Desde sus inicios, la Tierra ha experimentado múltiples transformaciones en su configuración gracias a las fuerzas internas (tectónicas). Las corrientes de convección que se suscitan en la astenosfera son las responsables de las roturas que sufre la litosfera en grandes bloques, mismas que son conocidas como placas tectónicas y que son, a su vez, las causantes en la formación de las diversas configuraciones en el relieve. Las placas tectónicas son clasificadas en la corteza oceánica y en la corteza continental-oceánica.
Corteza oceánica: su espesor puede alcanzar hasta los 10 km, se encuentra constituido de basáltica (rocas ígneas de color oscuro). Generalmente se les encuentra totalmente sumergidos bajo el agua oceánica, exceptuando los arcos insulares y en los volcanes interplacas formados por los puntos calientes.
Corteza continental-oceánica: se encuentra formada por la corteza granítica y la basáltica, esta dualidad permite que se formen regiones emergidas con una longitud de hasta 30 km.
Límites litosféricos
Al estar en constante movimiento, las placas tectónicas pueden provocar fenómenos tales como la sismicidad o el vulcanismo, esto se debe a que en las fronteras entre dos o más placas que interactuan entre sí, se dan roces significativos que modifican el relieve, a veces, de forma significativa. Se conocen tres tipos de límites, los cuales son de divergencia o extensión, de convergencia o de colisión y de deslizamiento o falla de transformación.
Límite de divergencia o extensión: estas se localizan en los fondos oceánicos. Las placas impulsadas por las corrientes convectivas ascendentes son separadas por la expulsión del material magmático formando así a las cordilleras submarinas (dorsales). La misma expulsión del magma también provoca la formación de las cuencas oceánicas.
Límite de convergencia o colisión: contraria a la anterior, las corrientes convectivas descendientes del manto provocan una colisión entre una placa oceánica y una continental, esto provoca una subducción, es decir, un choque entre dos placas tectonicas, una de mayor tamaño con respecto a la otra. Lo anterior ocasiona una superposición de una placa por encima de otra formando trincheras o fosas en el fondo oceánico o montañas en la corteza continental.
Límite de deslizamiento o fallas de transformación: para este caso, las plazas involucradas no chocan ni se separan entre sí, solamente sufren un deslizamiento horizontal en sentido contrario (Figura 1).
¿Qué es el diastrofismo?
La dinámica en la Tectónica de placas se fundamenta en dos fenómenos que dan pie a la formación de las montañas y las depresiones, el primero de ellos es la epirogénesis, un proceso de movimientos verticales tanto ascendentes como descendentes que se dan en áreas continentales con sumergimiento parcial, el segundo es la orogénesis, un conjunto de movimientos tectónicos que han originado a los sistemas montañosos. Con base en lo anterior, podemos concluir que el distrofismo es un fenómeno basado en la fuerza que da origen tanto a la epirogénesis como a la orogénesis.
Los movimientos epirogénicos son los encargados de moldear la plataforma continental, provocando cambios tanto en las playas como en las costas.
Un producto de las fuerzas orogénicas son las fallas, mismas que deslizan los bloques en forma horizontal o vertical. Aquellos bloques que son elevados son denominados como pilares, en contraste, aquellos que sufren un hundimiento son denominados como fosas.
Vulcanismo
Al conjunto de fenómenos relacionados con la emisión de magma, de rocas fundidas y de gases a la superficie terrestre se le denomina como vulcanismo.
Un volcán es la abertura de la corteza terrestre por donde emerge el material ígneo procedente del magma (Figura 2).
Con base en su grado de explosividad y de la forma en como es derramada la lava, se pueden distinguir las erupciones de tipo hawaiana, estromboliana, vulcaniana y peleana (Figura 3).
Erupción hawaiana: se caracteriza por emitir material lávico muy fluido. Ejemplos de este tipo de volcanes serían el Kilauea en Hawai.
Erupción estrombolíana: se caracteriza por la emisión de lavas un poco viscosas, acompañadas de gases y moderadas explosiones que emiten material piroclástico al exterior.
Erupción volcánica: se caracteriza por la continua emisión de gases oscuros y poderosas explosiones que emiten material piroclástico desde el interior del volcán; sus lavas son muy viscosas.
Erupción peleana: no emite lava en grandes proporciones, pero si emite una gran cantidad de gases incandescentes y muy tóxicos.
Los volcanes presentan diferentes manifestaciones de emisión, los cuales se describen a continuación:
Magma: material incandescente que se encuentra en el interior de la Tierra.
Lava: se trata del material incandescente que es expulsado fuera del cráter del volcán.
Gases: son diversos gases entre los que destacan como el vapor de agua, nitrógeno, anhídrido sulfúrico, anhídrido carbónico e hidrógeno.
Material piroclástico: son pedazos de roca que salen a elevadas temperaturas.
Manifestaciones volcánicas secundarias: se presentan cuando la actividad volcánica se encuentra en su fase final.
Fumarolas: se trata de descargas constantes de vapor de agua y de otros gases.
Solfataras: son emisiones de gases que contienen una alta concentración de ácido sufhídrico y anhídrico carbónico.
Mofetas: se trata de aquellas emisiones de gases que contienen dióxido de carbono.
Géiseres: surtidores de vapor de agua y agua caliente que arroja un volcán.
Fuentes termales: son manantiales de agua caliente que contienen diversas sales minerales.