Academia.eduAcademia.edu
Universidad Nacional Autónoma de México Instituto de Investigaciones Filológicas Seminario Universitario de Estudios Asiáticos Módulo II. Submódulo: Japón Líneas temáticas: “Cine japonés” y “Demografía y envejecimiento de la población” Ensayo Análisis de la película De tal padre tal hijo de Koreeda Hirokazu. Por: Jessica Fernanda Conejo Muñoz. Ciudad Universitaria, septiembre de 2015. Análisis de la película “De tal padre tal hijo”, de Koreeda Hirokazu. Por Jessica Fernanda Conejo Muñoz. jessicaferdinanda@hotmail.com Introducción Este breve ensayo tiene como objetivo abordar dos de los temas que formaron parte del contenido académico del Diplomado en estudios sobre Asia (2015-2016), organizado por el Seminario Universitario de Estudios Asiáticos en el Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM. Estos dos temas, “Cine japonés” y “Demografía y envejecimiento de la población”, me hicieron pensar inmediatamente en uno de los directores de cine más importantes de la producción contemporánea nipona: Koreeda Hirokazu. La razón es que, además de constituir una figura de gran relevancia en el marco cinematográfico, muchas de sus películas tienen como centro temático la familia y, particularmente, los niños. Es el caso de De tal padre tal hijo (Soshite chichi ni Naru, 2013), película que he decidido analizar en función de los contenidos del Diplomado. El tema de la familia ha sido constantemente abordado tanto por las artes narrativas japonesas, como por estudios culturales, antropológicos y sociológicos. Quisiera rescatar la importancia de la figura paterna en la concepción familiar para enmarcar la importancia que tiene en la historia de la cinta que me ocupa. El valor de la lealtad de los hijos hacia sus padres es parte de la concepción tradicional de la ie (casa, forma de organización social de la familia1); sin embargo el filme justamente pone en tensión este aparente esquema heredado y parece preguntarse ¿en qué consisten realmente los lazos familiares?, ¿en qué consiste la paternidad? En varias escenas de la película se muestra la relación padre-hijo bajo diferentes matices: desde el padre autoritario que se impone injustificadamente sobre sus hijos (quienes deben no obstante guardarle lealtad y respeto), hasta el padre amoroso que juega con los niños como si fuese uno de ellos. Pero estas estructuras aparecen asociadas también a características específicas de los personajes; es decir, el ejecutivo “correcto” no es un padre amoroso, mientras el “desobligado” sí lo es. Este aspecto podría parecer en principio inocente, sin embargo, da cuenta de la complejidad contenida en la red de valores que está en disputa en la relación tradición-“modernidad”. Joy Hendry, cit. en Fernando Villaseñor, “Derecho y discurso en la creación del modelo de familia japonés IE”, en Estudios de Asia y África XLVI: 1, México, 2011, p. 97. 1 Como bien apunta Fernando Villaseñor2, no podemos olvidar el trasfondo político de la construcción familiar japonesa y, por tanto, el valor político de una cinta que trata conflictos relacionados con ello aunque se revistan de sutilezas. Si hay algo que podemos extraer de la película a este respecto es que esta especie de desarticulación de la institución familiar seguramente no transcurre en armonía, tal como los acontecimientos en De tal padre tal hijo, donde están presentados a partir de su carácter conflictivo tanto a nivel social como a nivel individual y subjetivo. En cuanto a la recepción del cine contemporáneo japonés en Japón, Ueno Koushi habla de que a partir de los años noventa, además de que nuevos directores independientes adquieren fama internacional por la participación de sus producciones en festivales reconocidos (Venecia, Cannes, etc.), también ocupan un lugar en el imaginario cinéfilo nacional: “la visión desde el interior de Japón permite constatar la presencia en el cine japonés de los noventa una serie de directores de gran talento…que han insuflado vitalidad a la industria”3. Uno de estos directores es Koreeda Hirokazu, quien desde el lanzamiento de su primer filme de ficción (Maboroshi no Hikari, 1995) se hizo acreedor a varios premios y nominaciones en festivales como Venecia, Vancouver, Chicago, entre otros. Lo anterior es indicador de que el público al que probablemente vayan dirigidas sus cintas sea tanto nacional como