda de labor nombrada Tlacomulco [...J le hace gracia [...J de la
dicha caballería de tierra y ojos de agua que están en ella (Martínez,
1994: 166).
y en los lugares donde el agua carecía se construían sistemas de
almacenamiento comunes en la región. En una merced del año 1607
(AGNM,vol. 24-25, fojas 512v-513v. México, junio 23 de 1607) que cita
Martínez (1992: 176) se indica la presencia de jagüeyes:
En términos [...J de Tecamachalco y Quecholac, pasando una barranca
grande, junto a un jagüei, desde donde se ve la población que solía ser de
Santo Tomás ... Ypor la contradicción que a ella hicieron los indios de los
dichos pueblos de Santo Tomás y San Simón por lo que toca a unos
Las tierras a donde íbamos eran muy pobladas y bien bastecidas de maíz
y gallinas y de la tierra.
Nos fuimos al pueblo de Tepeaca, a donde se fundó una villa de Segura de la Frontera porque estaba en el camino de la Villa Rica y en una
jagüeyes y tierras de los dichos pueblos (que se hizo merced) [...J con
cargo y condición que guarde a los dichos indios de los dichos pueblos
de Santo Tomás y San Simón y San Mateo sus tierras que cultivan y
labran, y los jagüeyes todos que cada pueblo tiene.
buena comarca de buenos pueblos sujetos a México y había mucho maíz.
El valle de Atzompan (que pertenecía al señorío de TecamachalcoQuecholac). por ejemplo, contaba con lagunas de Aixoxouhcan y Tecuitlapa, en el sur, y las de Aztecac, Alchichica, Tlachac (o las minas) y
Quecholac (Santa Cruz). en el resto del territorio. Además de las lagunas, la abundancia de pastos, bosques y yerbales se menciona con frecuencia en los escritos de la época; manantiales y arroyos, comunes
sobre todo en las estribaciones del Poyauhtecatl y el Napatecuhtli y los
"muchos salados" y "aguas salobres" que caracterizan los llanos, hacían de esta zona un lugar propicio para la agricultura (Martínez, 1994:
151). En los Anales de Tecamachalco (1992: 74) se menciona la presencia de un río en este lugar llamado Blanco Atlizac. La región se carac-
El señorío popoloca de Tecamachalco-Quecholac
se dedicaba
fundamentalmente a la producción agrícola; se cultivaba principalmente el maíz, frijol, chile y algodón. La producción de estos productos era abundante y se apoyaba considerablemente en la irrigación. En
sitios como el Cuauhtepec se han encontrado indicios de un complejo
sistema hidráulico que contaba con canales, terrazas y depósitos de
agua para almacenar el agua de lluvia. Aprovechando la pendiente del
terreno se construyeron varios arroyos que conectaban dos grandes
barrancas en donde se ubicaban terrazas de cultivo. En medio de los
arroyos es donde se encontraba la mayor concentración de estructuras, lo que indica que el agua también era aprovechada para fines
domésticos (Wals y Fernández, 1983: 18-19).
238
LOS POPOLOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
El desarrollo de la agricultura no sólo implicó el desarrollo de la irrigación sino el conocimiento del medio ambiente. Seguramente los popolacas distinguían las tierras aptas para labores agrícolas, pues en la
actualidad uno de los suelos más ricos y apropiados para la agricultu_
ra en el municipio de Tecamachalco se encuentra en la cima del cerro
de Techachales, el Cuauhtepec.
En el sitio arqueológico de Tecamachalco también se observa Un
sistema de terrazas y canales que aprovechaba el agua de los manantiales y de lluvia. El sitio se halla en medio de dos grandes barrancas
formadas por las corrientes de los manantiales de la Sierra del Monumento y de las lluvias, lo que hacía que las orillas mantuvieran buena
humedad, donde se ubicaban la mayoría de las terrazas.
La riqueza de las tierras es mencionada en la Relación de Tepeaca
(Acuña, 1984), donde se señalaba lo favorable de éstas para los nuevos
cultivos en la Colonia: "Estas berduras de Castilla (coles, lechugas, rábanos, cebollas, y ajos) se dan en esta tierra y provincia especialmente
en Tecamachalco, Cachula e Acatzingo por ser agua gruesa y a ver alguna abundancia" (Solis Robleda, 1985: 108).
Por sus condiciones favorables para la agricultura, en la época de la
Colonia se asentaron muchos españoles campesinos, quienes introdujeron el cultivo del trigo, que llegó a tener una importancia a nivel
regional y nacional, misma que implicó la creación molinos que abastecían gran parte del mercado de la costa del Golfo en los siglos XVII Y
XVIII. Actualmente, la calidad de la producción harinera en Tecamachalco es de reconocimiento internacional.
La riqueza de las tierras de Tecamachalco es mencionada también
entre los siglos XVII Y XVIII en las Descripciones económicas regionales
de Nueva España:
El principal fruto y esquilmo de las haciendas de esa jurisdicción consiste en las cosechas de maíz particularmente
en las que llaman de Bal·
cequillo y San Andrés Chalchicomula, de que se proveen los pueblos
inmediatos y de que entra mucho en la alhóndiga de Puebla. También
producen algún trigo y generalmente todas las semillas de frijol, haba, y
demás propias de temperamento
templado, de que en la mayor parte
goza el terreno (Florescano y Gil, 1976: 172-173).
CAPfTULO SEIS 239
La abundancia del agua todavía hace unos 30 años es comentada
por los campesinos de la región:
Antes, la agricultura de temporal era muy bondadosa y había mucha
agua, tanta que nos ganamos el apodo de "salta cañitos". Pero desde que
se secaron los veneros, la situación ha cambiado. Antes se limpiaban los
veneros para que corriera el agua fuertemente y bajara por las calles del
pueblo. Ahora, aunque se ruegue en las misas ya no hay agua. Desde las
misas dominicales se exhorta a la voluntad de Dios para que se apiade de
nosotros, los campesinos, que dependemos del agua de lluvia (Cerón
Martfnez, 1998: comunicación personal).
Sobre el periodo de lluvias, otro campesino comenta:
Antes no había necesidad de regar el campo porque llovía de por sí mucho. Hasta las barrancas que bajaban del cerro llegaban arrastrar animales y dicen que hasta cristianos, pero eso ya no se ve. Antes llovía desde
abril, seguían los meses de mayo, junio, hasta continuar hasta septiembre, por lo que la agricultura de temporal era muy bondadosa
(Pascual
Romero, 1998: comunicación personal).
Hoy, los ríos y veneros que se registran en la documentación histórica y en la historia oral han desaparecido. La irrigación en la región
sigue siendo fundamental, pues a mediados de este siglo se construyó
uno de complejos hidrológicos más importantes del estado de Puebla,
la Presa de Valsequillo, que irriga las tierras de Tecamacha1co.
Caza, recolección y pesca. A la llegada de los españoles existía gran
cantidad de tierras despobladas de diversas variedades, en muchos
casos muy fértiles. Estas fueron llamadas por los españoles tierras de
guerra o yaotlalli,lO a las cuales los cronistas las definían como tierras
que se localizan en las fronteras (Martínez, 1994: 75).
Otras tierras "despobladas" eran las tierras llamadas "de los dioses"
o de los "ídolos",las tierras "baldías", las tierras de "Motecuhzma" y "las
tierras de los valientes hombres de México". Todas fueron consideradas
por los españoles como baldías. Por ejemplo, el valle de Atzompan
240
LOS POPO LOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
recibe el nombre del manantial que nace en el actual municipio de San
José Chiapa, al sur del pueblo de Cuapiaxtla. Se extendía desde la que
fue la Venta de Pinar, lugar hoy conocido como la Venta en el estado de
Tlaxcala (al norte del poblado de Acajete, Puebla), hasta La Venta de
Pero te. Tenía una superficie de aproximadamente 3000 kilómetros y
fueron consideradas por los españoles como tierras "baldías" "la de
San Jerónimo, que es en la halda de la Sierra Nevada, junto a
Quezalapa, que es en las sierras o cordillera del despoblado de Perote"
(Martínez, 1994: 173).
También fueron denominadas así las tierras localizadas a lo largo de
linderos entre Tlaxcala y Tecamachalco, en especial donde se hallaba la
Venta de Cáceres y las tierras entre Tecamachalco y Xalatzingo en la
parte de los llanos de Perote. Se incluía el territorio de Nopalucan.
El valle de Atzompan (que pertenecía en su mayoría al señorío de
Tecamachalco) no tenía tierras cultivadas, ni se vivía en ellas y a éstas
se le denominaba "silvestres" (Ibid.: 75-79).
Muñoz Camargo se refería así del valle de Atzompan:
...y el primer poblador del valle de Atzompan fue Diego Muñoz (...) porque muchos años después de la conquista esta tierra, se tuvieron estos
llanos inútiles y sin provecho, porque en ellos había muchas animalias
fieras de lobos, leones, pardos y adives, y gran cantidad de víboras ponzoñosas y culebras, y muchedumbre
de venados, ciervos, corzos, y
gamos que llamaban "venados berrendos", en tanto número, que parecían grandes manadas y ovejas... Había tantas liebres berrendas y de
tanta ligereza, que no había galgos que las pudiesen alcanzar, aunque el
día de hoy hay tanta poca caza des tos animales, que todo se ha menos-
CAPÍTULO SEIS
241
desaparición ni la importancia que tenía y tiene la caza y la recolección
para los pobladores campesinos, ya que ésta permitía la obtención de
alimentos y materias primas que la agricultura no podía proporcionar,
como es la carne (se cazaban animales como el conejo, las tuzas y el
venado, principalmente) y gran variedad de insectos. Dentro de las
materias primas destaca la obtención de leña y plantas para jabón y
medicinas. Algunos campesinos de la región comentan que hace aproximadamente 30 años en las pequeñas lagunas que se formaban en los
"veneros" del Salado se pescaba gran cantidad de peces y ajolotes.
Sin duda, estas actividades fueron fundamentales para la subsistencia y economía de los pueblos prehispánicos (Ibid.: 80), pues el
desarrollo de la agricultura no implicó la desaparición de estas actividades que complementaban la dieta de los pueblos, pues era una
forma de obtener alimentos y materias primas que la agricultura no
podía otorgarles.
Fundamentalmente, la pesca se realizaba en lagunas cercanas a
Tecamachalco-Quecholac, como la de Techachatec (Martínez, 1994:
174). Se han podido localizar siete lagunas dentro del señorío de Tecamachalco-Quecholac: la de Alchichica, en el norte del territorio; un
poco más al sur de ésta se localizan las Minas y Santa Cruz Quecholac,
entre Alchichica y el pueblo de Zacatepc. Junto a la Sierra de las Derrumbadas se halla la laguna de Atezac; entre los pueblos de Zacatepec
y el Carmen se encuentra la de Tolantzinco; al sur del señorío se ubican las lagunas de Alxoxouhcan y Tecuitlapa, junto a los pueblos de
San Jerónimo Aljojuca y San Miguel Tecuitlapa y El Salado (laguna que
sólo se forma en la temporada de lluvias) muy cerca de Tecamachalco.
Agustín Vetancurt señalaba:
cabado con la nueva poblazón que los españoles han hecho, que todo lo
han asolado; y en lugar de stas animalías fieras, se han poblado estancias
En los llanos de Perote están cinco lagunas que llaman de Thichac y
de ovejas (Acuña, 1984, Tlaxcala i: 87-88).
