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1928: Capilla ardiente y entierro de Salvador Díaz Mirón en México (3/4)

12 junio 2012

Salvador Díaz Mirón.

La mañana del viernes, 15 de junio de 1928, llegó el cuerpo de Salvador Díaz Mirón a la ciudad de Mexico y lo trasladaron a anfiteatro de la Escuela Nacional Preparatoria. Durante 24 horas estuvó instalada la capilla ardiente, lugar al que llegaron a rendirle un tributo desde estudiantes hasta funcionarios de gobierno. El sabado 16, fue llevadao hasta el panteón Dolores, donde fue enterrado en la Rotonda de los Hombres Ilustres.

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«Junio 15. Recibe la capital de la República los restos mortales de don Salvador Díaz Mirón. Entre el inmenso público que esperaba, se veían representaciones de todas las clases intelectuales y sociales. Con recogimiento religioso se hizo el traslado al anfiteatro de la Escuela Nacional Preparatoria donde se instaló la capilla ardiente.

Desde ese instante se comenzó a hacer guardias, correspondiendo la primera a la representación de la Federación Estudiantil Mexicana, la segunda a los miembros del Comité Pro Díaz Mirón y luego a las de varios sindicatos y agrupaciones científicas y literarias. En el incalculable número de coronas enviadas se leían pensamientos y frases de admiración y de cariño. La del general Obregón rezaba: «Como homenaje a una gloria de mi patria.» (1)

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«El Secretario de Educación Dr. José Manuel Puig Casauranc que le había conocido y admirado, y en las clases de literatura del novelista Rafael Delgado adquirido devoción por el altísimo poeta, pronunció la oración fúnebre.

“- ¿Qué cuerda — interrogaba el orador— sonó mejor en la lira díazmironiana? Debemos glorificarla y enaltecerla —añadía— por lo que ella tradujo de dolores y humillaciones ancestrales; por lo que ella anunció de humanitarias reivindicaciones de derechos de tristes; por lo que tuvo en sí de  (2)

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Fuera (del) … discurso del Ministro de Educación, doctor José Manuel Puig Casauranc, que al cronista de un diario, Gustavo Castañares, le pareció, a pesar de todo, “bello y meduloso” y después “brillantísimo”, la velada en el anfiteatro de la Preparatoria, como la califica el propio Castañares, fue solemne, sin faltar el «severo catafalco» y sin olvidarse de mencionar el indispensable «severo ataúd». (…)

Junio 16. Desde hoy reposa el autor de «Lascas» en la Rotonda de los Hombres Ilustres, separado sólo de Amado Nervo por la tumba de Angela Peralta. De “apoteósicos” (sic) y “Solemnísimos” califica un diario de la vida nacional los funerales del bardo veracruzano.

Al paso del cortejo, la multitud se agolpó reverente. La clase obrera quiso estar debidamente representada, y al lado de la carroza se agruparon los preparatorianos de Veracruz. La banda de música de la Escuela Industrial de Huérfanos batió la marcha de honor. Frente a la tumba habló primero Luciano Kubli elocuentemente. Expresó que los restos mortales del poeta debieron ser sepultados en el mar, entre las olas rumorosas del oceáno.

Luego el maestro Antonio Caso arrancó lágrimas a muchos. Empezó con unas palabras de San Jerónimo: «Dice San Jerónimo, cuando trata de calificar el esplendor de un discurso: ‘sermo galeatus’ (discurso con yelmo) .» Y definió a Díaz Mirón como el poeta de las santas rebeldías. Habló de la épica labor desarrollada por el extinto, del hombre que supo dominar a la vida por su fortaleza y su palabra. Aludió el maestro Caso a la virtud, a la esencia de la virtud, a la escuela de la virtud que era en Díaz Mirón, todo ímpetu, fuerza, energía. Por su condición, exclamó, Díaz Mirón perteneció a la categoría de los hombres prepotentes por la virtud que encerraban. Recordó al divino orfebre de la poesía afirmando de él que por haber sido un artífice de la palabra y de la idea, era justo decir que había sido el «Benvenuto Cellini» de la estrofa. Se refirió a la estética lírica del poeta, a sus poemas geniales, al colorido que imprimió a su obra, y observó que la labor poética de Díaz Mirón había dado fuerza y vigor, no sólo a la literatura mexicana, sino a la continental. Examinó la humanísima personalidad de don Salvador, que comparó a don Quijote de la Mancha por la idealidad que siempre alimentó en su pecho, o a un “condottiero” del Renacimiento. » (1)

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Después del servicio funerario, el cuerpo fue enterrado en la misma tumba que ocupo el primer presidente de México, Guadalupe Victoria, antes que sus restos fueran llevados al monumento de la Independencia en el Paseo de Reforma. (3) En 1930, se levantó un monumento sobre la tumba del poeta.

Monumento en la tumba de Salvador Díaz Mirón, levantado en 1930.

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 Citas y referencias bibliográficas:

(1)  Taracena, Alfonso, La verdadera revolución mexicana: etapa. 1928-1929, Volumen 82 de Colección Figuras y episodios de la historia de México, Volumen 14 de La verdadera revolución mexicana. México: Editorial Jus, 1960, pp. 98-99.

(2) Carrillo, José, Radiografía y disección de Salvador Díaz Mirón, Bayo Libros, 1954, p. 134 

(3) Hispania, Volumen 11, American Association of Teachers of Spanish and Portuguese, 1928, p. 307

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