Historia del arte

Toulouse Lautrec, el gran pintor de la Belle Époque parisina

El 9 de septiembre de 1901 moría Henri Toulouse-Lautrec, un artista singular que se convirtió en el cronista más certero de la Belle Époque. Supo retratar como nadie el ambiente de Montmartre, con sus cabarets, sus artistas y todo tipo de personajes, más o menos sórdidos, que poblaban la noche parisina.

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Henri Marie Raymond de Toulouse-Lautrec-Montfa es el nombre completo de este artista que retrató como ninguno el París de finales de siglo XIX

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Los carteles de Toulouse Lautrec son únicos

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Exposición en Madrid

En 2018 una exposición en la Fundación Canal de Madrid repasó la vida de Toulouse Lautrec y los placeres de la Belle Époque.

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En el Moulin Rouge. Óleo sobre lienzo, 1894-95.

A Toulouse-Lautrec le bastaron unos pocos años de vida para añadir su talento a la historia de la pintura. Considerado uno de los mejores pintores del arte moderno francés, tras su muerte, el 9 de septiembre de 1901, entró en la historia del arte como el primer artista maldito de finales del siglo XIX.

Nacido el 24 de noviembre de 1864 en el Hôtel du Bosc, en el centro de Albi (Francia), en el seno de una familia aristocrática, la vida de Henri de Toulouse-Lautrec quedaría marcada para siempre por la deformidad de sus piernas a causa de una caída de caballo a los 14 años en la que se fracturó los dos fémures. Además, debido a la consanguinidad hereditaria de sus padres, que eran primos, dicha fractura no llegó a soldar bien y el desarrollo físico del joven Henri se vio seriamente afectado. Según palabras del editor de la revista literaria y artística Revue Blanche, Thandée Natanson: "El tronco, que era el de un hombre de estatura normal, parecía haber aplastado con su peso y el de la gran cabeza las cortas piernas que apuntaban por debajo".

Una caída de caballo y la consanguinidad imperante en su familia afectaron seriamente la salud de Toulouse-Lautrec

A pesar de los defectos físicos de Toulouse-Lautrec: picnodisostosis, es decir, un engrosamiento del hueso, estatura baja y una fragilidad ósea herencia de la endogamia familiar, su infancia fue feliz y ya desde niño se sintió atraído por el dibujo. En sus cuadernos escolares trazó bocetos de caballos, de familiares y de los paisajes en torno al castillo donde vivió. Un amigo de su padre, el pintor René Princeteau, se apercibió de su talento y le dio algunas clases particulares.

La vida en París

Tras la separación de sus padres en 1881, Toulouse-Lautrec se trasladó con su madre a París, donde asistió a la escuela y a varios talleres con artistas de la época. Pronto vio que la enseñanza oficial no era de su agrado y se interesó por las técnicas impresionistas y por la litografía. En esa época conoció a Vincent van Gogh, al que hizo un retrato y con quien trabó una gran amistad. También conoció a Edgar Degas, a quien profesó una gran admiración.

En 1888, Lautrec pintó el cuadro Amazona en el circo Fernando con el que se decoró el famoso cabaret Moulin Rouge en su inauguración en 1889. Por entonces, Lautrec conoció a Marie Valadon, una modelo con la que mantuvo una relación tormentosa y a la que llamaba su "terrible Marie". Marie era una mujer independiente, bohemia, libertina, mentirosa y una bebedora empedernida. Se cuenta que muchas noches, cuando Marie volvía del trabajo y de divertirse con algunos amigos por las tabernas del viejo Montmartre, se encontraba con un ramito de flores en la puerta de su casa con una nota de Lautrec que decía:"Vale por unos vasos de absenta".

Lautrec se trasladó a vivir al barrio de Montmartre, famoso por sus cabarets, fiestas y prostitutas, un lugar donde el artista se sentía cómodo. Su tempestuosa relación con Marie, basada en el alcohol y las mentiras, sobre todo por parte de la modelo, se rompió cuando ésta le propuso matrimonio y amenazó a Lautrec con suicidarse si él se negaba. Cuando descubrió que todo había sido una amenaza falsa, Lautrec la dejó para siempre.