Atlchichica que algunos quieren que hayan sido en otros tiempos volcanes que se hundieron, y quedaron de ellos estas lagunas formadas a
Estas tierras que los españoles llamaron "baldías", por no existir
comunidades, estaban destinadas a la recolección y a la caza y pesca,
pues proporcionaban gran cantidad de recursos naturales a las poblaciones indígenas. La agricultura, sin duda, era la base de subsistencia
más importante de los pueblos de la región, pero ésta nunca motivó la
modo de calderas; son de agua salobre y muy claras y baja apartadas
unas otras a dos y tres leguas; cría un pescado menudo y blanco que llaman pexerey, no tienen corrientes que le entren porque están en unos
altos secos y llanos; crecen y menguan como mar ... En la misma cordillera al pie de la Sierra Nevada, camino de Maltrata, seis leguas de estas
242
LOS POPOLOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
CAPÍTULO SEIS 243
lagunas está la de Atlxoxouhcan, que quiere decir agua verde; es de ancho como tiro de escopeta y de largo un cuarto de legua; los bordos están
indican que el ganado menor destruía las milpas y los tunales en los
pueblos de Nopaluca, Tecamachalco, Quecholac y Tepeaca.
altos de terraplén; es agua dulce y de ella beben los pueblos circunveci_
nos y más abajo los ganados, porque aunque está tan profunda derrama
por una punta, adonde pueden llegar los ganados; es de la jurisdicción
de Quecholac (Martínez, 1994: 175).
Bernardino Felipe, indio natural vecino de Tecamachalco, vende a Bartolomé Bravo unas tierras ... en el pago y barrio de Tlamapa [...[ de las cuales dichas tierras no han tenido ni tienen aprovechamiento
por ser
estériles y no poderlas beneficiar y están en parte donde todos los gana-
Esta cita da cuenta de la importancia que tuvo la pesca para los
pobladores del área, la cual constituyó otra forma de complementar su
dieta. En la documentación del siglo XVI se describe la forma en que se
pescaba "entre las Ventas de Cáceres y Perote [...] en un despoblado, en
una laguna que en él se hace se llama Techachatepec, que está en el término de los pueblos de Quechula y Tecamachalco" (AGNM, vol. 1, Exp.
263, foja 125 r. Agosto 3 de 1542, citado por Martínez, 1994: 175), donde
dos que entran en el dicho Salado se vuelven a pastar y pasar por las
dichas tierras, (lo cual es) que inconveniente tan grande que no las puede defender, cultivar ni beneficiar [...J con su procedido pagan muchos
pesos de oro que debe de reales tributos (lbid.: 184).
Hoy, la deforestación y caza excesiva han ocasionado la pérdida de
la flora y la fauna original. Los conejos y venados ya no se ven y los ojos
de agua, ríos y lagunas se están secando y es escasa la pesca.
los otros pececillos muy pequeños, como el dedo meñique, son conocidos ahora como charales, que entre los grupos nahuas se conocían con
los nombres de potetl o tepotl y que son comunes en algunas lagunas de
Tecamachalco y Quecholac. En la laguna de Alchichica lo he visto pescar
a mujeres, en grupos que caminan cerca de la orilla arrastrando
una
manta, mientras con largas varas van "arreando" los peces hacia la manta, la cual "cierran" al tenerlos juntos en un espacio determinado
(AGNT,
Cría de animales. La cría de animales era reducida en cuanto a la
variedad. Principalmente se menciona el guajolote y el perro, así como
la cría de grana cochinilla. En el siglo XVI una de las actividades más
importantes de Tecamachalco era la cría de esta última. En un pleito
de una mujer vecina de Tecamachalco se indica la importancia de esta
actividad:
vol. 14, primera parte foja 87 r, citado en Martínez, ¡bid.: 111-112).
Diez arrobas de grana de cochinilla limpia, seca y bien acondicionada e
La recolección
era otra actividad importante de los pobladores del
lugar. Recolectaban productos de gran utilidad como el tequezquite, el
tule, el amole y diversas plantas comestibles conocidas en forma general como "quelites". El amole era utilizado como jabón, y el tule en la
confección de esteras y cestos, en tanto que el tequezquite era empleado, entre otras cosas, para la fabricación de sal. Se pescaba el axólot!
y se cazaba gran variedad de VIboras, conejos, tuzas, venados y otras
especies importantes que los indígenas usaban no sólo para el consumo familiar sino para el tributo (lbid.: 80).
La deforestación de la zona inició desde la Colonia. Hay referencias
de ésta a causa de la cría de ganado. Martínez (1994: 183) menciona
que documentos de la provincia de Tepeaca, de entre 1550 y 1551,
sin rebozo que sea de dar e recibir, puesta en esta dicha cibdad de Los
Ángeles, por razón de diez cargas de cacao de veynte e quatro mil almendras cada carga, que por la dicha grana me distes e pagastes e yo de vos
recebí realmente e con efecto. Del qual dicho cacao me doy por contenta y paga y entregada a toda mi voluntad (AGNT, p. 39, exp. 20, citado en
Solís Robleda, 1985: 103).
Pero la cría de animales domésticos no sólo tenía la función de
satisfacer las necesidades alimentarias sino también la de dar continuidad a las tradiciones que se sust~ntaban en la cosmovisión. El
perro era uno de los animales más apreciados, pues era el compañero
al mundo de los muertos. Su importancia se refleja en esta narración:
244
CAPÍTULO SEIS 245
LOS POPOLOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
Entre las personas ,de esta región, los animales caseros son considerados
como los "cuidaderos" de las casas y de sus habitantes. La gente los considera como "dobles almas" y que estos protegen a todos los que viven en
la casa. Cuando se quería hacer alguna maldad a la familia y que por lo
general familia como por ejemplo, la gallina mas "ponedora", el perro
sigue siendo una actividad importante en algunas comunidades de
Tecamachalco. Una de las más representativas es el pueblo de Las
Lomas de Romero, donde se elabora con técnicas e instrumentos prehispánicos. Se menciona que este lugar se caracteriza por ser un pueblo pulquero desde épocas antiguas.
que cuida muy la casa. De allí la importancia de los animales domésticos
y del significado que tenían en el hogar de las personas estos animales.
Cuando sucede lo anterior las personas no sufren ningún daño, aunque
sí se reciente la muerte del "animalito" era muy común que la maldad
atacara a las familias más débiles y a los niños (Amanda López, 1977;
comunicación personal).
Actualmente, es muy común que las familias campesinas tengan
varios perros en casa, así como la presencia de cerdos, gallinas, burros
y vacas. La creencia de que el perro es el animal que acompaña a la
última morada está muy arraigada.
Producción artesanal. Una de las principales actividades artesanales
era la producción textil (hilado y tejido). a cargo de las mujeres macehuales. Al parecer, las mujeres hilaban cuarenta capullos de algodón
cada año y la otra mitad tejía las mantas. Hoy en día esta actividad se
sigue llevando a cabo en las comunidades popolocas cercanas a Tecamachalco. En San Marcos Tlacoyalco todavía se usa el telar prehispánico, así como algunos instrumentos para hilar, específicamente el
malacate. En esta comunidad se producen fajillas y sarapes de algodón, aunque estos últimos ya se hacen en muy pocas cantidades y sólo
realizan este trabajo las mujeres ancianas. Con el maguey se elaboraban mantas, miel. pulque y alpargatas. Con el tule se hacían petates. Se
producía gran cantidad de lana y mucha hilaza (Martínez, 1994: 102).
Esta actividad perduró hasta mediados del siglo XIX. Se realizaban buenas cantidades de ropa de algodón y lana (Florescano y Gil, 1976: 173).
También se hacían trapiches para hacer miel de maguey en Tecamachalco y se producía buen pulque. Los pulqueros formaban un
grupo numeroso en el señorío. En los documentos del siglo XVI se
mencionan denuncias y presencia de indios pulqueros de Tecamachalco (Martínez, 1994: 119). Hoy en día, la elaboración de pulque
El comercio. El contacto con el Golfo se conoce desde la llegada de los
chichimecas a la zona en 1175 (Reyes, 1977: 67). La documentación del
siglo XVI y XIX muestra que la zona se proveía de algodón y pescado del
sur de Veracruz, en especial de Alvarado y Tlalixcoyan (Relación de
Tepeaca y su partido, Acuña, 1984; II: 256).
En Tecamachalco había un tianguis de relativa importancia, el cual
se hacía cada domingo. Hoy este tianguis se lleva a cabo los sábados.
La documentación del siglo XVI menciona que el día se cambió porque
los comerciantes de Acatzingo se quejaban de que en ese lugar también se realizaba los días domingo.
Los mercaderes extranjeros no sólo se establecieron en Tepeaca. Se
han localizado "barrios" de éstos en Acatzingo y en la zona de Tecamachal ca, lo que hace sospechar que los mexicas organizaron en realidad
toda una red de tianguis alrededor de Tepeaca, que debió ser la más
importante. Algunos de estos barrios de mercaderes ya son mencionados en el siglo XVI (Martínez, 1994: 54).
RELIGIÓN
En general, las características de la religión de los popolocas son desconocidas; sin embargo, los datos que proporciona la arqueología, la
etnohistoria y la etnografía indican que era un pueblo profundamente
religioso. Se menciona, por ejemplo, que en Tehuacán los sacerdotes
eran gente muy disciplinada y que gozaban de gran respeto por parte
de otros grupos mesoamericanos. Nicolás León (1905: 18-19). citando
a Torquemada, mencionaba que en Tehuacán
particularmente
dedicado a la cultura y servicio de los demonios, en su
antigüedad, conforme a la etimología de el nombre, que parece signifi-
246
LOS POPO LOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
car lugar de los dioses; y así era grande el número de los ídolos, que en
aquel pueblo había. En su templo mayor, escribe Clavijero, habitaban
cuatro sacerdotes célebres por su vida austera. Su vestido era el de la
gente pobre: su comida se reducía a tortillas en cantidad de dos onzas y
a una jícara de atole. Todas las noches velaban dos de ellos, empleando
todo aquel tiempo en cantar himnos a sus dioses y ofrecerles incienso, lo
cual hacían cuatro veces en el decurso de la noche, y derramar su propia
sangre sobre los braceros del templo. El ayuno era continuo en los cuatro años que duraba aquella vida, excepto el día de la fiesta que había
cada mes, en el cual podían comer cuanto quisieren; mas para todas las
fiestas se preparaban con la acostumbrada austeridad, agujerándose con
espinas de maguey las orejas y pasando por los agujeros hasta 60 pedazos de caña de diferentes gruesos. Después de los cuatro años entraban
otros cuatro sacerdotes para llevar semejante vida, y si antes de llegar al
término moría alguno de ellos, se substía por otro, para que jamás faltase el número. Era tan grande la fama de estos sacerdotes, que eran venerados aún de los mismos reyes de México; pero ¡infeliz de aquel que por
su desgracia violase la contienda! Porque si después de una diligente
averiguación se hallaba que era cierto el delito, moría a palos, se quemaba su cadáver y sus cenizas se esparcían por el viento.
En el caso del señorío de Tecamachalco uno de los hijos de Cuetzpaltzin era sacerdote, su nombre era Ayocuan Cuetzpaltzin. De él se
sabe muy poco, pero es muy conocido por su poesía, que tenía un profundo sentido religioso. Se le llamaba Teohua, que quería decir "sacerdote" y él también se auto denominaba así, porque decía que era
poseedor de todo lo que concierne a los dioses. Se le conocía también
como "ÁgUila blanca", símbolo característico del señorío de su padre,
el Cuauhtepec.
Como su contemporáneo Nezahualcóyotl, pensaba en la existencia
de un único dios (León-Portilla, 1978: 200). Su poesía plasma un profundo amor a la vida ya la tierra, a la naturaleza y a la fertilidad. Se dice
que viajaba mucho a Quimiztlán, en donde meditaba.
Ayocuan frecuentaba mucho las regiones de Huejotzingo y Tlaxcala,
señoríos enemigos de su padre con los que trataba de buscar la paz. En
estos lugares tenía amigos. Uno de ellos era Tecayehuatzin, de Huejot-
CAPÍTULO SEIS
zingo, quien afirmaba que Ayocuan ciertamente
dador de la vida.