internacional. Es por ello que los planteamientos de De tal padre tal hijo seguramente son objeto de distintas interpretaciones; sin embargo, existen diálogos en la película que dan cuenta de la consciencia del director en torno a la problemática tratada. Por ejemplo, uno de los amigos del protagonista le pregunta si aún cree en que la familia tiene realmente que ver con la sangre. Dicho cuestionamiento se presenta en tono irónico, como si en la actualidad toda esa serie de valores no tuviera más vigencia. No obstante, el que aún se plantee en el cine la relación familiar como problemática, nos invita a reconocer que no todas las preguntas al respecto están resueltas, y que la serie de cambios en la conformación de los lazos cercanos siguen llevándose a cabo de manera no armónica entre generaciones, por lo que vale la pena detenerse a reflexionar sobre ello cuando llega a nosotros una película como la que a continuación analizaremos. 2 Ibid. 3 Koushi Ueno, “El cine japonés de los noventa”, en Nosferatu. Revista de cine. No. 36, España, 2001, p. 3. Análisis de la cinta. Varios críticos de cine señalaron De tal padre tal hijo como una de las mejores películas vistas en México durante 2013, en el marco de la 55 Muestra Internacional de Cine de la Cineteca Nacional. A principios del mismo año dicha cinta se estrenó en el Festival de Cannes, estando nominada a la Palma de Oro, y ganando finalmente el Premio del Jurado. Soshite Chichi ni Naru (título original en romanji) es la novena película de ficción de Koreeda Hirokazu (Tokyo, 1962), figura protagónica en el llamado “resurgimiento” del cine nipón a partir de los últimos años noventa. Junto con Kitano Takeshi, Koreeda es uno de los pocos directores japoneses cuyas películas se estrenan en México; sin embargo su importante obra de no ficción nos resulta prácticamente desconocida, a pesar de ser su formación como documentalista la que contribuyó en gran manera a formar su peculiar estilo. Desde Maboroshi no Hikari (Maborosi, 1995), su debut como director de ficción, hasta su último filme, pueden observarse en su cine varias constantes: la recurrencia a hablar de la muerte, la memoria, la pérdida, la ausencia y lo dejado atrás; la mezcla de recursos no ficcionales con una cada vez más depurada construcción narrativa y, especialmente, como he adelantado, la presencia de figuras infantiles. Por citar algunos ejemplos, podemos mencionar Dare mo Shiranai (Nadie sabe, 2004), y Kiseki (Milagro, 2011). Como ha señalado en diversas entrevistas, gusta de permitir que los niños improvisen constantemente para rescatar la forma en que los actores adultos gestionan el enfrentamiento con la libertad que el director les otorga a los infantes. La mezcla entre este toque de espontaneidad y el cuidado en las imágenes, los detalles de la puesta en escena y el montaje, la música y la estructura de los puntos detonantes del desarrollo del relato, provoca que De tal padre tal hijo sea una cinta que funcione tanto en el universo de las historias más conmovedoras, como en el de la reflexión sobre las posibilidades fílmicas en términos de construcción de microcosmos visuales y sonoros que transmiten la mirada transparente de los niños que no comprenden por qué de pronto sus papás no son sus papás, anécdota central de la película de la que hablaremos en breve. A decir del propio Koreeda, la construcción de las familias tan dispares que aparecen en la cinta está basada en sus propias experiencias de vida. Por un lado, el orden, el equilibrio y las buenas maneras de los Nonomiya; por otro, la naturalidad, la soltura y la calidez de los Saiki. Mientras tanto, los intérpretes infantiles destacan por encarnar una personalidad completamente acorde con sus pequeñas historias de vida en el filme: los objetos, los juegos, las miradas, los movimientos, los gestos, la manera de hablar y de dirigirse a los adultos, lo cual teje un cúmulo de imágenes inolvidables que ponen de manifiesto los ingredientes que el director promueve como base de su obra: la observación, la memoria y la imaginación. La historia de la película está inspirada en casos reales de switched at birth babies, como versa en los créditos de la cinta. Nonomiya Ryota (Fukuyama Masaharu) es un arquitecto bien posicionado, obsesivamente trabajador y que representa claramente los valores nipones en torno a la disciplina y el