El pintor de los cabarets

A diferencia de los artistas impresionistas, Lautrec apenas se interesó por el género del paisaje y prefirió ambientes cerrados, iluminados con luz artificial y que le permitiesen jugar con los colores y los encuadres. En 1895, pintó el cuadro La payasa Cha U Kao. El nombre deriva de las palabras "chahut-chaos". El chahut era un baile parecido al cancán en el que las bailarinas levantaban las piernas al aire y enseñaban la ropa interior al público. Cha U Kao fue una de las musas de Lautrec, a la cual retrató posteriormente en numerosas ocasiones. Lautrec estaba muy solicitado por los dueños de los cabarets para que pintara carteles promocionando los espectáculos de sus establecimientos. En las largas noches que pasó en estos locales, Lautrec pintaba todo lo que veía y lo dejaba encima de las mesas. A diferencia de su amigo Van Gogh, Toulouse-Lautrec sí llegó a vender sus obras, aunque fue más reconocido por sus ilustraciones para revistas y carteles publicitarios que por sus pinturas al óleo.

En ese mundillo de vicio y extravagancia en el que se refugió, Lautrec tuvo grandes amigas como la bailarina Jane Avril, a la cual dedicó varios de sus cuadros y carteles como Jane Avril bailando, pintado hacia 1892. Avril fue conocida como L'Etrange (La Rara) o Jane La Folle (Jane la Loca) –esta famosa bailarina inspiraría el personaje de Nicole Kidman en la película Moulin Rouge del año 2001–. Lautrec también conoció a bailarines reconocidos como Valentín el Descoyuntado, y a payasos y demás personajes de las fiestas y espectáculos de los suburbios.

Lautrec retrató de una forma muy singular el sórdido mundo de las tabernas, los bebedores de absenta, las busconas, los burdeles y las carpas de circo.

Su minusvalía causaba rechazo en los salones más chic, pero en Montmartre Lautrec podía pasar desapercibido y dar rienda suelta a sus pinceladas con las que retrataba de una forma muy singular el sórdido mundo de las tabernas, los bebedores de absenta, las busconas, los burdeles y las carpas de circo. Lautrec, que decidió mudarse a vivir a un prostíbulo, se convirtió en un cronista social: retrataba al pueblo y a la noche de la belle epoque parisina. Calificado como "el pintor de las prostitutas" o "el pintor enano", la mirada de Lautrec, y por consiguiente su representación de ese mundo marginal, fue del todo opuesta y tal vez más honesta que la de muchos de sus contemporáneos. Otro tema que también fascinó a Lautrec fue el lesbianismo; el resultado de dicho interés lo plasmó en dos obras colosales llamadas Las dos amigas y L'Abandon.

Alcoholismo y muerte

En 1897, y con la salud gravemente deteriorada a causa de su alcoholismo, Lautrec contrajo una sífilis que le produjo graves accesos de locura. Padeció manías, depresiones y neurosis, además de sufrir ataques de parálisis en las piernas y en un costado. Ese mismo año tuvo que ser recogido de las calles a causa de una borrachera, y poco después, en un delrium tremens, llegó a disparar contra las paredes de su casa creyendo que estaban llenas de arañas. A pesar de que seguía pintando, en 1899 volvió a ser recogido de la calle completamente borracho.

El estado de salud de Toulouse-Lautrec se convirtió en noticia provocando, curiosamente, que el precio de sus obras aumentase. Su familia, muy preocupada, se marcó como objetivo alejarle de la bebida, por lo que contrataron a un cuidador al que Lautrec burló continuamente. Llegó incluso a modificar su bastón de paseo para introducir en él un vaso y una botella de aguardiente. Tras este intento fallido, Lautrec fue ingresado en un sanatorio donde, durante los varios años que permaneció ingresado, pintó 39 retratos con el circo como tema principal.

Lautrec burlaba continuamente al cuidador contratado por su familia, y llegó a modificar su bastón de paseo para introducir en él un vaso y una botella de aguardiente

Tras padecer una hemorragia y un derrame cerebral, Lautrec quedó con el cuerpo parcialmente paralizado. En ese momento, su madre decidió llevárselo al castillo donde residía para cuidarlo. Pero el 9 de septiembre de 1901, las luces de los cabarets más turbios, y también las de los más ricos, se apagaron para siempre para Toulouse-Lautrec, que moría agarrado a la mano de su madre. El espíritu de este gran artista que decía de sí mismo: "Soy feo, pero la vida es hermosa", siguió vivo entre las sombras, y a pesar de haber pagado un alto precio, aquel burgués educado, culto e intelectual prefirió transitar por las sendas secundarias de la vida, aunque estuviesen llenas de miseria y de imperfecciones.

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Para saber más

Museo Toulouse-Lautrec (Albi)