247
se había acercado al
Como toda sociedad que fundamentaba su existencia en la agricultura, el señorío de Tecamachalco-Quecholac
tenía un especial culto a
las deidades del agua y la fertilidad desde tiempos muy antiguos. Esto
se observa en la gran cantidad de figurillas de Tláloc que han aparecido en el área, así como de mujeres embarazadas, que posiblemente
estén relacionadas con el culto a la fertilidad.
La importancia de este culto en la región se observa también en la
tradición oral y en la etnografía moderna. Dentro de la primera se
menciona que los popolocas de Tecamachalco-Quecholac
tenían un
dios al que le nombraban Cuexpal, y en su honor es que se le había llamado así a su Cuetzpaltzin.
La historia oral dice que este dios habitaba en el "rincón del cerro",
lugar que se localiza en el cerro de Techachales- Techalrey en la parte
baja que forma la mandíbula. Aquí existen por lo menos dos cuevas y
en una de ellas parece que existía un manantial. Los habitantes de las
poblaciones cercanas dicen que es la cueva donde habita Cuexpal, el
dios del agua, al cual se le hacían ritos en el periodo de la "canícula".
La "canícula" es un periodo dentro del verano menos lluvioso o de
sequía (Corte Gámez, 1995: 23). Según algunos campesinos, entra el
día 14 de julio y termina el 15 de agosto.ll De este fenómeno depende
la cosecha de año. Existen dos tipos de "canícula", una de agua y otra
de aire, esta última es la más dañina, ya que consiste en aire y calor, lo
que ocasiona que las tierras se resequen mucho y aunque se riegue el
agua se seca con mucha facilidad (Ignacio López, 1997: comunicación
personal).
A principios de la Colonia, en 1531, se registra la presencia de ritos
prehispánicos, posiblemente relacionados con la fertilidad:
13 Ácatl 1530. En este año apareció un cometa. En este entonces ahorcaron a los tlatoque de Cuauhtinchán
cochcalcatl
y Tochayotl, porque
tlacatecolocuicatl
los difuntos Uilacapitzin, Tla-
cantaron
un "Himno
al diablo"
(dios) y algunas mujeres, a causa de la ofrenda y el
ofrecimiento de personas, mataron a un niño, etcétera.
Tecamachalco, 1992: 25-26).
(Anales de
248
LOS POPO LOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
CAPÍTULO SEIS
249
Esto indica la importancia y el ceremonial desarrollado en torno a
las deidades del agua y la fertilidad en los señoríos de la región.
Comúnmente, Cuetzpaltzin, por su poderío y hazañas guerreras, es
confundido con el dios del agua Cuexpal, de Tecamachalco; sin
embargo, el personaje más importante para la población actual no es
este último sino su hijo Ayocuan Cuetzpaltzin, quien forma parte del
orgullo y la identidad de Tecamachalco.12 Creo que el dios Cuexpal
hace referencia a Ayocuan Cuetzpaltzin, ya que también la historia nos
habla de que éste fue un sacerdote, situación que lo pudo acercar más
que a su padre para ser considerado como una deidad.
Actualmente, en la zona de Tecamachalco se lleva a cabo un ciclo
anual ritual inspirado en la fertilidad y el agua (agricultura). el cual inicia con la bendición de semillas el 2 de febrero, continúa con el día 3
de mayo, día de la Santa Cruz, en el que
tes. Y en el archivo de la presidencia de San Marcos Tlacoyalco, Municipio de Tlacotepec de Benito Juárez, se dice que "la actividad fundamental en la época prehispánica fue la agricultura y la caza, se
usaban herramientas para la agricultura como la coa hecha de palos y
puntas de piedra, se consideraban guerreros en constantes enfrentamientos con los vecinos de sus alrededores."
Su dios se llamaba Chinentle, dios de la lluvia; él recibía culto que
consistía en ofrendas que llevaban huevos y ceras de abeja; se acompañaba de copal que era ofrecido ceremonialmente al dios. Terminado
el ofrecimiento, se bailaba una danza de nombre desconocido, aunque
a la llegada de los españoles se le llama danza de las tocotinas (Archivo
Municipal de San Marcos Tlacoyalco s. f pp. 1-2)
La presencia de graniceros o temperos dentro de las comunidades
popolocas ha sido narrada ya por Nicolás León (1905: 28):
se bendicen las cruces. Es costumbre vieja. Los habitantes de los barrios
El hechicero o brujo es la alta personalidad entre estos indios: no lo esti-
llevan una pequeña crucesita de madera adornada con flores. Esta es
man, más bien le odian, pero le temen. Ejerce sus facultades en la cura-
colocada en la puerta, en el techo o en el altar de la casa, así se conserva
ción de los enfermos, venganzas contra los enemigos, dominio sobre los
hasta el próximo año. Hay quienes aprovechan para bendecir su casa.
elementos naturales, principalmente la lluvia, y el hallazgo de las cosas
Ese día se hace una gran tiesta, comida y música. También se pone una
perdidas.
cruz en el campo, unos la colocan en medio del terreno y otros, si cuentan con un árbol cercano, la amarran en una rama. Tanto para las cruces
de la casa y el campo hay gente que cuenta que busca padrino de cruz. A
y más adelante describe la presencia del culto a la fertilidad y el
agua entre los popolocas:
ellos se les ofrece un taquito como regalo, (Agustín Velázquez, 1998:
Comunicación personal).
Conservan restos de antigua idolatría, pues veneran a los ídolos de sus
antepasados como a dioses que les proporcionaban la lluvia y las buenas
El 15 de mayo es otra fecha importante dentro del ciclo ritual: se
celebra a San Isidro. Este día la gente adorna a sus animales con flores
de colores hechas de papel y los lleva a misa y a bendecir.13 Según los
campesinos, éstas son las tres festividades más importantes para ellos.
La presencia de las deidades del agua se mencionan en comunidades popolocas de la región. En San Marcos Tlacoyalco,14 los campesinos dicen que sus antepasados vivían en lo alto de los cerros donde
dominaban la vista del valle y veían los volcanes. Sus antepasados rendían culto a la naturaleza por medio de ritos para llamar a la lluvia. Hay
restos de figurillas femeninas, serpientes, venaditos y muchos tepalca-
cosechas; en Mezontla puede obtener dos pequeños fetiches a los que se
les daba actualmente culto con tal objeto Ubid.: 31).
El mismo autor (lbid.: 33) también menciona que los popolocas tienen gran veneración a las culebras; sobre todo a aquéllas que llaman
mazates, pues llevan el alma de los manantiales, y si en algo se les perjudica harán que el agua se agote. Esta relación entre la culebra y la
riqueza de los manantiales hoy se puede observar también entre los
campesinos de Tecamachalco, ya que éstos colocan VJboras en los "veneros". En el sitio de Tecamachalco Viejo es muy común encontrar en
250
LOS POPOLOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
CAPÍTULO SEIS
los manantiales estqs animales, los cuales son colocados para asegurar
que los veneros no se sequen.
El culto a la muerte es un aspecto también muy arraigado entre los
popolocas. En los sitios arqueológicos se ha encontrado una buena
cantidad de entierros con elaboradas ofrendas que indican un tratamiento ceremonial muy complejo hacia los muertos. Ejemplos de esto
son los entierros hallados por BIas Castellón (1995) en Cuthá y la impresionate tumba-pirámide del mismo sitio.
Los códices, mapas y lienzos que tratan de la región dan cuenta de
que los pueblos popolocas compartían el mismo universo religioso de
los pueblos mesoamericanos. En el Museo de sitio de Tecamachalco se
encuentra una escultura de piedra de una mujer descarnada, al parecer se trata de una deidad femenina que representa a Mictecacíhuatl.
Nicolás León en 1905 describe algunas de las características del culto a los muertos entre los popolocas de principios de siglo:
Cuando muere algún indio popoloca adulto, sus deudos y amigos se preocupan en alto grado, para asegurar su felicidad eterna, en proveerle de
unos cacles de pita, un tubo de carrizo lleno de agua, un perrito de masa
de maíz y una pequeña tortilla de lo mismo. Para ser feliz en la otra vida
hay que no errar el camino; llevar un guía que indique la buena senda;
tener agua que tomar durante el viaje y una tortilla que comer. Como la
vía que conduce a la eterna felicidad está sembrada de espinas, llevando
un buen calzado de pita éstas no lastiman y se puede correr fácilmente;
con zapatos, según dicen ellos, hay el peligro de resbalar y caer al abismo. El perrillo es un excelente guía, y con su provisión de agua y la tortilla hay bebida y alimento bastantes hasta rendir la jornada. Con los niños
no hay estos cuidados,
pues siendo angelitos vuelan directamente
al
cielo y por ello hacen más bien fiesta que duelo (lbid.: 30).
LA CULTURA MATERIAL
Tecamachalco-Quecholac
es un señorío en el que no se han realizado
investigaciones arqueológicas. La información sobre "cultura material" de los popolocas del área es sumamente escasa, sólo se pueden
251
aportar algunos datos, descripciones generales de los restos existentes.
La constante destrucción de los sitios arqueológicos más importantes
limita el análisis de aquellos elementos culturales que se reflejan en la
arquitectura, la escultura, cerámica, etcétera.
La arquitectura. El Cuauhtepec es reportado como un sitio de enormes dimensiones. Según investigadores del Centro Regional del INAH
en Puebla, es el sitio más grande del área de Tecamachalco. Éste se
encuentra en la cima plana del cerro de Techachales (conocida por los
arqueólogos como "La Mesa" de Tecamachalco). Aproximadamente
sus dimensiones son de doce por nueve kilómetros, con unos doce
conjuntos arquitectónicos. Hay desde una estructura aislada hasta
ocho; observándose una mayor tendencia a formar conjuntos lineales,
esto debido a la configuración abrupta del terreno,la cual fue modificada parcialmente en una serie de terrazas y plataformas sobre las que
se erigió la mayoría de las estructuras (Wals y Fernández, 1983; 18).
Los edificios del Cuauhtepec se encuentran sumamente destruidos.
En muchos casos han sido demolidos por completo, sólo se encuentran sus núcleos. Éstos estaban elaborados de piedras calizas sin trabajar, pegadas con lodo. En la cara exterior se usó piedra caliza bien
trabajada recubierta con estuco. Esta técnica es muy similar a las descritas para el caso de sitios popolocas del sur de Puebla como Cuthá
(Castellón, 1993) y Tehuacán (Arana, 1995). Fundamentalmente,
reviste importancia porque tanto Tula como Cholula tienen esa misma
forma de elaboración con pedazos no acabados de piedra caliza (Paddock, 1987: 44).
Difícilmente se pueden describir los elementos arquitectónicos de
las estructuras, hoy casi inexistentes. De manera general se puede
decir que estaban compuestas de elementos clásicos como el taluddescanso con escalinatas al frente.
En sitio arqueológico de Tecamachalco Viejo tiene por lo menos tres
etapas constructivas. Básicamente se usaron bloques de piedra caliza
bien trabajados -por ambos lados- para el recubrimiento; el núcleo
de las estructuras está construido a base de piedras calizas sobrepuestas y pegadas con lodo, trabajadas toscamente. Las estructuras eran
cubiertas con estuco y en ocasiones decoradas con pintura mural
252
LOS POPO LOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
-color rojo-o .La técnica constructiva es más desarrollada que la
usada en el Cuauhtepec, así como también se observa el uso de otros
materiales para la construcción como la piedra volcánica y la elaboración de lajas.
