Violencia Intrafamiliar en Panamá Durante la Emergencia Sanitaria
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Violencia Intrafamiliar en Panamá Durante la Emergencia Sanitaria

Como muchos sabemos, la pandemia por SarsCov-2 (conocido como COVID-19) ha traído consigo la necesidad de reinventarnos en muchos aspectos. Por ejemplo, hemos comprendido la importancia de la tecnología y como esta puede facilitarnos realizar cierto tipo de trabajos o actividades desde un espacio cómodo, seguro y personalizado; no obstante, las medidas de seguridad que nos hemos visto forzados a implementar, como es el caso del confinamiento preventivo, han generado un incremento significativo en otras dolencias a nivel social, cultural y laboral. Como profesional del Trabajo Social, es de mi interés comprender la génesis de esta problemática social tan presente en Panamá y el mundo, con el objetivo de proporcionar herramientas que puedan ser utilizadas en pro de combatir los problemas sociales que aquejan nuestra era. Por tal motivo, me dispongo en esta oportunidad a compartir con el lector mis hallazgos y análisis en relación al incremento de la violencia doméstica como consecuencia de la emergencia sanitaria en Panamá, luego de una larga investigación realizada durante el segundo semestre del años 2020.

Violencia y Agresividad

Dos corrientes científicas nos hablan del origen de la violencia y de la agresividad. La perimera, dice que la violencia es algo innato y propio del ser humano, y la segunda, que plantea la agresividad como aprendida en efecto del vivir en sociedad. Veamos un poco de ambas corrientes. Un ejemplo de la aplicación de la primera postura, es el libro EL SEÑOR DE LAS MOSCAS de William Golding. En esta obra literaria, el escritor cuenta una historia de niños en edad escolar, que tras un accidente aéreo quedan varados en una isla, convirtiéndose en salvajes y persiguiéndose unos a otros, matándose entre sí sin contemplaciones. Con este libro, el autor parte desde la idea de que el hombre está programado para la crueldad, el sadismo y el crimen. Otra aplicación de esta idea está a cargo del investigador austriaco Konrad Lorenz, quien dijo:

"el instinto de lucha humano hacia sus congéneres, es la causa de la violencia contemporánea."

Por otro lado, tenemos a Sigmund Freud, quien decía que el ser humano tiene dentro de sí mismo el instinto de muerte, que orienta su comportamiento hacia la destrucción y la guerra. La segunda postura nos explica que la agresividad es una consecuencia de la existencia en sociedad, lo cual lo diferencia de la violencia, ya que el ser violentos nos mantuvo vivos en la evolución, mientras que la agresividad, como derivada de la violencia, se adquiere al convivir con otras personas. Como ejemplo de esta segunda postura, tenemos el experimento realizado por el Doctor en Psicología Zing Yang Kuo. Este crio un gato y un ratón en la misma jaula, dando como resultado la unión en hermandad de estas dos especies. El gato jamás fue inducido a perseguir o matar ratones.

Tomando estas posturas como referencia, la violencia intrafamiliar se ubica como un patrón social de conducta que comprende la mezcla entre la violencia innata del ser humano, la agresividad como consecuencia de la vida en sociedad y la histórica trayectoria de machismo que tiene la humanidad. Siendo las mujeres y los niños quienes mayormente sufren agresiones físicas y psicológicas en hogares donde se vive violencia doméstica, este problema se ha posicionado como uno de los más frecuentes en las familias panameñas y uno de los más difíciles de erradicar.

Violencia Doméstica Antes y Durante la Emergencia por COVID-19

Según registra el Ministerio Público de Panamá, antes de la pandemia se presentarón más denuncias por violencia doméstica y menos casos de femicidio. Durante el 2015 se registraron 20,516 denuncias contra el orden jurídico familiar de tipo violencia doméstica, mientras que para el 2019, solo se presentaron 15,625 denuncias del mismo carcater (Ministerio Público, 2021).

Estas cifras, al contrario de lo que muchos puedan pensar, son alarmantes, y esto se debe a que, a medida que las denuncias por violencia doméstica disminuyeron, los reportes de femicidios e intentos de femicidio fueron aumentando. A la fecha, el sistema no garantiza la seguridad de las víctimas, ya que se han dado muchos reportes de femicidios donde las mujeres mantenían activada una orden de alejamiento en contra de su perpetrador.

El 2020, año de inicio de la pandemia, marca un significativo y alarmante incremento en los casos de femicidios, y una (aun peor) gran disminución en las denuncias por violencia doméstica. Al finalizar el pasado año, se registraron un total de 15,123 denuncias por violencia doméstica, mientras que se reportaron un total de 31 femicidios, 5 tentaivas de femicidio y 15 muertes violentas, superando la cantidad de femicidios del 2019 por 10 fatales víctimas (Ministerio Público, 2021).

Acciones tomadas por el Gobierno Nacional

En relación a lo preocupante de la situación, entidades gubernamentales panameñas han intentado redoblar esfuerzos para disminuir el problema, activando proyectos estratégicos desde frentes como el Instituto Nacional de la Mujer, quienes celebraron una serie de convenios entre la institución y diferentes Juntas Comunales a mediados del 2020, con la finalidad de acercar los servicios de apoyo psicosocial, protección ante el riesgo y seguimiento de los casos, que brinda la institución a las comunidades más vulnerables del territorio panameño. Otro de los proyectos que se ha impulsado, es la plataforma Crime Stoppers, un servicio de denuncias anónimas que ayuda a la Policía Nacional a dar un rápido seguimiento a los presuntos victimarios, así como a otro tipo de criminales.

Aun con los programas antes mencionados, nos queda un muy largo camino por recorrer en relación a este problema de índole social. Es responsabilidad, no solo del gobierno sino también de la sociedad, garantizar la seguridad para el pleno desarrollo de mujeres, niños y niñas a lo largo del país y el mundo.

Llamado a la Acción Ciudadana

Es evidente la necesidad de un cambio en la forma en la cual hemos venido atacando las problemáticas sociales. A pesar de los grandes avances que hemos dado como país y como región en el mundo, seguimos posicionándonos como la región más desigual del mundo, y Panamá como el país N°94 en igualdad de género. Por esta razón, convoco al trabajo en conjunto a todo aquel que se sienta capaz de fomentar una mejora en la forma en la que diseñamos políticas públicas. Que las necesidades de la población centroamericana sean atendidas con programas y proyectos sostenibles, coherentes y efectivos, considerando aspectos de relevancia como la estructura social, la cultura y la situación socioeconómica, ya que estos son, en múltiples ocaciones, determinantes del éxito de un programa o proyecto.

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