éxito personal y profesional. Cuando le informan que Keita (Ninomiya Keita), de 6 años, no es su hijo biológico, inicia una difícil “misión” al lado de su esposa y la familia de su hijo consanguíneo, Saiki Ryusei (Hwang Shôgen). El personal jurídico del hospital en que los bebés nacieron alienta a las dos familias a que hagan un intercambio de hijos, para que cada pequeño se quede al lado de sus padres biológicos. El título original de la película refleja en qué consiste la misión de Ryota: “Entonces, me convierto en padre”. El “padre” de Ryusei le dice a Ryota en una ocasión: “el tiempo para los niños es todo”. Y De tal padre tal hijo es un mundo donde cobra vida la experiencia de ese tiempo. La cámara ubicada por debajo del horizonte de mirada de los adultos nos sumerge en el espacio del tiempo que para los niños es todo: el tiempo de que el padre vuelva a casa, el tiempo de volar papalotes, de pintar monstruos con pasta de dientes en el espejo del baño. Y no se trata de estandarizar las significaciones infantiles, sino de percibir en lo cotidiano no sólo la esencia de la paternidad y las relaciones familiares, también la consistencia de lo vivido. Mientras en anteriores filmes de Koreeda como Wandafururaifu (Afterlife, 1998), Distansu (Distance, 2001) o Nadie sabe (2004), era patente su subtexto no ficcional, permitiendo choques azarosos entre realidad y ficción al trabajar con actores no profesionales, extendiendo la duración de la producción para que los signos del tiempo fueran evidentes en los intérpretes, o incluso empleando recursos estructurales propios del documental (cámara en mano, fotografía no preciosista, etc.), ya desde Aruitemo Aruitemo (Still Walking, 2008) ha manifestado el control que tiene sobre los guiones, tanto a nivel de los diálogos de los actores adultos, como a nivel formal. A lo largo de De tal padre tal hijo, podemos involucrarnos con ese cuidado que ha puesto el director en los pequeños detalles, en la importancia de aparentes trivialidades que resultan más reveladoras que grandes eventos o acciones dramáticas. Podría decirse que Koreeda logra en esta cinta extraer lo trascendente de lo ordinario; sin embargo lo que consigue es poner de manifiesto que lo ordinario es lo trascendente, que el protagonista resulta auténticamente tocado por los restos de una rosa de papel, por un juguete descompuesto, por una fotografía de él dormido tomada por su hijo; que breves palabras y gestos encarnan personalidades, deseos, afectos: la cabeza inclinada de Keita en las fotografías a semejanza de la de su padre, la manera de ambos de tomar el control de los videojuegos, el que su hijo biológico también huya de casa para ver a su madre. Dicho cuidado se extiende también a las formas audiovisuales, la disposición de los actores como figuras dentro del cuadro, resaltando a veces las distancias y otras las empatías, el uso del foco y fuera de foco para expresar lo que los personajes tendrían que explicar en largos diálogos, la plasticidad de las miradas, los delicados acentos sonoros que juegan con la frescura de la sucesión de escenas, y el silencio ante el niño que pregunta infinidad de veces “¿por qué?”. Muchas veces creemos que contar una historia es enlazar grandes acontecimientos que suceden en un espacio y un tiempo que no son sino los recipientes de esos sucesos. Todo lo que está fuera de esa cadena imaginaria deviene entonces accesorio, satélite. Si hay algo con lo que Koreeda ha sido coherente es con el rescate de la experiencia heterogénea del tiempo que vive entre los eventos y que los rodea, con la reivindicación de lo supuestamente secundario. El relato que nos ofrece en su última película estrenada en México es una muestra de cómo ha consolidado sus búsquedas iniciales, cómo ha conseguido que su fina elaboración narrativa, detallista, sin vacíos, se vuelva invisible y transparente, dejando hablar a la sencillez contundente: “¿me quieren más que papá?”, pregunta Keita… “sí”, responde Ryota. Lo anterior, además de motivar la asociación constante a Ozu Yazujiro, no puede sino evidenciar la postura de Koreeda ante la vida y ante el tiempo: permitir la interpelación del día a día, que sucede inevitablemente en su trabajo como documentalista. Así como la flor de papel de Keita, la película habla de las cosas en las que nos fijamos sólo una vez, y que a pesar de ser ignoradas