Las estructuras más grandes son de tres cuerpos y constan de escalinatas al frente con alfardas. Existen aproximadamente cinco conjuntos que constan de una a cinco estructuras con plazas. Llama la
atención un conjunto que se localiza al norte del sitio, formado por
una estructura de grandes dimensiones -decorada con estuco y franjas de pintura roja- y una plaza, orientado al sur.1S Este conjunto se
encuentra bardeado y tiene sólo un acceso. Es muy similar a la representación que se hace de Tecamachalco en el Lienzo de Tlatiltepec,
donde se representa como una edificación -estructura
piramidalbardeada, que remata con un templo de techo de palma en forma de
"tijera", muy similar a los techos de las casas de los popolocas actuales.
El dibujo de este templo también es parecido a las representaciones de
los templos mixtecos (esta influencia se observa también en los documentos hechos en el área durante el siglo XVI como son los Mapas de
Cuauhtinchán, en donde aparecen diversos templos con este tipo de
techos). lo que indica la relación tan estrecha y las influencias de la
mixteca en el área. Pero sobre todo indica que la arquitectura tenía elementos característicos como techos tipo "tijera", las técnicas constructivas y materiales usados (piedra caliza). que nos pueden ayudar a
identificar rasgos de la cultura popoloca.
Por la topografía, a veces muy irregular, se elaboraron terrazas en
donde se edificaron algunos conjuntos con dos o tres estructuras. Se
observan plazas y muros de contención. Se trata de un sitio ubicado
con fines estratégicos y defensivos en la Serranía del Monumento, con
reducidos accesos y construido muy cerca de abastecimientos de agua
(manantiales) .
Su ubicación defensiva en lugares altos de buena visibilidad es similar a la gran mayoría de sitios popolocas de la región, lo que prueba
la situación de conflicto e inestabilidad que vivía la zona en la época
anterior a la conquista española.
Las casas de los campesinos eran hechas con materiales perecederos. Actualmente, en muchas comunidades popal ocas se sigue
CAPÍTULO SEIS
253
usando este tipo de materiales para la elaboración de las casas, los
cuales son muy parecidos a las representaciones que aparecen en los
códices de la región.
Las casas popolocas son pequeñas chozas formadas con varas o
palos, barro y techo de pencas de maguey u hojas de zotole; constan de
una sola habitación que es usada para todas las funciones domésticas
(cocina, dormitorio, etcétera). Ejemplos de este tipo de viviendas los
encontramos en comunidades como San Felipe Otlaltepec (en el área
de Ixcaquixtla). San Marcos Tlacoyalco, San Luis Temalacayuca (en el
área de Tlacotepec-Tehuacán). en San Juan Atzingo, Los Reyes Metzontla y al sur de Zapotitlán de las Salinas.
La cerámica. Los tipos de cerámica más abundantes en el área de
Tecamachalco-Quecholac son el Anaranjado delgado, que abunda en la
parte noreste. Destaca la presencia de vasos trípodes, cajetes de base
plana con soportes y gran cantidad de miniaturas como ollitas, cajetes
hemisféricos y cónicos que posiblemente indiquen culto a Tláloc, pues
son muy parecidas a las que aparecen en Teotihuacán y Cholula en las
ofrendas a esta deidad. Se aprecia una cerámica anaranjada más burda
que el Anaranjado delgado, pero es de una pasta similar y tiene desengrasante de material calizo y en algunos casos mica. Las formas son
grandes recipientes como cajetes y ollas; en su interior tienen restos de
cal, posiblemente sirvieron para almacenar esta materia prima.
Actualmente, existe una colección de piezas arqueológicas en Tecamachalco: se puede observar la profusa presencia del Anaranjado
delgado y otras variantes locales, con formas y acabados monocromos
en colores como el café, anaranjado y la presencia de algunas bandas
como decoración en colores anaranjado y rojo, en cajetes semiesféricos con base anular. Parecen relacionar el área de TecamachalcoQuecholac, en el Clásico, con Teotihuacán y Cholula. Sin embargo,
Winter (1995) piensa que estos elementos también pueden ser característicos de la cultura ñuiñe. Otro elemento cerámico que relaciona al
área con el estilo ñuiñe es la presencia de figurillas con representaciones del dios Huehuetéotl.
En Cuauhtepec aparece con frecuencia cerámica tipo Coyotlatelco
como los cajetes de base plana. Algunos autores han mencionado la
254
LOS POPOLOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
posibilidad de que ~e trate de un sitio fronterizo de principios del horizonte Posc!ásico. Los datos históricos lo mencionan como un sitio fundado en el siglo XIII.Posiblemente tuvo otras ocupaciones anteriores,
pero esto sólo se podrá comprobar con exploraciones arqueológicas.
La cerámica policroma Mixteco-Puebla se presenta también Con
abundancia y tiene mucha similitud con la descrita para los sitios de
Tepexi y Tepeaca. Hay cajetes de fondo sellado con soportes zoomor_
fos y antropomorfos, así como cajetes de paredes divergentes de fondo
plano con decoración solamente en el interior. En menor cantidad se
observa cerámica Azteca de los tipos II y 1Il. Esta última aparece en el
sitio de Tecamachalco Viejo, sitio que los documentos históricos mencionan como la cabecera tardía del señorío con el que los mexicas
tuvieron importantes relaciones. Existe abundante cerámica de uso
doméstico, de colores monocromos como café, anaranjado y negro. Se
distinguen gran variedad de formas como carnales, cucharas, ollas y
tecomates.
En el sitio de Tecamachalco Viejo se han hallado diversas representaciones de Tláloc, con recubrimiento de estuco, de Huehuetéotl y del
dios del pulque (este último identificado por Francisco Rivas, comunicación personal). La riqueza de la alfarería de los popolocas se observa en la asociación que estos grupos mantienen con tres de los estilos
cerámicos más importantes de Mesoamérica: el Anaranjado delgado
(Clásico), el Coyotlatelco (Epiclásico) y el Mixteco-Puebla (Posclásico).
Los popolocas fueron un pueblo alfarero, sin duda, influyente en la
elaboración de estilos cerámicos. Su relevancia en este aspecto apenas
está siendo descubierta; sin embargo, es muy sugerente ver cómo actualmente los alfareros de los Reyes Metzontla elaboran cerámica con
técnicas prehispánicas, así como formas y acabados muy similares a
los descubierto~ por MacNeish en el valle de Tehuacán. Evidentemente
esto no es una cuestión casual. Se trata de grupos que fabricaron una
de las cerámicas más importantes de esta cultura.
Nicolás León, a principios de siglo, describió cómo fabricaban los
popolocas la cerámica:
Alfarería... Esta corre a cargo de las mujeres, pues los varones solamente
se ocupan en arrancar y disponer la materia prima quedando la elabora-
CAPÍTULO SEIS
255
ción de los objetos cerámicos a cargo de las hembras. Ruda es la tarea
que tal fabricación requiere: hay que traer de un lugar distante el barro;
sacar de profunda mina el micasquito que se le mezcla, y después preparar convenientemente ambas cosas para formar la pasta. En lugares
apropiados se deposita el barro, y cuando están bien seco se procede a
pulverizarlo. Para este fin usan un palo grueso y encorvado, para el cual
a repetidos golpes logran su objeto. Esta tarea para un solo hombre sería
demasiado pesada, y como la industria no da para la paga de operarios,
ni éstos se encontrarían fácilmente, quienes de ellos necesitan recurren
a este medio: colocan en lugar visible una gran botella conteniendo
aguardiente de caña, y todo aquel que ayuda en esa faena tiene derecho
a liberar buenos tragos de ese por ellos tan apetecido líquido. Tamizadas
y mezcladas las tierras en proporción debida, proceden las mujeres a el
arreglo de la pasta, poniéndole la cantidad necesaria de agua.
Los utensilios que preferentemente fabrican son grandes vasijas y
comales... no usan moldes ni torno, todo lo hacen a mano; forman con el
barro preparado unos rodetes y los colocan sobre unos recipientes en
forma de escudilla casi plana; sobre de éstos, comenzando únicamente
con los dedos, van formando la vasija, y a cierta altura emplean las palmas de las manos logrando así levantar una olla de casi una vara de altura... Estos objetos se dejan secar al sol por uno o dos días, al cabo de los
cuales, con un pequeño cuchillo los van rebajando hasta darles el grosor
conveniente, y después, con un pedazo de piel mojada, un fragmento de
jícara y una piedra lisa, los pulen perfectamente. Para darles mayor consistencia y cierto color y vidriado, los untan con el cocimiento de la corteza de arbusto que ellos llaman cuajiote, después de haberlos cocido en
el horno (León, 1905:26).
Entre los popolocas actuales, la presencia de estas técnicas, formas
y estilos, tan similares a los de la época teotihuacana, sugiere que tal
vez éstos hayan sido alfareros de los teotihuacanos y probablemente
influyeron en algunos estilos y características de la alfarería elaborada
en esa gran urbe meso americana.
256
LOS POPO LOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
NOTAS
1 Según Reyes, en Cuauhtinchán no hay posesión común de la tierra, pero tampoco hay un solo "dueño universal" (civil o religioso). condición básica para
hablar del modo de producción asiático en el señorío (1988: 122).
2 El término es utilizado para la región Puebla- Tlaxcala, su equivalente
en
México-Tenochtitlán es Tecpan o palacio (Carrasco, 1976: 219).
3 El término de tlatocayo es usado indistintamente
por lo autores. Reyes (1988)
lo usa como equivalente a señorío y también como "gobernante de parcialidad".
Martínez (1984), como "casa señorial".
4 Los macehuales
son también nombrados en la literatura colonial como renteros o terrazgueros.
5 La palabra tecalli es mucho más frecuente en la región poblano-tlaxcalteca.
Es
probable que en el valle de México su equivalente en ciertos casos fuera tecpan,
lugar del teuctli o palacio (Carrasco, 1976: 21).
6 Es el titular del tecalli y aparece nombrado en la literatura etnohistórica
también como cacique o tlahtoani.
7 Luis Reyes (1988; 122) señala que el término
macehual como es usado en
Cuauhtinchán corresponde al de mayeque descrito por Zorita. Se trata de personas sin tierra y que por el derecho a cultivarla tenían que dar servicio doméstico, trabajo agrícola y tributo en especie al tlahtoani del tecalli, dueño de las
tierras.
6 Hoy, poblaciones como San Marcos y San Luis tienen en su mayoría hablantes
del popoloca. En el caso de Xochitlán el número de hablantes es muy reducido.
9 En la actualidad, es muy difícil encontrar hablantes de popo loca en el área que
ocupó el señorío de Tecamachalco-Quecholac, pero la población campesina
comenta que sus padres y abuelos lo hablaban. Un informante que trabajó en
una de las haciendas (Santa Inés) más importantes menciona que los calpaneros (peones acasillados) tenían su propio idioma, el popoloca, y que se hablaba
mucho, pero no sabe por qué se perdió (don José de la Luz, comunicación personal).
10 Ixtlilxóchitl decía que eran tierras ganadas por guerra, las cuales se hallaban
en lugares conquistados por el imperio y agrega que constituían, la mayoría de
las veces, "el tercio de los pueblos o provincias conquistadas".
Las tierras de guerra tenían diferentes significados y podían estar en los límites de los pueblos o señoríos en los lugares conquistados y en los "barrios" o
calpulli (Martínez, 1994: 34).
11 Este día es la fiesta patronal de Tecamachalco y está dedicada a la Virgen de
la Asunción. Es la fiesta religiosa más importante del año.
12 La representación
de Ayocuan Cuetzpaltzin aparece en el escudo de la población. Su nombre es comúnmente usado en diversos eventos conmemorativos. Hoy, por ejemplo, la Casa de Cultura también lleva su nombre. Es el
CAPÍTULO SEIS
257
personaje que más aparece en la memoria de los habitantes como un elemento de identidad.
13 Esta fecha es la más importante
en las comunidades popolocas de área de
Tepexi-Ixcaquixtla.
