El discurso como práctica social
Arlenin Aguillón

El discurso como práctica social

En Venezuela, desde 1985, se viene trabajando en una serie de investigaciones enmarcadas dentro de la lingüística aplicada al discurso. Libros como Lingüística y Discurso (Molero, 1985) y Discurso y Publicidad (Cabeza, 1989) dieron inicio a una línea de investigación que estudia el discurso desde una perspectiva local.

Los aportes de Pottier (1987, 1992 y 1993), van Dijk (1989, 1994, 1995, 1998 y 1999), Sassure (1945), Hjelmslev (1978), Charaudeau (1992), entre otros, representaron la base de la fundamentación teórica empleada por un núcleo de lingüistas venezolanos para desarrollar sus investigaciones y concluir acerca de la conceptualización del discurso.

Para Molero (2003:7) se debe entender el discurso “no sólo como una unidad lingüística o una práctica discursiva, sino también como una práctica social que expresa o refleja entidades, comportamientos y relaciones y que además, los constituye y conforma”.

Franco (2002), en la revisión que hace a van Dijk (1999), acota que el discurso no hay que verlo exclusivamente como una “forma del uso de la lengua”, sino que lo interesante es precisar la significación de tal expresión mediante la descripción del uso, los componentes, orden, combinación, metodología, y el modelo lingüístico comunicativo.

El discurso hay que observarlo dentro de tres esferas fundamentales: la pragmática, la semántica y la sintáctica. No obstante, no debemos analizar dichas esferas aislada una de la otra.

La semántica caracteriza el discurso como referencial, cognitivo, intencional, lingüístico y contextual. Además, “puede aparecer acompañado o en correlación posible con otros sistemas semiológicos (gestos, proxémica, ilustraciones, sonidos, etc.)” (Molero 2003: 8).

“El discurso es referencial porque alude, construye o reconstruye la complejidad del referente real o imaginario (Nivel Referencial). Es cognitivo porque es el producto de una conceptualización (Nivel Conceptual) de esa realidad. Es intencional porque siempre existirá un propósito de comunicación o un ‘querer decir’ algo por parte de un emisor. Es lingüístico (Nivel Lingüístico) porque el hablante pone en práctica todos los conocimientos que posee acerca de su lengua. Es contextual porque está inmerso en un proceso de comunicación y se produce en una situación determinada” (Molero, 2003: 8).

El término discurso es conceptualizado por Calsamiglia y Tusón (1999) como una práctica social y una forma de acción entre los sujetos que se articula tomando en cuenta el contexto que lo conforman.

Oesterreicher (1996) define el discurso como sinónimo de enunciado o secuencia de enunciados producto de la actividad del habla siguiendo las reglas determinadas de un habla.

Dentro de la conceptualización del discurso, interactúan una serie de elementos enmarcados en la acción comunicativa. Los interlocutores, el canal, el contexto, entre otros, son parte del proceso comunicativo. No obstante, el eje central de ese proceso se presenta en el mensaje y, más específicamente, en los signos que estructuran ese mensaje.

Molero (1998, 2003), sustentada en los planeamientos de Pottier (1987, 1992, 1993) habla de cuatro niveles antes de la emisión de un discurso: Nivel Referencial (NR), Nivel Lógico-Conceptual (NC), Nivel Lingüístico (NL) y Nivel Discursivo (ND).

Conociendo que el discurso se procesa en cuatro niveles, es preciso indicar que los signos (observados en el NR) representan la base de todo ese proceso comunicativo porque a través de la escogencia y ordenamiento de éstos el destinador estructurará su enunciado y desarrollará la acción comunicativa con el destinatario. No obstantes, hay que precisar qué se entiende por signo.

“El signo lingüístico une no una cosa y un nombre, sino un concepto y una imagen acústica. Esta última no es el sonido material, cosa puramente física, sino la psíquicq de ese sonido, la representación que de él nos da el testimonio de nuestros sentidos; Esa representación es sensorial y si se nos ocurre llamarla ´material´ es sólo en ese sentido y por oposición al otro término de la asociación, el concepto, generalmente más abstracto” (Saussure, 1945: 102).

Pericles (2004) analizó la conceptualización del signo expuesta por Saussure y concluyó de manera genérica que el lingüista dividió en dos la estructura del signo: significantes y significados.

En términos más detallados, se tiene que decir que un signo podría conceptualizarse como un elemento del lenguaje o una imagen compuesta de la relación entre el signo, un referente (el objeto al que se refiere el signo), el campo de representación (la naturaleza de la relación con el referente), y el interpretante (la relación experimental entre el intérprete y el significado) (Pericles, 2004).

La ambigüedad del concepto de signo, unida a las diversas visiones de lo que se considera discurso, genera una serie de líneas de investigación que permiten estudiar las distintas acciones comunicativas que desarrolla el ser humano.


Texto extraído del Trabajo de Grado para optar al título de:Magíster Scientiarum en Ciencias de la Comunicación

Mención: Sociosemiótica de la comunicación y la Cultura

Autor: Arlenin Aguillón

Título: Análisis semioligüísticod

l discurso periodístico de deportes

Universidad del Zulia 2009 


Mar García Herrero

PERIODISTA, LOCUTORA, ESCRITORA, COMUNICADORA, RRPP

7 meses

Muy interesante tu análisis.

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