por nosotros, permanecen; no porque oculten grandes verdades ni porque esperen ser encontradas, como las fotografías de los pies de Ryota, sino porque son la vida que conocemos, que tocamos, como parece que hace la cámara con los objetos en la cinta. Koreeda dijo alguna vez que la esencia de la vida está en el “antes y después”, no en los grandes eventos. Quizá lo que aprendió Ryota en la misión emprendida en De tal padre tal hijo fue en qué consiste ser padre. La película nos permite reflexionar sobre si éste ha sido el gran evento, o si lo grande es que la vida para un niño (o un no tan niño) sea simplemente mordisquear un popote. Tanto para quienes se han configurado una clara imagen, equivocada o no, de lo que es una película japonesa, como para quienes se interesan en historias que entrañan los vuelcos más complejos del querer en la belleza de los destellos más simples, De tal padre tal hijo es un filme que nos llama con la inocencia de un niño, pero también con su profundidad y su inteligencia. Conclusiones. Después del enfrentamiento del protagonista con su conflicto; es decir, después de que las dos familias intentan cambiar de hijos, poco a poco (de ambos lados) se nos va revelando que los sentimientos de los padres están del lado de sus hijos “no biológicos”, que los lazos de sangre, en este caso, son menos fuertes que la convivencia y la vida cotidiana. Quizá para el espectador fuera de Japón, estas cuestiones sean más fáciles de asimilar; sin embargo, por la conformación política e histórica de la familia japonesa, así como por su importancia en la estructura cultural y social, la puesta en cuestión de valores tradicionales sea más llamativa en el contexto de recepción nipón. Así como varias medidas tomadas siglos atrás fueron signo de la intención de Japón por entrar en un proceso de modernización comandado por las grandes potencias coloniales, bajo el paradigma del Estado Nación, los cambios en la configuración familiar no parecen estar aislados de un panorama discursivo y contextual específico. El cineasta Kobayashi Masahiro señaló en una entrevista que “para los países extranjeros parece que estamos todos unidos en una situación muy difícil4, pero debo decir que esta unidad no es suficiente para que la gente viva feliz, porque al final todos somos seres individuales tratando de sobrevivir en una sociedad capitalista. La idea que hay en la sociedad japonesa de hoy en día es que estar unidos es lo más importante, pero me parece que todo el mundo se está olvidando de vivir sus propias vidas. Y entre la poca gente que lo hace, se ha creado un sentimiento de rechazo, de antipatriotismo, que considero un tipo de reacción muy fascista. Creo que la sociedad japonesa está yendo en una dirección muy peligrosa en este sentido”5. Me parece que lo que apunta Kobayashi es importante para comprender la situación de los valores familiares abordados en la cinta analizada. Los resultados del sistema económico capitalista, con los efectos globales que ha tenido a raíz de la apertura económica y social que rigen las dinámicas contemporáneas son, entre otros, el creciente 4 Refiriéndose a la situación post tsunami y desastre nuclear. 5 Entrevista a Kobayashi Masahiro por Carlos Reviriego, en El Cultural online, España, junio de 2011. individualismo en la sociedad, lo que choca con la unidad y sistema de lealtades representados inicialmente por la institución familiar. Al igual que como ocurrió con la modernización, la integración de las sociedades a la dinámica contemporánea conlleva “ventajas” y “desventajas”. En De tal padre tal hijo tenemos un final feliz en el que pesó más la convivencia y el cariño que los lazos de sangre, y cada familia fortaleció su “unidad” al enfrentarse al conflicto de los bebés cambiados. No obstante, la serie de pensamientos que impedían al protagonista estar en armonía con ello (el éxito profesional, el talento individual, la aceptación social, la idea de que el dinero lo puede todo), siguen representando problemáticas a nivel subjetivo y colectivo. Resultaría interesante averiguar cuál es el papel que los cambios en las dinámicas familiares tienen en el hecho de que, como asevera Kobayashi, el sistema no es suficiente para que la gente viva feliz. De tal padre tal hijo Título original: Soshite Chichi ni Naru Guión y dirección: Koreeda Hirokazu País: Japón Año: 2013.