14 San Marcos Tlacoyalco (hay dos versiones sobre significado del término: a)
"en medio de la arena" y b) "lugar de la Joya",es una comunidad popoloca que
en la época prehispánica pertenecía a Tecamachalco. Hoy forma parte del municipio de Tlacotepec. Limita al norte con Cuecnopalan, al sur; con Pericotepec,
al este; con Pazaltepec y San Luis Temalacayuca y al oeste, con Tlacotepec de
Benito Juárez. (INEGI, 1987).
15 Este conjunto
tiene dominio visual sobre todo el valle de Tecamachalco. Se
observa muy bien la Sierra de Tepeaca y el Tenzón. Su posición es estratégica.
CONCLUSIONES
T
A RECONSTRUCCIÓN y COMPRENSIÓN DE lAS SOCIEDADES PREHISPÁNICAS
Lmplica
un constante análisis de los procesos globales y locales. Un
marco de referencia que resulta particularmente importante para resolver este problema es el relacionado con los estudios regionales, ya
que éstos implican un acercamiento a los aspectos locales en los cuales se concibe a las comunidades y cabeceras como sujetos activos de
procesos que conforman un escenario más amplio, en donde confluyen y se entrelazan las historias. Analizar las comunidades en sus problemáticas sociales, religiosas, políticas y étnicas que conforman la
dimensión regional significa entender procesos mayores en los que
están inmersos.
La región ha sido un marco de referencia muy importante para el
estudio de la sociedad, en el pasado y en el presente. Es un enfoque
idóneo para el estudio de las sociedades precapitalistas, en este caso el
de las sociedades mesoamericanas. Con el análisis regional se evitan
las interpretaciones parcializadas que parten del ámbito mayor (Mesoamérica) al particular (los sitios, las comunidades, las cabeceras, los
pueblos, los señoríos) yen donde no se da cuenta de las particularidades y la influencia de las comunidades en los procesos globales. Este
análisis resuelve muchos problemas de interpretación "aparentes",
pues modifica la visión unívoca de lo general a lo particular, que es
causa de la interpretación que concibe a los procesos locales como
pasivos, inferiores y "marginales"; es decir, ayuda a resolver las tensiones entre la generalización y particularización y reconcilia la perspectiva microcóspica con la macroscópica.
259
260
LOS POPO LOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOlAC
La región como marco de análisis entre pasado y presente permite
comprender los cambios de la estructura regional a través de COrtes
cronológicos y entender a cada época o periodo en su contexto particular, y por encima de estos cortes permite visualizar los cambios y las
continuidades.
Con el análisis regional también se resuelven problemas sobre las
influencias mutuas entre sociedad y espacio. Se trata de aspecto,s fundamentales para entender a las sociedades prehispánicas, ya que éstas
se desarrollan en un espacio y fueron producto también de él. Por ello,
una región no puede definirse de acuerdo con una delimitación fija,
pues ésta varía a través del tiempo, de acuerdo con las oleadas de poblamiento, los sistemas de propiedad y de producción, la organización
del trabajo, la organización política, las formas de dominación, las manifestaciones simbólicas, es decir: de acuerdo con las especificades de
cada momento histórico. Como recurso metodológico también hay
que entender que la región no es una área fija ni tiene límites territoriales precisos: varía conforme con los objetivos e intereses teóricos
del investigador.
La región -como un recurso que ayuda a resolver problemas de generalización y particularizaciónresulta un marco idóneo para el
análisis de la sociedad prehispánica; permite realizar comparaciones
entre los fenómenos locales y su ámbito mayor que conllevan a una
mejor comprensión y reconstrucción de sociedades extintas de las que
se carece de información. Con el análisis y comparación de los datos
regionales se amplían los conocimientos sobre las cabeceras y señoríos. Este enfoque permite también conectarlos con su ámbito mayor,
global. Con ello se logra una comprensión e interrelación entre los factores internos y externos y se evita caer en posiciones "localistas" o, en
caso contrario, en interpretaciones demasiado generales.
Mesoamérica es definida como un áre'a cultural en donde los pueblos que la componen comparten una historia común. Esta condición
de participantes en los grandes momentos que entrelazan las historias
regionales conforman una tradición que contrasta marcadamente con
la situación de las áreas limítrofes. Dentro de esta área cultural se menciona la presencia de diversos tipos de sociedades, en donde aparecen
unas altamente desarrolladas y otras "marginales". El ejemplo caracte-
CONCLUSIONES
261
rístico de la sociedad mesoamericana se manifiesta en ciertos polos de
desarrollo, las grandes urbes de donde se irradió el poder, la cultura, la
máxima expresión sociopolítica. En contraste, los demás sitios y comunidades en demasiadas ocasiones se han visto como entes pasivos,
que sólo recibían influencias de las grandes "culturas" o urbes. Se
interpreta a las otras culturas como "marginales", "atrasadas", como
satélites que giraban en torno a los "caprichos" de los polos de desarrollo. Es claro que estas comunidades o sitios no fueron entes pasivos;
por el contrario, los estudios actuales sobre los procesos locales han
reflejado la importancia de éstos y su influencia en un ámbito mayor y
viceversa.
En el Posclásico, el Estado mexica instituyó un mecanismo de poder
centralizado de la producción y el trabajo, pero se enfrentó a otros
poderes: los regionales. Las regiones que los nahuas conquistaron y
sometieron no estaban despobladas; en muchas de ellas existían
sociedades con una milenaria tradición sociopolítica que se enfrentó a
los conquistadores. Las formas de dominio fueron diferentes según el
caso. En otros ámbitos emergieron o existieron núcleos de poder localizados y capaces de tomar decisiones independientemente del centro.
Las investigaciones etnohistóricas reflejan que en el centro, sur de
Puebla y norte de Oaxaca -la región popoloca- existían señoríos con
territorios bien delimitados que detentaban el poder de la región. Sus
gobernantes se relacionaban entre ellos a través del parentesco y de
alianzas matrimoniales. La documentación histórica señala que varias
de las casas reinantes de señoríos popolocas tenían un origen común,
es decir, que provenían del mismo "linaje".
La presencia en el horizonte Posclásico de élites bien delimitadas y
relacionadas étnica y políticamente en la región centro-sur de Puebla
y norte de Oaxaca permiten definir la región como un espacio de control político, en donde existieron grupos de poder emparentados que
actuaban independientemente del centro (del Estado Mexica). No se
puede entender la estructura de poder en los grupos y comunidades
sino cuando éstos son vistos como parte integral y subordinada de una
estructura de poder regional y global (De la Peña, 1991: 142).
Las fronteras políticas coincidían también con fronteras lingüísticas en donde principalmente se hablaba el popoloca; por ello y porque
262
LOS POPOLOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOlAC
estos grupos son los ,habitantes más antiguos de la región es que la
hemos llamado región popoloca. Al sur de ésta se encontraban los
mixtecos con los cuales se compartía una frontera fluctuante y en la
cual coexistían los popolocas, chochos, mixtecos y mazatecos. Al norte
limitaba principalmente con grupos nahuas.
Los grupos étnicos que cohabitaban en el sur de la región (norte de
Oaxaca) pertenecen al mismo tronco língüístico, el otomangue. Esto
explica la presencia de estos grupos conviviendo en el área desde tiempos muy antiguos. Ello también puede explicar su relación tan estrecha, así como la denominación de mixteco-popoloca a ciertos grupos
que emigraron de la frontera sur, al centro de Puebla, pese a que entre
el popoloca y el mixteco existe una clara separación lingüística. Caso
contrario ocurre entre el popoloca y chocho que se separaron muy tardíamente (1200 d. C.) Ypor lo tanto se encuentran cultural y lingüísticamente estrechamente emparentados. Por ello, es común que en la
literatura mesoamericana se usen indistintamente
ambos términos
como si se tratara de un mismo grupo. Es frecuente encontrar combinaciones como chocho-popoloca,
mixteco-popoloca,
mazatecopopoloca, etcétera.
La región a la que hemos denominado popoloca se caracterizó por
la presencia mayoritaria de este grupo étnico, pero éste compartió el
territorio con otros grupos mesoamericanos que estaban ahí desde
tiempos muy antiguos o que llegaron en diversos periodos. Se trata de
una región pluriétnica. La diversidad étnica de la región está bien documentada (Weitlaner, 1961; MacNeish, 1967; Kirchooff; 1976; Reyes,
1977; Olivera, 1976; Martínez, 1984-1994; Hicklein, 1974-1978).
Se habla de la presencia de señoríos en donde coexistían los popolocas,
chochos, mixtecos, olmeca-xicalanca y nahuas (tolteca-chichimeca y
mexicas); estos últimos fueron los habitantes más recientes. Los señoríos y las cabeceras también estaban integradas por grupos distintos.
De esta manera, la región se conformó con un entretejido de comunidades, donde apareció la diversidad étnica como un aspecto fundamental de su conformación. Esta diversidad le imprimió rasgos muy
específicos que la diferenciaron de otras regiones.
Esta diferencia se observa en la identificación que hacen propios y
extraños sobre ella, ya que la caracterizan como un territorio que
CONCLUSIONES
263
posee ciertos pueblos, ciudades, montañas, ríos, lagos y caminos, que
de
la componen y circundan. Los mapas hitó rico-cartográficos
Cuauhtinchan, los Lienzos de Coixtlahuaca, y diversos documentos
hechos dentro y fuera de la región (La Historia Tolteca-Chichimeca, Los
Anales de Tecamachalco y'Quecholac, Los Anales de Tlatelolco, La Matrícula de Tributos, etcétera) muestran un espacio social relacionado,
un espacio controlado por ciertas élites, vivido por cierto tipo de grupos con similitudes geográficas con una ubicación específica pero
también un espacio objeto de dominio.
Uno de los documentos que reviste particular importancia en la
identificación de esta región es el Lienzo de Tlapiltepec, ya que en él se
muestran las relaciones de los señores de Coixtlahuaca con el centrosur de Puebla y parte de Guerrero (Johnson, 1997: 236). Los pueblos
representados y el área que abarca coinciden con el espacio de la
región popoloca, lo que da cuenta de la visión de un espacio propio
por parte de sus habitantes, pues dicho documento ,fue hecho en la
misma región geográfica. El Lienzo de Tlapiltepec muestra y habla de
una región relacionada étnica y políticamente en donde las relaciones
se sustentan a partir de un origen común, relaciones de parentesco,
relaciones políticas, migraciones y caminos.
Las rutas que conectaban al centro-sur de Puebla con el norte de
Oaxaca no han sido estudiadas, pero los códices y mapas de la región
indican que los diversos pueblos y señoríos se encontraban unidos y
conectados mediante caminos. Muestran también migraciones del
área sur de la región popoloca (Coixtlahuaca) hacia el centro de la
misma y viajes en dirección opuesta, lo que indica su constante interacción.
La región popoloca también se caracterizó por su situación geográfica. Se trataba de una zona intermedia entre tres de las más importantes tradiciones culturales mesoamericanas: el Altiplano central, la
costa del Golfo y Oaxaca. Su posición era estratégica, por ello se convirtió en paso obligado entre los grupos de dichas tradiciones. Por la
región popal oca pasaron rutas de comercio y de tránsito humano muy
importantes como fue el corredor "teotihuacano" (ruta del Altiplano
central a la costa del Golfo y Oaxaca), el cual se mantuvo hasta en el
Pos clásico como medio de comunicación, intercambio y medio de re-
264
LOS POPOLOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOlAC
colección de tributos. La importancia estratégica de la región se observa en el establecimiento, por parte de los mexicas, de dos de las ciudades-mercados más importantes del imperio: Tepeaca, en el límite
norte, y Teotitlán, en el sur.
Su posición intermedia entre las tres áreas antes mencionadas hizo
que la región manifestara características culturales muy propias e'
influencias de diversas tradiciones, sobre todo de la Mixteca y del
Altiplano central. Esto explica la presencia de diversos grupos coexistiendo en el área desde tiempos muy antiguos, así como también la
presencia de fronteras fluctuantes que se caracterizaban por su diversidad étnica.
