Joaquín de Luz, director de la Compañía Nacional de Danza, no lo niega: cada vez que se sube al escenario hay nervios. Y eso le parece una buena señal.
“Siempre que se pone uno delante del público presentando, hay nervio, mucho respeto y mariposas”, confesó De Luz en entrevista para La Voz.
La presentación de la Compañía Nacional de Danza, originaria de Madrid, España, este 10 de febrero, marcará su debut en Chicago. “Hemos tenido muy buena experiencia en lo que va de la gira. Espero que en Chicago tengamos la misma réplica”, auguró.
Sin embargo, De Luz sí tiene experiencia con el público de Chicago. Ya que ha visitado esta ciudad cuatro veces como bailarín; pero sin duda, esta visita tiene otro significado, ya que al hacerla como el director de la compañía, es un nuevo comienzo.
Lo que presentará en su primera y por esa vez, única función en Chicago, la compañía interpretará “Passengers Within” (2022), una nueva obra de De Luz con música de Philip Glass que está inspirada en la sociedad actual y nuestra esclavitud al sistema de la tecnología moderna.
Contó que esta pieza hace una reflexión no muy literal, de lo inmersos que estamos en las redes sociales y en la tecnología en la actualidad. A De Luz, le surgió el planteamiento sobre esta situación en su nuevo rol como padre de familia.
“Me preguntaba todas las dudas que te entran. Qué mundo se le deja a un niño, va a estar expuesto a toda esta información. Me gustaría que mi hijo tuviera una mente crítica, que apreciara los momentos de estar presentes”, reflexionó.
En “Passengers Within”, el director busca hacer reflexionar de alguna manera a la audiencia, sobre todo porque la danza es un medio vivo, presente.
“Tengo la esperanza que un día volvamos a un tiempo más simple, a pasar tiempo sin móvil o pasar tiempo en familia o pareja, por eso creo que lo que hacemos [en la danza] es tan importante. Es un privilegio estar en este mundo, sentarse dos horas en un teatro y dejarse emocionar, es casi un acto de rebeldía… es un regalo que nos podemos dar a nosotros mismos”, agregó.
El programa mixto también incluye “Sad Case” (1998, Sol León y Paul Lightfoot), que muestra los sorprendentes y terrenales movimientos del mambo; y “White Darkness” (2001), del aclamado bailarín y coreógrafo español de ballet moderno Nacho Duato, quien actualmente es el director artístico del Berlin State Ballet.
La Compañía Nacional de Danza fue fundada en 1979 y su primer director fue Víctor Ullate. En ese entonces se le llamaba Ballet Clásico Nacional (Ballet Nacional Clásico); para 1983 se nombró directora a María de Ávila, quien según la historia de la compañía, fue quien abrió las puertas a nuevos estilos y coreógrafos.
Su siguiente director fue Ray Barra, bailarín y coreógrafo norteamericano que residía en España, después de varios directores, en 2019 el Ministerio de Cultura y Deporte de España anunció el nombramiento de De Luz como nuevo director artístico, quien tomó el mando en septiembre de ese año.
Este nombramiento marcó el regreso a España de Luz, quien durante más de dos décadas radicó e hizo carrera en Estados Unidos. Fue de alguna forma un círculo completo, ya que sus inicios fueron precisamente en la escuela de Víctor Ullate e ingresó a la compañía de 1992 a 1995.
En 1996 emigró a Estados Unidos, donde formó parte del Ballet de Pennsylvania como bailarín solista. En diciembre de 1997, ingresó en el cuerpo de baile del American Ballet Theatre en Nueva York donde un año después se le nombró bailarín solista. En 2003 formó parte del New York City Ballet donde dos años después se le nombró bailarín principal.
En 2008 fue director artístico de la compañía de danza Estrellas del ballet de Nueva York y en 2018 compaginó su faceta de coreógrafo y director artístico con la de docente en la School of American Ballet en Nueva York.
El 2019, ese “regreso a la patria” fue para De Luz como para todo inmigrante que ha dejado su país por un largo periodo de tiempo, un periódo de adaptación.
“Uno idealiza un lugar estando tanto tiempo fuera. No es lo mismo ir dos semanas de vacaciones, ver a las amistades, salir. Cuando uno regresa para intentar apoyar un proyecto es otra experiencia”, explicó.
Sobre todo porque en España, dijo, la danza es regida por los aportes del gobierno, a diferencia de Estados Unidos donde las compañías reciben fondos privados. Más aparte, De Luz regresó justo en el umbral del inicio de la pandemia de 2020.
“Para mí fue una bendición”, dijo sobre ese tiempo, ya que le dio tiempo para reflexionar y ver cómo iba a sortear el sistema y cómo le da el apoyo a la cultura. Le tocó “entrar al laboratorio” y poco a poco, armar un proyecto.
“Es muy complejo cómo apoyan la cultura en mi país hacen falta herramientas. Los dos pilares más importantes no los tenemos. No tenemos un teatro, somos una compañía itinerante, lo que hace complejo tener funciones, y que no hay posibilidad de privatización”, explicó.
Sin embargo, desde su trinchera, sabe que la misión de la danza tiene que continuar sirviendo a la humanidad, así como las otras artes vivas.
Al preguntarle sobre cuál creía era la gran misión de la danza, Joaquín de Luz no vaciló.
“Estar sentado en un teatro y emocionar a una persona. Si puedes lograr que un grupo de personas se desconecte de la catástrofe del mundo, es una responsabilidad muy grande que tenemos los artistas, la de emocionar y mover a la gente”.
Reconoció que aunque este arte se está yendo más hacia el camino del entretenimiento, aún queda esa vena romántica, esa relación del artista-público que se da en unos instantes; esa es la que no se puede ni perder y que por más avances, la inteligencia artificial no suple.
“Que el público se quede emocionado, que quizá no aplauda mucho, pero que se vaya de la función a casa emocionado y recordando lo que vio y sintió. Es como una buena película, pero mejor, porque la tienes enfrente y al momento. Le digo a todos que si tienen la oportunidad de ver un espectáculo así, evidentemente no es fácil por el desembolso económico, pero es una experiencia que hay que vivir”, invitó.