Otro elemento que explica la diversidad de grupos, sobre todo en la
frontera sur, es que en ésta se originaron las lenguas otomangues (Harvey, 1964). Ello explica la presencia de los grupos lingüísticamente emparentados como mixtecos, chochos, popolocas y mazatecos, y aclara su
relación tan estrecha, así como la denominación de ciertos grupos que
emigraron de esta área al centro de Puebla como los mixteco-popoloca.
Las relaciones sociales y políticas entre los pueblos popolocas antes
del Pos clásico son poco o nada conocidas. Hoy sabemos que éstos
habitaban la región desde tiempos muy antiguos y que, tal vez, su
expansión abarcó un territorio más amplio. Sin embargo, el territorio
que ocuparon en el Pos clásico es el que se puede delimitar con mayor
precisión, así como las formas de apropiación, de control, uso del
espacio y manifestaciones socioculturales producto de su relación con
el espacio que habitaron.
Los datos y documentación existente nos permiten definir a una
región étnica y políticamente relacionada en el horizonte Pos clásico,
específicamente entre los siglos XII Y XVI, que controlaba un territorio
continuo a través de lazos de parentesco y alianzas matrimoniales. Los
documentos históricos hablan de que un grupo mixteco-popoloca de
Coixtlahuaca emigró en el siglo XII al centro de Puebla y creó un "linaje" que gobernó en Oztotipac, Cuauhtepec y Tecamachalco-Quecholac, principalmente,
así como en otros señoríos importantes de la
región como Tepeaca, Cuauhtinchan, Tecali y Tepexi. Esta familia de
gobernantes es mencionada en varios documentos de la región Y del
valle de México, lo que muestra su importancia.
CONCLUSIONES
265
Jacklein (1978: 9) afirma que la nobleza reinante de Tepexi el Viejo
pertenecía al linaje de los señores pinome de Tecamachalco. El Lienzo
de Tlapiltepec también señala la presencia de miembros de esta línea
en el topónimo que Jansen (sin fecha) ha, identificado con Tepexi.
Tepeaca también figura en el Lienzo de Tlapiltepec como un señorío
gobernado por un descendiente de este linaje, un hijo de 1-8 Movimiento (Johnson, 1994: 128). Se menciona que los popolocas llegados
del norte de Oaxaca usurparon el poder en pueblos como Cuauhtinchan, Tepeaca, Tecali y Tecamachalco-Quecholac
(Jacklein, 1978: 108).
En el lienzo se ilustran estos glifos topónimicos desconectados del
grupo; sin embargo, Reyes (1977: 121) indica que en estos lugares también gobernaron los señores pinome, los cuales se apoderaron del gobierno de las cinco cabeceras con el apoyo de los tlatelolcas.
Otros sitios representados en el Lienzo de Tlapiltepec vinculados a
este linaje son Aztatla, Tehuacán, Chila, Miltepec y Cuthá. Los miembros de esta "línea" genealógica aparecen en diversos documentos
escritos en la región y fuera de ella, lo que muestra la importancia política del grupo como una línea de gobernantes que ejercían el control
político sobre un amplio territorio. El lugar de origen de este linaje es
Aztatla, que también se representa en el Lienzo Seler II (Johnson, 1994:
133), así como algunos de los personajes más importantes como l/8
Movimiento y 12 Lagartija (Cuetzpaltzin, señor del Cuautepec- Tecamachalco) .
Las parejas pintadas en el Lienzo de Tlapiltepec, entre Aztatla y
Tecamachalco, aparecen también en el Lienzo Vischer II y en el Mapa
de Tecamachalco (Lienzo Vischer 1). Son veintiséis parejas y cada una
representa una generación. Su presencia en diversos sitios de la región
popoloca indica relaciones y una política matrimonial interregional en
la que participaron los pueblos del norte de Oaxaca y centro-sur de
Puebla.
Otras fuentes confirman la existencia de relaciones políticas a través de alianzas matrimoniales entre los diversos señoríos popal ocas.
Se registra, por ejemplo, que la casa reinante de Tepexi mantuvo alianzas matrimoniales con Tepeaca, Tecamachalco y Tepexi (Jacklein, 1978).
Tehuacán hizo lo mismo con Acatlán. Los señoríos popolocas son
mencionados en las genealogías mixtecas, lo que muestra la relación
266
LOS POPOLOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOlAC
tan estrecha de éstos con los señores mixtecos, sobre todo con los de
Coixtlahuaca, importante señorío mixteco-popoloca del área del norte
de Oaxaca.
Coixtlahuaca tiene una importancia fundamental para entender la
situación política del la región popoloca en el Posclásico, ya que se
trata de un área fronteriza que albergaba a grupos diversos emparentados lingüísticamente
los popolocas, chochos y mixtecos. De esta
zona provenían los "linajes" que a partir del siglo XII cobrarán gran
importancia en la región popoloca usurpando el poder de los toltecachichimeca. Nobles provenientes de este "linaje" gobernaron diversos
señoríos importantes del norte, centro, oriente y sur de la región popoloca. Esto sugiere que en el área de Coixtlahuaca se planeó la reconquista de un territorio perdido por los popolocas a la llegada de los
tolteca-chichimeca.
Esta conquista hubiera implicado la recuperación
del poder por parte de grupos étnicamente emparentados que habitaban la región desde tiempos milenarios y que habían tenido que someterse a la conquista y usurpación de su territorio por parte de otros
grupos recién llegados como los nahuas.
El señorío chocho-popoloca de Coixtlahuaca nunca se sojuzgó del
todo al imperio mexica. Los datos históricos señalan que continuamente realizaban rebeliones. Parece que repetidamente buscaron recuperar el poder perdido y su ámbito de influencia. Lienzos como los
de Coixtlahuaca'indican
que toda el área definida por nosotros como
la región popoloca era considerada por Coixtlahuaca como parte de su
reino, como sus pueblos sujetos o tal vez como un área aliada con la
que mantenían relaciones. Todavía en la nómina de algunos "señores"
de Coixtlahuaca yen documentos coloniales del siglo XVI hasta el siglo
XVIII se menciona que nobles del norte de Oaxaca reclamaban derechos sobre lugares como Tepeaca, Tepexi, Tecali y Tecamachalco (Dahlgren, 1990; 19). Esta situación hace pensar que en el siglo XII, cuando
los popolocas de Coixtlahuaca llegaron a Cuauhtinchan y fundan el
señorío de Tecamachalco-Quecholac,
se hicieron del poder, en e~e
entonces en manos de la dinastía reinante de los popolocas.
Otros lienzos, mapas y documentos que tratan sobre la región registran la importancia de Coixtlahuaca como centro de un área en donde
cohabitaban los popolocas, chochos y mixtecos, así como las relacio-
CONCLUSIONES
267
nes entre este sitio y los señoríos popolocas. El Lienzo de Ihuitlán
muestra la parte sur de la región popoloca. El área considerada se
extendía probablemente desde Tehuacán, Zacatlán, Tlacotepec, Coxcatlán, hasta Coixtlahuaca y Tecciztepec. Abarca parte del sur del estado de Puebla y el norte de Oaxaca. En el lienzo menciona a Aztatla
como uno de los sitios más importantes (Caso, 1961: 238-239).
Los Lienzos de Coixtlahuaca dan cuenta de la importancia de la
zona norte de Oaxaca (Mixteca Alta) y oeste y sur de Tehuacán y sus
relaciones. Los Mapas de Cuauhtinchán señalan las interacciones de
sólo una parte -el área norte- de la región popoloca, lo que señala
que dentro de la región se formaban unidades políticas más pequeñas
que tenían que ver con las características propias de los pueblos que
formaban la región, así como de las influencias y cercanías que tenían
con otras regiones y grupos.
Se menciona la integración de unidades mayores de poder en el
caso de los señoríos de Acatlán, Tehuacán, Chila de la Sal y Teciztepec,
que a finales del Pos clásico fueron aglutinados por Coixtlahuaca. Los
señoríos del norte y centro hasta antes de llegada mexica formaban
parte del señorío de Cuauhtinchan fundado por los tolteca-chichimeca. Después fueron divididos en cuatro unidades independientes
(Reyes, 1977; Olivera, 1978; Martínez, 1994). Tepexi estaba constituido
por cinco parcialidades (Jacklein, 1978).
Es por ello que se observan subregiones. Las diferencias sociales,
políticas y culturales dentro de la región popoloca se señalan también
en los datos que proporciona la arqueología. Los grupos del sur tuvieron una fuerte influencia cultural de Oaxaca y los del centro-norte del
valle de México. Sus historias locales, sus hábitos, costumbres, sus
conflictos muestran las influencias de los grupos vecinos con los cuales mantenían estrechos contactos.
Las alianzas matrimoniales entre los señoríos popolocas no sólo se
realizaban a nivel interno, sino también externo. Se puede hablar de
dos tipos de política matrimonial. La primera, interna, que buscaba las
relaciones y el control en el interior de la región, así como el consenso
y la "paz"; y la segunda buscaba tener buenas relaciones y "favores"
con los grupos externos poderosos que tenían influencias sobre la
región. En el siglo XIII el poder hegemónico lo ejercieron los tlatelolcas
268
LOS POPO LOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOlAC
con los que los señores popolocas realizaron alianzas matrimoniales.
Se menciona por ejemplo que Tepexi y Tecamachalco emparentaron
con las casas reinantes de estos últimos. En el siglo XV los mexicas
incursionan en la región y ejercieron el control. Los señoríos popolocas recurrieron nuevamente a la vieja costumbre de las alianzas matrimoniales. Moctezuma II casó a una de sus hijas con un noble de Tepexi .
(Jacklein, 1978A:12). También Cuthá realizó este tipo de alianzas y los
nobles de Tecamachalco-Quecholac emparentaron con Axayácatl
durante su reinado. Las alianzas matrimoniales continuaron hasta la
conquista española, situación que les permitió seguir tomando decisiones hacia el interior yen muchos casos implicó privilegios, como se
menciona para el caso de Tepexi y Tecamachalco-Quecholac. En Coixtlahuaca se representan también alianzas matrimoniales con los gobernantes de TenochtitIán y Cholula (Parmenter, 1982: 67).
La documentación histórica señala la relación entre los diversos
señoríos popolocas. Estas relaciones no siempre fueron pacíficas; en
muchos casos existieron tensiones por el control hegemónico o de
alguna parte del territorio, situación que hizo que combatieran entre sí
a pesar de sus relaciones "familiares". Por ello, la existencia de conflictos y guerras frecuentes entre Tepexi, Acatlán, Piaxtla, Tehuacán y
Coixtlahuaca o entre Tecamachalco-Quecholac y Tepeaca, Cuauhtinchan y Tecali. El objetivo de las luchas parece que no fue la posesión de
las tierras sino de tributarios. Esto implicaba tener más mano de obra
y tributo a disposición, por ello es que en muchos lugares se aceptaba
la llegada de nuevos grupos a asentarse. El caso más cercano a Tecamachalco es la llegada de los popolocas a Cuauhtinchan. La división y
los conflictos internos entre los señoríos popolocas fueron las causas
de la incursión de grupos externos y la toma del "control" de la región.
Es probable que aun con el "control" externo de los mexicas en su
región los popolocas buscaran una expansión de su poderío, pues se
menciona que durante la dominación mexica los popolocas de Tecamachalco-Quecholac se extendieron hacia Chiapulco (señorío chocho), Acultzinco, Maltrata, Ahuilizapan y Quimichtlan, gente de habla
náhuatl que tenía una fuerte influencia popoloca (Martínez, 1994: 39).
Quimichtlan fue, por ejemplo, refugio de la nobleza popoloca de Tecamachalco-Quecholac después de su derrota en 1441.
CONCLUSIONES
269
La élites popolocas gobernaban el territorio a partir de ciudadesestado (las cabeceras de los señoríos) donde se concentraba el poder y
los servicios. Uno de los aspectos más importantes de su poder se observa en la posesión de mano de obra (tributarios) y el control de la
irrigación, pues mediante ésta generaban excedentes significativos
mediante la agricultura de riego. Las investigaciones arqueológicas en
los sitios de la región popoloca muestran la presencia de complejos
sistemas de irrigación, así como de diferenciación de clases sociales.
Esto contradice las versiones de que estos señoríos estaban basados en
un tecnología muy precaria, así como en sistemas de cultivo de baja
producción.
La región popoloca no sólo se caracteriza por ser un espacio relacionado y controlado de élites emparentadas. Las regiones también
son espacios que a lo largo de los años crearon una serie de instituciones sociales y fenómenos culturales, que aunque similares a otros
guardaron sus particularidades. Por ejemplo, algunas características
culturales propias, símbolos que representan elementos característicos como la lengua, religión, indumentaria, habitación, alimentación,
constituyen formas de identidad como también puede ser la pertenencia territorial o grupal o ciertas instituciones sociales y políticas.
Los elementos socioculturales que parecen identificar a los popolocas
de Puebla en la época prehispánica con base en la información que
aportan la arqueología, la etnohistórica, lingüística y la etnografía son:
Estilos cerámicos:
1. La elaboración y presencia en la región de la cerámica Anaranjado delgado.
2. El estilo ñuiñe.
3. La elaboración y presencia de cerámica estilo Mixteco-Puebla,
con características locales.
Arquitectura:
1. Construcción de sitios ubicados en lo alto de los cerros con fines de
defensa y dominio del paisaje. En algunos casos se trata de fortalezas.
2. Sitios de difícil acceso con terrazas para defensa y de reducidos
accesos.
270
LOS POPO LOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOlAC
CONCLUSIONES
3. Los sitios se construyeron cerca de ríos y abastecimientos
agua, sobre todo de los manantiales.
de
271
5. Técnicas constructivas como la elaboración de los núcleos de las
construcciones hechas de piedra caliza, toscamente cortadas y pegadas con lodo.
Economía:
1. Sociedades básicamente agrícolas y apoyadas considerablemente en la irrigación.
2. Producción de cal.
3. Producción de sal.
4. Producción de grana cochinilla.
5. Elaboración de pulque.
6. Muros construidos en forma de hiladas con piedras calizas trabajadas sólo en la cara exterior.
Religión:
4. Uso de piedra caliza en las construcciones,
co en al región.
7. La columnas como elemento arquitectónico
ma de "queso".
material característi-
construidas
en for-
8. Casas de una sola habitación elaboradas con materiales perecederos locales, pisos de tierra apisonada, paredes elaboradas con palos
(en muchos casos troncos de guaje) y adobe. El techo es de palma y es
muy elaborado en contraste con los muros y dem~s elementos arquitectónicos de la casa. Los techos tienen la forma de "media tijera".l Las
formas de los techos de las casas tradicionales de popolocas actuales
son muy similares a los representados en los códices del grupo Borgia.
También aparecen similitudes en otros códices, como en algunos
Lienzos de Coixtlahuaca y Mapas de Cuauhtinchán.
9. Techos en forma de "tijera" hechos de palma en los templos de las
estructuras piramidales.
Organización social y política:
1. Ausencia del calpulli.
2. Organización político-territorial basada en los tecalli. Esto se encuentra ampliamente documentando
para los señoríos de Tecali,
Cuauhtinchán, Tepeaca, Tecamachalco-Quecholac
y Tepexi. Jacklein
(1978) menciona que en este último gobernaba un pequeño grupo de
señores que dominaba a la población trabajadora. No pudo encontrar
la existencia del calpulli y sí la de casas reinantes. Halló también la presencia de cinco cabeceras en donde existían templos y lugares sacros.
Las relaciones sociales parecen haber sido muy complejas. La organización político-territorial en los señoríos popolocas del sur guardan
estrechas relaciones con los tecallis del centro de Puebla (lbid.: 51).
3. Presencia de un grupo militar importante.
1. Religión que se caracteriza por un culto muy importante
y la fertilidad.
2. Culto en la cuevas.
al agua
Escritura:
1. Códices y escritura con influencia estilística del Altiplano central
y la Mixteca. Los manuscritos clasificados bajo la categoría de histórico-cartográficos. Son el tipo de documentos que más se han producido en esta área, la cual es de las regiones que más ha producido
este tipo de documentos. Tienen mucha relación estilística con códices mixtecos y mexicas (Yoneda, 1991: 23). El tema principal de los mapas parece indicar o resaltar la presencia de varios grupos étnicos en la
región (lb id. , 71). Principalmente, desarrollaron mapas cartográficos
y/o combinación con los mapas genealógicos de la Mixteca. Las relaciones de los grupos popolocas con otros grupos mesoamericanos,
sobre todo con el valle de Puebla y el valle de México, se plasman en el
Lienzo de Tlapiltepec, que es de tradición mixteca pero muestra influencias de los dos últimos (Johnson, 1997: 239). Dicho lienzo parece
trata de
que fue elaborado por los popolocas, pues fundamentalmente
ellos y su región. Se menciona que los popolocas de Cuauhtinchan realizaron documentos como el Mapa de Cuauhtinchan núm. 2, el Mapa
núm. 3 y el Mapa de las conquistas chichimeca, entre otros (Reyes,
1977). El Mapa núm. 3 tiene mucha relación con los códices genealógicos mixtecos (lbid., 41).
Todos estos documentos tratan como uno de los temas principales
la "línea" de descendientes de 13 Uuvia (XlI Quiyauitl), que fundaron
los señoríos de Oztotipac, Cuauhtepetl, y Tecamachalco-Quecholac
y
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274
LOS POPOLOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOlAC
desde épocas muy tempranas que indican la importancia de la región
y de estos grupos para su ámbito mayor, que es Mesoamérica.
Hoy empezamos a conocer su verdadero papel, que indica importantes desarrollos y dominio o expansión de un territorio más amplio
desde épocas muy antiguas. Jaclkein (1978A: 10), por ejemplo, comenta que su expansión llegó hasta Tetela del Volcán, en Morelos. Los
popolocas tuvieron una gran expansión en el horizonte Preclásico y a
causa de las migraciones de otros grupos se vieron desplazados y reducidos al territorio del centro-sur de Puebla. Jiménez Moreno (1942)
indica la posibilidad de que los mixtecos y grupos asociados a ellos en
el periodo Preclásico originaron y desarrollaron el "estilo olmeca". Su
importancia en el horizonte Clásico se empieza a descubrir; sin embargo, se sabe que jugaron un papel relevante en Teotihuacán -como
grandes artífices- y que fueron los productores de la cerámica más
importante de ese periodo. Por la región popoloca pasó una de las
rutas comerciales más importantes de Mesoamérica: el "corredor teotihuacano" que tocaba poblaciones como Tepeaca, TecamachalcoQuecholac, Tlacotepec y Tehuacán.
Actualmente, se señala la posibilidad de que grupos relacionados
con ellos como los mixtecos hayan sido los habitantes de Teotihuacán
(Paddock, 1997) y de que otros como los olmeca-xicalanca tuvieron
que ver con la crisis de ésta, provocando cambios sustanciales en las
sociedades de esa época y el desarrollo de nuevas ciudades-estado en
el valle Puebla- Tlaxcala.
El nexo de los olmeca-xicalanca con los popolocas es significativo, lo
que hace deducir que se trata del mismo grupo. y con ello de alguna
manera se relaciona a estos grupos con la llegada y formación de ciudades-estado importantes en la región, como Tehuacán Viejo y Tepexi
el Viejo, Cuthá, Tecamchalco. Pero también los relaciona con la aparición de un nuevo estilo cerámico en el Altiplano central y la Mixteca, el
estilo Mixteco-Puebla; con ello, también la elaboración de los códices
del grupo Borgia que están muy conectados con esta cerámica.
Arqueológicamente, se pueden observar algunas similitudes en la
cultura material de lo que hemos llamado región popoloca; comparten
elementos arquitectónicos y cerámicos similares, pero cada uno guarda su estilo local, dependiendo del tipo de materiales propios del área,
CONCLUSIONES
275
de su posición geográfica, así como de su cercanía con determinados
grupos étnicos y de sus propias particularidades históricas.
En tres de los sitios (Cuthá, Tepexi y Tehuacán el Viejo) donde se han
realizado investigaciones arqueológicas se señala la influencia mixteca
en la cerámica y la escultura yen los casos de Tehuacán Viejo y Cuthá la
influencia zapoteca (MacNeish, 1965; Castellón, 1993). En Tecamachalco-Quecholac hay poca información sobre las características de los
materiales, pero hay ejemplos muy claros en el área de CuauhtinchanTepeaca que muestran la influencia de Cholula y del valle de México en
la cerámica (Dávila, 1974). Esta relación o influencia es explicable debido a la cercanía con las regiones zapoteca y mixteca, sobre todo por
parte de los tres primeros sitios mencionados. En el caso de Tecamachalco-Acatzingo y Tepeaca-Cuauhtinchán
su cercanía geográfica y su
desarrollo histórico cultural estuvieron más relacionados con el valle
poblano-tlaxcalateca
y el valle de México, como lo indican algunos
materiales arqueológicos y las fuentes históricas.
Las cerámicas de fabricación local tienen características similares
en cuanto al tipo de materiales (barro y desengrasante) utilizados y las
técnicas de fabricación. Se caracteriza por la gran cantidad de material
calcáceo que contiene el desengrasan te.
Otro aspecto de la cultura material ,que es similar y que puede ayudar a definir arqueológicamente a los popolocas es la fabricación de
cerámica. Los popolocas han sido un pueblo que se ha caracterizado
por la elaboración de cerámicas muy importantes en Mesoamérica. Tal
es el caso de la cerámica Anaranjado delgado, la cual es atribuida tanto
en fabricación como distribución a éstos. Su tradición de grandes alfareros ha sido milenaria y ha perdurado hasta nuestros días, pues sólo
hace falta observar a los grandes alfareros de Los Reyes Mezontla,
donde se elabora una cerámica que tiene todas las características, tanto en acabados como en formas, de las encontradas en el valle de
Tehuacán, fechadas como las más antiguas de Mesoamérica. La cerámica policroma llamada Mixteco-Puebla, parece que es un rasgo más
que puede caracterizar a estos grupos mesoamericanos. Tradicionalmente, se habla de esta cerámica como un producto cholulteca porque
es el sitio en donde se ha identifieado más claramente, ha aparecido
con más abundancia y en gran cantidad de diseños, técnicas y colores
276
LOS POPOLOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOlAC
y porque se tienen fechas y estudios cronológicos basados en estrati_
grafía. Así, también se habla de que es un producto poblano-tlaxcalte_
ca (Castillo, 1975) porque las fechas más tempranas conocidas hasta
ahora sobre su aparición son las que presenta García Cook en Tlaxcala.
Por alguna razón no se le atribuye su fabricación a un grupo étnico
específico y cuando se hace se menciona a grupos nahuas. Sin embargo, la relación tan estrecha entre la aparición de esta cerámica y los
olmeca-xicalanca es clara y sugerente.
Hace un par de años John Paddock (1997) señaló que sólo tres veces
un "estilo" ha llegado a afectar a Mesoamérica: primero el olmeca, después el teotihuacano, y finalmente el conocido como Mixteco-Puebla.
Casualmente, todos tienen relación con grupos por él denominados
como tetIamixtecas, en el cual se incluye a los popolocas.
Los datos a la fecha proporcionados apoyan la hipótesis tan acertada de Jiménez Moreno, al atribuir la cerámica policroma a los olmecaxicalanca, grupo que estaba íntimamente ligado a los popolocas y
mixtecos. Estos tres coexistieron en una misma región geográfica
donde es común esta importante cerámica, caracterizada por Noguera
(1954) como una de las más representativas de Mesoamérica, y la cual
fue llevada por comercio más allá de las fronteras mesoamericanas.
La posición intermedia de la región popoloca entre el Altiplano central y otras áreas de Mesoamérica explican muchos de los fenómenos
(migraciones y diversidad étnica) que caracterizan los distintos periodos de ocupación, entre los que destacan por su complejidad el Clásico y Posclásico. En la actualidad, coexisten diversos grupos étnicos
en el territorio que indican, junto con la información lingüística e histórica, que en la época prehispánica la situación era mucho más compleja y heterogénea, situación que evidentemente se reflejó en la
cultura material y razón por la que es difícil hablar de un "estilo" cultural único y característico.
Actualmente, las investigaciones etnohistóricas, arqueológicas, lingüísticas y etnográficas señalan la importancia de los popolocas en el
ámbito mesoamericano y su similitud sociopolítica y cultural que los
diferenció de otras áreas o regiones. Lo nuevo nos indica que no todo
está dicho y que la historia se reconstruye día con día. Así, la historia
de los popolocas apenas comienza escribirse.
CONCLUSIONES
277
NOTAS
1 La casa de palma de los popolocas actuales es muy elaborada. Sobre todo,
sobresale como elemento significativo el techo, que en comparación con los
muros resulta ser de una técnica compleja; sin embargo, la elaboración extremadamente diestra de éstas es contradictoria con las condiciones de vida "miserable" e inestable de los popolocas (Jacklein, 1974: 97).
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"Las lenguas
ÍNDICE
)
\
PRÓLOGO
9
PREFACIO
13
AGRADECIMIENTOS
17
INTRODUCCIÓN
19
CAPÍTULO 1. lA REGIÓN POPOLOCA
La región como unidad de análisis
Mesoamérica y la región
La región de los popolocas
El medio natural
El señorío prehispánico de Tecamachalco-Quecholac
El territorio y medio natural
35
35
CAPÍTULO II. ARQUEOLOGÍADE LAREGIÓN POPOLOCA
Las investigaciones arqueológicas
Los popolocas arqueológicos
Los orígenes
Aparición de la agricultura y la incursión olmeca
Los popolocas en el Clásico
Características regionales
El Epiclásico y los olmeca-xicalanca
El estilo Mixteco-Puebla
El Posclásico de la región
Los sitios arqueológicos de Tecamachalco
En busca de los popolocas arqueológicos
59
60
CAPÍTULO Ill. LOS POPOLOCASHISTÓRICOS
Chochos o popolocas: el uso de los términos
en la literatura mesoamericana
La lingüística histórica del popoloca
Los popolocas en la etnohistoria
La época teotihuacana y la emergencia de Cacaxtla
Los popolocas en Tula
La incursión de los nahuas
38
43
49
54
55
71
74
76
83
89
92
100
105
116
123
135
135
138
143
)46
150
152
Los señorEas popolocas y la conquista mexica
Los señoríos sureños
Las alianzas y élites regionales
160
165
.169
CAPíTULO IV.FORMACIÓN DEL SEl\IORÍO
DE TECAMACHALCO-QUECHOlAC
181
Los olmeca-xicalanca en Cholula
182
Formación del señorío de Cuauhtinchán bajo la supremacía
186
de los tolteca-chichimeca en Cholula
La dominación Tlatelolca
191
Desintegración del señorío de Cuauhtinchán y la hegemonía mexica_194
Formación del señorío Tecamachalco-Quecholac
197
CAPÍTULOV. EL PUEBLO DE lA "MANDíBUlA DE PIEDRA"
Tecamachalco en los Mapas 2 y 3 de Cuauhtinchán
El Códice de la Cueva
207
209
214
CAPÍTULOVI. EL SEl\IORÍOPREHISPÁNICODE TECAMACHALCO
Organización político-territorial
Estratificación social
Composición étnica
Economía
Religión
La cultura material
221
222
229
233
234
245
250
CONCLUSIONES
259
SIGlAS YABREVIATURAS
BIBLIOGRAFÍA
ÍNDICE GENERAL
279
281
317
N
.,. Tajín
, t
'-' ,-1
- - - - Límites aproximados
Reconstrucción con base en
infonnación de Nicolás León
(1905) y l¡jcklein (1978)
HIDAlGO
( ... r-._.,
ESTADO DE MÉXICO
~,,~~,_.
'\
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,_~holula
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,,~
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VERACRUZ
Tepexl
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GUERRERO
Tl1antongo
•
OAXACA.
Monte Albán
Fig. 1. La región popoloca
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Límites
aproximados
Fig. 2. Ubicación de la región popoloca en Mesoamérica
11 LOS POPOLOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
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aproximados
- - - - Límites aproximados, según
Martínez (1994)
Fig. 3. Mapa orográfico de la región popoloca
Fig. 5. Extensión territorial del señorío de Tecamachalco-Quecholac
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Límites
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1964
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Límites
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ZapoOOán
Tepeaca, 1995
_____ Proyecto
aproximados
Cuauhtinchan,
Fig. 4. Mapa hidrológico de la región popoloca
Fig. 6. Mapa de las investigaciones
1974
arqueológicas en la región popoloca
III
ILUSTRACIONES
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Fig. 7. Ubicación de los otomangues
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Fig. 9. Vista parcial del sitio arqueológico de Tepexi el Viejo (Foto: A...~"ámez)
Olmeca-xicalanca
Fig. 8. Poblaciones olmeca-xicalanca en el norte de la región popoloca en el s. XVI
(Reyes, 1988; 11artínez, 1994)
Fig. 10, Salinas de origen prehispánico
(Foto: Alejandra Gámez)
ubicadas en las faldas de cerro de Cuthá
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LOS POPOLOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
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Fig. 12. Mapa de localización de los
sitios arqueológicos de Tecamachalco.
(Wals y Fernández, 1983)
Fig. 14. Cerámica policroma del sitio arqueológico de Tecamachalco
Detalle de acabados y diseños del Pos clásico (Foto: Alejandra Gámez)
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• Actuales poblaciones
importantes
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CoiJrtlahuaca
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Nativitas
Fig. 13. Croquis del sitio arqueológico de Tecamachalco Viejo (Gámez, 1999)
Fig. 15. Mapa de ubicación de los popolocas actuales
Viejo.
VIII
LOS POPOLOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
ILUSTRACIONES
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Nativitas
Molcaxac
Tehuacán
Fig. 17. La región popoloca y los lugares citados en el Lienzo de Tlapiltepec
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Chila de la Sal
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Fig. 19. Cuetzpaltzin, Mapa de Cuauhtinchan núm. 3
Fig. 16. Glifos de lugares del sureste de Puebla en el Lienzo de Tlapiltepec
Fig. 18. Ex convento franciscano de Tecamachalco (Foto: Alejandra Gámez)
Fig. 20. Cuetzpaltzin y su hijo Xochicozcat!o Mapa de Cuauhtinchan núm. 2
X
LOSPOPOLOCASDETECAMACHALCO-QUECHOLAC
ILUSTRACIONES XI
Fig. 22. Detalle de los glifos de Tecamachalco
Tlapiltepec
Figs.21a. El Cerro del Águila, en Tecamachalco y 21b. Cerro del Águila. Detalle
del "águila" formada por una mancha de piedra caliza
y Quecholac
en el Lienzo de
Fig. 23. El Códice de la Cueva 1) Cholultecas, 2) Huejotzincas, 3) Tlaxcaltecas, 4)
Muralla, 5) Cabezas cortadas, 6) Emblema de tlaxcaltecas, 7) Emblema de
tepoztecas, 8)Tecamachalco Viejo, 9) Xaltepec, 10) Tecamachalco, 11) Tetepetl, 12)
Tepeyac, 13) Barranca Florida, 14) Río, 15) Templo de Tecamachalco, 16)
Xochicozcatl, 17) Chimaltecuhtli, 18) Maxtla, 19) Acaxochitl, 20) Cuhuatepetl,
21) Huexochtepetl, 22) Tecalli, 23) Coyotepetl, 24) Ozomatepetl ¿Ehcatepetl?, 25)
Cuexcomatepetl, 26) Cuahtepetl, 27) Caminos (Texto de Francisco Rivas, 1999).
XII
LOS POPOLOCAS DE TECAMACHALCO-QUECHOLAC
ILUSTRACIONES
XIII
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Matrícula de Tributos
Mapa de Cuauhtinchan, núm. 2
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Códice Mendocino
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11 Xochicoxcatl, hijo de Cuezpaltzin, 2) Maxtla, 3) ¿Cuezpaltzin?, 4) QuetzaHecatl,
Cuauhtecatl, 6) Primer templo de Tecamachalco, 7) Topónimo de Tecamachalco
(Texto de Francisco Rivas, 1999)
5)
Fig. 25. Personajes de linaje en el Códice de la Cueva
Lápida del Convento
Códice de la Cueva
Fig. 24. Representaciones
la Manillbula"
del glifo de Tecamachalco y localización del "cerro de
Fig. 26a. Ritos agrícolas en San Marcos Tlacoyalco. Petición de la lluvia y buenas
cosechas, durante el3 de mayo (Foto: Rosalba Ramírez)
XIV LOSPOPOLOCASDETECAMACHALCO-QUECHOLAC
ILUSTRACIONES XV
Fig. 26b. Ritos agrícolas en San Marcos Tlacoyalco. Bendición de los animales,
durante el15 de mayo (Foto: Rosalba Ramírez)
Fig. 28. Escultura de mujer descarnada,
Mictecíhuatl. Museo de sitio de Tecamachalco, Pue.
Fig. 27. Cerro Techachales- Techalrey, en Tecamachalco. Detalle de la orografía
natural en forma de manchbula (Foto: Alejandra Gámez)
Fig. 30. Vista parcial del sitio arqueológico de Tecamachalco Viejo (Foto: AlejandraGámez)
Fig. 29. Restos arqueológicos de un
juego de pelota en la población de San
Luis Temalacayuca
~
LOSPOPOLOCASDETECAMACHALCO-QUECHOLAC
Fig. 31. Casa popoloca. Comunidad
jandra Gámez)
de San Marcos Tlacoyalco, Pue. (Foto: Ale-
Fig. 32. Cerámica de la región de Tecamachalco.
machalco (Foto: Alejandra Gámez)
Museo arqueológico
de Teca-
~telfbro ofrece un trabajo integrador donde confluyen
diversas fuentes de información sobre el sef'íorio de Tecamachalco-Quecholac, resultado de un detenido acopio docu~Jltal en el que coinciden archivos nacionales, estatales y
AO(:ates;biblfografia y hemerografia. Asimismo, se conecta la
tnfc>rmaciónprocedente del momento del contacto cultural
~n~e prehispántcos y españoles y se recurre. a la memoria de
c;rcmi.stas.Códices, relieves, escultura y testimonios precolóJIlbinos convergen con los estudios contemporáneos sobre
el,tema y etárea cultural. Difícilmente algún estudioso se
qú~aa.fuerade su universo de referendas. A todo lo anterior,laautora suma su formación arqueológica visitando los
sitiC)~<delsef'íorio de Tecamachalco-Quecholac, hasta ahora
casiéfesconocidos.
Alejandr:.aGámez nos muestra los elementos con los que se
.pue~dibujar una.región entre .losSiglosXIIy XVI -sociolagia,
eC()~ia,
aJltropología, historia y~eografia-, en donde
no.Jopolé:H:as
de las casas reinantes de lo, diversos sef'íoríO!'iI"•,.~.',."n"te
. ..nfa,n el control y el poder Pot,ittco-económico a
ra.,de
.alianzas matrimoniales; de eUodan cuenta diver ..
locumentos plctográftcos de la época.